Doria Yanette Bautista Montañez

Doria Yanette Bautista Montañez

Doria Yanette Bautista Montañez. Autor: Archivo Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos. Ilustración: Miguel Gerardo Ramírez. Kilka Diseño Gráfico. Fuente: Subgerencia cultural Banco de la República.

Datos generales

Nombre	Doria Yanette Bautista Montañez (conocida como Yanette Bautista)
Fecha de nacimiento	26 de diciembre de 1956
Nacionalidad	Colombiana }}
Ocupación	Abogada, defensora de derechos humanos, mujer buscadora, fundadora y directora de la Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos (FNEB)
Estudios universitarios	Derecho, Universidad Autónoma de Colombia
Formación profesional	Secretaria ejecutiva y abogada
País de nacimiento	Colombia }}
Ciudad de nacimiento	Bogotá
Fecha de fallecimiento	01 de septiembre de 2025
País de fallecimiento	Colombia }}
Ciudad de fallecimiento	Bogotá
Familia	Hermana de Nydia Érika Bautista, desaparecida forzadamente el 30 de agosto de 1987. Madre de Andrea Solangie Torres Bautista, abogada y actual directora de la Fundación y de Valentin Kircher Bautista. Tía y madre de Erik Arellana Bautista, poeta y artista visual, hijo de Nydia Érika.
Cónyuge	Federico Kircher

Yanette Bautista fue una de las mujeres más queridas y respetadas del movimiento de derechos humanos en Colombia. Su vida cambió el 30 de agosto de 1987, cuando su hermana Nydia Érika, militante del movimiento guerrillero 19 de abril (M-19), fue detenida y desaparecida por el Ejército Nacional. Lo que comenzó como una búsqueda familiar se transformó en una lucha política y colectiva: de esa fuerza nació la Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos (FNEB) , pionera en incorporar el enfoque de género en la investigación de desapariciones y en promover transformaciones jurídicas e institucionales en el país. Durante más de tres décadas, Yanette y la Fundación impulsaron leyes, acompañaron a cientos de familias y sostuvieron una agenda pública que convirtió la búsqueda en un acto de amor político. Su trabajo fue decisivo en la gestación de la Ley 2364 de 2024 o ley de Mujeres Buscadoras, cuya aspiración de llevar su nombre resume la huella profunda que dejó en Colombia.

Ficha de la mujer buscadora y su búsqueda

Campo	Información
Región / Macrorregional UBPD	Centro
Departamento y municipio de origen	Bogotá, Cundinamarca
Vereda / Barrio	No aplica
Nombre del ser querido desaparecido	Nydia Érika Bautista Montañez
Relación	Hermana
Estado de la búsqueda	Encontrada en 1990, tras tres años de búsqueda. El caso permanece impune
Organización a la que pertenece	Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos (FNEB)

Biografía

I. Aspectos generales de la mujer

Nació en Bogotá el 26 de diciembre de 1956, en una familia liberal marcada por la violencia política que atravesó al país a mediados del siglo XX. Su padre, Publio Alfonso Bautista, un hombre de verbo encendido, sobrevivió a un atentado por razones políticas; su madre, Domitila Montañez, enfermera en Cúcuta, lo cuidó en el hospital donde se conocieron hasta enamorarse . De esa historia de rebeldía y cuidado nacieron seis hijos e hijas, entre ellos Nydia Érika y Yanette, unidas desde la infancia por una complicidad que más tarde se volvería emblema de resistencia.

Se formó como secretaria ejecutiva en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y trabajó varios años en una multinacional en Bogotá. “Quería ser la mejor secretaria del mundo y lo logré”, recordaba con humor . Llevaba una vida tranquila, dedicada a su familia, hasta que la desaparición de Nydia Érika le cambió el rumbo por completo: “Decidí quitarme los tacones, ponerme los zapatos y salir a buscarla” . A partir de entonces, empezó a escuchar la música que amaba su hermana –Inti-Illimani, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez– y, en esas letras, comprendió el sentido profundo de su lucha.

