Cuales son

La missa solemnis está compuesta de cinco (5) piezas: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y el Agnus Dei. Es una de las grandes obras del compositor alemán, ya que involucra la solemnidad con la espiritualidad del ser humano. En comparación con todas las misas precedentes, Beethoven adoptó un punto de vista nuevo, al interpretar de modo muy original el antiguo texto litúrgico, ya encontrando correspondencias espirituales personalísimas, ya sugestiones colectivas, no simplemente musicales (como lo confirma la invocación a la paz, añadida de su puño y letra al final del Agnus Dei). De este modo Beethoven abrió un nuevo destino a la misa; de ahí en adelante, los autores se ajustarían a las cinco divisiones tradicionales (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei), no sólo con intenciones simplemente litúrgicas o espirituales, sino también tratando de captar las correspondencias profundas de la antigua plegaria con los puntos de vista individuales en la confrontación de la religión y de los misterios de la fe en general.

Kirkendale (1970) realiza un análisis del conjunto de las piezas, exaltando las particularidades y los vínculos con otros modelos musicales que pudieron influenciar la obra. Bajo esta mirada, el análisis del Kyrie está relacionado con la evocación a aperturas de Biber (Missa Sancti Henrici) de 1701 y de Cavalli (Missa Concertata) de 1656. Para esta pieza es fundamental comprender el rol espiritual de Dios como libre de las pasiones humanas, en contraposición con la expresión de Beethoven de acercarlo a su humanidad.

En el Gloria se introduce la omnipotencia, complementado por el uso de los trombones como la voz de Dios o el poder divino que lleva hacia la imagen angelical, asociando la iconografía religiosa con la sonoridad. El Credo está basado en los textos aprobados por los Concilios de Nicaea y de Constantinopla que procuran exaltar la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo. Sin embargo Beethoven hace una distinción de la divina trinidad, dejando una composición igual en los apartados de ‘unum Deum’ y ‘unum Dominum Jesum Christum’ para exaltar la filiación ‘padre e hijo’, generando una separación con el espíritu santo.

El Sanctus inicia nuevamente con una alusión a los ángeles y al sonido de las trompetas, pero esta vez evocando el folclor alemán, conocido como el Turmmusik del barroco y del renacimiento. El Agnus Dei, siendo la parte final es una evocación histórica de las misas y de los cantos desde el siglo XIV. Si bien se nota una composición musical casi armamentista, esto se debe a que son los cantos que anuncian los tiempos violentos de la Europa de inicios del siglo XIX. Beethoven la utiliza como una alegoría al Arzobispo por la necesidad de refugio en los tiempos de guerra, debido a que él tuvo que huir de Viena ante la invasión de Napoleón. Bajo esto, se incluye en el apartado final una composición más suave, casi pastoril que lleva al Aleluya de Handel, música que era asociada con los británicos, que en este contexto político militar serían los restauradores de la paz de la Europa continental.

Bibliografía

"Historia de los grandes compositores clásicos".(1994).España:Barcelona,Ediciones Olimpo,Ediciones Orbis, vol. 3, p. 83.Número topográfico: 927.7 H47