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Revisión del 11:48 9 mar 2018
Muisca: la gente y el oro en la Cordillera Oriental
Desde el 600 d.C. la Cordillera Oriental fue gradualmente ocupada por diversos pueblos de la familia lingüística chibcha, originaria de Centroamérica. Los europeos encontraron en 1536 a los muiscas, guanes, laches, chitareros y otros grupos que mantenían relaciones económicas, rituales y simbólicas y se reconocían como parientes cercanos. Pectorales de hombres-ave y múcuras de cerámica indican esa visión compartida del mundo.
La vida de los chibchas estaba profundamente imbuida de preceptos religiosos. Los sacerdotes, llamados jeques, inhalaban un alucinógeno para comunicarse con seres míticos, y reestablecían el equilibrio del universo por medio de ofrendas de figuras de hombres, mujeres, seres asexuados y escenas, multitud de animales y objetos cotidianos, que depositaban en ofrendatarios con formas humanas, animales, fálicas o de bohío. Incluso durante la Colonia, los cuerpos de personajes importantes fueron preservados como momias y colocados en cuevas profundas, envueltos en varias capas de mantas, redes y pieles, con figuras votivas.
Muisca en la exposición del Museo del Oro
En los altiplanos, vertientes y valles interandinos de la Cordillera Oriental la arqueología ha trazado 15.000 años de historia. Durante diez milenios los grupos humanos se dedicaron a la caza y la recolección. Luego, hace cerca de 5.000 años, cambiaron gradualmente su forma de subsistencia, adoptando la agricultura y la alfarería. Desde el 600 d.C. la región fue ocupada en oleadas sucesivas por pueblos de la familia lingüística chibcha procedentes de Centroamérica. Los europeos, que llegaron en 1536, encontraron en territorios contiguos a los muiscas, guanes, laches, chitareros y otros grupos. Estos se parecían por tener un origen común y hablar lenguas de la familia lingüística chibcha. Aunque su forma de vida no fue idéntica, usaron e intercambiaron objetos semejantes que expresaban una visión compartida del mundo, como las múcuras o jarras y los pectorales de hombres-ave.
Las tradiciones propias de cada pueblo y el uso de diversas técnicas de manufactura, contribuyeron a la producción de adornos y objetos de ofrenda en oro, cobre y sus aleaciones. Se distinguen tres estilos usados por gente distinta que corresponden a ciertas áreas geográficas.
Los agricultores, artesanos, comerciantes y las demás personas del común usaron adornos pequeños y sencillos. En las tierras frías de los altiplanos, los líderes políticos y religiosos utilizaron adornos con decoración calada y placas colgantes.
Los caciques de las vertientes occidentales de la cordillera usaron atuendos compuestos en su mayoría por grandes piezas laminares.
Hacia 1500 la economía estaba basada en la agricultura, la explotación de sal y esmeraldas y la producción de hojas de coca, cerámica y orfebrería. Estos productos se intercambiaban o eran acumulados por los caciques para sostener a la gente en épocas de crisis.
Los pueblos agrícolas calculaban la época de siembras y cosechas mediante la observación del movimiento de los astros. En la región se construyeron alineamientos y círculos de columnas y de bloques de piedra que sirvieron como observatorios astronómicos.
Los orfebres fundieron piezas idénticas en oro y cobre, mediante el uso de matrices de piedra que permitían hacer los modelos de cera en serie.
El algodón y el fique eran hilados con husos impulsados por volantes de piedra grabados, y con los hilos se fabricaban mantas, gorros, diademas, mochilas y redes. Estos eran tejidos y decorados con pintura. En telares de madera se tejieron gran cantidad de mantas grandes y pequeñas, sencillas y pintadas, burdas y finas. Su valor era tal que se usaron para regalar a los caciques y para envolver los cuerpos momificados de los difuntos importantes.
Se destaca en la vitrina el rico ajuar funerario de orfebrería de un personaje enterrado en Sogamoso, lugar de peregrinaje muisca famoso por su templo del sol. Los adornos que usaban los caciques les conferían atributos de autoridad y saber religioso para obtener la obediencia de su gente. Según consta en documentos de archivos coloniales de 1574, cuando los caciques ordenaban algo a los comuneros “…les envían a llamar con sus pregoneros y les envían sus orejeras y mantas y sombreros por señal”.