Con el tiempo estudió Derecho para contar con herramientas jurídicas en la búsqueda de justicia, aunque su fuerza provenía sobre todo del amor, la indignación y la convicción de que ninguna otra familia debía pasar por lo mismo.

Casada con Federico Kircher desde 1989, compartió con él la vida, la militancia y un voto de compromiso inspirado en un poema de Mario Benedetti: “Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia” . Madre de Andrea Torres Bautista –quien continúa su legado al frente de la Fundación–, fue también tía-madre de Erik Arellana Bautista, poeta y artista que ha hecho del arte una forma de memoria . Quienes la conocieron, la describen como firme, tierna y profundamente democrática: una mujer dulce y combativa a la vez, amante de los postres, las novelas y los gestos cotidianos de cuidado.

En septiembre de 2025, familiares y hermanas buscadoras de distintas regiones la despidieron en Bogotá. La iglesia de Nuestra Señora de la Soledad se llenó de flores blancas, fotografías de personas desaparecidas y carteles con las consignas que Yanette solía alzar en las calles. El padre Javier Giraldo Moreno, S.J., referente histórico de la defensa de los derechos humanos en Colombia, ofició la ceremonia y recordó la rebeldía que la acompañó desde los días de la desaparición de Nydia Érika: una fuerza que creció con los años y que inspiró a muchas otras mujeres víctimas a seguir buscando. Al final, las asistentes pidieron que la Ley 2364 de 2024 de Mujeres Buscadoras lleve su nombre: Ley Yanette Bautista .

Su nieto Andrés pidió a los asistentes que se abrazaran y sonrieran: “A la abuela le hubiera gustado vernos felices y bailando” . Entre aplausos y lágrimas, la despidieron con las palabras que resumen su legado: Yanette no se va, se multiplica.

II. Caso específico de búsqueda

“Nydia Érika Bautista era mi hermana, la madre de Erik, la hija de Domi y de Alfonso, la hermana de Rocío, de Alfonso y de Mauricio” , decía Yanette al evocarla. Tenía 33 años. Era socióloga y economista, mujer alegre, soñadora y comprometida con las causas populares. Trabajó en proyectos de alfabetización y educación comunitaria en barrios del sur de Bogotá, convencida de que enseñar era también una forma de liberar. Militante del M-19, impulsaba iniciativas de formación con mujeres y jóvenes, y en su entorno era recordada por su generosidad: “Era muy alegre, muy sonriente, muy defensora de las mujeres” .

Tras la toma y la retoma del Palacio de Justicia en 1985, la persecución contra el M-19 se intensificó, con detenciones, torturas y desapariciones de personas vinculadas o cercanas al movimiento. En mayo de 1986, Nydia Érika fue detenida arbitrariamente en Cali por miembros de la Tercera Brigada del Ejército. Durante su reclusión fue torturada y obligada a firmar una declaración en la que afirmaba haber recibido un trato digno. Aunque fue liberada, siguió siendo vigilada y perseguida. El 6 de julio de 1987 fue desaparecido su jefe inmediato, Carlos Rodríguez Vera; el 28 de agosto según lo indica la familia fue el turno del compañero sentimental de Yanette, Cristóbal Triana Bergaño y, pocos días después, el 30 de agosto, durante la primera comunión de su hijo Erik y su sobrina Andrea, Nydia Érika fue interceptada por hombres armados, subida a la fuerza a una camioneta para ser desaparecida en Bogotá, en una operación conjunta de las Tercera y Vigésima Brigadas del Ejército Nacional.

Yanette recordaba con precisión el día en que comenzó la búsqueda: la celebración en familia por la primera comunión de Andrea y Erik, el saquito blanco que compraron juntas a última hora, el grito de su hija al ver que se llevaban a su tía. Durante tres años recorrieron hospitales, morgues, ministerios y brigadas militares, denunciando públicamente la desaparición. Su padre repetía con dolor: “Yo no me resigno a perder a mi consentida. Y si ella cometió un delito, que la lleven a una cárcel, pero no a la desaparición forzada. No esa muerte en vida” .

