Personalidades influyentes en la ciencia en Colombia
Quiénes son
Siglo XIX
Francoise Désire Roulin (medicina)
El médico francés Francoise Désiré Roulin, nacido en Rennes en 1796, llegó a Colombia en 1823 contratado como profesor de ciencias naturales. En el año de su arribo al país, ilustró con dos dibujos la obra Voayage dans la Republique de Colombie, de Mollien.
Actuó como médico en una expedición que, realizada en 1824 y organizada por el gobierno colombiano, pretendía establecer el curso del río Meta, afluente del Orinoco, y determinar de forma precisa su posición astronómica, tanto como la latitud de su confluencia. En este mismo año el doctor Roulin viajó a los Llanos Orientales en donde realizó varios dibujos, como el del oso hormiguero que ilustró posteriormente el libro El reino animal de Cuvier. Durante este viaje contrajo el paludismo, lo que no lo detuvo en 1885 para ir a las minas de oro de La Vega de Supía y Marmoto, como expedicionario contratado por una compañía inglesa. Realizó varios dibujos de éstas y visitó asimismo las minas de sal de Zipaquirá. 1828 fue el último año del doctor Roulin en Colombia. En este tiempo dibujó dos perfiles de Bolivar, de los cuales uno le serviría al escultor Tenerani para elaborar la estatua del libertador Simón Bolívar, que se encuentra en la plaza que lleva su nombre. A partir de 1829, de regreso a Francia con su familia, se dedicó a labores intelectuales y científicas. Publicó en este año diversos artículos sobre Colombia en revistas y periódicos franceses como El Globo, Le Temps, La revue des Deux Mondes, Le magazín Pittoresque, entre otros.
En 1832 trabajó en la Biblioteca del Arsenal, que dejó en 1835 para dedicarse a trabajos científicos. En este año fue nombrado vicebibliotecario del Instituto de Francia, fue elegido miembro libre de la Academia de Ciencias en 1865, año en el que ascendió a bibliotecario general del Instituto. Murió en 1874 en París.
Empresario alemán (Mulheim, 1776 Bogotá, 1853). Pionero de la navegación a vapor en Colombia, Juan Bernardo Elbers es a la navegación fluvial, lo que Francisco Javier Cisneros al desarrollo de los ferrocarriles. Conocido como traficante de armas que proveía al ejército revolucionario durante la Independencia, sus actividades se extendían por los Estados Unidos y el Caribe. Elbers fue reconocido como factor decisivo para el éxito de la campaña de 1819, por haber prestado sus embarcaciones para transportar tropas para las tomas de Portobelo y Cartagena. También entregó al gobierno parte del armamento para la Campaña del Sur, ya que sus ofertas siempre se consideraban razonables.
Por todo esto y por haberse casado en 1824 con Susana Sáenz Santamaría Baraya, dama perteneciente a una influyente familia bogotana, se le concedió la nacionalidad colombiana en 1823. El invento del buque de vapor motivó a los primeros gobernantes de la República a establecer la navegación con este tipo de barcos por el río Magdalena, a través de la concesión de privilegios exclusivos a los empresarios que hicieran una propuesta razonable para la prestación del servicio. La propuesta de Elbers fue acogida por el Congreso y por el vicepresidente Francisco de Paula Santander en 1823, tal vez como contraprestación por sus servicios a la causa de la independencia y por los préstamos que le hizo al nuevo gobierno para dotar de buques y armamento a la marina y la armada. Elbers se obligaba a poner en funcionamiento todos los botes necesarios para abastecer las necesidades del país, a construir una carretera de Honda a Bogotá, y a adecuar canales para comunicar a Cartagena y Santa Marta con el río Magdalena. En 1824 trajo el vapor Filadelfia, con 40 caballos de fuerza. Sin embargo, las condiciones del río no permitieron su operación. En 1825 llegaron los barcos Bolívar y Santander, con el objeto de atender rutas marítimas y fluviales. Pero el adelanto introducido no funcionaba con eficiencia y los bongos y champanes tuvieron que seguir siendo utilizados en muchos tramos. Las múltiples dificultades hicieron que Elbers perdiera mucho dinero y retardara la puesta en servicio de líneas regulares de vapores, incumpliendo las cláusulas contenidas en el privilegio.