La vida de los chibchas estaba imbuida de preceptos religiosos que determinaban normas de convivencia con la sociedad y la naturaleza. Los sacerdotes, llamados jeques, presidían los rituales, curaban a los enfermos y por medio de las ofrendas y sacrificios reestablecían el equilibrio del universo.
Personas, aves y felinos eran representados en bandejas para inhalar el yopo. Con este alucinógeno los jeques alcanzaban estados alternos de conciencia durante los cuales se comunicaban con diversos seres míticos.
Miles de figuras votivas se elaboraron en oro, cobre, tumbaga, madera, piedra y arcilla. Es posible que sus diferentes características fueran controladas para obtener objetos cuyos significados se relacionaran con la intención de la ofrenda en lagunas, cuevas y campos de cultivo. Las figuras votivas forman un mundo en miniatura poblado por hombres, mujeres, seres asexuados y escenas, más una multitud de animales y objetos cotidianos. La mayor parte de las figuras votivas se ofrendaron en conjuntos. Los sacerdotes colocaban las piezas dentro de recipientes cerámicos de diversas formas: humana, animal, fálica o de bohío.
Un momento particular de la vida religiosa muisca también quedó plasmado en pequeñas figuras de ofrenda. En el llamado “sacrificio de la gavia” la víctima, un niño sagrado traído de los Llanos Orientales, de donde sale el sol, era atada a la parte superior de un alto poste y flechada con dardos: su sangre se recogía en vasijas y era considerada sagrada.
Los cuerpos de personajes importantes fueron preservados y colocados en cuevas profundas, envueltos en varias capas de mantas, redes y pieles. Durante la Colonia esta costumbre continuó oculta evadiendo la persecución religiosa. El Museo del Oro preserva una momia y su conjunto de figuras votivas antropomorfas que datan en efecto, según el fechamiento de carbono 14, de 1800 d.C., casi al final del período colonial.
Caciques, jeques, capitanes y pregoneros
Los cacicazgos muiscas eran unidades políticas que abarcaban un amplio territorio; estaban organizados alrededor de una figura central, el cacique, con su séquito de capitanes, jeques y pregoneros.
Dentro de la sociedad muisca, cada uno de estos personajes cumplía un rol especial que mantenía cohesionado al grupo; los grandes caciques —señores de confederaciones de muchos pueblos— y los jeques fueron los hombres más significativos para las comunidades. Descendientes directos de los dioses, padres de la comunidad, eran iniciados en aspectos sobrenaturales desde muy corta edad lo que les llevaba a adquirir grandes poderes. Estos se obtenían a través de penosos rituales de iniciación, en los cuales estos personajes, eran confinados en pequeños templos llamados cucas, donde no tenían ningún tipo de contacto por años, con excepción a las visitas de los viejos chamanes que les introducían en estas artes sagradas. Sus enseñanzas traían beneficios a la comunidad y hacían de ellos hombres poderosos, capaces de dotar a los suyos de comida en tiempos de crisis, de seguridad frente a pueblos enemigos y demás necesidades que se presentasen.
Sin embargo, la vastedad del territorio hizo que bajo estos grandes personajes existieran mandatarios y sacerdotes locales, junto a una especie de ‘mensajeros’ llamados pregoneros, que se encargaban de tutelar los grupos locales, así como de recordar a la gente el poder de los señores.
Los capitanes y sacerdotes propios de cada capitanía, cuya posición dependía, al igual que la de los grandes señores, de su pertenencia a ciertos linajes, fueron jefes locales. Estos personajes también recibían frecuentemente algún tipo de iniciación religiosa, eso sí, legitimada por los caciques y jeques de mayor jerarquía.
Por su parte, los pregoneros fueron los mensajeros de los caciques; hombres a quienes éste daba parte de su parafernalia —orejeras, mantas y diademas, entre otros objetos— para que con ellas el pregonero pudiera demostrar el poder del cacique en aquellos lugares donde necesitaban la presencia del señor y donde él no pudiera asistir.
