Yira Castro Chadid
Nombre | Yira Castro Chadid |
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Fecha de nacimiento | 20 de febrero de 1942 |
Nacionalidad | Colombiana }} |
Ocupación | Política y periodista |
País de nacimiento | Colombia, }} |
Ciudad de nacimiento | Sincelejo |
Fecha de fallecimiento | 09 de julio de 1981 |
País de fallecimiento | Colombia, }} |
Ciudad de fallecimiento | Bogotá |
Familia | Gustavo Castro (padre); Iván Cepeda (hijo); María Cepeda (hija) |
Cónyuge | Manuel Cepeda |
Yira Castro Chadid fue una líder comunista Colombiana. Nació en Sincelejo el 20 de febrero de 1942 y pasó la mayor parte de su vida en Bogotá. Desde los 17 años se vinculó a la Juventud Comunista (Juco) y años después ascendió hasta las principales posiciones de la dirigencia del Partido Comunista Colombiano (PCC). Se casó con Manuel Cepeda, militante del mismo partido, con quien tuvo dos hijos: Iván y María. Se desempeñó como reportera para el periódico La Voz Proletaria donde estableció un vínculo estrecho con las gentes de los barrios más pobres de Bogotá. También fue educadora en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales desde donde se encargó de la formación política de los trabajadores simpatizantes del PCC. La represión de la década de 1970 la llevó a ella y su esposo hasta la cárcel, sin embargo, no desistió y en 1980 fue elegida concejal de Bogotá. Un año después muere, a los 39 años, por una enfermedad a la cual no lograron encontrar tratamiento.
Biografía
Una juventud rebelde
La orientación política de Yira estuvo influenciada por su padre Gustavo Castro, militante del Partido Comunista Colombiano (PCC) e integrante del Comité Ejecutivo Central del mismo. Desde su infancia fue testigo de la represión que cayó en el país sobre las personas que manifestaban ideas políticas de izquierda. Desde el gobierno de Laureano Gómez (1950-1951) y con mayor intensidad durante el de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957) cualquier posición política cercana al socialismo, comunismo o anarquismo fue motivo de represión (Palacios y Safford, 2012). El partido comunista se declaró ilegal, determinación que fue apoyada por el partido Liberal, y la familia Castro-Chadid experimentó la persecución política.
La masacre estudiantil de 1954 impactó especialmente a Yira. El 8 de junio de ese año la policía asesinó a Uriel Gutiérrez, estudiante de medicina y filosofía de la Universidad Nacional. Al día siguiente los estudiantes programaron una marcha hasta el palacio presidencial en protesta por el asesinato. El 9 de junio marcharon más de diez mil estudiantes de universidades públicas y privadas, la represión del Estado, encarnada en el Batallón Colombia disparó contra la manifestación, dejando un saldo de 13 estudiantes asesinados y más de un centenar de heridos (Villar 2019). Una vez cayó el régimen militar de Rojas Pinilla, y el PCC volvió a legalizarse, y Yira entró a la Juventud Comunista (Juco) teniendo 17 años.
En 1960 terminó su bachillerato y ese mismo año se casó con Manuel Cepeda, también militante del PCC, y con quien tendría dos hijos: Iván y María. Decidieron casarse por lo civil, razón por la cual fueron excomulgados de la Iglesia católica y tildados de apóstatas. Inicialmente vivían en una pequeña habitación cerca de la Estación de la Sabana en Bogotá, luego pasaron por varios inquilinatos del centro de la ciudad (Cepeda, 1981).
La Juco y Voz Proletaria
Entre 1960 y 1966 Yira trabajó en el comité regional de la Juco en Bogotá e ingresó a la redacción de Voz proletaria, fundado desde 1957 como órgano de difusión del PCC. Su trabajo como reportera empezó con la redacción de pequeñas notas sobre las tareas de la Juco, y poco a poco se fue interesando más por la elaboración de noticias sobre lo que pasaba en los barrios de la ciudad. Sus notas periodísticas daban cuenta de las condiciones de las familias de los barrios más humildes, la situación de las mujeres trabajadoras y las discriminaciones con base en el género, la precariedad laboral, la persecución contra el sindicalismo y el seguimiento y apoyo a las luchas barriales.
Se destacó especialmente su defensa de la organización barrial del Policarpa Salavarrieta, ubicado en el centro de Bogotá y fundado entre 1961 y 1962 como resultado de una iniciativa organizada por la Central Nacional Provivienda (Cenaprov) para garantizar el derecho a la vivienda digna de decenas de familias. El 8 de abril de 1966 se recuerda como el “viernes santo sangriento” por la represión policial que se desató en el barrio cuando aproximadamente 200 familias se disponían a ocupar un terreno aledaño.
