La artista, empezó a preguntarse qué tan reales eran las reproducciones de los libros de arte, y de ahí nació su interés por las imperfecciones en las imágenes impresas. Cansada de realizar variaciones sobre Velázquez y Vermeer, encontró en el periódico la fotografía de los “Suicidas del Sisga”. En 1965 presentó la obra realizada a partir de ésta imagen al XVII Salón Nacional de Artistas. En un primer momento, la obra fue rechaza “porque algún miembro del jurado dijo que era un Botero malo”. Sin embargo, el fallo fue reconsiderado y la obra obtuvo el segundo premio especial del jurado. A partir de ese momento Beatriz González comenzó a interesarse por las tragedias locales a través de los medios y por materiales diferentes a los instrumentos clásicos de pintura: “un día me cansé del óleo, del lienzo, de materiales finos...”. Aunque la crítica se refirió constantemente a Beatriz González como una “artista pop”, ella siempre dejó claro que Warhol en esa época no le interesaba, prefería el expresionismo abstracto.