Así, caciques, jeques, capitanes, sacerdotes locales y pregoneros, fueron quienes mantuvieron unificadas las gentes, los pueblos y el territorio muisca.
Vida religiosa y ofrendas
Las ofrendas jugaron un papel fundamental dentro del sistema de prácticas religiosas de las antiguas sociedades de la Cordillera Oriental. A través de ellas buscaron mantener el equilibrio del mundo.
Ofrendas de oro, madera, cuentas de piedra, artefactos de concha y hueso, uñas, pelo, semen, sangre, tabaco, coca y otras sustancias alucinógenas; bebidas, comidas, plantas y hierbas; textiles, vasijas de cerámica, canastos, cristales de cuarzo, carbón y un gran número de esmeraldas fueron objetos que encarnaron a través de su materia y forma, algunos de los principios básicos del amplio sistema de oposiciones alrededor del cual se organizaba el cosmos para estas poblaciones.
Principios que tomaban vida cuando los objetos eran depositados en lugares sagrados como lagos, ríos, cuevas, terrazas agrícolas, cimas de montañas o colinas, plantas de viviendas, templos y tumbas. Allí acudían los jeques a depositar aquellas ofrendas que, a través de su conocimiento y sus actos adivinatorios, en su concepto poseían las facultades que se requerían para enfrentarse a aquellos fenómenos naturales o eventos sociales que les afectaban, y que eran consecuencia de las alteraciones del equilibrio cósmico dual.
Objetos como los tunjos o santillos, que eran figurinas de oro y tumbaga con forma humana o animal, o de objetos de uso personal y cotidiano, o escenas de vida, eran entregados por lo general en parejas o grupos. Las dos figuras encarnan una pareja de opuestos, como el hombre y la mujer.
Sin embargo, esta liberación de las fuerzas de los objetos no se conseguía solamente con la entrega de las figuras de manos del jeque en aquellos lugares sagrados. La comunicación con el mundo inmaterial era bastante más compleja, y de la precisión del proceso en su totalidad dependían los beneficios que se pudiesen obtener. Ésta se llevaba a cabo en momentos determinados por uno o varios jeques en ceremonias conformadas por rezos, cantos y bailes que eran escogidos por estos sacerdotes según las necesidades de la ofrenda.
Ceremonia de El dorado
Distintos cronistas de la conquista española en América mencionan la leyenda de Eldorado, un antiguo mito europeo que los conquistadores tenían presente al adentrarse en el continente: una ciudad donde todo es de oro, un cacique que no se adorna con pectorales o narigueras, sino que cubre su cuerpo con polvo de oro.
Los cronistas de la conquista de los muiscas, en la Cordillera Oriental de Colombia, asociaron pronto y fácilmente esa leyenda con las ceremonias de ofrenda que estos indígenas celebraban en las lagunas del altiplano. La descripción de Juan Rodríguez Freyle, de 1636, en su libro Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada o El carnero, con ser muy tardía, es sin embargo la mejor.
"Era costumbre entre estos naturales que el que había de ser sucesor y heredero del señorío o cacicazgo de su tío, a quien heredaba, había de ayunar seis años metido en una cueva que tenían dedicada y señalada par esto, y que en todo este tiempo no había de tener parte con mujeres, ni comer carne, sal ni ají y otras cosas que les vedaban; y entre ellas que durante el ayuno no habían de ver el sol, sólo de noche tenían licencia para salir de la cueva y ver la luna y estrellas y recogerse antes que el sol los viese. Y cumplido este ayuno y ceremonias se metían en posesión del cacicazgo o señorío, y la primera jornada que habían de hacer era ir a la gran laguna de Guatavita a ofrecer y sacrificar al demonio (sic) que tenían por su dios y señor. La ceremonia que en esto había era que en aquella laguna se hacía una gran balsa de juncos, aderezábanla y adornábanla todo lo más vistoso que podían, metían en ella cuatro braseros encendidos en que desde luego quemaban mucho moque, que es el sahumerio de estos naturales, y trementina, con otros muchos y diversos perfumes. Estaba a este tiempo toda la laguna en redondo, con ser muy grande, y hondable de tal manera que puede navegar en ella un navío de alto bordo, la cual estaba toda coronada de infinidad de indios e indias, con mucha plumería, chagualas y coronas de oro, con infinitos fuegos a la redonda; y luego que en la balsa comenzaba el sahumerio lo encendían en tierra, en tal manera, que el humo impedía la luz del día.