En 1964 el ataque a Marquetalia, enmarcado en el plan LASO del gobierno de Guillermo León Valencia, desencadenó una fuerte ola de represión contra los integrantes del PCC (Rojas, 2011). En numerosas ocasiones la policía allanó la casa de Yira en búsqueda de armas y planes insurreccionales que nunca encontraron. Manuel pasó seis meses en la cárcel modelo, acusado de haber tomado un reportaje a los campesinos de Marquetalia. En otra oportunidad, Yira y Manuel fueron encarcelados simultáneamente, ella en el “Buen Pastor” y él en la Cárcel Modelo. En esa ocasión Yira fue capturada debido a su solidaridad con los perseguidos (Cepeda, 1981).
Entre 1966 y 1970 Yira viajó con su familia a Cuba y a Checoslovaquia, ella y Manuel participaron en varios eventos internacionales como representación de la Juco y el PCC, respectivamente. En Cuba vivieron en La Puntilla y en Checoslovaquia en Praga.
La década de 1970, el trabajo político en medio de la represión
A su regreso al país, en 1970 fue promovida de la JUCO al trabajo en el partido, y en 1972 durante el XI Congreso fue elegida como parte del Comité Central. En la década de 1970 se desempeñó como periodista y educadora del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS). Este Centro fue fundado en 1970 por el PCC, con el objetivo de que asesorara en materia de educación y capacitación de los trabajadores al movimiento sindical y al movimiento cívico popular.
Además de su trabajo político en el PCC, Yira participó del Círculo de Periodistas de Bogotá (CBP) y de la Unión de Mujeres Demócratas. Desde los inicios del gobierno de Julio César Turbay (1978-1982), considerado uno de los más represivos del siglo XX en Colombia (Ramírez y Marín, 2015), Yira actuó con determinación para hacer frente al estatuto de seguridad y la censura que impuso. El estatuto de seguridad o de excepción fue aprobado por el Congreso de la República pocos meses después de que Julio Cesar Turbay hubiera asumido la presidencia. Era una figura jurídica que le daba facultades extraordinarias al poder ejecutivo, con las cuales podía decretar leyes sin contar con el consentimiento del legislativo. El argumento que lo sustentaba era la necesidad de hacer frente a situaciones graves de orden público que no pudieran ser resueltas por medio de los mecanismos ordinarios, por lo tanto debía haber sido un mecanismo jurídico de corta duración, que no obstante se extendió hasta junio de 1982.
- El Estatuto de Seguridad estuvo conformado por 16 artículos que reforzaban la ley penal existente, aumentaban las penas en las acciones relacionadas con el orden público, daban atribuciones y facultades judiciales a los inspectores de Policía, Alcaldes y Comandantes de Policía, y permitía el juzgamiento de civiles por parte de tribunales militares a través de los consejos de guerra verbales. Esta herramienta amplió las competencias de la fuerza militar respecto al mantenimiento de la seguridad tanto nacional como interna y debilitó el control de esta política por parte de los civiles. (Jiménez, 2009, p.83)
Yira y sus allegados sabían que ella se encontraba en la lista de líderes políticos comunistas que el gobierno había señalado para detener y conducir a las caballerizas de Usaquén, donde se solía torturar a los presos. Se la sindicaba de haber participado en su rol de periodista en una conferencia guerrillera de las Farc (Cepeda, 1981). Los últimos años de Yira fueron difíciles para los militantes del PCC y de otras fuerzas políticas alternativas. Como señala Manuel Cepeda (1981), una racha fatal se abatió sobre el partido, lo que condujo a una “serie de decenas y decenas de comunistas caídos bajo la violencia oficial” (p.48).
En 1980 Yira fue elegida como concejal de Bogotá, sin embargo, desde inicios de 1981 cayó gravemente enferma. En medio de un esfuerzo para encontrar cura a su enfermedad, ella y Manuel viajaron hasta Moscú, pero no hubo ningún remedio. Murió el 9 de julio de 1981. Actualmente, su hijo Iván se desempeña como congresista de la República, siendo uno de los principales representantes de las fuerzas de oposición.
Cargos en los que se desempeñó
- Reportera del periódico La voz proletaria
- Concejal de Bogotá
- Miembro del Comité Central del Partido Comunista
- Educadora popular del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS)