Diferencia entre revisiones de «Carlota Armero»

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Escasos relatos orales transmitidos desde hace dos centurias lograron convertir la figura de Carlota Armero en casi una leyenda. Una corta vida de dieciocho años le valió un lugar en el panteón de los mártires locales y para permanecer en la memoria del pueblo mariquiteño. Según los testimonios de sus contemporáneos era una mujer bellísima, encantadora, de una inteligencia viva, protectora de los pobres, y que por su valentía se ganó el respeto y el aprecio de los calentanos, quienes marchaban a la guerra con el total convencimiento de que en los tiempos turbulentos de la Independencia hasta las damas más delicadas podrían convertirse en los soldados más feroces. Aunque ella, para José María Restrepo es tan solo “la historia de un Mito” (1).
Escasos relatos orales transmitidos desde hace dos centurias lograron convertir la figura de Carlota Armero en casi una leyenda. Una corta vida de dieciocho años le valió un lugar en el panteón de los mártires locales y para permanecer en la memoria del pueblo mariquiteño. Según los testimonios de sus contemporáneos era una mujer bellísima, encantadora, de una inteligencia viva, protectora de los pobres, y que por su valentía se ganó el respeto y el aprecio de los calentanos, quienes marchaban a la guerra con el total convencimiento de que en los tiempos turbulentos de la Independencia hasta las damas más delicadas podrían convertirse en los soldados más feroces. Aunque ella, para José María Restrepo es tan solo “la historia de un Mito”<ref>RESTREPO, JOSÉ MARÍA. HISTORIA DE UN MITO. ¿Existió la heroína Carlota Armero?, en ''Crónicas y documentos para la Historia del Tolima'', Álvaro Cuartas, ed., Ibagué, SCHL Representaciones, 1992.</ref>.


==Biografía==
==Biografía==
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Carlota fue una mujer ilustre no solo por su fortuna o modales altivos propios de la elite local, sino por su carisma y elegante sencillez, que resaltaba entre la recatada población mariquiteña, orgullosa de su pasado y presente próspero: capital provincial, centro intelectual y sede de la Real Expedición Botánica. En una atmósfera tan estimulante transcurrió la corta vida de Carlota, educada según las normas imperantes de la enseñanza femenina barroca: lectura, música sacra, virtudes católicas, y administración del hogar. Una esmerada educación referida en una carta de su hermano quien, entre otros, fue discípulo de José Celestino Mutis, jactándose de que su familia tuviera como tutores a los intelectuales más allegados al director de la Expedición.
Carlota fue una mujer ilustre no solo por su fortuna o modales altivos propios de la elite local, sino por su carisma y elegante sencillez, que resaltaba entre la recatada población mariquiteña, orgullosa de su pasado y presente próspero: capital provincial, centro intelectual y sede de la Real Expedición Botánica. En una atmósfera tan estimulante transcurrió la corta vida de Carlota, educada según las normas imperantes de la enseñanza femenina barroca: lectura, música sacra, virtudes católicas, y administración del hogar. Una esmerada educación referida en una carta de su hermano quien, entre otros, fue discípulo de José Celestino Mutis, jactándose de que su familia tuviera como tutores a los intelectuales más allegados al director de la Expedición.


No obstante, su protagonismo cobra relevancia en la época convulsa de las Juntas de Gobierno cuando se abrazan las ideas emancipadoras en las distintas provincias virreinales en 1810, la joven se instruirá en las nuevas discusiones de la soberanía. Su hermano José León, como afirma Darío Ortiz (2) dio el beneplácito a la Junta de Santa Fe y más adelante defendería el ensamble de un nuevo Estado libre en abierta oposición al gobierno español, la República de Mariquita; dentro de otro estado, el de las Provincias Unidas de Nueva Granada, aún en gestación. Por tan “grave ofensa” a la Corona española, los Armero serían juzgados por el Régimen del Terror en 1816.
No obstante, su protagonismo cobra relevancia en la época convulsa de las Juntas de Gobierno cuando se abrazan las ideas emancipadoras en las distintas provincias virreinales en 1810, la joven se instruirá en las nuevas discusiones de la soberanía. Su hermano José León, como afirma Darío Ortiz<ref>ORTIZ, DARÍO, ''Compendio de Historia de Ibagué''. Ibagué, Academia de Historia del Tolima, 2003.</ref> dio el beneplácito a la Junta de Santa Fe y más adelante defendería el ensamble de un nuevo Estado libre en abierta oposición al gobierno español, la República de Mariquita; dentro de otro estado, el de las Provincias Unidas de Nueva Granada, aún en gestación. Por tan “grave ofensa” a la Corona española, los Armero serían juzgados por el Régimen del Terror en 1816.