"A este tiempo desnudaban al heredero en carnes vivas y lo untaban con una tierra pegajosa y lo espolvoreaban con oro en polvo y molido, de tal manera que iba cubierto todo de este metal. Metíanle en la balsa, en la cual iba parado, y a los pies le ponían un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su dios. Entraban con él en la balsa cuatro caciques, los más principales, sus sujetos, muy aderezados de plumería, coronas de oro, brazales y chagualas y orejeras de oro, también desnudos, y cada cual llevaba su ofrecimiento. En partiendo la balsa de tierra comenzaban los instrumentos, cornetas, fotutos y otros instrumentos, y con esto una gran vocería que atronaba montes y valles y duraba hasta que la balsa llegaba al medio de la laguna, de donde, con una bandera, se hacía señal para el silencio.
"Hacía el indio dorado su ofrecimiento echando todo el oro que llevaba a los pies en el medio de la laguna, y los demás caciques que iban con él y le acompañaban hacían lo propio, lo cual acabado abatían la bandera, que en todo el tiempo que gastaban en el ofrecimiento la tenían levantada, y partiendo la balsa a tierra comenzaba la grita, gaitas y fotutos con muy largos corros de bailes y danzas a su modo, con la cual ceremonia recibían al nuevo electo y quedaba conocido por señor y príncipe.
"De esta ceremonia se tomó aquel nombre tan celebrado del Dorado, que tantas vidas ha costado."
Juan Rodríguez Freyle, Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, conocido como El carnero, 1636.
La balsa de El dorado
El objeto conocido como la balsa muisca es, técnicamente hablando, una figura votiva (exvoto, ofrenda) en forma de balsa con personajes. Constituye una pieza excepcional por cuanto tradicionalmente se ha interpretado como la representación de la ceremonia de investidura del cacique del pueblo de Guatavita: la ceremonia de Eldorado.
Por los relatos de los cronistas españoles se sabe que, antes del contacto con Europa, cuando moría el cacique de este pueblo muisca su sobrino que lo sucedía en la jefatura era reconocido por su pueblo en una ceremonia que se hacia en un lago e incluía la navegación en una balsa de maderos y la ofrenda de piezas de oro y esmeraldas que se arrojaban a la laguna. La realidad de esta ceremonia se confirmó mediante el hallazgo de esta pieza en forma de balsa ceremonial que, no obstante, no se encontró en la laguna de Guatavita.
Sobre el centro de la balsa se encuentra un personaje de gran importancia y tamaño destacado que se interpreta como el cacique. Se lo ve ricamente adornado y rodeado por otros diez personajes menores. Algunos portan poporos, los del frente llevan dos máscaras de jaguar y maracas de chamán en sus manos, y en los muy pequeños que están al borde de la balsa puede reconocerse a los remeros.
Esta pieza que mide 19,5 centímetros de largo por 10,1 de ancho y 10,2 de alto fue hallada, junto con otra importante figura votiva, a principios del año 1969 por tres campesinos dentro de una vasija de cerámica en el interior de una pequeña cueva en un páramo del municipio de Pasca, al sur de la ciudad de Bogotá. ¿Por qué se ofrendó allí la mejor obra hasta ahora conocida de esta cultura? Tal vez por ser este uno de los límites del territorio muisca hacia uno de los rumbos cardinales o cosmogónicos.