El crimen fue atroz. Nydia Érika fue desaparecida, torturada y asesinada por agentes del Estado. Su cuerpo, hallado sin identificar en Guayabetal (Cundinamarca) e inhumado en 1987, fue exhumado el 26 de julio de 1990 gracias a las pesquisas de su familia, acompañadas por el abogado Eduardo Umaña Mendoza. En la diligencia, Yanette reconoció la ropa de su hermana y el crucifijo que su madre le había regalado; el 11 de septiembre de 1990 Medicina Legal confirmó la identificación. Meses después, en enero de 1991, el sargento Bernardo Alfonso Garzón Garzón acudió a la Procuraduría a solicitar protección y, el 22 de febrero de 1991, declaró que miembros de la Vigésima Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia (Batallón “Charry Solano”) participaron en el secuestro y asesinato .

El hallazgo puso fin a tres años de incertidumbre y marcó un hito para el movimiento de derechos humanos en Colombia, aunque la impunidad persistió: pese a las sanciones disciplinarias impuestas por la Procuraduría, la justicia penal militar archivó el caso y nunca hubo condenas. El caso se convirtió en emblema de la impunidad en Colombia. Aunque la Procuraduría sancionó al general Álvaro Velandia, el proceso penal fue archivado y el oficial reintegrado años después. “La falta de justicia es un pecado mortal del Estado” , repetía Yanette.

Con el tiempo, Yanette comprendió que la historia de su hermana no se cerraba con el hallazgo del cuerpo. Nydia Érika había soñado con un batallón de mujeres organizadas, capaces de luchar juntas por la justicia. Ese sueño guio el resto de su vida: “La palabra mujeres buscadoras la hemos parido” , decía.

A partir de entonces, Yanette convirtió el duelo en acción. Ingresó a la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES) y, tras una ola de amenazas, se exilió en 1997 junto a su familia. Vivió diez años fuera del país, principalmente en Alemania, colaboró con Amnistía Internacional y fue presidenta de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam). Desde el exilio continuó la denuncia del caso de su hermana y acompañó a otras familias víctimas del mismo crimen.

En 1999, junto a su esposo, su hija y su sobrino, fundó desde el exilio la Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos, la primera organización colombiana dedicada exclusivamente a la desaparición forzada, con enfoque de género y acompañamiento integral. A su regreso al país, en 2007, retomó el trabajo en terreno, acompañando a personas víctimas y fortaleciendo redes de mujeres buscadoras.

El acompañamiento de su hija Andrea fue fundamental. Ella creció entre los pasillos de la búsqueda y decidió estudiar Derecho al comprender, a través del dolor de Erik, la distancia entre la justicia y la ley. “Quería ser una abogada distinta, capaz de acompañar a las familias no solo desde lo jurídico, sino también desde el afecto y la perseverancia” .

III. ¿Qué hace particular su búsqueda?

1. Hitos: aspectos a resaltar

Bajo su liderazgo, la Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos posicionó la búsqueda como agenda pública y jurídica. Incidió en la Ley 589 de 2000 (tipificación autónoma de la desaparición forzada), promovió la Ley 1408 de 2010 (homenaje a las víctimas) y acompañó la ratificación por Colombia, en 2012, de la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas. La Fundación promovió la inclusión del tema en los diálogos de paz de La Habana, que dieron origen a la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) en el Acuerdo de Paz de 2016. Junto con otras organizaciones, también impulsó la creación del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, antecedente inmediato de la Ley 2364 de 2024, que reconoce a las mujeres buscadoras como constructoras de paz y sujetas de especial protección constitucional.

