Silvia Galvis Ramírez

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
Silvia Galvis Ramírez
Datos generales
Nombre Silvia Galvis Ramírez
Fecha de nacimiento 24 de noviembre de 1945
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Ocupación Periodista y escritora
Primaria Colegio La Presentación
Bachillerato Las Ursulinas - Cincinnati (Estados Unidos)
Estudios universitarios Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes
Formación profesional Politóloga
País de nacimiento Colombia, Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Bucaramanga
Fecha de fallecimiento 20 de septiembre de 2009
Ciudad de fallecimiento Bucaramanga
Familia Alejandro Galvis (padre); Alicia Ramírez (madre); Alexandra (hija) Sebastián (hijo)
Cónyuge Alberto Donadío; Gerhard Hiller Brauer (primer esposo)


Silvia Galvis Ramírez fue una periodista y escritora colombiana. Nació en la ciudad de Bucaramanga, el 24 de noviembre de 1954, en el seno del matrimonio de Alejandro Galvis y Alicia Ramírez. Su padre, un periodista destacado y político del partido Liberal, tuvo una gran influencia sobre ella, que durante su vida profesional, dirigió el periódico Vanguardia Liberal, fundado por él en 1919. Silvia terminó sus estudios escolares en Cincinnati (Estados Unidos) y posteriormente se graduó de Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes. Su trabajo periodístico es admirado por la templanza con la que asumía sus posiciones críticas y su buen sentido satírico, además, es reconocida por su contribución al periodismo investigativo. Por otra parte, su obra literaria combina elementos de ficción con los resultados de investigaciones históricas y sus novelas contribuyen al reconocimiento del espacio de las mujeres dentro de la historia nacional. Murió a los 64 años en su ciudad natal, Bucaramanga.

Biografía

La infancia de Silvia y el descubrimiento de las letras

Silvia creció en una familia acomodada de cuatro hermanos, dos mujeres y dos hombres. Pasó su infancia en el barrio Bolarquí de Bucaramanga, donde se vivía un ambiente de amistad y camaradería tanto entre los niños como entre los adultos. Sus amigos de infancia recuerdan muchas tardes de tertulias, bailes y juegos, en ellas, Silvia siempre fue percibida como una niña inteligente y carismática (Donadío, 2010). El trabajo de su padre Alejandro, significó una gran influencia para Silvia. Fue un liberal acérrimo y defensor de los ideales políticos de Rafael Uribe Uribe. En 1919 fundó el periódico Vanguardia Liberal de circulación en el departamento de Santander y durante las décadas de 1930 y 1940 desempeñó varios cargos políticos como Presidente de la Cámara de Representantes, Presidente del Senado, Gobernador de Santander, Ministro de Defensa, y Embajador en México, Venezuela y España.

Los primeros años de vida de Silvia transcurrieron durante un álgido periodo de la historia de Colombia conocido como La Violencia, donde se produjo una serie de enfrentamientos entre adeptos al partido Liberal y adeptos al partido Conservador. Así, Silvia se crió en un ambiente muy movido políticamente. Desde pequeña creció escuchando conversaciones sobre asuntos de la coyuntura nacional e internacional, lo cual despertaba en ella gran fascinación.

El 10 de enero de 1953, cuando Silvia tenía siete años, Vanguardia Liberal, el periódico que dirigía su padre, fue atacado con tres bombas. Sin embargo, este atentado no fue motivo de intimidación, pues solo dos días después, se reanudó la circulación con el titular “¡Aquí estamos!” (Caballero, 2019). El coraje que demostró su padre en esta ocasión quedaría grabado en Silvia, quien años después enfrentaría con la misma firmeza otro tipo de violencias.

Pronto, Alejandro se dio cuenta del interés de su hija Silvia por la literatura y la política. Durante una convalecencia que pasó en su casa a causa de una quemadura por pólvora, el padre se dedicó a orientarla en la gran biblioteca familiar, donde rápidamente devoró las novelas de Chesterton, Neville y Wilde. La pasión que le despertaron las letras se tradujo en un pensamiento crítico y una intolerancia radical frente al autoritarismo y las injusticias, especialmente las de género, lo que a menudo fue motivo de inconvenientes y descontentos. Para empezar, su sentido crítico se desbordó al tomar conciencia de la educación confesional que recibía en el colegio católico La Presentación. Allí, como lo recordaba anecdóticamente, las monjas prohibían que los niños y las niñas se bañaran en la misma piscina, pues creían que los espermatozoides nadaban y las podrían dejar en embarazo (Caballero, 2019).