Hay que decir que la Balsa Muisca era conocida por los estudiosos del mundo un siglo antes de haber sido descubierta. Este objeto mítico fue en efecto precedido por otro semejante, de 162 gramos, la balsa hallada en la laguna de Siecha en 1856 y dada a conocer en 1883 por Liborio Zerda en su obra El Dorado. Zerda publicó un grabado de la ofrenda de Siecha y la interpretó como una representación de la ceremonia descrita para Guatavita. Su libro, que continuaba el interés por los muiscas difundido por el Barón de Humboldt, impactó a los sabios colombianos y europeos de la época. Uno de los grandes museos del mundo luchó por varios años para tenerla como el objeto más memorable del continente americano; pero cuando la balsa de Siecha viajó —entonces legalmente— a Alemania se perdió para el mundo en un gran incendio ocurrido al llegar su barco al puerto de Bremen.
Cuando en Pasca corrió el rumor del hallazgo de un objeto de oro, el párroco del lugar, el padre Jaime Hincapié Santamaría, comprendió inmediatamente su importancia como patrimonio de todos y emprendió, incluso desde el púlpito, su defensa de la exportación ilegal y de la fundición. La balsa muisca fue adquirida por el Museo del Oro en abril del mismo año y desde entonces se encuentra expuesta en la sede de Bogotá. Nunca ha salido del país, ni siquiera en una de las ya 200 exposiciones temporales con las que el Museo ha dado a conocer nuestro patrimonio ante los ojos maravillados del mundo.
Menos conocido es el recipiente cerámico que contenía este hallazgo. Tiene la forma de un chamán sentado en posición de pensar, con la mano en la barbilla, y se aleja un poco de los cánones más repetidos del arte cerámico muisca.
La balsa fue fundida en una sola pieza mediante la técnica de la cera perdida en un molde de arcilla. El metal es oro de alta ley (más de 80%) con plata nativa y cobre en aleación. Es imposible determinar la fecha precisa de su manufactura aunque muy probablemente pertenece al periodo tardío de la cultura muisca que se ubica entre el 1.200 y el 1.500 después de Cristo. Pasca era, con Guatavita, un pueblo de orfebres, por lo que incluso cabe la posibilidad de que esta obra extraordinaria haya sido hecha allí.
Detalles de la balsa muisca
La balsa muisca es la obra maestra de un orfebre de esta sociedad que habitó en tiempos prehispánicos en los altiplanos fríos y en algunas vertientes templadas de lo que hoy son los departamentos de Cundinamarca y Boyacá. No fue hecha como objeto de adorno o símbolo de estatus de algún cacique; se elaboró para ser ofrendada a los dioses, como un mensaje o una petición en representación de los muiscas, en una cueva. En efecto, fue hallada junto con otros objetos en una cueva de una cumbre que tiene una vista panorámica, al sur del territorio muisca, en Pasca. Hoy la balsa es un símbolo de Colombia y de la identidad de los colombianos, quienes la reconocen como una obra maestra del ancestro indígena de su cultura mestiza. En efecto, causa emoción encontrarla hacia el final del recorrido del Museo del Oro, en Bogotá: "¡La barquita!", decimos, y empezamos a explicarla al turista que trajimos hoy al Museo para que se maraville con el patrimonio colombiano. "Aquí se ve al cacique cuando hacía la ceremonia de Eldorado en la laguna de Guatavita: entraba en una balsa al medio de la laguna que te conté, y ahí, ¿te acuerdas?, echaba el oro y las esmeraldas en el agua".
Pasca fue un pueblo de orfebres a juzgar por los múltiples elementos utilizados en los talleres de orfebrería que se han encontrado en la región: tubos de cerámica que servían para avivar el fuego al fundir el metal, lajas de piedra sobre las que probablemente se modelaba la cera de abejas y se hacían los hilos de cera con los que el orfebre armaba, como dibujando, sus figuras de un arte más aficionado a la segunda dimensión que al 3D. Luego cubría el modelo de cera con carbón molido y arcilla hasta formar un molde, calentaba para secar la cera (por eso lo llamamos "la cera perdida"), y en el vacío dejado por ella vertía el metal fundido, una aleación de oro y cobre. Rompiendo el molde, la pieza salía en metal tal como el artista la había concebido en cera.
La balsa muisca es claramente 3D. Es una escena compleja llena de detalles e ideas (¡poca gente sabe que el cacique está sentado en una silla!) y sin embargo fue hecha toda en cera y vaciada en una sola operación, sin partes o soldaduras.
