Diferencia entre revisiones de «Cecilia Cardinal de Martín»

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
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Revisión del 22:21 4 dic 2025

Biografía=

En 1924, Colombia atravesaba un incipiente proceso de modernización bajo una hegemonía conservadora fuertemente influenciada por la Iglesia católica. Las estructuras tradicionales comenzaban a ser cuestionadas por las transformaciones sociales, mientras la élite dominante hacía escasos esfuerzos por enfrentar las desigualdades socioeconómicas, y las brechas sociales entre lo urbano y lo rural y entre hombres y mujeres. Ese mismo año, en la pequeña y joven ciudad cafetera de Armenia, nació Cecilia Cardinal de Martín, quien años más tarde se convertiría en una protagonista de las transformaciones educativas y sociales orientadas a dignificar la vida de las mujeres (Plata, M. I., 2020).

Cecilia creció en un ambiente que no solo fortaleció su disciplina alrededor del estudio, sino que también cultivó en ella un profundo aprecio por la vida. Es hija de José Cardinal, un quiroterapeuta originario de Granada y formado en Londres, y de Paulina Orjuela, una mujer bogotana quien, a pesar de haber sido educada dentro de los parámetros tradicionales de su época, le inculcó la importancia de la educación. Junto a su única hermana, Cecilia recibió una formación de carácter liberal, lo que le permitió desarrollar una fuerte confianza en sus propias capacidades (Galvis Rodríguez, S. C., 1996).

En 1942, con el apoyo de sus padres, Cecilia inició sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de Colombia, una carrera que en aquel entonces se consideraba de acceso exclusivo para hombres. Cuando ingresó, ya se habían graduado cinco mujeres como médicas. Sin embargo, transitar los pasillos y las aulas de la Universidad no solo desafiaba las estructuras sociales que sostenían que la educación —y, en particular, la medicina— no era el ámbito adecuado para las mujeres, sino que también debían enfrentar el trato injusto de algunos docentes y una exigencia académica desproporcionada, todo ello por el simple hecho de ser mujeres. Aun así, su valentía y perseverancia abrieron el camino para muchas otras que vendrían después (Plata, M. I., 2020, pág. 23).

La exclusión que Cecilia enfrentó durante su formación se intensificó al momento de manifestar interés por la ginecología y la obstetricia, ramas de la medicina tradicionalmente dominados por hombres. Por esta razón le fue negada la posibilidad de realizar su año rotativo en esta área en el Hospital de La Hortúa, bajo el argumento de que no había espacio disponible para su descanso, ya que estos estaban ocupados por sus compañeros varones. Además, se le insinuó que no era capaz de asumir procedimientos quirúrgicos, cuestionando su competencia por el simple hecho de ser mujer. No obstante, su determinación la llevó a buscar otras oportunidades y, finalmente, completó esta etapa en el Hospital Universitario La Samaritana, donde demostró sus capacidades y compromiso.

Hacia 1948, se convirtió en la décima mujer en obtener el título de médica en la Universidad Nacional de Colombia, un logro que no solo constituyó una victoria personal, sino también un avance significativo en la lucha por la equidad de género dentro de la academia, el sistema de salud y la sociedad en general. Más adelante, guiada por un profundo compromiso con la vida y la salud de las mujeres, decidió especializarse en Ginecología y Obstetricia en los Estados Unidos. Sin embargo, incluso allí no estuvo exenta de discriminación por ser mujer. Cecilia recuerda que, durante su formación, hubo quienes llegaron a poner en duda su capacidad para aprobar exámenes, al considerar que, por el simple hecho de ser mujer, no podría afrontar las altas exigencias de esa especialidad.

Posteriormente conoció en un hospital de Nueva York al médico patólogo de origen español Francisco Martín, quien se convirtió en un gran apoyo tanto personal como profesional para Cecilia, y con quien luego contraería matrimonio en 1955 mientras realizaba su especialización. Un año después nació su primera hija, Elena Martín Cardinal, y con ello Cecilia asumió un doble desafío: continuar consolidándose como profesional y, al mismo tiempo, ejercer la exigente labor de ser madre. Compatibilizar las largas jornadas hospitalarias, la alta exigencia académica y el cuidado de su hija representó un esfuerzo considerable, que afrontó con disciplina y compromiso en ambas facetas de su vida, demostrando una tenacidad que marcaría toda su trayectoria. Esa capacidad de equilibrar lo personal y lo profesional sería una de las claves de su posterior liderazgo en el ámbito de la salud y la educación sexual (Galvis Rodríguez, S. C., 1996).

Al llegar a Bogotá, tuvo a su segunda hija, Consuelo Martín Cardinal, y se vinculó como docente al Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad Nacional, en la Escuela de Salud Pública. Desde allí defendía la idea de que las mujeres tenían derecho a decidir libremente cuántos hijos querían tener o, incluso, optar por no tener ninguno, promoviendo así su autonomía y el control sobre su propio cuerpo. Al mismo tiempo, estableció su consultorio particular, donde introdujo los primeros dispositivos intrauterinos en el país.

Un paso fundamental en su trayectoria fue su participación en Ascofame (Asociación de Facultades de Medicina), donde, junto con Hernán Mendoza Hoyos —el demógrafo más destacado de la época e investigador en estudios de población—, llevó a cabo charlas y conferencias orientadas a promover y difundir la planificación familiar en distintas regiones del país, incluyendo comunidades vulnerables y apartadas. Este trabajo respondía a la preocupación por el acelerado crecimiento poblacional y la escasez de bienes de subsistencia, en un contexto en el que era común que las familias tuvieran en promedio siete hijos en condiciones económicas precarias. Frente a esta problemática, Cecilia realizó una capacitación en planificación familiar en Chicago, fortaleciendo así su formación y aportando herramientas que luego pondría en práctica en Colombia (Galvis Rodríguez, S. C., 1996).

Para Cecilia, la educación sexual no era un tema aislado ni secundario, sino un eje transversal y fundamental en el proceso de emancipación de las mujeres y en la construcción de sociedades más justas e igualitarias. Estaba convencida de que solo a través del conocimiento y la información era posible derribar mitos, transformar prejuicios y brindar a las personas —en especial a las mujeres— herramientas para tomar decisiones libres y conscientes sobre sus cuerpos, su maternidad y su vida sexual (Cardinal de Martín, C, s.f). Con esta convicción, continuó formándose en Estados Unidos y Suecia, y fortaleció su compromiso desde la Corporación Centro Regional de Población (CCRP), una organización colombiana sin fines de lucro dedicada a promover el desarrollo social y poblacional, así como la salud sexual y reproductiva, los derechos humanos y la equidad de género. Allí defendía que la sexualidad no debía reducirse únicamente a la reproducción, sino entenderse de manera integral, vinculada al placer, la salud y los derechos humanos.

En 1970, junto con referentes de distintos países como Teresa Giunta (Perú), Paula Peláez y Lautaro Arriagada (Chile), Odette Alarcón (Guatemala), Estór Corona (México) y Celestino Álvarez Lajonchere (Cuba), y con el respaldo de la SIDA y la IPPF, se creó el CRESALC (Comité Regional de Educación Sexual para América Latina y el Caribe). Este Comité cobró gran relevancia al constituirse en el primer esfuerzo regional coordinado para diseñar y aplicar programas de educación sexual, reconociendo los desafíos en torno a la sexualidad, la maternidad temprana, la planificación familiar y los prejuicios sociales. De esta manera, promovió la idea de que la sexualidad debía comprenderse de forma integral, vinculada a los derechos, la autonomía, la igualdad de género y el placer. Al mismo tiempo, abrió espacios de formación y de discusión política en torno a las políticas públicas y al sistema educativo, contribuyendo a transformar la manera en que estos temas eran abordados en la región (Caicedo Terán, S. L, 2013).

En cada uno de los espacios en los que participó, Cecilia expuso ideas que, para su época, resultaban no solo relevantes, sino también profundamente revolucionarias, pues ponían en el centro las necesidades y sexualidad de las mujeres y abordaban, entre otros asuntos, la homosexualidad sin prejuicio alguno. Sin embargo, estas posturas no siempre fueron bien recibidas: sectores conservadores de la sociedad, la Facultad de Medicina y la Iglesia las percibían como una amenaza a los valores tradicionales.

Sus reflexiones en torno a la maternidad también generaron cuestionamientos y resistencias, ya que viajaba con frecuencia para promover una visión más libre y consciente de este aspecto de la vida de las mujeres, defendiendo el derecho a decidir y a ejercer una maternidad deseada, no impuesta, en diálogo con la realización profesional. De igual manera, Cecilia abrió debates sobre la importancia de la paternidad responsable, subrayando que los hombres debían reflexionar sobre su papel en la familia y asumir un compromiso ético, emocional y social en el cuidado, la crianza y la educación de los hijos. Para ella, la responsabilidad paterna no podía reducirse únicamente a la provisión de recursos económicos, sino que debía implicar una presencia activa y afectiva en el desarrollo integral de los hijos (Cardinal de Martín, C., s.f.).