Las posibles causas de la muerte de Carlota Armero siguen entretejiéndose en las leyendas. Al menos, hay dos versiones muy conocidas, la primera referida en una ingenua, aunque incendiaria carta del coronel Francisco Urdaneta enviada a don Andrés Caicedo, donde lamenta la pérdida de una mujer tan bella como valiente, que se atrevió a rechazar los galantes cortejos de un oficial español de apellido Bernate, -“yo no me caso con tiranos”-sentenció Carlota. Bernate, con su orgullo herido, logró vengarse buscando los medios para que finalmente fuera fusilada (Cit. Restrepo, 1992).  Y la segunda, que ofrece Jackeline Pachón (3), que por negarse a dar la información del escondite de su tío Patricio Armero, ser cómplice de las intrigas bélicas de sus familiares y por sedición ante los oficiales de su majestad. La muerte de Carlota sirvió:
Las posibles causas de la muerte de Carlota Armero siguen entretejiéndose en las leyendas. Al menos, hay dos versiones muy conocidas, la primera referida en una ingenua, aunque incendiaria carta del coronel Francisco Urdaneta enviada a don Andrés Caicedo, donde lamenta la pérdida de una mujer tan bella como valiente, que se atrevió a rechazar los galantes cortejos de un oficial español de apellido Bernate, -“yo no me caso con tiranos”-sentenció Carlota. Bernate, con su orgullo herido, logró vengarse buscando los medios para que finalmente fuera fusilada (Cit. Restrepo, 1992).  Y la segunda, que ofrece Jackeline Pachón<ref>PACHÓN, JACKELINE, “La mujer en El Tolima”, en ''Manual de historia del Tolima'', Tomo II, Educación y cultura. Bogotá, Pijao Editores, 2007.</ref>, que por negarse a dar la información del escondite de su tío Patricio Armero, ser cómplice de las intrigas bélicas de sus familiares y por sedición ante los oficiales de su majestad. La muerte de Carlota sirvió:


“Para levantar la indignación de sus coterráneos y para sacarles el ánimo y el deseo de lucha. De todos modos, la conseja siguió su rumbo y se le tiene como heroína, hasta el punto de existir establecimientos educativos con su nombre” (4).
“Para levantar la indignación de sus coterráneos y para sacarles el ánimo y el deseo de lucha. De todos modos, la conseja siguió su rumbo y se le tiene como heroína, hasta el punto de existir establecimientos educativos con su nombre”<ref>Ibíd.</ref>.


Algunos historiadores cuestionan el legado de Carlota Armero y que en realidad haya realizado las tareas y honores que se le adjudican, aunque revisar su vida con apenas unos fragmentarios datos biográficos y relatos sueltos puede ser una tarea interesante. Sin embargo, no se debe llegar al extremo de pensar como han señalado algunos autores que ni siquiera llegó a existir (5). Esto se podría comprobar, llegado el caso, de una forma sencilla consultando los datos de nacimiento o parentesco con partidas de bautismo, sucesiones, sentencias y testamentos provenientes del Archivo Notarial de Mariquita o el Archivo General de la Nación.
Algunos historiadores cuestionan el legado de Carlota Armero y que en realidad haya realizado las tareas y honores que se le adjudican, aunque revisar su vida con apenas unos fragmentarios datos biográficos y relatos sueltos puede ser una tarea interesante. Sin embargo, no se debe llegar al extremo de pensar como han señalado algunos autores que ni siquiera llegó a existir<ref>Ibíd.</ref>. Esto se podría comprobar, llegado el caso, de una forma sencilla consultando los datos de nacimiento o parentesco con partidas de bautismo, sucesiones, sentencias y testamentos provenientes del Archivo Notarial de Mariquita o el Archivo General de la Nación.


