Alicia Dussán Maldonado
Nombre | Alicia Dussan Maldonado |
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Fecha de nacimiento | 16 de octubre de 1920 |
Nacionalidad | Colombiana }} |
Seudónimo | Doña Alicia |
Ocupación | Antropóloga |
Primaria | Gimnasio Femenino, Bogotá. |
País de nacimiento | Colombiana }} |
Ciudad de nacimiento | Bogotá |
Familia | Lucrecia Maldonado Parra (madre), Agustín Dussan Quiroga (padre), René (hijo), Inés (hija), Elizabeth (hija), Helena (hija) |
Cónyuge | Gerardo Reichel-Dolmatoff |
Alicia Dussan Maldonado antropóloga y arqueóloga colombiana con una prolífica trayectoria profesional y pionera en el desarrollo de las ciencias sociales y humanas en Colombia, principalmente en los campos de la antropología, la arqueología y la museología. Miembro de número de la Academia Colombiana De Ciencias Exactas Físicas Y Naturales (ACCEFYN).
Biografía
Alicia Dussan Maldonado es una antropóloga y arqueóloga colombiana con una prolífica trayectoria profesional, pionera en el desarrollo de las ciencias sociales y humanas en Colombia.
Primeros años
Alicia Dussan Maldonado nació en Bogotá en 1920. Su madre, Lucrecia Maldonado Parra, nació en Chocontá (Cundinamarca, Colombia); y su padre Agustín Dussan, nació en Villavieja (Huila, Colombia) siempre la apoyaron y abogaron por una educación laica, moderna y liberal. Vivieron como familia los primeros años de Alicia en el barrio Las Nieves (Bogotá) pero, luego de la afectación económica por la crisis de los años 30, se trasladaron a Chapinero.
Estudió los primeros años de educación formal en un colegio creado por su tía Lucila Maldonado [1], pero se preparó en lectura y escritura para entrar al tercer año del Gimnasio Femenino, que era una institución educativa laica; equivalente al Gimnasio Moderno (que era masculino). Alicia Dussan recuerda que en ese tercer año el tema de interés de estudio era la “vivienda en el mundo” y allí conoció, a través del libro Los niños de otros países, la diversidad cultural del mundo y se comenzó a interesar por las ciencias sociales (…) porque se preguntaba por qué unas culturas del mundo se sentían superiores a otras y las destruían, y por qué en países como Colombia había tanto desprecio de las elites consideradas ‘blancas’ contra los indígenas y afrocolombianos, y la gran población mestiza que constituía la mayoría del país[2].
Dado que sus padres se movían en ambientes también estimulantes a nivel intelectual, tuvo contacto con personajes como Pedro Uribe Gauguin (1879-1966; ingeniero, sobrino del pintor impresionista Paul Gauguin) y José Eustasio Rivera (autor de una las obras colombianas más importantes, La Vorágine). Este entorno no sólo la fascinó a nivel académico, pues también demostró destreza en los deportes.
Alicia Dussan se graduó del colegio a mediados de 1938 y ya sabía que quería realizar sus estudios profesionales en ciencias sociales en Francia. Pero, antes de iniciar con sus estudios, tuvo la oportunidad de ir a Berlín. Allí se preparó para entrar a la universidad tomando unos cursos introductorios para extranjeros [3] y pudo compartir con estudiantes de todas partes del mundo. También pudo conocer más sobre las colecciones del Museo Etnológico de Berlín, donde se encontraba parte del material tomado por el etnólogo y antropólogo Konrad Theodor Preuss sobre la cultura San Agustín alrededor de 1914. No obstante, ante el panorama político de la Segunda Guerra Mundial, Dussan tuvo que regresar a Bogotá en 1939.
Se esforzó por entrar a la universidad en una época en la que muy pocas mujeres lo lograban [4], primero en 1940 se inscribió en la Universidad Nacional de Colombia para estudiar derecho, donde tuvo algunos cursos de antropología y sociología, por lo cual mantuvo vivo su interés por el pasado prehispánico y el valor de las culturas indígenas. No obstante, en 1941, al conocer la creación del Instituto Etnológico Nacional, se retiró para estudios etnología. Ella afirma que otro de los impulsos decisivos a nivel profesional fue haber conocido al estudiante de intercambio llegado de Austria Gerardo Reichel-Dolmatoff, en 1939. Con él realizaron pequeñas expediciones arqueológicas por la Sábana de Bogotá y algunas por los Llanos Orientales [5].
Formación e influencias
Como se mencionó, con la creación del Instituto Etnológico Nacional en 1941 por el célebre etnólogo francés Paul Rivet (1876 – 1958) y con apoyo del entonces presidente de la República Eduardo Santos; Alicia Dussan pudo hacer parte del primer grupo de alumnos del Instituto, junto con aquellos que se iban a especializar en ciencias sociales de la Escuela Normal Superior. Dado que Rivet había realizado un trabajo minucioso en la formación de los funcionarios del Museo del Hombre de París, dicha metodología fue implementada en el enfoque investigativo de esta primera generación de estudiantes.
Por ejemplo, las descripciones físicas y culturales de los grupos indígenas y demás etnias del país serían esenciales para mostrar los resultados de las expediciones. También para cimentar el inicio de la antropología y arqueología modernas en el país [6].
Para Rivet la tarea de investigación más urgente de estas primeras generaciones de etnólogos era la recopilación de datos sobre las culturas que mencionaban los cronistas [del período de la conquista] y que podían estar en peligro de aculturación o desaparición física, debido al genocidio y a la destrucción cultural. En otras palabras, se debía establecer qué poblaciones había en el presente, quiénes eran, dónde vivían y cuáles eran sus condiciones actuales [7].
Junto con la antropóloga Alicia Dussan, a finales de 1941, fueron diplomados también el arqueólogo Luis Duque Gómez (1916 – 2000); la antropóloga Blanca Ochoa de Molina (1914 – 2008); el antropólogo e investigador Graciliano Arcila Vélez, (1912 – 2003); la antropóloga Edith Jiménez Arbeláez (1916 – 2008); el arqueólogo Eliécer Silva Célis (1917 – 2007) y el etnólogo Alberto Ceballos Araújo [8].
Paralelo al inicio de sus primeros años como etnóloga y antropóloga, Alicia Dussan y Gerardo Reichel-Dolmatoff se casaron en 1943. Su luna de miel fue en Honda, donde aprovecharon para examinar una colección de urnas funerarias de la cuenca del Magdalena [9]. Luego, ambos se embarcaron en un estudio sobre la antropología física de los pijaos en el Gran Tolima (1943-1944). Viajaron con dos estudiantes de la Escuela Superior Normal, Roberto Pineda y Milcíades Chávez, quienes serían reconocidos antropólogos posteriormente. Esta exploración, con el patrocinio del Ministerio de Educación Nacional del momento, tenía como propósito "la exploración de la posible existencia de un núcleo indígena pijao en el departamento del Tolima"[10]. Esta labor también fue de interés político porque se estaban dando los reclamos por la tierra y la cultura indígena en la región – Ortega, Natagaima y Coyaima –, liderados desde los años veinte por el líder indígena Manuel Quintín Lame (1880 – 1967). Eventualmente, los resultados de las investigaciones de los Reichel-Dolmatoff ayudaron a consolidar las peticiones de reconocimiento de resguardos indígenas ante las autoridades regionales y nacionales del país, ya que les negaban estos derechos por su condición de indios [11].
Posteriormente, Dussan participó en la expedición a “Los Motilones” (Yuko-Yukpas o indios bari del Perijá) junto con su esposo y, de nuevo, acompañados de dos estudiantes de la Escuela Superior Normal – por segunda vez, Roberto Pineda Giraldo y Virginia Gutiérrez. Además de entrar en contacto con una comunidad indígena que no estaba acostumbrada a ver gente blanca en su región y que, al mismo tiempo, que tenía un frente de resistencia armado contra las petroleras invasoras; este viaje casi le cuesta la vida a Dussan, pues contrajo malaria cerebral y tuvieron que trasladarse a Barranquilla para que ella fuera tratada [12].
De tal forma, en la década de 1940, se consolidaron la exploración indigenista y el apoyo a estas comunidades desconocidas hasta entonces, a través de expediciones por lugares inexplorados del país. “Uno de los objetivos específicos fue recolectar piezas que, además de enriquecer de manera definitiva y excepcional las colecciones [del IEN], dieran cuenta de la tecnología y de la cultura material de ese momento” [13], para así darle un estatus formal a la riqueza prehispánica del país. Alicia Dussan ejerció estas expediciones de manera de manera constante durante esta década y financió la mayoría de las investigaciones que hizo para el IEN y formó una generación de antropólogos a través de estos ejercicios.
Investigaciones antropológicas en el Caribe y en el Pacífico
Santa Marta
A raíz de una visita que realizó Gerardo Reichel-Dolmatoff a la ciudad de Santa Marta y a la Sierra Nevada, donde conoció a los kogi; la pareja decidió enfocar sus investigaciones en esa región ya que “era urgente investigar esas culturas puesto que hasta la fecha el énfasis se había puesto en las culturas muisca, quimbaya y agustiniana en detrimento de las culturas caribeñas, y poco se sabía científicamente en esa región [14]”. Tanto así que 1946, los esposos Reichel-Dolmatoff fundaron el Instituto Etnológico del Magdalena; casi a la par que se constituyó el del Cauca por iniciativa del etnólogo y arqueólogo Gregorio Hernández de Alba (1904 – 1973). Después de algunos tropiezos burocráticos, Alicia fue nombrada jefa y directora del museo; y Gerardo director del instituto y el entonces director del IEN, Luis Duque Gómez, reportó el nacimiento de este Instituto de la siguiente manera:
Por Ordenanza No. 80 del año pasado, la Honorable Asamblea del departamento del Magdalena creó el Instituto Etnológico filial de ese departamento, que ofrece un vasto campo para las investigaciones etnológicas, por tratarse de una zona en donde existen numerosos núcleos indígenas cuyas características culturales y raciales no han sido, hasta el presente, sometidas al tratamiento de un estudio científico, y emplazamiento de sitios arqueológicos que pueden establecer las diferentes escalas de inmigración de pueblos indígenas de la época prehistórica. Es así como el Instituto Etnológico Nacional y el Servicio de Arqueología entran en pleno desarrollo del plan prospectado para la fundación de centros de investigación en los diferentes departamentos, especialmente rica en manifestaciones folklóricas, en cuyo estudio estamos adelantando actualmente en el campo prehistórico y en los grupos indígenas del territorio nacional. Por otra parte, esta región del país es especialmente rica en manifestaciones folklóricas, en cuyo estudio estamos particularmente interesados. El Instituto Etnológico filial del Magdalena está bajo la dirección del señor Gerardo Reichel en colaboración con su señora, doña Alicia Dussán de Reichel, licenciada en estudios etnológicos [15].
En 1951, los Reichel-Dolmatoff a investigar la población de Atánquez (parte suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, Cesar). Allí su interés era observar las dinámicas de transición entre los kankuamos y el contacto con otras poblaciones de centros como Valledupar, pues entre los indígenas esta zona era considerada “una aldea ‘mestiza’” [16], por lo cual reflejaría cambios y formas de interacción diferentes a los de otros lugares que hayan explorado antes. El resultado de esta investigación de catorce meses fue el libro The People of Aritama (1961), el cual es considerado uno de los estudios más importantes sobre indígenas y campesinos en el caribe de Colombia. Los Reichel-Dolmatoff fueron reconocidos en la antropología latinoamericana por este trabajo. A pesar de la importancia de su trabajo, la publicación de su libro tuvo que hacerse en inglés, pues no encontraron una editorial en español interesada en hacerlo. Con la ayuda de Sol Tax (1907 – 1995), antropólogo estadounidense, el manuscrito en inglés fue publicado por la Universidad de Chicago [17] y sigue siendo reeditado actualmente. Tuvo reseñas positivas en varias revistas indexadas como American Anthropologist y Ethnohistory; incluso, en 1962 recibieron una carta de agradecimiento y felicitación por parte del reconocido filósofo y antropólogo Claude Lévi-Strauss (1908 – 2009) por su libro.
