Diferencia entre revisiones de «Álvaro Mutis»

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* [https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll9/id/13/rec/1] Consulte "La mansión de Araucaima", famoso relato de Mutis, en la edición de la Biblioteca Familiar Colombiana.
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Revisión del 10:01 17 ago 2023

Álvaro Mutis
Datos generales
Nombre Álvaro Mutis
Fecha de nacimiento 25 de agosto de 1923
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Ocupación Poeta, Escritor
País de nacimiento República de Colombia
Ciudad de nacimiento Bogotá
Fecha de fallecimiento 22 de septiembre de 2013
País de fallecimiento México
Ciudad de fallecimiento Ciudad de México
Familia Santiago Mutis Dávila (Padre); Carolina Jaramillo (Madre).
Cónyuge Mireya Durán, Carmen Miracle Feliú

Poeta y novelista nacido en Bogotá, el 25 de agosto de 1923 (el día de San Luis, rey de Francia, por quien sintió una gran admiración). El padre de Álvaro Mutis Jaramillo, Santiago Mutis Dávila, graduado en derecho internacional, fue secretario de la Presidencia de la República y siguió la carrera diplomática; en 1925 viajó a Bélgica con su familia, como ministro consejero de la Legación en Bruselas. Álvaro Mutis llegó a ese país de dos años y allí vivió hasta los nueve, cuando su padre murió repentinamente, a los 33 años. En Bruselas están los mejores recuerdos de su padre: “De él heredé, entre otras cosas, el gusto por los buenos vinos y la buena cocina, por la tertulia y los buenos libros, y también su admiración por Napoleón”. La madre, Carolina Jaramillo, nacida en Manizales, fue una mujer de gran independencia, a quien poco le importaron las convenciones sociales; su hijo Álvaro y los personajes creados por él heredaron esta actitud ante la vida.

Biografía

Doña Carolina solía decir algo que parece un pensamiento de Maqroll, el personaje principal de la obra de Mutis: “Hay que... eso jamás”, frase que marcó a su hijo. El abuelo materno, Jerónimo Jaramillo Uribe, uno de los fundadores de Armenia, inició las haciendas de la familia en el Viejo Caldas y el Tolima, y para comercializar sus productos tuvo oficinas en Hamburgo; sembró café, caña y hasta buscó oro infructuosamente en sus tierras. Álvaro Mutis y su hermano Leopoldo jugaron de niños en los socavones abandonados de las minas de su abuelo, experiencia que Mutis recrea en Cocora (1981) y luego en Amirbar (1990). La finca Coello, ubicada en la confluencia de dos ríos, el Coello y el Cocora, es de vital importancia en la vida de Mutis; aquí venía la familia a pasar vacaciones desde Europa; con su hermano conocían perfectamente estas tierras y, años después, cuando la finca cambió de manos debido a la “Violencia”, una de las aficiones de Álvaro y Leopoldo era recordar mentalmente cada uno de los rincones de la propiedad.

El contacto físico con el trópico, con el clima de la tierra caliente donde se dan el café y el plátano, con el aroma, el colorido y la exuberancia de la naturaleza, con la corriente torrentosa de los ríos, fue de tal plenitud e intensidad para Mutis, que de todas las experiencias de su vida es la más esencial, y está convencido que su poesía proviene de allí y que toda su obra no es más que un intento de rescatar aquellos momentos de dicha. La temprana desaparición de su padre, primer enfrentamiento de Mutis con la muerte, determinó que su madre decidiera abandonar Europa, permanecer en Colombia y dedicarse al manejo de la hacienda Coello, que acababa de heredar. Salir de Europa fue para Mutis una gran pérdida, Europa significaba para él su mundo, Colombia era un lugar para pasar vacaciones, de donde siempre se regresaba.

Su fascinación por el mar, los barcos y el viaje tiene origen en esos desplazamientos de Europa a Colombia, realizados en pequeños barcos, mitad de carga y mitad de pasajeros (parecidos a los que se encuentran en sus libros), que se demoraban alrededor de tres semanas en atravesar el Atlántico, haciendo escalas en varios puertos del Caribe, y que tenían como destino final en Colombia al puerto de Buenaventura. Desde allí en carro, en tren y finalmente a caballo, la familia Mutis llegaba a Coello. Son muchas las huellas que estas travesías por mar y tierra dejaron en su obra; una de ellas, por ejemplo, la tienda que queda en el punto más elevado del Alto de la Línea, llamada La Nieve del Almirante en sus libros, y donde Maqroll encontró a Flor Estévez. De otra parte, cuando Mutis abandonó Europa, emergen las imágenes del Viejo Continente: Amberes, de donde proviene su gusto por los puertos; las tierras planas de Flandes; el Bosque de la Cambre; Brujas, ciudad que le parecía de otro tiempo; los viajes realizados a Francia e Italia, se convirtieron en grandes nostalgias.

Así, los recuerdos de Bélgica, tan íntimamente ligados a su padre, y los de Coello, tan cercanos a su madre, se transformaron dentro de su mundo poético en dos paraísos perdidos (como se aprecia, especialmente, en Un bel morir, 1989), y el contraste entre Europa y América, en unos de los principales temas de su obra. Para Mutis, Europa, la protagonista de la civilización romana occidental cristiana que alimenta su pasión hacia Bizancio, Constantino, la Edad Media, Felipe II o Napoleón, y que lo llevó a confirmarse como un monárquico, convencido de que la monarquía ofrecía a la civilización un orden de origen divino (cuya decadencia empieza con la Reforma protestante, las ideas liberales y el racionalismo que conducen a la democracia), se encuentra en continua relación con la fuerza terrígena del trópico americano, donde mueren, según las imágenes y las historias que en sus libros vinculan a Europa con el trópico, los últimos sueños de esa cultura llevada por los españoles a América.

De aquí que Mutis, como Maqroll, se sintiera viviendo en un mundo que no correspondía a la medida de sus sueños; de aquí que su actitud, como lo manifestó en múltiples ocasiones rechazando de plano el siglo XX, sea la de un desesperanzado. Álvaro Mutis no terminó sus estudios iniciados en Bruselas en el colegio jesuita de San Michel, y cuando monseñor José Castro Silva, rector del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario le llamaba la atención por su bajo rendimiento académico, recordándole que era descendiente directo del hermano del sabio José Celestino Mutis, contestaba que tenía muchas cosas que leer y no podía perder el tiempo estudiando. Desde esa época devoraba libros de historia, de viajeros de siglos pasados y de literatura. Como él mismo lo dijo, el billar y la poesía, enseñada por Eduardo Carranza en el Rosario, le impidieron terminar el colegio. A los 18 años, Álvaro Mutis contrajo matrimonio con Mireya Durán, con quien tuvo tres hijos, y empezó a trabajar en los oficios más disímiles.

Desde entonces se dio cuenta que no iba a vivir de la literatura, pero, al mismo tiempo, fue consciente de su vocación por las letras. Siendo locutor de la Radiodifusora Nacional de Colombia, compuso su primer poema del que sólo queda este verso: “Un dios olvidado mira crecer la hierba”; ahí empezó su carrera literaria, con fuerte influencia de los escritores surrealistas. Sus primeros escritos, que significaron su ingreso a la vida literaria del país, aparecieron en la revista Vida de la Compañía Colombiana de Seguros, donde fue jefe de redacción, y colaborador con pequeños retratos sobre Joseph Conrad, Alexander Pushkin, Antoine de Saint Exupéry y Joachim Murat; también en Vida publicó su primer poema: "La creciente". Otra de estas primeras composiciones es "El miedo", publicado en 1948 en la página literaria que dirigía Alberto Zalamea Borda en La Razón. Por esta época Mutis asistía a las sesiones del café El Molino, del Asturias o de El Automático, donde se encontraba con dos generaciones de poetas: los Nuevos y los de Piedra y Cielo.

Mutis no pertenecía a ninguna de ellas, aunque encontraba más afinidades literarias (André Malraux, Albert Camus, Enrique Montherlant) con los Nuevos (que en realidad eran los viejos), que con los de Piedra y Cielo, concentrados en la Generación del 27. Tampoco perteneció al grupo Mito, aunque tuvo contacto y fue amigo de algunos de sus miembros, y la revista Mito publicó en 1959 Los hospitales de ultramar; gracias a ello, Octavio Paz conoció y escribió sobre Mutis, siendo el primer reconocimiento importante que tuvo fuera de Colombia. La relación directa con los poetas, escritores e intelectuales de la Bogotá fue parte fundamental de su formación cultural, pues tenía lugar precisamente en los momentos en que se estaba definiendo su vida.

Mutis entró en contacto con Eduardo Zalamea Borda, quien quiso publicar dos de sus poemas en el suplemento dominical de El Espectador y le recomendó leer un cuento de Gabriel García Márquez; con Jorge Zalamea, traductor de Saint John Perse, uno de sus primeros afectos literarios; con León de Greiff y con Otto, su hermano, que trabajaba también en la Radiodifusora Nacional y le acentuó su amor por la música; con Eduardo Caballero Calderón, quien lo invitó a trabajar en Onda Libre, noticiero polémico de orientación liberal durante el gobierno de Laureano Gómez, lo que le sirvió para definir su personalidad.

También por entonces hizo amistad con Casimiro Eiger y con Ernesto Volkening; Eiger, refugiado de la Segunda Guerra Mundial, de origen judío polonés, y director en Bogotá de la galería El Callejón y luego de la galería Arte Moderno, fue el primer lector de su obra, y gracias a él, en coautoría con Carlos Patiño Roselli, se publicó La balanza (1948), primer libro de Mutis y Roselli, que se agotó por incineración en el famoso "Bogotazo" del 9 de abril de 1948. Volkening, también refugiado de la guerra, fue otro de sus primeros lectores y críticos, conocedor de antemano de todos los poemas de Los elementos del desastre (1953), su segundo libro, publicado en la colección Poetas de España y América de la Editorial Losada de Buenos Aires, que dirigían Rafael Alberti y Guillermo de Torre.

Tanto Eiger como Volkening enriquecieron en Mutis sus referencias europeas. Además de llegar a ser gerente de una emisora y actor de radio en la época en que se llevaron a este medio los clásicos de la literatura dramática, Álvaro Mutis fue director de propaganda de la Compañía Colombiana de Seguros y de Bavaria, y jefe de relaciones públicas de Lansa, una pequeña empresa de aviación que le hacía competencia a Avianca. Estos trabajos lo convirtieron en un viajero constante, que escribía sus versos en las salas de espera de los aeropuertos y en los hoteles y ayudaron a dar forma al interminable desplazamiento de los personajes de sus futuras novelas. Después de la quiebra de Lansa, pasó a ser jefe de relaciones públicas de la Esso en 1954. Si con sus anteriores trabajos había tenido oportunidad de viajar por Colombia, con este nuevo empleo pudo hacerlo por el mundo.

Las capitales de Europa, América del Norte, Barrancabermeja, el Magdalena Medio o la selva podían ser lugares ocasionales de sus múltiples viajes. Durante este periodo, en el que el escritor pudo darse lo que se llama la "gran vida", hubo un receso en su actividad literaria; dos años más tarde, los últimos días en la Esso, fueron al mismo tiempo sus últimos días en Colombia. Debido al manejo caprichoso (y en cierta manera romántico) de unos dineros que la multinacional asignaba a obras de caridad, y que Mutis usó como si fuera suyo en quijotadas de la cultura, no siempre con base en una necesidad real, fue demandado por la compañía. Ante esta situación, su hermano Leopoldo, Casimiro Eiger y Álvaro Castaño Castillo, entre otros amigos, le arreglaron un viaje de emergencia hacia México.