Una vocación hacia la investigación y la libertad de prensa

Silvia terminó los estudios de bachillerato en Cincinnati (Estados Unidos), en el colegio de las Ursulinas y luego viajó a Alemania para continuar estudiando idiomas. A su regreso a Colombia, estudió Ciencias políticas en la Universidad de los Andes. Para ese entonces, ya tenía dos hijos, Alexandra y Sebastián, de su primer matrimonio con el ingeniero Gerhard Hiller Brauer.

El interés de Silvia por el periodismo comenzó desde muy temprano. Apenas contaba con 18 años cuando le pidió a su padre que la dejara escribir una columna dominical en Vanguardia Liberal. Junto con sus amigos de adolescencia Enrique Ogliastri, Eberhard Correa y “Teté” Camargo, empezaron a escribir una columna para cada domingo donde sobresalía el buen sentido del humor y la crítica a las posturas conservadoras y la sociedad machista bumanguesa (Ogliastri, 2010). Al igual que su padre, la vida profesional de Silvia estuvo encaminada al periodismo. Escribiendo para Vanguardia Liberal, se destacó por el rigor investigativo que daba a su trabajo. En 1980 fundó el departamento de periodismo investigativo, donde en compañía de Eduardo Durán, Carlos Eduardo Gómez y José Luis Ramírez León, realizaron una labor sobresaliente, que en 1982 les valió una mención especial en el área de Trabajo Social en el marco del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por un reportaje llamado Estado de la educación en Bucaramanga (Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, 2019). Unos años más tarde, en 1987, el mismo premio le otorgó a Silvia el reconocimiento a la mejor columna de opinión, titulada Vía Libre, que venía escribiendo desde 1979 y se había posicionado como la más leída del diario.

En 1989, por segunda vez Vanguardia Liberal fue objeto de un atentado violento, esta vez con un carro bomba con el cual un grupo de narcotraficantes buscaba censurar la labor periodística del diario. Silvia era consciente de la influencia que tenía la prensa en la construcción de la opinión pública, y por lo tanto en el devenir político y social del país. En consecuencia, asumió la dirección del periódico con valentía y compromiso. Al día siguiente del atentado, el periódico circuló con el mismo titular que había usado su padre en 1953: “¡Aquí estamos!”

Desde la dirección de Vanguardia Liberal fue una recia defensora de los procesos de paz, que por los años ochenta se estaban dando entre el presidente Belisario Betancur y los dirigentes de la guerrilla del M-19. Silvia no temía abordar temas álgidos, que tocaban los intereses de sectores poderosos. Durante toda su vida se dedicó a criticar con firmeza a los conservadores y la Iglesia católica, sin embargo, también escribió sobre problemáticas ambientales, relacionadas con la explotación de petróleo en Barrancabermeja, sobre corrupción, y la incapacidad de gobernanza de los políticos de turno (incluso si estos eran liberales). Estas críticas le fueron correspondidas, por lo que muchos la tildaron de corromper las mentes jóvenes de sus lectores.

Silvia siguió sus ideales con osadía, sin dejarse presionar, aún en momentos en extremo peligrosos para los defensores de la libertad de prensa. Como cuenta Carlos Guillermo Martínez, periodista de Vanguardia Liberal:

Al ver la seguridad en sus palabras y decisiones, la claridad en sus conceptos y la determinación en su propósito de informar el acontecimiento tal y como se presentó, sin dejarse manipular por las presiones de uno u otro lado, los periodistas fuimos asumiendo nuestras tareas, estimulados por la confianza y el valor que Silvia nos mostraba (Martínez, 2010, p.186)

Escribió en Vanguardia Liberal hasta principios de la década de los noventa, cuando fue invitada a escribir para El Espectador, desde donde sus columnas trascendieron el ámbito regional y adquirieron un carácter nacional. Silvia vivió sus últimos años en compañía de su esposo Alberto Donadío, sus hijos y sus nietos. Murió en Bucaramanga, su ciudad natal, el 20 de septiembre de 2009, pocos días antes de que saliera publicada su última novela Un mal asunto.