Gonzalo Jiménez de Quesada

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
Gonzalo Jiménez de Quesada
Datos generales
Nombre Gonzalo Jiménez de Quesada
Fecha de nacimiento 17 de febrero de 1904
Nacionalidad Española
Ocupación Conquistador.
Estudios universitarios Derecho - Universidad de Salamanca
País de nacimiento España
Fecha de fallecimiento 16/02/1579
País de fallecimiento Colombia Bandera de Colombia }}
Ciudad de fallecimiento Mariquita

Biografía

Conquistador español, fundador de Santafé de Bogotá (Córdoba o Granada, 1509 - Mariquita, febrero 16 de 1579). El origen de Gonzalo Jiménez de Quesada es un misterio; documentalmente no se ha podido constatar si nació en Córdoba o en Granada, y si su origen era judío. Existen pruebas fidedignas de que estudió y se licenció en Derecho en la Universidad de Salamanca, y que ejerció como abogado en la Real Audiencia de Granada hasta el momento de enrrolarse y viajar a América, a mediados de 1535, con la expedición de Pedro Fernández de Lugo y su hijo Alonso Luis de Lugo, quienes habían contratado con la Corona española la gobernación de Santa Marta (sin embargo, según algunas fuentes, antes de embarcarse hacia América, Jiménez de Quesada estuvo en Italia, como parte de las tropas españolas que luchaban allí).

Jiménez viajaba con el cargo de teniente de gobernador para administrar justicia, nombrado en noviembre 10 de 1535, en el puerto de Santa Cruz. En calidad de tal, participó en una expedición "pacificadora" a la Sierra Nevada de Santa Marta; sin embargo, y debido a la precariedad que se vivía en la ciudad, Jiménez decidió, tres meses después de su llegada al puerto, organizar una excursión hacia el interior de la gobernación, con la intención de alcanzar el Perú. En las instrucciones de la expedición que debía emprender Jiménez de Quesada quedó estipulado que el contingente, en su ruta hacia el Perú, debía procurar la paz con los indígenas que hallase en el transcurso y la obligación de pedirles oro para consolidar el proceso de conquista. Si los aborígenes se negaban a pactar la paz y a colaborar con la causa española, el capitán general podría emprender contra ellos una guerra a sangre y fuego, la llamada "justa guerra", que permitía apropiarse de los bienes de los enemigos e incluso esclavizarlos. La expedición salió el 5 de abril de 1536.

Un grupo de 670 hombres iba por tierra y otro, menos numeroso, por agua; Jiménez de Quesada se encargó del que iba por tierra. Tenía que alcanzar el río grande de la Magdalena, rodeó entonces la Sierra Nevada y llegó a Valledupar, pasó luego a Chiriguaná, Tamalameque y Sompallón. Después de un período de no percibir mayores recolecciones de oro, el ejército, ya bastante mermado, continuó su ruta por el Magdalena a San Pablo, Barranca y Cuatro Brazos o La Tora (actual Barrancabermeja). En San Pablo fueron alcanzados por bergantines al mando de Diego Hernández Gallego, que les suministraron armas, víveres y medicinas, facilitando un poco la continuación de la expedición. A medida que se adentraba en el nuevo territorio, el ejército expedicionario iba teniendo noticia de que existía un activo comercio de sal entre los indígenas habitantes de las inhóspitas sabanas y los de la inmediata sierra, donde, según decían los aborígenes, existía una "laguna de sal", la cual llamó la atención de los intrusos, que decidieron buscarla.

Esto implicó ascender la cordillera y desviarse, aún más, del ansiado Perú. El primer pueblo que tocaron los conquistadores, el 9 de marzo de 1537, en su periplo hacia la Sabana de Bogotá, fue La Grita, en las proximidades de Vélez, donde, además, comenzaba el territorio de lengua chibcha. Luego entraron a Guachetá, Lenguazaque, Cucunubá, Suesca, Nemocón, Tausa y Zipaquirá, pueblos en los que recogieron jugosas cantidades de oro y esmeraldas, sin mayor resistencia por parte de los indígenas.

