Dominga Rincón Rincón

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
Dominga Rincón Rincón
Datos generales
Nombre Dominga Rincón Rincón
Fecha de nacimiento 11 de febrero de 1979
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Ocupación Mujer buscadora y lideresa
Primaria Escuela El Danubio. Vereda Cabuya, Tame (Arauca)
Bachillerato Colegio Carlos Julio Umaña Torres. Tópaga (Boyacá)
País de nacimiento Colombia Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Tame, Arauca
Familia Camilo Andrés Rincón (hijo); Roberto Rincón (hermano); Edgar Rodrigo Rincón (sobrino)


Dominga Rincón Rincón es una mujer de origen campesino, que nació en Tame (Arauca) pero que tuvo que salir desplazada a Tópaga (Boyacá) tras una masacre perpetrada por paramilitares en su vereda. En medio de una vida marcada por violencias basadas en género y el conflicto armado, ha tenido que buscar a un hermano, a uno de sus cinco hijos y a su sobrino. Se reencontró con su hijo Camilo Andrés Rincón tras dos años de su desaparición. Su hermano Roberto Rincón y su sobrino Edgar Rodrigo Rincón siguen desaparecidos. Obligada por las duras circunstancias, ella ha asumido un liderazgo natural para buscar a los desaparecidos en el departamento de Boyacá. Hace parte de la mesa municipal de víctimas de desplazamiento forzado de Tópaga y de la mesa departamental de víctimas de desaparición de Boyacá. Promovió dentro de la gobernación una ordenanza que será presentada ante la Asamblea Departamental que garantice el presupuesto para la búsqueda y la presencia de líderes en territorio que se dediquen a esa labor humanitaria. Su sueño es hacer lugares y parques de la memoria que dignifiquen a las víctimas de desaparición, en cada una de las provincias del departamento.

Ficha de la mujer buscadora y su búsqueda
Campo Información
Región / Macrorregional UBPD Boyacá
Departamento y municipio de origen Tame, Arauca
Vereda / Barrio San López, Tame, Arauca.
Nombre del ser querido desaparecido Roberto Rincón, Edgar Rodrigo Rincón
Relación Hermano y sobrino
Estado de la búsqueda Activa
Organización a la que pertenece Mesa municipal de Víctimas de Tópaga y Mesa departamental de Víctimas de Boyacá.

Biografía

I. Aspectos generales de la mujer

Dominga Rincón Rincón nació en Tame (Arauca) en la vereda San López, a finales de la década de los 70, pero creció en la vereda Cabuya, en un hogar de siete hijos que habitaban una finca de 45 hectáreas. Allí trabajaban y vivían de la agricultura en una tierra fértil y próspera. Su vida cambió con la muerte de su mamá a causa de una trombosis, dejando a varios de sus hijos muy pequeños. Ella recuerda que los menores eran su hermano Roberto, de 10 años; Daniel de 8 y ella, de 6. La vida en el campo era dura por el trabajo, pero también porque ya empezaban a sentirse los rigores del conflicto armado en su vereda, que era -y sigue siendo- un lugar estratégico por estar ubicada en la zona fronteriza entre Arauca, Casanare y Boyacá.

Uno de esos recuerdos de infancia que le quedaron marcados para siempre es cuando acompañaba a su papá a recoger los muertos que bajaban por el río Casanare y les hacía un ataúd para llevarlos al cementerio y darles cristiana sepultura. “Mi papá cepillaba la madera que cortaba en la finca y armaba las cuatro tablas para enterrarlos, no les poníamos nombres ni hacíamos misa ni nada. Los hombres mayores de la vereda ayudaban a cargarlos hasta el cementerio de San Gregorio”, rememoraError en la cita: Etiqueta de apertura <ref> sin su correspondiente cierre </ref>.

Buscando apoyo familiar, Dominga fue a parar a Tópaga con sus tres hijos muy pequeños. “Yo solo pensaba: voy a sacar a mis muchachitos adelante, y cuando me preguntaban cómo los iba a mantener, yo contestaba que donde comía uno comían dos”. Unas tías la recibieron, pero no la pasó bien; dice que sobrevivió de milagro y por eso aceptó la compañía de un hombre que quiso “hacerse cargo de ella y de sus hijos”. En ese nuevo hogar tuvo dos hijos más.