La figura de Carlota Armero podría funcionar como una excusa para hablar en un plano más general del papel de las mujeres en la Independencia a nivel local, no solo de las heroínas, o las damas de sectores elitistas, sino de las indígenas de Natagaima; de las enfermeras de campaña; las vivarachas féminas de los sectores populares, las lavanderas del Saldaña, las costureras de Ibagué, las chicheras del Guamo; las madres, hermanas, amantes y esposas de los cientos de calentanos que fueron a la guerra, mujeres que en muchas ocasiones blandieron los machetes y las armas para defenderse, damas que murieron fusiladas bajo las órdenes de algunos antipáticos “chapetones”. Masas anónimas que aún no han sido rememoradas como se debiera, que figuran en frías listas de nombres, como si tratase de letra muerta. Vale la pena cerrar este párrafo con la comedida frase que les dedicó Bolívar en 1820 a las socorranas, aunque barnizadas con tono patrio-tético: “Madres, esposas y hermanas ¿quién podría seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo? ¿Acaso habrá hombres dignos de vosotras? ¡No, no, no! Pero vosotras sois dignas de la admiración del universo y de la adoración de los libertadores de Colombia”.
La figura de Carlota Armero podría funcionar como una excusa para hablar en un plano más general del papel de las mujeres en la Independencia a nivel local, no solo de las heroínas, o las damas de sectores elitistas, sino de las indígenas de Natagaima; de las enfermeras de campaña; las vivarachas féminas de los sectores populares, las lavanderas del Saldaña, las costureras de Ibagué, las chicheras del Guamo; las madres, hermanas, amantes y esposas de los cientos de calentanos que fueron a la guerra, mujeres que en muchas ocasiones blandieron los machetes y las armas para defenderse, damas que murieron fusiladas bajo las órdenes de algunos antipáticos “chapetones”. Masas anónimas que aún no han sido rememoradas como se debiera, que figuran en frías listas de nombres, como si tratase de letra muerta. Vale la pena cerrar este párrafo con la comedida frase que les dedicó Bolívar en 1820 a las socorranas, aunque barnizadas con tono patrio-tético: “Madres, esposas y hermanas ¿quién podría seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo? ¿Acaso habrá hombres dignos de vosotras? ¡No, no, no! Pero vosotras sois dignas de la admiración del universo y de la adoración de los libertadores de Colombia”.
==Bibliografía==
*RESTREPO, JOSÉ MARÍA. HISTORIA DE UN MITO. ¿Existió la heroína Carlota Armero?, en ''Crónicas y documentos para la Historia del Tolima'', Álvaro Cuartas, ed., Ibagué, SCHL Representaciones, 1992.
*PACHÓN, JACKELINE, “La mujer en El Tolima”, en ''Manual de historia del Tolima'', Tomo II, Educación y cultura. Bogotá, Pijao Editores, 2007.
*ORTIZ, DARÍO, ''Compendio de Historia de Ibagué''. Ibagué, Academia de Historia del Tolima, 2003.

Revisión del 21:58 12 may 2020

Carlota Armero
Datos generales
Nombre Carlota Armero
Fecha de nacimiento 1798
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
País de nacimiento Colombia, Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Mariquita, Tolima


Escasos relatos orales transmitidos desde hace dos centurias lograron convertir la figura de Carlota Armero en casi una leyenda. Una corta vida de dieciocho años le valió un lugar en el panteón de los mártires locales y para permanecer en la memoria del pueblo mariquiteño. Según los testimonios de sus contemporáneos era una mujer bellísima, encantadora, de una inteligencia viva, protectora de los pobres, y que por su valentía se ganó el respeto y el aprecio de los calentanos, quienes marchaban a la guerra con el total convencimiento de que en los tiempos turbulentos de la Independencia hasta las damas más delicadas podrían convertirse en los soldados más feroces. Aunque ella, para José María Restrepo es tan solo “la historia de un Mito”[1].

Biografía

Mujer mito o no, se cuenta con algunos datos que de forma intermitente sirven para esclarecer su existencia; pero no por ello se puede emitir un sello de autenticidad histórica. Carlota perteneció a una adinerada familia de latifundistas, esclavistas y comerciantes del norte de la provincia de Mariquita, los Armero. Nació en 1798, su vida está matizada de grises y sus alcances biográficos están desdibujados según los intereses de quienes la presentan, a veces como una patriota acérrima, como una heroína, y a veces como una señorita muy astuta que velaba por los bienes de su prestigiosa familia. Como sea, la vida de la joven mariquiteña parece estar eclipsada por la de su hermano José León Armero, el célebre artífice y principal ideólogo de la Constitución de Mariquita (1815).

Carlota fue una mujer ilustre no solo por su fortuna o modales altivos propios de la elite local, sino por su carisma y elegante sencillez, que resaltaba entre la recatada población mariquiteña, orgullosa de su pasado y presente próspero: capital provincial, centro intelectual y sede de la Real Expedición Botánica. En una atmósfera tan estimulante transcurrió la corta vida de Carlota, educada según las normas imperantes de la enseñanza femenina barroca: lectura, música sacra, virtudes católicas, y administración del hogar. Una esmerada educación referida en una carta de su hermano quien, entre otros, fue discípulo de José Celestino Mutis, jactándose de que su familia tuviera como tutores a los intelectuales más allegados al director de la Expedición.