Con ella se hallaron, como parte de la misma ofrenda, un recipiente y un poporo de cerámica, un fragmento de cráneo de felino y otro objeto de orfebrería con una figura semejante al cacique de la balsa (grande y adornado) y dos personajes de menor tamaño y jerarquía, pero que llevan aquellos gorros con aletas rectangulares que eran marcadores de prestigio entre los muiscas.
¿Qué representa la segunda pieza? ¿Es otra balsa, un "borrador" para indicarle al cacique que encargó la ofrenda cómo sería la obra maestra? Algunos la han interpretado como un cacique llevado en andas, puesto que los conquistadores reportaron que así se los trasportaba, sin que tocaran el piso.
Al mirarlos con detalle, los dos objetos comparten elementos del tema (los tamaños relativos de las figuras, la nariguera y diadema del cacique, los biombos con estandartes como abanicos) y elementos morfológicos (los calados o perforaciones triangulares). Pero no parecen hechos por una sola persona: la pieza menor prefiere adornar con calados, mientras que la balsa es una fiesta de hilos de cera que forman las figuras, las delinean o las decoran. Las piernas del cacique, por ejemplo, ¡son una selva de hilos!
Parque Natural Laguna del Cacique Guatavita
Uno de los atractivos de las cercanías de Bogotá es el Parque Natural Laguna del Cacique Guatavita. El trayecto le tomará una tarde o incluso un día entero, con almuerzo típico, si usted decide visitar también la Catedral de Sal de Zipaquirá o la mina de sal de Nemocón. Disfrutará la geografía de la Sabana de Bogotá, un altiplano enorme que fue un lago pleistocénico, colocado sobre la Cordillera de los Andes y bordeado de verdes montañas, de clima frío y con frecuencia soleado... o bien lluvioso, gris y más frío, como para tomar una taza de chocolate con queso.
La más sorprendente de las montañas es esta que abriga la laguna de Guatavita. Al subir a pie por entre la vegetación del subpáramo (ningún acceso para personas con limitaciones de movilidad o con afecciones del corazón, así es la naturaleza) llegará a un escenario natural: un espejo de agua de color mágico que fue el anfiteatro natural donde tenía lugar la ceremonia de Eldorado.
Y sí, sí se han hallado objetos de oro en la laguna. Los primeros conquistadores españoles iniciaron proyectos de desagüe que luego de la Independencia siguieron los ingleses y otros tantos. Hoy la laguna es cuidada y protegida como un lugar sagrado para los indígenas de hoy y del pasado, como un santuario de fauna y flora y como un espacio donde al sentir la imponente belleza de la naturaleza aprendemos a respetar y disfrutar a la vez el patrimonio natural y el cultural.
No es fácil llegar en bus, lo ideal es tomar un tour o ir de paseo en automóvil con una familia colombiana. Se paga tarifa de ingreso.
[2]Los viajeros comentan la Laguna de Guatavita en Tripadvisor, también [3]La Catedral de Sal de Zipaquirá
[4]Información sobre la laguna
[5]Misión Guatavita, un juego de mesa del Museo del Oro
Historias de ofrendas muiscas: exposición virtual en PDF
El catálogo digital de Historias de ofrendas muiscas contiene los textos completos de la exposición, imágenes completas en alta resolución y enlaces a los videos, y le da al lector la posibilidad de ampliar las imágenes hasta ver los objetos de forma extraordinaria. ¡No es posible resistirse a investigarlos!
Baje el archivo PDF interactivo (29 megas) a su disco duro así: haga un clic derecho en
http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/historias-de-ofrendas-muiscas.pdf
escoja “Guardar enlace como”. Se abre con Adobe Reader (aunque probablemente ya está instalado en su equipo, la versión XI ofrece valiosas herramientas). (Bueeeno, también se puede adquirir el catálogo en la Tienda del Museo del Oro, en Bogotá, por $10.000).
El PDF interactivo se ve muy bien en distintos equipos y sistemas operativos, pero se comporta de manera diferente en cada uno. Experimente con las herramientas de Ampliación/reducción, instale botones mediante un clic derecho en la barra de herramientas y pruebe el modo de pantalla completa (Ctrl-L en Windows-Unix) y el modo de lectura (Ctrl-H).