En ese intento por formar una familia tuvo que soportar violencias y maltrato. Aun así, dice que durante mucho tiempo estuvo agradecida porque las condiciones en las que se encontraba antes no eran las mejores y tuvo techo y comida para sus cinco hijos, aunque tuvo que trabajar muy duro para lograrlo. Al mirar hacia atrás piensa que debió quedarse sola y no desperdiciar 24 años de su vida en esa relación. Pero el tiempo no vuelve atrás.

En medio de una vida azarosa, tuvo que enfrentarse a la desaparición de su sobrino Edgar Rodrigo, el 11 de agosto de 2009. En ese momento el joven tenía 26 años, un hogar y un hijo y vivía en Arauca. Desde Boyacá, Dominga apoyó a su hermana en la búsqueda. “He llorado mucho por el dolor de ella”, dice. Sin muchas herramientas y tratando de sobrellevar su vida cargada de responsabilidades, hizo lo que estuvo a su alcance, pero hasta ahora no hay datos concretos sobre el paradero de Edgar.

Y mientras pensaba en cómo salir adelante y cómo buscar a su sobrino desde la distancia, tuvo que enfrentarse a una nueva desaparición. Esta vez fue la de su hijo Camilo Andrés. “Tenía 14 años y era muy rebelde”, recuerda Dominga. Tratando de aliviar su situación económica ella había dejado a ese, su segundo hijo, con uno de sus hermanos durante un tiempo. A los 12 años el muchacho volvió a vivir con su mamá, pero le reprochó los años de ausencia. Un día no volvió a saber de él. Lo único que escuchó fue una versión extraña de que su hijo y otro joven habían sido reclutados por un grupo armado. Al poner la denuncia en la Fiscalía en Sogamoso y apoyados en el testimonio del otro adolescente, quien apareció a los pocos días afirmando que al hijo de Dominga lo habían asesinado y tirado al río, declararon que Camilo Andrés había muerto.

Ella, sin embargo, siguió buscando y viajó hasta Yopal, donde se supone que había sido asesinado. Ni sus oraciones ni la novena de la Sangre de Cristo que se había encontrado un día lluvioso en medio de la búsqueda surtieron efecto. “Alguien me dijo que, si a mi hijo lo habían echado al río, yo debía pedírselo al río para que me lo devolviera”. Y a su memoria volvieron los recuerdos de los muertos que recogía su papá. No lo dudó y de inmediato hizo lo que le habían sugerido, no pudo hacerlo en Yopal, así que un poco resignada se fue a un pequeño río en Tópaga a cumplir con el ritual. Al llegar a su casa, extenuada, recibió una corta llamada, de apenas tres segundos. Era su hijo: “estoy bien mamá, no se preocupe”. Ella intentó devolver la llamada al número del que la habían llamado, trató de averiguar más datos, pero no tuvo más información.

A los seis meses recibió otra llamada de Camilo Andrés en la que además de decirle que estaba bien, le pedía que orara por él. Ese mensaje la llenó de angustia y de fuerzas para seguir buscando, pero en ese momento, a su hija de apenas trece años le descubrieron una enfermedad que la llevaría a una muerte prematura, pese a todo lo que hizo para intentar salvarla. Luego de dos años de ausencia, su hijo volvió a casa, de la misma manera en que se había ido: de repente y sin más explicaciones.

Su alma quedó tranquila con el regreso de su hijo a casa. Recobró la posibilidad de dormir sin levantarse sobresaltada por la impresión de que Camilo Andrés aparecía por la puerta de su casa. Él tiene una vida propia, un hogar y Dominga tiene una causa que va más allá de la búsqueda de su hermano y de su sobrino.

La vida la fue llevando por caminos intrincados que potenciaron un liderazgo que llevaba dentro. Dominga hace parte de la mesa municipal de víctimas de desplazamiento de Tópaga. Al integrar esas instancias, al conocer más y más casos de desaparición que habían ocurrido en un departamento como Boyacá, que supuestamente no había sido afectado por el conflicto armado, pensó que no podía y no debía ser indiferente. Su lucha creció y ahora también hace parte de la mesa departamental de víctimas de desaparición y desde allí ha hecho aportes invaluables en la construcción del Plan Regional de Búsqueda de Boyacá de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, UBPD, e impulsó una ordenanza para garantizar la participación de las organizaciones de familias buscadoras en este plan.