Rafael Antonio Niño Munévar

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
Rafael Antonio Niño Munévar
Datos generales
Nombre Rafael Antonio Niño Munévar
Fecha de nacimiento 11 de diciembre de 1949
Ocupación Ciclista profesional
País de nacimiento Colombia Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Cucaita, Boyacá
Familia Marcos Niño (padre) y María de Jesús (madre)


Rafael Antonio Niño Munévar, conocido como El niño de Cucaita, es un exciclista profesional nacido en Boyacá el 11 de diciembre de 1949. Corrió durante los años setenta y ochenta, y conserva la marca como el ciclista más ganador de la Vuelta a Colombia (seis ocasiones) y el Clásico RCN (cinco ocasiones). También ganó la Vuelta de la Juventud y la Vuelta a Cundinamarca. Participó en el Giro de Italia de 1974. A mediados de los años ochenta, ya retirado, trabajó como director técnico del equipo Café de Colombia en el Tour de Francia. Después se ha dedicado a dirigir otros equipos en Colombia.

Biografía

Inicios en el ciclismo

Hijo de Marcos Niño y María de Jesús, Rafael Antonio fue un niño prodigio de los pedales. Empezó dándole vueltas a la plaza central de Cucaita, su pueblo, en una bicicleta que su amigo de infancia José del Carmen Larrota le alquilaba por veinte centavos, según reseña el libro La gran historia de la Vuelta a Colombia 1951-2011. Su padre, al ver la intensidad de su afición, decidió regalarle una bicicleta de turismo; el vehículo común que sirvió a tantos ciclistas colombianos durante sus comienzos. Niño tuvo que esperar unos años para poder explorar los alrededores del pueblo, pues la carretera que une Cucaita con Villa de Leyva aún no existía en esa época. Rafael Antonio se mudó pronto a Bogotá, y aunque se llevó su bicicleta llegó con planes de comprar una mejor. Para ganar dinero y mantenerse trabajó como ayudante de embobinador de motores en los talleres Taelectro, ubicados en el barrio Ricaurte. Al poco tiempo empezó a participar en carreras cortas que se disputaban en las calles de la capital. Así preparaba las piernas que lo convertirían en leyenda nacional.

Como muchos de sus colegas, Niño trabajó también como mensajero en una droguería. Al tiempo que ganaba dinero entrenaba con los viajes incontables que debió hacer en esa temporada. La primera carrera de relativa importancia que ganó fue de ida y vuelta hasta la zona donde está el Salto del Tequendama. Entonces ya estaba estrenando una mejor bicicleta. Poco a poco el futuro campeón mejoraba su herramienta, y mejoraba también su técnica de pedaleo.

En 1970, con 21 años, ganó la Vuelta de la Juventud, la versión juvenil de la Vuelta a Colombia. Había nacido un mito.

El dominio

En 1970 Niño debutó como novato en la Vuelta a Colombia. Tuvo dificultades para conseguir equipo, pero lo logró faltando apenas unos días para la salida. La prueba incluyó trece etapas, con salida y llegada en Bogotá. El último día entró Niño como vencedor en el Estadio El Campín, cuyas gradas estaban llenas de espectadores. El ciclismo ya se había convertido en el gran deporte nacional, y Rafael Antonio Niño era su nueva estrella. “La sensación fue única, especial. Cuando vi la pancarta sabía que era campeón; sentí una alegría inmensa, mi familia me estaba esperando, los periódicos hablaban de mí, el novato ganador” (Urrego et al., 2011, p. 128).

En 1971 subió al podio de la Vuelta en el tercer puesto y ganó el Clásico RCN. Pero tuvo que esperar hasta 1973 para repetir su victoria en dicha competencia. A partir de ese año volvió a ganar en 1975, 1977, 1978 y 1980. El Clásico RCN lo ganó también en 1975, 1977, 1978 y 1979. La del setenta fue su década.

Niño fue un primus inter pares, pues para ser campeón tuvo que vencer a verdaderos titanes del pedal, como Cochise Rodríguez, Miguel Samacá, Álvaro Pachón y otros de altísimo nivel. El ciclista de Cucaita era completo: buen escalador y rodador, pero en las pruebas contrarreloj encontraba la ventaja necesaria para liquidar a sus adversarios.

Las contrarrelojes eran mis mejores coequiperas, unos gregarios de lujo. Siempre me preparé muy bien para ellas; hacía kilómetros contra el reloj para medirme y ver cómo estaba. Eran mi fuerte, mi arma contra mis rivales, porque si no podía sacar tiempo subiendo, estaba tranquilo porque la tenía segura, tenía confianza de que en las etapas a cronómetro sacaba el tiempo necesario para ganar (Urrego et al., 2011, p. 143).

Más allá de las fronteras

Rafael Antonio Niño conocía su talento y sus capacidades, y sabía que estaba listo para correr fuera de Colombia. Ya había corrido en Venezuela y en México, pero su gran objetivo era Europa: la meca del ciclismo internacional.

En 1974 viajó por primera vez a Italia, donde ya había aterrizado otro escarabajo: Cochise Rodríguez. Ambos fueron pioneros en la internacionalización del ciclismo colombiano; ambos abrieron un hueco en el competido pelotón internacional, para que decenas de jóvenes paisanos, los campeones del futuro, pudieran viajar hasta allá beneficiados por su estela.

Pero su llegada a Europa no fue como esperaba. Fue contratado como un secundario de lujo y descubrió que debía dar la vida por su líder, Giovanni Battaglin. Debía trabajar para el capo y apoyarlo, aunque desfalleciera. Así el campeón tuvo que postergar sus proyectos, por primera vez subordinado ante otro ciclista.

Para mí eso fue muy berraco porque yo no podía hacer carrera, me tocaba ayudarlo siempre y cuando él se recuperaba y empezaba a andar, atacaba y yo quedaba jodido porque ya no tenía fuerzas. A mí eso me mamó, me cansó, yo quería devolverme y les dije eso, porque yo quería correr libre y ganar. Ese era mi deseo (Urrego et al., 2011, p. 150).

Rafael Antonio Niño terminó su debut en el Giro de Italia del año 1974 en el puesto 41, una ubicación a la que no estaba acostumbrado. Apenas pudo, regresó a Colombia. En su país todavía le quedaba media década de éxitos en la ruta. En 1980, por una caída, perdió la oportunidad de ganar su séptima Vuelta a Colombia, que ese año logró Alfonso Flórez. Se acercaba el momento del retiro.

Fuera de la ruta se volvió evangélico y dedicó sus energías al comercio. Según reseñó El Tiempo, a mediados de los años noventa el campeón volvió a su tierra, Boyacá.

En Tunja montó un negocio que se llama Vitrificados de Cúcuta y otro con igual nombre en Duitama. Hace un año fijó su residencia en la Capital Cívica de Boyacá, en donde además de atender sus intereses económicos se ha convertido en un mensajero de la palabra de Dios (“Rafael Antonio Niño no es profeta en su pueblo”, 1998).

En años recientes ha trabajado como director técnico en equipos ciclistas de Boyacá.

Cargos en los que se ha desempeñado

  • Ciclista del equipo Jollj Cerámica (1974)
  • Ciclista del equipo Banco Cafetero (1975-1977)
  • Ciclista del equipo Benotto (1978)
  • Ciclista del equipo Lotería de Boyacá (1979)
  • Ciclista del equipo Droguería Yaneth (1980)
  • Ciclista del equipo Lotería de Boyacá (1981-1982)