El 22 de marzo penetraron al valle de Los Alcázares, como llamó Jiménez a la sabana dominada por el cacique Bogotá, también llamado Zipa. Este envió ejércitos a frenar el avance de los españoles, pero las huestes de Jiménez de Quesada siguieron su avasalladora intromisión, y luego de algunas escaramuzas y de unas fallidas incursiones en busca del Zipa, avanzaron hasta Chocontá y Turmequé, desde donde tuvieron noticia de los promisorios Llanos Orientales. Descubrieron, además, Tunja, Sogamoso y Duitama, los valles de Sáchica, Zaquenzipa y la laguna de Tota, donde obtuvieron fabulosos tesoros. En Tunja, Jiménez capturó al cacique Bogotá, y con él un rico tesoro de oro y esmeraldas. También exploraron el valle de Neiva, lo que implicó recorrer Pasca y el páramo de Sumapaz, y extenderse hasta el actual municipio de Altamira. Mientras tanto, Hernán Pérez de Quesada, hermano de Jiménez de Quesada, trató de conquistar la Provincia de las Amazonas sin éxito.

Los resultados económicos de la expedición fueron más que buenos: en sólo la provincia de Tunja se recogieron 182 536 pesos de oro fino, 29 806 pesos de oro bajo y 836 esmeraldas. Se procedió entonces a repartir el tesoro obtenido, el 6 de junio de 1538, entre los 178 individuos que formaban el ejército comandado por Jiménez de Quesada. Luego de hacer los pagos de deudas: salario al cirujano, costo de medicinas, plomo, hilo para ballestas, arcabuces, hachas, azadones, clavos, etc., las obligatorias donaciones a las iglesias de Santa Marta, el pago de misas por las almas de los difuntos y la obligatoria erogación del quinto real, se dividió un total de 148 000 pesos de oro fino, 16 964 pesos de oro bajo o de chafalonía y 1455 esmeraldas. El 6 de agosto de 1538 Jiménez de Quesada declaró la conquista del territorio en favor de los reyes de España. No obstante, sólo en enero de 1539, ante la presión de las fuerzas del nuevo Zipa, llamado Sagipa, decidió construir una ciudad de españoles, siendo elegido el sitio de Teusacá, donde hoy se asienta Bogotá. En dicha erección contribuyeron los indígenas de Guatavita. Esta conformación, que implicó un proceso de conquista definitivo, coincidió con la llegada de los ejércitos expedicionarios de Sebastián de Belalcázar, proveniente del Pení, y del alemán Nicolás de Federmán, que venía de Coro (Venezuela), quienes exigieron, a nombre de Francisco Pizarro, conquistador del Perú, y los banqueros alemanes Welser, derechos sobre los territorios recién descubiertos. Comenzaron, entonces, una serie de conversaciones y negociaciones en las que Jiménez de Quesada mostró una nueva faceta de su carácter: la de político, pues supo zanjar las diferencias con los capitanes invasores y llegar a un acuerdo: Federmán y Belalcázar dejaron en la región a 222 individuos que, unidos a los 178 que poseía el licenciado, construyeron el grupo básico de colonización del altiplano. Así mismo, los dos conquistadores le cedieron una buena cantidad de animales domésticos, aves de corral y herramientas necesarios para consolidar el establecimiento definitivo.

Tanto con Federmán, como con Belalcázar, Jiménez llegó al convenio de que la propiedad jurídica del nuevo territorio sería establecida por la Corte de Madrid, y que en el caserío recién construido se formaría un cabildo. Los territorios y los indígenas serían repartidos en encomienda, entre las huestes conquistadoras y la Corona. Así, una vez Jiménez de Quesada organizó la conquista de los nuevos territorios y dejó un gobierno establecido, en cabeza de su hermano, se marchó con Federmán y Belalcázar a España para adelantar en la Corte las gestiones de reconocimiento del territorio por él descubierto. Desde Santafé partieron hacia Cartagena, puerto del que zarpó el licenciado en julio de 1539; sin embargo, sólo hasta el 29 de noviembre de ese año se presentó en la Casa de Contratación de Sevilla, donde entregó el quinto real consistente en 11 000 pesos de oro (aproximadamente 70 kilos) y 575 esmeraldas.

