Marina Núñez del Prado

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República
Marina Núñez del Prado
Datos generales
Nombre Marina Núñez del Prado
Fecha de nacimiento 17 de octubre de 1908
Nacionalidad Boliviana
Ocupación Escultora, profesora, académica
Estudios universitarios Academia de Bellas Artes de La Paz, Bolivia (1925-1930). Beca de Estudio en Artes por 8 años de la Asociación Americana de Mujeres Universitarias, Nueva York, Estados Unidos
Formación profesional Artista
País de nacimiento Bolivia
Ciudad de nacimiento La Paz
Fecha de fallecimiento 09 de septiembre de 1995
País de fallecimiento Perú
Ciudad de fallecimiento Lima
Cónyuge Jorge Falcón Garfias


Marina Núñez del Prado, escultora nacida a principios del siglo XX en La Paz, Bolivia. Desde niña vivió entre el arte, pues fue hija de Guillermo Núñez del Prado, reconocido artista de su país. En su obra han sido característicos los cuerpos femeninos cargados de sensualidad, logrando figuras elaboradas en materiales pesados como el granito negro, el ónix blanco o el alabastro minerales que Marina Núñez utilizó, así como algunas maderas nativas de su país. La crítica latinoamericana la sitúa en el umbral del modernismo escultórico de las primeras décadas del siglo XX de la región, comprometida con los movimientos del pensamiento indigenista y en consonancia con sus causas. Marina movilizó la propuesta estética de su obra en función de denunciar y dar a conocer la situación indígena en Latinoamérica. Es considerada como la más importante escultora boliviana del siglo pasado.

Biografía

El 17 de octubre de 1908 nace Marina Núñez del Prado en La Paz, Bolivia. Descubre su pasión por el arte a temprana edad, no solo por la influencia de sus padres artistas, sino también por la educación técnica que recibe en materia de modelado en barro y alfarería. En este contexto favorable a sus inclinaciones plásticas, siendo joven conoce los grandes genios de la Historia del Arte y encuentra inspiración en la maestría de Miguel Ángel para componer sus obras.

Academia de Bellas Artes

A mediados de la década de los años veinte ingresa a la Academia de Bellas Artes en La Paz, Bolivia y obtiene su cartón de grado en 1930. Este mismo año tendría su primera exposición individual en su ciudad natal y es reconocida con la Medalla de Oro a la mejor Exposición del año en La Paz. Continúa estudiando por su cuenta y creando con intensidad y compromiso, a la vez que trabaja como instructora y docente en la Academia de Bellas Artes, donde imparte clases de anatomía para escultores y escultura artística. El convertirse en la primera mujer en adoptar tal posición en la academia y en la sociedad boliviana da cuenta de su potencial estético y social.

Con el terreno ganado entre los artistas locales, Marina Núñez continúa exhibiendo su obra en la ciudad de La Paz. Permanentemente activa, es reconocida por críticos, periodistas y gobernantes. Colabora y sostiene conversaciones periódicas con el pintor coetáneo Cecilio Guzmán de Rojas, quien por entonces lideraba el movimiento de arte indigenista sobre la causa indígena, sobre el movimiento literario del indigenismo, el nativismo, y toda la literatura y filosofía del pensamiento crítico latinoamericano que apenas despuntaba en las voces de la academia global.

Los viajes y el retorno

Marina continúa exponiendo su trabajo de manera constante a la par que se desempeña como catedrática en su casa de estudios. En 1938 viaja por Suramérica y luego visita Egipto y varios países de Europa y llega a Nueva York, donde permanece ocho años estudiando Artes con una beca otorgada por la Asociación Americana de Mujeres Universitarias fundada en 1881 y que aún hoy continúa vigente. En su estancia en Norteamérica gana la medalla de Oro (1946) por la exposición Miners in Revolt que visibiliza la acción conjunta de los trabajadores del Cerro Rico de la Plata de Potosí, Bolivia, quienes sufren fuertes conflictos sociales y críticas condiciones laborales.

La escultora Marina Núñez del Prado es ejemplo de perseverancia y amor al oficio que deviene en arte, de la simplicidad de las acciones, de lo pequeño que marca la escultura grande dando forma en los detalles y en las perspectivas de su ejecución. La dedicación a la escultura y la vitalidad de las experiencias vividas en otros países, afirmaron en ella los esfuerzos por intentar lo imposible, de donde surge lo bello. El conocimiento empírico que le proporcionó el modelado y su relación directa con los materiales animó la estrecha relación de Marina con los elementos utilizados para sus creaciones, impulsadas por la fuerza de las causas comunes y el espíritu de comunidad, los derechos indígenas y las realidades de su región. Elementos que sumados lograron la propuesta estética de su obra.

En 1948 regresa a su país y ciudad natal, donde continúa con sus producciones inspiradas en los temas de los pueblos indígenas, pero también se inclina por el paisajismo y los retratos culturales. La inclinación indigenista de la escultora se hace evidente en las obras de la década de los años sesenta, entre ellas, La Venus blanca y Madre e hijo, obras que nacieron de los indios nativos de Bolivia y que fueron admiradas por el público de la época.

Los viajes y el retorno

Marina continúa exponiendo su trabajo de manera constante a la par que se desempeña como catedrática en su casa de estudios. En 1938 viaja por Suramérica y luego visita Egipto y varios países de Europa y llega a Nueva York, donde permanece ocho años estudiando Artes con una beca otorgada por la Asociación Americana de Mujeres Universitarias fundada en 1881 y que aún hoy continúa vigente. En su estancia en Norteamérica gana la medalla de Oro (1946) por la exposición Miners in Revolt que visibiliza la acción conjunta de los trabajadores del Cerro Rico de la Plata de Potosí, Bolivia, quienes sufren fuertes conflictos sociales y críticas condiciones laborales.

La escultora Marina Núñez del Prado es ejemplo de perseverancia y amor al oficio que deviene en arte, de la simplicidad de las acciones, de lo pequeño que marca la escultura grande dando forma en los detalles y en las perspectivas de su ejecución. La dedicación a la escultura y la vitalidad de las experiencias vividas en otros países, afirmaron en ella los esfuerzos por intentar lo imposible, de donde surge lo bello. El conocimiento empírico que le proporcionó el modelado y su relación directa con los materiales animó la estrecha relación de Marina con los elementos utilizados para sus creaciones, impulsadas por la fuerza de las causas comunes y el espíritu de comunidad, los derechos indígenas y las realidades de su región. Elementos que sumados lograron la propuesta estética de su obra.

En 1948 regresa a su país y ciudad natal, donde continúa con sus producciones inspiradas en los temas de los pueblos indígenas, pero también se inclina por el paisajismo y los retratos culturales. La inclinación indigenista de la escultora se hace evidente en las obras de la década de los años sesenta, entre ellas, la Venus blanca y Madre e hijo, obras que nacieron de los indios nativos de Bolivia y que fueron admiradas por el público de la época.

Estudiada por la crítica

Las descripciones del arte de Marina Núñez que han hecho críticos bolivianos, tanto como intelectuales de otros países sobre la obra de Marina Núñez, son muestra de la trascendencia y proyección de su arte. Por su parte, Botelho Gozalvez (1961) ha comentado el trabajo de la escultora y sustrae dos cualidades: la gracia y la fuerza. Los paisajes andinos, las figuras altiplánicas y los recursos rituales indígenas dan a su obra la fuerza mística, propia de estas comunidades. La gracia de la artista radica en la representación de esas intenciones, con las formas y la sensualidad visual de sus esculturas, presencias que Marina Núñez hizo visibles al mundo. La aguda visión de Gozalvez entrevió en esta obra un genio loci, expresión latina que indica la habilidad de adaptar diseños al contexto en que se ubican. También dedujo en su obra cuatro períodos, a saber:

El primero se caracteriza por la temática musical de su trabajo; el segundo por el uso de la escultura bidimensional y la temática social; el tercero por la escultura tridimensional en piedra, también conocida como el período maternal, representado en sus madonas aymaras y en otras representaciones de mujeres indígenas; y el cuarto período es el neo-abstracto, influenciado por Picasso, Archipenko y Milles.

El periodista y escritor colombiano Héctor Rojas Herazo (1962) en sus investigaciones y conocimiento de la obra de Marina Núñez, argumenta porque es característica la gracia, la fuerza y además la monumentalidad en estas esculturas. Indica además la inclinación temática hacia la raza, el mito y la tradición, elementos hoy en día de suma importancia en los proyectos de conocimiento cultural en Latinoamérica y los países en los que se preservan las culturas originarias.

Por su parte, el crítico boliviano Pedro Querejazu (1996) escribe, luego de la muerte de la artista, sobre la particularidad temática de la obra de Marina Núñez, incluyendo su producción en la categoría del realismo nativo como tendencia estética en las relaciones entre materia y símbolos culturales. Según él, su obra del cuarto período adopta una expresión moderna y universalista que alcanza composiciones abstractas para centrarse luego en las figuras femeninas y las criaturas andinas; luego trabajó con maderas amazónicas, metales y piedras.

Entre otros intelectuales, la obra de Marina Núñez fue comentada por el poeta y erudito boyacense Eduardo Mendoza Varela (1961), luego de revisar su exposición en la biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República de Colombia, en Bogotá. Sostuvo que el trabajo de Marina es “milagroso” y “misterioso”. La forma poética que adquiere la crítica de Varela se funda en el empleo de metáforas que enfatizan la maestría de Marina en relación con los materiales; consideró que las formas mesuradas y contenidas adquirían la capacidad de presentarse más allá de su presencia física, y que podrían percibirse como escorzos del espíritu creador captados por la artista.

Desde Perú, el cuentista y periodista Guillermo Nino de Guzmán se refirió a la obra de Marina Núñez del prado como un trabajo de genio y fuerza que alimentó constantemente la energía creativa de la serie Mujeres al viento.

Homenajes literarios, amistades entre artistas

La relación entre las artes nutre los caminos de la metáfora y de las figuras literarias propias del análisis comparado de los elementos de cada lenguaje expresivo. Por su parte, en la literatura española se encuentra un homenaje a la obra de Marina Núñez del Prado, escrito por el poeta Rafael Alberti.

En algunos de sus viajes, Marina Núñez conoció a los artistas que marcarían hitos en la Historia del Arte, entre ellos, a Pablo Picasso, pintor, escultor y ceramista español, con quien entablaría una amistad fructífera en términos de creación estética. También conocería a Constantin Brancusi, entre algunos otros nombres propios de la época. A la poetisa argentina Alfonsina Storni, al poeta boliviano Franz Tamayo y a Juana de Ibarbourou, narradora uruguaya.