Bajo esos principios su trabajo para promover que cada institución educativa implementara proyectos de educación sobre sexualidad impulsó la expedición de la Resolución 3353 de 1993 por parte del Ministerio de Educación, la cual estableció la obligatoriedad de la educación sexual en todos los niveles educativos. Asimismo, influyó en la puesta en marcha del Programa Nacional de Educación Sexual, orientado a brindar una formación integral desde una perspectiva que defendiera los derechos sexuales y reproductivos. Es decir que, desde el ámbito educativo, contribuyó a la incorporación de proyectos pedagógicos de educación sexual, tal como lo empezó a exigir la Ley 115 de 1994.

Cecilia Cardinal se ha desempeñado como consultora internacional para destacados organismos multilaterales, entre ellos la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Desde este rol, ha brindado asesoramiento en temas vinculados con la salud pública, la equidad de género, la salud sexual y reproductiva, y el fortalecimiento de políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida de las mujeres. Su labor ha contribuido al diseño e implementación de programas estratégicos en diversos países de América Latina y el Caribe, promoviendo las garantías para el acceso a derechos, servicios de salud y condiciones de vida más justas para las mujeres (Caicedro, Terán. S.L., 2013).

El 22 de agosto de 1999, Cecilia Cardinal de Martín recibió la Medalla de Oro de la Sociedad Mundial de Sexología (World Association for Sexual Health, WAS) en reconocimiento a su destacada labor en la educación y promoción de la salud sexual. La WAS, con presencia en más de cincuenta países, es la organización más importante a nivel internacional en este campo, y su Medalla de Oro constituye el máximo galardón en la sexología mundial, otorgado únicamente a personalidades con una trayectoria sobresaliente y de impacto internacional. Con este reconocimiento, Cecilia se convirtió en la tercera mujer en la historia en recibir el premio y en la primera latinoamericana en obtenerlo, un logro que refleja su compromiso, liderazgo y profundo impacto social (El Tiempo, s.f.).

En su libro Educación sexual: un proyecto humano de múltiples facetas (2005), Cecilia plantea que la sexualidad es una dimensión fundamental del desarrollo humano, estrechamente vinculada con valores como la libertad, la responsabilidad, el respeto y la igualdad. Asimismo, cuestiona las concepciones tradicionales del catolicismo en torno a la sexualidad, especialmente aquellas relacionadas con la negación, el tabú y el control sobre los cuerpos. Esta obra cobra gran relevancia pues resalta que la educación sexual no solo fortalece la autonomía y el bienestar social, sino que también contribuye a la equidad de género y a la vivencia plena de la sexualidad (Cardinal de Martín, C., 2005, págs. 15-16). Cecilia Cardinal de Martín dejó un legado invaluable en el campo de la educación sexual, promoviendo una visión integral, humanista y respetuosa de la sexualidad como parte esencial del desarrollo humano. Tras una vida dedicada a la enseñanza, la investigación y la transformación social, falleció el 10 de junio de 2013, dejando huella en generaciones de educadores, profesionales de la salud y defensores de los derechos sexuales y reproductivos en América Latina.

Referencias

  • Cardinal de Martín, C. (s. f.). Mujer, salud y sexualidad. En Voces Insurgentes.
  • Cardinal de Martín, C. (2005). Educación sexual: un proyecto humano de múltiples facetas. Siglo del Hombre Editores, pp. 169-179.
  • Caicedo Terán, S. L. (2013). La secularización desde los cambios culturales con relación a la sexualidad y la reproducción humana en las *décadas de 1960 y 1970 en Colombia, las reacciones de la Iglesia Católica Colombiana y la educación sexual promovida por Cecilia Cardinal de *Martín [Tesis de maestría, Universidad Nacional de Colombia].
  • El Tiempo. (s. f.). La doctora Cecilia Cardinal de Martín recibió ayer en Hong Kong, de la Sociedad Mundial de Sexología, una medalla de oro en reconocimiento a sus trabajos y a los excelentes resultados obtenidos. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-924870
  • Galvis Rodríguez, S. C. (1996). Mi corazón ha estado siempre a la izquierda. Universidad Nacional de Colombia, Escuela de Estudios de Género y Corporación Casa de la Mujer. https://redcol.minciencias.gov.co/Record/UNACIONAL2_3231ab1601b7fff374303b7d2bff1b8b
  • Plata, M. I. (2000). Defensoras de la salud de la mujer y de los derechos sexuales y reproductivos: Cecilia Cardinal. Profamilia.

Créditos

  • Alejandra Galindo Ruiz, Licenciada en Ciencias Sociales, desarrolla procesos pedagógicos con comunidades vulnerables.

Cecilia Cardinal de Martín Autora: Alejandra Galindo Ruíz⁎