Cuando Jiménez de Quesada llegó a España, el ambiente en la Corte era francamente hostil a los conquistadores, pues por ese entonces fray Bartolomé de las Casas adelantaba su defensa en pro de los indígenas. Por otra parte, Jiménez tuvo que enfrentar un pleito con Alonso Luis de Lugo, heredero de Pedro Fernández de Lugo, por la parte del botín que le correspondía de la conquista del nuevo territorio. También tuvo que enfrentar un litigio con la Casa de Contratación, pues además de no haberse presentado inmediatamente después de su llegada, parecía que no había declarado el total de lo recogido en la expedición al altiplano andino. Además, existían pruebas concluyentes de maltratos y abusos contra los indígenas, y se le imputó, con sobrada razón, el vil asesinato de los caciques Bogotá "el Viejo" y Sagipa. Las autoridades sevillanas le embargaron a Jiménez de Quesada sus bienes; pero el 26 de diciembre de 1540 el licenciado logró que se los devolvieran. En éstas, como en otras querellas judiciales, don Gonzalo supo salir victorioso, pues manejaba con propiedad los códigos y la pluma. Así, pese a estos problemas, Jiménez de Quesada pudo conseguir que el Consejo de Indias expidiera algunas disposiciones para la administración civil y religiosa de los territorios recién descubiertos. Por ejemplo, obtuvo que a Santafé de Bogotá y a Tunja se les otorgaran sendos títulos de ciudades, que se nombraran ocho corregidores para cada una de las nuevas localidades, y que se tasaran los impuestos sobre el oro que debían pagar los conquistadores. Sin embargo, las irregularidades cometidas en el proceso de conquista del altiplano fueron objeto de una tenaz persecución de las autoridades, especialmente del fiscal Juan de Villalobos, por lo que a partir de la segunda mitad del año 1541 Jiménez tuvo que ausentarse de España y vivir prácticamente en la clandestinidad hasta fines de 1545, cuando se presentó en la Corte para defenderse y solucionar los pleitos pendientes lo que le tomó hasta fines de 1546.

En julio de 1547 se instaló la Real Audiencia de Santafé de Bogotá, coyuntura que aprovechó Jiménez para retornar al Nuevo Reino pero con poderes que antes no poseía. Obtuvo, entonces, los títulos de regidor más antiguo del Cabildo de Santafé, mariscal de la provincia del Nuevo Reino de Granada, un escudo de armas y se le prometió el de adelantado. Se le concedió una pensión vitalicia de 2000 ducados anuales y se le devolvieron sus encomiendas de Sogamoso, Guatavita y Fontibón, que había perdido debido a los problemas judiciales que tuvo que afrontar. De este modo, a fines de 1550 Jiménez de Quesada viajó al Nuevo Reino de Granada y llegó a Cartagena a fines de febrero de 1551. A los pocos meses partió hacia Santafé de Bogotá, donde llegó a principios de junio. Aunque don Gonzalo era miembro del Cabildo de Santafé, sus actuaciones en ese organismo de gobierno fueron poco menos que opacas, a excepción de un sonado juicio de residencia que adelantó contra el doctor Juan Maldonado, su lugarteniente Jorge de Quintanilla, sus tenientes y oficiales.

Por un tiempo se dedicó a la profesión de abogado y desde que retornó a la ciudad sede de la Audiencia, llevó una vida "desarreglada", de la que obtuvo crecidas deudas que lo llevaron a vivir en un estado permanente de penurias económicas, al punto que a los sesenta años, y como una forma de solucionar sus afanosos problemas, emprendió la conquista del mítico "Dorado" al oriente de los Andes, empresa en la que se arruinó definitivamente y casi acabó con su vida.