No obstante, su protagonismo cobra relevancia en la época convulsa de las Juntas de Gobierno cuando se abrazan las ideas emancipadoras en las distintas provincias virreinales en 1810, la joven se instruirá en las nuevas discusiones de la soberanía. Su hermano José León, como afirma Darío Ortiz[2] dio el beneplácito a la Junta de Santa Fe y más adelante defendería el ensamble de un nuevo Estado libre en abierta oposición al gobierno español, la República de Mariquita; dentro de otro estado, el de las Provincias Unidas de Nueva Granada, aún en gestación. Por tan “grave ofensa” a la Corona española, los Armero serían juzgados por el Régimen del Terror en 1816.

Las posibles causas de la muerte de Carlota Armero siguen entretejiéndose en las leyendas. Al menos, hay dos versiones muy conocidas, la primera referida en una ingenua, aunque incendiaria carta del coronel Francisco Urdaneta enviada a don Andrés Caicedo, donde lamenta la pérdida de una mujer tan bella como valiente, que se atrevió a rechazar los galantes cortejos de un oficial español de apellido Bernate, -“yo no me caso con tiranos”-sentenció Carlota. Bernate, con su orgullo herido, logró vengarse buscando los medios para que finalmente fuera fusilada (Cit. Restrepo, 1992). Y la segunda, que ofrece Jackeline Pachón[3], que por negarse a dar la información del escondite de su tío Patricio Armero, ser cómplice de las intrigas bélicas de sus familiares y por sedición ante los oficiales de su majestad. La muerte de Carlota sirvió:

“Para levantar la indignación de sus coterráneos y para sacarles el ánimo y el deseo de lucha. De todos modos, la conseja siguió su rumbo y se le tiene como heroína, hasta el punto de existir establecimientos educativos con su nombre”[4].

Algunos historiadores cuestionan el legado de Carlota Armero y que en realidad haya realizado las tareas y honores que se le adjudican, aunque revisar su vida con apenas unos fragmentarios datos biográficos y relatos sueltos puede ser una tarea interesante. Sin embargo, no se debe llegar al extremo de pensar como han señalado algunos autores que ni siquiera llegó a existir[5]. Esto se podría comprobar, llegado el caso, de una forma sencilla consultando los datos de nacimiento o parentesco con partidas de bautismo, sucesiones, sentencias y testamentos provenientes del Archivo Notarial de Mariquita o el Archivo General de la Nación.

La figura de Carlota Armero podría funcionar como una excusa para hablar en un plano más general del papel de las mujeres en la Independencia a nivel local, no solo de las heroínas, o las damas de sectores elitistas, sino de las indígenas de Natagaima; de las enfermeras de campaña; las vivarachas féminas de los sectores populares, las lavanderas del Saldaña, las costureras de Ibagué, las chicheras del Guamo; las madres, hermanas, amantes y esposas de los cientos de calentanos que fueron a la guerra, mujeres que en muchas ocasiones blandieron los machetes y las armas para defenderse, damas que murieron fusiladas bajo las órdenes de algunos antipáticos “chapetones”. Masas anónimas que aún no han sido rememoradas como se debiera, que figuran en frías listas de nombres, como si tratase de letra muerta. Vale la pena cerrar este párrafo con la comedida frase que les dedicó Bolívar en 1820 a las socorranas, aunque barnizadas con tono patrio-tético: “Madres, esposas y hermanas ¿quién podría seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo? ¿Acaso habrá hombres dignos de vosotras? ¡No, no, no! Pero vosotras sois dignas de la admiración del universo y de la adoración de los libertadores de Colombia”.

Bibliografía

  • RESTREPO, JOSÉ MARÍA. HISTORIA DE UN MITO. ¿Existió la heroína Carlota Armero?, en Crónicas y documentos para la Historia del Tolima, Álvaro Cuartas, ed., Ibagué, SCHL Representaciones, 1992.
  • PACHÓN, JACKELINE, “La mujer en El Tolima”, en Manual de historia del Tolima, Tomo II, Educación y cultura. Bogotá, Pijao Editores, 2007.
  • ORTIZ, DARÍO, Compendio de Historia de Ibagué. Ibagué, Academia de Historia del Tolima, 2003.
  1. RESTREPO, JOSÉ MARÍA. HISTORIA DE UN MITO. ¿Existió la heroína Carlota Armero?, en Crónicas y documentos para la Historia del Tolima, Álvaro Cuartas, ed., Ibagué, SCHL Representaciones, 1992.
  2. ORTIZ, DARÍO, Compendio de Historia de Ibagué. Ibagué, Academia de Historia del Tolima, 2003.
  3. PACHÓN, JACKELINE, “La mujer en El Tolima”, en Manual de historia del Tolima, Tomo II, Educación y cultura. Bogotá, Pijao Editores, 2007.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.