Recibió múltiples reconocimientos en Colombia y en el exterior: el Premio Shalom de la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania, 1999) y el Premio de Derechos Humanos de Amnistía Internacional – Sección Alemana (1999), otorgados por su labor en la defensa de las personas detenidas desaparecidas en América Latina; el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos Antonio Nariño (2012), en reconocimiento al trabajo de empoderamiento de familiares de víctimas de desaparición forzada y a su aporte al derecho a la verdad y la justicia; y el Premio Nacional de Derechos Humanos Diakonia (2023), por una vida dedicada a la búsqueda y a la defensa de los derechos humanos. Cada premio lo compartió con las familias buscadoras, recordando que todo reconocimiento personal tenía sentido solo como logro colectivo.

En junio de 2025, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) acreditó oficialmente a Yanette Bautista como víctima en los Casos 08 y 11 –sobre crímenes cometidos por agentes del Estado y violencias basadas en género– y reconoció su labor como mujer buscadora, destacando su aporte “en el esclarecimiento de la verdad frente a los daños generados en contra de Nydia Érika Bautista y otras víctimas de desaparición forzada en el país” . Su hija Andrea recuerda este reconocimiento como uno de los logros más grandes de su madre: “Para ella fue muy importante que la JEP reconociera la responsabilidad de la Vigésima Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia (Batallón “Charry Solano”) no solo en la desaparición de Nydia Érika, sino también en la violencia sexual y las violencias basadas en género que sufrió. Fue una lucha que la acompañó toda la vida, un dolor muy profundo para las mujeres de la familia, porque desde el inicio no se quiso investigar ese aspecto del crimen” . Se trató de la primera acreditación otorgada a una mujer buscadora en estos casos, un hecho que marca un hito colectivo en el reconocimiento de las mujeres buscadoras como actoras centrales en los procesos de verdad, justicia y reparación en Colombia.

2. Acentos

Yanette defendía una idea central: la búsqueda como un trabajo y un acto de amor. “No lo hacemos por ideología, lo hacemos por amor, un amor con conciencia social” . Entendía la búsqueda como una práctica transformadora que debía ser reconocida como labor de las mujeres en la construcción de paz y democracia. Fue pionera en reconocer las vulneraciones diferenciadas contra mujeres y niñas en contextos de desaparición forzada, y en promover el empoderamiento de las buscadoras como sujetas políticas.

Decía que el 95 % de quienes buscan son mujeres, en su mayoría pobres, que han sostenido sobre sus hombros la tarea que el Estado ha abandonado. Su labor ayudó a que esa realidad fuera visible ante la sociedad y reconocida jurídicamente. Para ella, la búsqueda no se limitaba a encontrar los cuerpos, sino a recuperar la dignidad de las personas desaparecidas y de quienes las buscan.

Su influencia trascendió generaciones y fronteras: formó lideresas en distintas regiones y acompañó el fortalecimiento de procesos de redes y organizaciones como Narrar para Vivir (Montes de María); Corporación Mujer Sigue Mis Pasos (Bolívar); Madres por la Vida (Buenaventura); Familiares Colombia (Casanare, Bolívar y Caldas); Madres del Meta y Guaviare; las Madres de Niñas de Suba y los Padres de los Jóvenes de San Cristóbal (Bogotá); las Madres del Estallido Social (Bogotá); la Asociación de Madres del Meta y Cartago (Asomadca); y el Resguardo Indígena Kichwa San Marcelino, en Putumayo. Su manera de enseñar unía ternura y rigor: sabía escuchar, preguntar, corregir y celebrar.

Su enfoque puso en el centro la dignidad, la sororidad y el cuerpo como territorio de resistencia. En 2023 fue reconocida con el Premio Nacional de Derechos Humanos “A toda una vida”, otorgado por Diakonia y la Unión Europea, un reconocimiento que las mujeres buscadoras sintieron como propio.

Días después de su partida, su sobrino Erik (Chico Bauti) compartió en sus redes sociales un fragmento del poema Yo te involucro, de su primer libro Tránsitos de un hijo al alba , como una forma de recordarla:

“Cuando todo parecía oscuro

y no encontraba nada

tú emprendiste el camino

y a todos nos llevaste

como parte de tu cuerpo

en tu mirada con horizonte.

Oh rosa púrpura

invítanos a pasear mañana

por paisajes claros

donde vuelvan a estar los niños con sus mamás”.

Estos versos prolongan el hilo de su vida: una búsqueda hecha de amor, donde incluso la ausencia sigue guiando el camino de quienes quedan.

IV. Contextos y circunstancias de la desaparición y la búsqueda

La desaparición de Nydia Érika Bautista ocurrió en un periodo en que la Doctrina de Seguridad Nacional convertía la diferencia política en delito. En ese clima, organismos de inteligencia del Estado –entre ellos la Vigésima Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia (Batallón “Charry Solano”)– desarrollaron operaciones encubiertas de seguimiento, detención y desaparición de estudiantes, sindicalistas y militantes de movimientos sociales y de izquierda. Décadas después, la JEP reconoció que estos hechos formaron parte de un patrón macrocriminal de persecución política y violencia basada en género ejecutado por dichas estructuras de inteligencia del Ejército .

En Bogotá, entre 1978 y 1996, la UBPD ha documentado 233 casos en los que las desapariciones se atribuyen a la Fuerza Pública o a agentes de inteligencia del Estado. Muchas de las víctimas fueron objeto de seguimientos previos, diseñados para asegurar el éxito de las detenciones y desapariciones, y para identificar a quienes se relacionaban con ellas. Las familias también sufrieron amenazas e intimidaciones, tanto en espacios públicos como en sus propias casas.

En varios casos, las personas desaparecidas ya habían sido detenidas con anterioridad, a veces años antes. Esa captura previa permitió a los agentes construir perfiles detallados de las víctimas: datos personales, redes, rutinas. Toda esa información se usaba después para planear nuevas operaciones de vigilancia y captura.

Las retenciones solían ocurrir en lugares públicos o durante desplazamientos cotidianos. Los agentes se movilizaban en vehículos sin placas o pertenecientes a unidades militares. Algunos fueron acondicionados para interrogar y torturar a las personas detenidas, antes de trasladarlas a instalaciones militares, donde las sesiones de tortura podían prolongarse por semanas.

Estas operaciones se coordinaban entre unidades de inteligencia nacional y regional, de modo que la información sobre las personas vigiladas circulaba con rapidez. Tras la retención, las víctimas eran asesinadas y sus cuerpos ocultados en distintos lugares: arrojados a ríos, enterrados en fosas clandestinas dentro de unidades militares o en predios cercanos, o dejados en carreteras intermunicipales e incluso eran llevados por los propios agentes de las Fuerzas Armadas a los cementerios.

Yanette Bautista denunció la desaparición de su hermana como un crimen de Estado y exigió su reconocimiento como crimen de lesa humanidad. Su trabajo ante instancias nacionales e internacionales –la Organización de las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos– fue decisivo para visibilizar el patrón sistemático de desapariciones en Colombia y la responsabilidad estatal.

Pese a las amenazas, los allanamientos y las campañas de estigmatización –incluida una acusación infundada del expresidente Álvaro Uribe en 2014 –, Yanette nunca se detuvo. Defendió la búsqueda y la verdad como pilares de una sociedad democrática. Su voz quedó como conciencia ética de un país que aún debe rendir cuentas a sus desaparecidos y a quienes los buscan.