Si al abrir ve una franja de color (formulario) ciérrela haciendo clic en el ícono ubicado en el margen izquierdo.
En algunos sistemas operativos no funcionan los enlaces a páginas web.
Dos momias en perfecta salud
En los cacicazgos muiscas las personas de alta jerarquía eran momificadas para que siguieran cumpliendo una función en el orden de la sociedad. Los conquistadores vieron cómo los muiscas llevaban a las batallas, en andas, estos cuerpos desecados, y comentan que debían ser de guerreros que fueron valientes, suponiendo que lo hacían para infundir valentía en quienes combatían. Hoy pensaríamos, desde la antropología, que las momias brindaban un apoyo sagrado a los miembros de su comunidad, puesto que los caciques y altos sacerdotes eran considerados semidioses, conectores entre los seres humanos y la divinidad. Los caciques representaban a su pueblo en la vida y en el más allá, por eso se enterraban con los marcadores de su rango.
Esta momia, hallada en Pisba (Boyacá), data del período colonial. El palito de su poporo tiene como decoración unas cuentas de vidrio europeas y ella misma está envuelta en una piel de oveja de origen europeo. El escáner permite ver las distintas capas que conforman su fardo o envoltorio: cuerdas que atan sus brazos y piernas para mantener su posición, la piel, una tela de algodón (sin pintura), una gran mochila de malla semejante a un costal y una mochila o red de aberturas muy grandes. Durante la Colonia los caciques ya no usaban adornos de oro, pero la momia tiene sobre su cabeza tres adornos finamente tejidos en fibras vegetales: un gorro semiesférico, una diadema ancha y una cinta delgada que en una porción tiene una cera o resina negra y adheridos a ella los cañones de lo que fueron plumas de colores. Con la momia se hallaron dos copas de cerámica fina de uso ritual, un poporo de calabazo donde se guardaba la cal para masticar la hoja de coca, un "tunjo" o figura de metal que representa él mismo una momia enfardelada y una mochila tejida en hilos de algodón de dos colores. En este conjunto la pieza de metal es lo más extraño: es una ofrenda, un mensaje a los dioses, no un objeto que se soliera colocar como ajuar en las tumbas muiscas junto con los elementos de uso personal o las copas con comida y bebida para el viaje al otro mundo.
El TAC realizado por el Departamento de imágenes diagnósticas de la Fundación Santafé de Bogotá muestra el buen estado de su dentadura, su estatura, que tenía algo de bocio y un dolor en un codo.
El propulsor, arma de los muiscas
Para la caza y la guerra los muiscas no usaron arco y flechas como sus vecinos los panches de la vertiente hacia el río Magdalena. Utilizaron el propulsor o tiradera, que los aztecas denominaban átlatl.
Los orfebres muiscas los describieron bien, al representarlos en miniaturas que utilizaron como ofrendas a sus dioses.
El cronista Lucas Fernández de Piedrahita, refiriéndose a los muiscas, describe así el propulsor y el dardo, un tercio más largo que éste:
"La más común arma que tenían para sus guerras eran tiraderas, que son ciertos dardillos de varillas livianas, a manera de carrizos, con puntas de macana, los cuales tiran no con amientos de hilo sino con un palillo de dos palmos del grosor del jaculillo, prolongado con él la tercia parte de la caña; éste tiene dos ganchos afilados y distintos, cada cual de ellos en un extremo del amiento que he dicho; con el uno ocupan el pie raso del dardillo y con el otro lo aprietan con el dedo del índice corvado, hasta que el dardillo se desembaraza según la fuerza del que lo despide. Y como no tienen armas defensivas ni reparos de ropa que basten a resistirlos, no deja de ser arma peligrosa, aunque limpia de veneno."
Lucas Fernández de Piedrahita, 1688. Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada.
La cita no es fácil de entender y hay que remitirse al diccionario. Por cierto, la palabra macana, común en Colombia, no aparece en el diccionario con su acepción de madera dura de palma.
Jáculo: dardo (lanza pequeña arrojadiza) DRAE.