Su vida en México

Este acontecimiento, representado en la usurpación inmotivada de unos dineros, que de manera un poco ingenua demostraba rebeldía e insatisfacción, hizo patente la tendencia de Mutis hacia el anarquismo que lo mantuvo al margen de lo convencional y del que sus personajes dan constante testimonio. A México llegó con dos cartas de recomendación: una dirigida a Luis Buñuel y otra a Luis de Llano; gracias a éstas, consiguió trabajo como ejecutivo de una empresa de publicidad, y luego como promotor de producción y vendedor de publicidad para televisión, y conoció en el medio intelectual mexicano, a quienes fueran sus amigos en ese país: Octavio Paz, Carlos Fuentes y Luis Buñuel, entre otros. Justo a los tres años de su llegada a México, se hicieron efectivas las demandas en su contra y Mutis fue detenido en la cárcel de Lecumberri, durante 15 meses.

Su experiencia en la cárcel cambió del todo su visión del dolor y el sufrimiento humanos, le hizo comprender que hasta en las peores condiciones hay posibilidad de gozar la vida y entró en contacto con personas que antes, en el medio frívolo en el que se movía, pasaban desapercibidas; además, se dio cuenta que la bondad y la crueldad se manifiestan en igual medida dentro y fuera de la cárcel. En Lecumberri, Mutis dio forma a los relatos "Saraya", "El último rostro", "Antes de que cante el gallo" y "La muerte del estratega" (recopilados en Cuatro relatos, 1978); a algunos de los poemas de Los trabajos perdidos (1965) y al Diario de Lecumberri (1960); también montó, en colaboración con los presos de su crujía, una obra teatral llamada El Cochambres, basada en la vida de uno de los internados.

A los pocos años de salir de la cárcel, se casó con Carmen, se convirtió en gerente de ventas para América Latina de la Twentieth Century Fox, y luego de la Columbia Pictures, y continuó durante 23 años con su rutina interminable de viajes, hasta que en el año 1988 cumplió con el tiempo requerido para el retiro y pudo dedicarse a leer y a escribir. Por entonces publica un libro cada año.

El reconocimiento a la obra de Álvaro Mutis empezó en 1974, con el Premio Nacional de Letras de Colombia; en México ganó en 1985 el premio de la crítica de Los Abriles, por su libro Los emisarios (1984); en 1988 la Universidad del Valle le concedió el grado de doctor honoris causa en Letras, y lo mismo hizo la Universidad de Antioquia en 1993; en 1988 recibió el premio Xavier Villaurrutia y fue condecorado con el Águila Azteca por su libro Ilona llega con la lluvia (1987); en 1989 ganó en Francia el premio Médicis Étranger con La Nieve del Almirante (1986), considerado el mejor libro traducido al francés ese año, y recibió la Orden de las Artes y las Letras en el grado de Caballero de parte del gobierno de ese país; en 1990 le otorgaron en Italia el premio Nonino y el premio literario Lila; y en 1993, como parte de la semana de homenaje al escritor con motivo de sus 70 años de vida, el gobierno colombiano le concedió la Cruz de Boyacá. La importancia y el interés que despierta la obra de Mutis en el exterior, se observa también en las traducciones de su obra al sueco, al alemán, al holandés, al portugués, al rumano, al inglés, al italiano, al francés y hasta al turco [Ver tomo 4, Literatura, pp. 263-264 y 301-302].

El escritor falleció, a los 90 años, el domingo 22 de septiembre de 2013, en la Ciudad de México, capital en donde vivía desde 1956.

Créditos

  • Diego Cerón Correa. Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.

Bibliografia

  • Borda, J,G. (189). Álvaro Mutis. Bogotá: Procultura.
  • Garcia Aguilar, J,G. (1993). Celebraciones y otros fantasmas. Bogotá: Tercer Mundo,.
  • Mutis, A. Poesía y prosa. (1981). Edición, Santiago Mutis Durán. Bogotá: Colcultura.
  • Quiroz, F. (1993). El reino que estaba para mí. Bogotá: Norma.
  • Varios. (1988). Tras las rutas de Maqroll el Gaviero. Edición, Santiago Mutis Durán. Cali, Proartes, Gobernación del Valle, Revista Gradiva.
  • Varios. (1992). A propósito de Álvaro Mutis y su obra. Con: La mansión de Araucaima. Colección Cara y Cruz. Bogotá: Norma.

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