En contraste a este logro, el Instituto Etnológico Nacional se volvió en Instituto Colombiano de Antropología (ICAN) en 1953. Este cambio no sólo era de nombre para la Institución, sino fue un cambio profesional. Preston Holder (1907 – 1980) arqueólogo y fotógrafo estadounidense los visitó y les mostró las nuevas tendencias de la antropología cultural y de la personalidad, liderada por Franz Boas y seguida por figuras como las antropólogas Ruth Benedict (1887 – 1948) y Margaret Mead (1901 – 1978); y el psiquiatra y antropólogo Abraham Kardiner (1891 – 1981). Esta escuela se diferenciaba de las metodologías y enfoques de la etnología francesa, traídas a Colombia por Paul Rivet y practicada por sus alumnos; y de la antropología social inglesa [18].
A pesar de esa nueva mirada académica, Alicia Dussan de Reichel empezó a gestionar la idea de que era necesaria una antropología colombiana, que respondiera más a las problemáticas de la región y no tanto a modelos de escuelas externas. Entonces, por ejemplo, adelantó estudios de campo en Taganga (Santa Marta, Magdalena) y publicó su trabajo “Características de la personalidad masculina y femenina en Taganga” (1954), cuyo propósito era estudiar
la manera en la que la cultura local trata de condicionar al individuo según sexo, para que equilibre ambas formas accionales, para que su individualidad impulsada por motivos de prestigio no destruya al grupo pescador y para que el grupo no domine la expresión individualizada necesaria en la sociedad [19]
Así, es posible evidenciar que los intereses de Alicia Dussan de Reichel no se limitaban al apoyo y estudio de las comunidades indígenas del caribe colombiano, sino que también se interesó por los y las campesinas de la región. Su trabajo visibilizó la labor de las mujeres, su rol en la familia, en la nutrición, la salud, la economía y otras labores [20].
Ranchería y Cesar
En las cercanías del Río Ranchería (Barracas, Guajira. Actualmente El Cerrejón), Alicia Dussan y Gerardo Reichel-Dolmatoff tenían conocimiento de que había sitios arqueológicos que les ofrecería “a través de distintas capas o estratos, una mayor profundidad temporal con claras diferencias entre los niveles, lo que les permitiría llegar a conocer el desarrollo y los cambios culturales ocurridos en una comunidad” [21] al largo de siglos e, incluso, milenios. En Boletín de Arqueología publicaron los resultados de esta excavación en dos partes, tituladas “Investigaciones arqueológicas en el departamento del Magdalena: 1946-1950. Parte I: arqueología del río Ranchería; Parte II: arqueología del río Cesar”. Este trabajo mereció reseñas positivas del arqueólogo y antropólogo John Howland Rowe (1918 – 2004) en la revista American Anthropologist y del arqueólogo Emil W. Haury (1904 – 1992) en la revista American Antiquity, ambas en 1952.
Cartagena
Como esposos, los Reichel-Dolmatoff vivieron en Cartagena seis años (1954 – 1960) y fue un periodo importante porque su trabajo arqueológico fue pionero en la zona, porque nadie había trabajado en el llamado Bolívar Grande (que comprende la región Caribe colombiana ubicada entre el curso bajo del río Magdalena y el golfo de Urabá), a excepción de algunas excavaciones que ya habían sido adelantadas en el Atlántico y en la Sierra Nevada. Dentro de sus logros profesionales se resaltan los descubrimientos arqueológicos en lugares como Monsú, Barlovento y Puerto Hormiga, en el departamento de Bolívar, donde se asentaron unas de las culturas tempranas de la América amerindia y encontraron unas de las cerámicas más antiguar que datan, aproximadamente, de 3090+/70 años a.C. “Los fragmentos cerámicos hallados en estos sitios fueron entregados al museo de Barranquilla.” También fueron pioneros en las investigaciones realizadas al margen del Río Sinú, donde también encontraron importantes yacimientos de cerámica – el más grande donde algún arqueólogo en Colombia pudiese haber encontrado – y cambios en la base alimentaria agrícola y alimentaria de la cultura Momil (municipio del departamento de Córdoba). En esta exploración, los Reichel-Dolmatoff pudieron ver que “la cantidad de tiestos, la profundidad del basurero, además de la fertilidad de los suelos circundantes y la abundancia de pesca, le sugirieron que Momil representaba una “etapa bien desarrollada” y caracterizada por la presencia de una numerosa población sedentaria.” En 1958 Dussan y Reichel-Dolmatoff incursionaron en el campo de la antropología médica, al publicar oficialmente su trabajo "Nivel de salud y medicina popular en una aldea mestiza colombiana" en la Revista Colombiana de Antropología. De hecho, se puede recordar que estos temas de salud y prácticas de cuidado se reflejaron en los intereses investigativos de Alicia Dussan desde su estadía en Taganga (Santa Marta). En este trabajo, los antropólogos señalan que uno de los principales obstáculos para la implementación de las campañas de medicina preventiva en el ámbito rural – y urbano – de ese momento, consistía en “la multitud de creencias y prácticas populares relacionadas con las causas y la curación de las enfermedades. Estas costumbres, que forman un complejo cuerpo de Medicina Popular”. En 1959, Alicia Dussan fue nombrada como delegada colombiana a la reunión de la American Anthropological Association que se daría en Ciudad de México y allí conoció a los antropólogos y arqueólogos Clifford Geertz (1926 – 2006) y Betty Meggers (1921 – 2012); al antropólogo e historiador Melville Herskovits (1895 – 1963); entre otras figuras importantes.
Chocó
Entre 1960 – 1963, los antropólogos iniciaron investigaciones arqueológicas en el Chocó y “excavaron 25 sitios arqueológicos en las riberas del río San Juan”, en el Pacífico colombiano, financiada por el Institute Andean Research, desde Punta Ardita hasta Buenaventura. Los resultados apuntaron a que los indígenas prehispánicos de la región habían logrado adaptarse muy bien al medio selvático húmedo y que, para el 600 a.c., ya existían culturas asentadas basadas en la agricultura del maíz. Además del propósito investigativo, se toparon con un fenómeno local particular, se trató de un movimiento apocalíptico el que un curandero llamado El Hermanito generó pánico porque predicó el fin del mundo; ya que “la gente indígena y de las comunidades negras vendía sus bienes, sacrificaba sus cerdos, botaba al río joyas y otros elementos personales” . Se puede considerar uno de los primeros ejercicios de observación en el campo de la antropología religiosa, pues comentaron que: En realidad, parece que todo lo complejo apocalíptico, de desastre y castigos, todo lo de la persecución por los sacerdotes y autoridades, la destrucción de los bienes, la suspensión del trabajo, la baja de los precios, la repartición de la carne y la flagelación, no fueron proclamados por el Hermanito sino le fueron atribuidos por sus seguidores. Por todo lo que nos consta, el Hermanito nunca mencionó todo aquello y solo pidió que la gente viviera cristianamente y en paz. Su actuación como curandero se limitaba a administrar sus píldoras de barro, sus recetas de dieta vegetal y hacer algunos masajes; no quería ser más que un simple curandero, pero la gente esperaba un redentor.
Se evidencia que las observaciones de estos antropólogos no se limitaron al campo arqueológico o de la antropología cultural, sino que también eran sensibles a otro tipo de dinámicas como los movimientos religiosos populares y registraban lo visto para posibles estudios futuros.
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