Jiménez de Quesada fue un conquistador especial: a diferencia de la mayoría de sus colegas, era instruido, sabía leer y escribir y por añadidura era abogado. No fue un militar destacado, ni emprendió grandes empresas de ese género, pero con el descubrimiento y conquista del Nuevo Reino de Granada, Jiménez logró para España el dominio de la tercera gran cultura americana: la chibcha o muisca. Por lo tanto, junto con Hernán Cortés (México) y Francisco Pizarro (Perú), Jiménez de Quesada es uno de los grandes conquistadores de América. A1 igual que muchos de sus similares, cometió grandes desafueros que le significaron infinidad de problemas judiciales, pero a diferencia de ellos el licenciado y mariscal siempre supo salir bien librado. Sin embargo, la búsqueda del Dorado y la conquista de los Llanos Orientales fueron su obsesión y perdición.

Para adelantar su expedición, en julio de 1560 Jiménez ofreció gastar 50 000 pesos de oro, cantidad que no poseía. El 25 de julio de 1569, luego de nueve años de negociaciones, quedó concluida la capitulación entre el adelantado y la Real Audiencia. En este contrato se le otorgó a Jiménez el gobierno de un extenso territorio: 400 leguas de longitud y latitud entre los ríos Pauto y Papamene, el derecho de usufructo para él y un heredero, la concesión del título de marqués o conde de la tierra que ocupare, así como el de alguacil. Finalmente, tenía el derecho de otorgar encomiendas y tierras, distribuir aguas y señalar ejidos y linderos de las poblaciones, siempre y cuando no fueran en perjuicio de los naturales. También se le permitió introducir 500 esclavos negros, dotar dos barcos, importar granos, reses y caballos de España. A este proyecto emprendido por Jiménez se apuntaron varias personas, y como había un superávit de población, el enganche para la expedición fue fácil. No existe ninguna referencia documental sobre la fecha de partida de Santafé hacia San Juan de los Llanos, lo cierto es que en diciembre de 1571 ya se había iniciado y en 1573 ya había concluido, con un saldo totalmente negativo, pues tanto el adelantado como sus compañeros no conocían la zona a donde iban.

Una vez se conoció el fracaso de la expedición conquistadora, los comerciantes y encomenderos que la habían financiado comenzaron a apremiar al anciano conquistador, y sus bienes fueron embargados. Jiménez emprendió entonces otro pleito, que al igual que en ocasiones anteriores y pese a lo avanzado de su edad, se caracterizó por su beligerancia. Perdido el litigio por el fundador, logró obtener de la Audiencia la misión de pacificar a los indígenas Gualí, de la región aledaña a Mariquita. Inició esta empresa hacia fines de 1573, y obtuvo relativos éxitos pues logró fundar la ciudad de Santa Agueda, pero a costa de un gran número de vidas de españoles e indígenas. Hasta su muerte, Jiménez de Quesada permaneció en la zona de la gobernación de Mariquita, al frente de sus innumerables pleitos, en los que siempre quiso salir bien librado y, sobre todo, defender y legitimar el derecho que sobre las tierras conquistadas tenían los conquistadores.

Otro aspecto interesante de la vida de Jiménez de Quesada es su afición por la poesía, testimoniada por Juan de Castellanos en las Elegías de varones ilustres de Indias, y su actividad como escritor. Su obra más conocida es El Antijovio, refutación a un libro contra los españoles, del italiano Paulo Jovio, arzobispo de Nochera. Según consignó Jiménez de Quesada en el prólogo, escribió esta obra, de 55 capítulos, entre el 29 de junio y el 30 de noviembre de 1567. Se conservan, además, Indicaciones para el buen gobierno (1549), Memoria sobre los descubridores y conquistadores que entraron conmigo a descubrir y conquistar este Nuevo Reino de Granada (1576) y algunas cartas y cláusulas de su testamento; el resto de su obra está perdida.[1]

Bibliografía

  • Friede, Juan. Gonzalo Jiménez de Quesada a través de documentos históricos. Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1960.
  • Friede, Juan. El adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada, 2 Vols. Bogotá, Carlos Valencia editores, 1979.
  • JIMÉNEZ DE QUESADA, GONZALO. El Antijovio. Estudio preliminar, Manuel Ballesteros Gaibrois. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1952.

Referencias

  1. Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.

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