Cronología

• 1956 (26 de diciembre): Nace en Bogotá, en una familia liberal conformada por Publio Alfonso Bautista y Domitila Montañez.
• 1970 Década de 1970: Se forma como secretaria ejecutiva en el SENA y trabaja en una multinacional.
• 1986 (25 de agosto): Nydia Érika Bautista, socióloga y militante del M-19, es detenida en Cali por miembros de la III Brigada del Ejército; permanece incomunicada tres semanas y es torturada. Queda en libertad tras firmar una declaración bajo coacción.
• 1987 (30 de agosto): Nydia Érika es secuestrada en Bogotá por hombres de civil armados y desaparecida. La operación se atribuye a la Vigésima Brigada de Inteligencia y Contrainteligencia (Batallón “Charry Solano”).
• 1990 (26 de julio): Se exhuma el cuerpo de Nydia Érika en Guayabetal (Cundinamarca). Yanette participa en la exhumación e identifica las prendas de su hermana.
• 1991 (22 de enero): El sargento Bernardo Alfonso Garzón Garzón declara ante Procuraduría la participación de la Vigésima Brigada en el secuestro y asesinato.
• 1995 : El Comité de Derechos Humanos de la ONU emite el dictamen CCPR/C/55/D/563/1993, declarando responsable al Estado colombiano por la desaparición, tortura y asesinato de Nydia Érika Bautista. Participa activamente en Asfaddes; se intensifica el riesgo que culminará en su exilio en 1997.
• 1996 : Es secretaria general de Fedefam, desde donde acompañó y compartió experiencias con familiares de Mesoamérica posicionando la desaparición forzada en la agenda política de la CIDH y la ONU.
• 1997 : Se exilia en Alemania. Colabora con Amnistía Internacional.
• 1998 : Acompaña a familiares en Asia y mantiene incidencia ante sistemas interamericano y de la ONU.
• 1999 : Crea la Fundación Nydia Érika Bautista para los Derechos Humanos (FNEB). Recibe en Alemania el Premio Shalom (Universidad Católica de Eichstätt) y el Premio de Derechos Humanos de Amnistía Internacional Alemania
• 2000 : Participa en la promoción de la Ley 589, que tipifica la desaparición forzada como delito autónomo en Colombia.
• 2007 : Regresa a Colombia y formaliza la FNEB.
• 2010 : Contribuye a la promulgación de la Ley 1408, de homenaje a las víctimas de desaparición forzada.
• 2012 (13 de diciembre): La FNEB recibe el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos Antonio Nariño.
• 2014 : Enfrenta campañas de estigmatización pública, incluida una acusación infundada del expresidente Álvaro Uribe en audiencia de control político en el Congreso de la República y vía Twitter/X.
• 2016 : Participa en el Proceso de Paz de La Habana como familiares de una víctima de desaparición forzada desde donde propuso la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), y apoyó la creación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV)
• 2018–2023 : Dirige la Escuela de Liderazgos de Mujeres Familiares de Desaparecidos, fortaleciendo redes de buscadoras en distintas regiones del país.
• 2023 (agosto): Recibe el Premio Nacional de Derechos Humanos “A toda una vida”, otorgado por Diakonia y la Unión Europea.
• 2024 (18 de junio): Se aprueba la Ley 2364, que reconoce a las mujeres buscadoras como sujetas de especial protección y fija el 23 de octubre como Día Nacional de las Mujeres Buscadoras.
• 2025 : (1 de septiembre): Fallece en Bogotá, a los 68 años. Su legado continúa en la Fundación y en las mujeres buscadoras de todo el país.

¡La búsqueda nos une!

Si tienes un ser querido desaparecido o conoces la suerte o el paradero de una persona desaparecida en razón y en contexto del conflicto armado, antes del 1.º de diciembre de 2016, comunícate con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas:

Unidad de Búsqueda de personas dadas por desaparecidas

@UBPDColombia en todas las redes sociales

(+57) 3162783918

servicioalciudadano@unidadbusqueda.gov.co

Véase también

• Eliana Esther Sierra Ortiz
• Liliana Bustos Bohórquez
• Dominga Rincón Rincón
• Libia Ospina Criollo
• Temilda Vanegas Fuentes
• Rocío Campos Pérez
• Luz Marina Hache Contreras
• Sandiego Zambrano Palencia
• Carmelina Valencia Moncayo
• Rumalda Paternina Oviedo
• Adriana Patricia Quintero Úsuga

Créditos

1. Investigación: Nathalia Salamanca Sarmiento para el Banco de la República. Proyecto adelantado con el apoyo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), septiembre de 2025.

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