Amiento. 1. m. Correa con que se aseguraba la celada y que se ataba por debajo de la barba. 2. m. Correa con que se ataba el zapato. 3. m. Correa con que se ataban las lanzas o flechas para arrojarlas. DRAE.
Amientos de hilo se refiere a unos lazos con los que los españoles tradicionalmente arrojaban cañas, como lanzas, a manera de juego en ciertas fiestas comunales, de una forma semejante a como los muiscas usaban sus tiraderas.
Reparo: Cosa que se pone por defensa o resguardo. DRAE.
Reparos de ropa se refiere entonces a las cotas de malla y armaduras de metal o algodón que usaban los europeos, pero no los muiscas, que solo se defendían con escudos largos.
La forma como se utiliza el propulsor puede verse en este video:
La precisión y la posible fuerza de los dardos, en este video:
Vea además lo divertido que puede ser utilizar esta tiradera para arrojar dardos como deporte (si se hace con seguridad) en [9]este video. ¿Quién dijo [10]jugar tejo?
Los tres estilos
A partir del estudio de la iconografía y las técnicas de manufactura de las piezas de orfebrería de la Cordillera Oriental, se determinó la existencia de tres estilos diferentes que parecen corresponder a diferentes áreas de influencia, diversos contextos de uso y posiblemente épocas distintas en el desarrollo de la industria metalúrgica.
El primero de estos estilos, asociado con los objetos del área central de la Cordillera, se conoce con el nombre de Muisca nuclear. Está conformado por piezas utilizadas por los señores principales y para ofrenda, y corresponde a figuras votivas; collares con formas geométricas, zoomorfas y antropomorfas; aplicaciones para textil; brazaletes; bandejas para yopo; narigueras rectangulares; entre otras funciones. Son piezas predominantemente fundidas utilizando la técnica de la cera perdida. Aunque algunos de los diseños son geométricos, el tema predominante fueron las aves y la figura humana con ojos y boca en forma de ‘grano de café’.
Por otra parte, los objetos que se encuentran bajo el estilo conocido como Occidental complejo, hallados en las vertientes occidentales y suroccidentales de la cordillera, tienen una iconografía más recargada, influenciada por las formas y los diseños de los pueblos que se ubicaron en la región Quimbaya y Tolima. Son piezas antropomorfas con ojos semicerrados y elaborados tocados con espirales; colgantes de orejera cónicos y troncocónicos, y pectorales acorazonados.
Finalmente, el tercer estilo, conocido bajo el nombre de Martillado simple, se relaciona con objetos más simples y sencillos encontrados en el área de Santander y hechos a partir de la técnica del martillado. Son narigueras, orejeras en forma de anillo, o semilunares y circulares como algunos colgantes y pectorales, entre otros.
Bibliografía comentada muisca
Todos los textos divulgativos del Museo del Oro están respaldados por la investigación científica realizada por la Subdirección Técnica del Museo y por la bibliografía académica arqueológica y antropológica. En esta página los curadores del Museo del Oro recomiendan artículos y libros científicos académicos sobre esta región arqueológica expuesta en el Museo. Intentan establecer una bibliografía mínima según su criterio y destacan lo que permanece relevante y vigente. A diferencia de los artículos divulgativos, como el web del Museo del Oro, los artículos científicos están escritos para un público especializado.
Buscadores en bibliotecas físicas: [11]Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República | [12]Biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología e Historia
Muisca
ICANH - Sabana de Bogotá - Registro de sitios
Una bibliografía general y una bibliografía básica de las investigaciones científicas arqueológicas realizadas en la Sabana de Bogotá, compiladas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia - ICANH.
Bibliografía de Referencia Arqueológica | Bibliografía Básica de Registro
Muysccubun
Llamado como la lengua hablada por los muiscas, este sitio virtual contiene un Diccionario muisca-español y se dedica a la trascripción de las fuentes primarias de la lengua muisca y la recolección y registro de muisquismos, las palabras del lenguaje actual de Cundinamarca y Boyacá que tienen raíces muiscas. EL
[13]Acceder
Enlaces externos
[14] La balsa Muisca en Google Arts Project.