Recuperado de la primera frustración, formó una nueva compañía en 1827, y aunque Simón Bolívar le prometió su apoyo, las desavenencias con Santander impidieron que la empresa prosperara. Algunos rumores acerca de la intención de Elbers de vender la concesión a los norteamericanos, originaron la cancelación de su privilegio en 1829, por orden del Libertador. Elbers continuó con la empresa sin ninguna concesión estatal, pero las dificultades fueron mayores y volvió a cancelar su proyecto. Aunque Santander le confirmó de nuevo el privilegio en 1834, Elbers no pudo cumplir con sus obligaciones, y su privilegio fue cancelado por segunda vez en 1837, ante su incapacidad para mantener transporte regular por el río. En 1851, el Congreso dictó una ley, en respuesta a una demanda de Elbers, para que el gobierno nacional lo indemnizara por los perjuicios que le ocasionó la arbitraria suspención del privilegio de 1829. Los obstáculos para el desarrollo de la navegación a vapor en el siglo XIX eran, según Salvador Camacho Roldán, la escasez de capital, la carencia de tecnología y técnicos, la falta de industrias que proveyeran de carga suficiente y permanente a los vapores, la poca disponibilidad de buenos combustibles, la incapacidad de los pilotos para operar las naves en el río, la hostilidad de los habitantes ribereños y los bogas del bajo Magdalena hacia los vapores, la turbulencia política del país y la implantación de los monopolios estatales sobre la navegación. El auge de los vapores sólo se dio a partir de 1850, cuando fueron suprimidos estos monopolios. Elbers, como la mayoría de los inversionistas europeos que trabajaron en Colombia luego de la Independencia, sufrió de exceso de optimismo. Para él fueron veinte años de esfuerzos sin ganancias, pero su aporte consistió en la exploración y el estudio del problema, aprovechados más tarde para el desarrollo de la navegación a vapor por el río Magdalena.
Tyrell Moore (minería)
Empresario inglés (Londres, 1803 Bogotá, 1881). Tyrell Stewart Moore estudió matemáticas y ciencias "especulativas" y aplicadas en Londres, y continuó su educación en Suiza y Alemania. Sobresalió como mecánico, metalurgista y minero. Llegó a Colombia en 1829 contratado por la compañía inglesa que explotaba las vetas de Marmato. Luego pasó a Antioquia y trabajó en minas en Santa Rosa, Anorí y Amalfi, productivos distritos auríferos. Allí fabricó los primeros molinos cornish mill, o de bocartes, que funcionaron en la provincia, adelanto técnico que revolucionó la minería de veta y la economía de la región, por permitir el beneficio de materiales de bajo contenido en oro; antes, la molienda del mineral se hacía a mano, utilizando dos piedras. En 1848 Moore dio comienzo a la Hacienda de Fundición de Titiribí, el montaje metalúrgico más grande emprendido en Colombia hasta entonces: 5 hornos de viento, 5 de torrefacción y 2 de copelación, con el fin de beneficiar los minerales de las famosas vetas de El Zancudo.
Para tal efecto, viajó a Alemania a traer un contingente de técnicos mineros y fundidores. Algunos de ellos, como Greiffestein, Hausler, Kóch, Gelger, Müller, Paschke, Fiebiger, Abe, Wideman, Beckert, fueron decisivos después para el desarrollo de numerosas industrias en Antioquia. La fundición de Titiribí impulsó también, y por primera vez, la minería del carbón y la producción de coque a gran escala con fines industriales. En el decenio de 1860, Moore intentó explotar las minas de cobre de Moniquirá, y en 1866 viajó nuevamente a Alemania a contratar técnicos para el montaje de otra fundición en Pamplona (Santander). Incursionó como empresario colonizador, aprovechando la legislación de fomento de este ramo que se produjo en los años treinta. El gobierno nacional le dio una concesión de 100 000 hectáreas en el Bajo Cauca para establecer una colonia agrícola con extranjeros laboriosos. El proyecto no progresó por la oposición de la Iglesia a la llegada masiva de inmigrantes protestantes a la región. Sin embargo, en tal concesión Moore experimentó con la siembra de café en tierras de Valdivia, y dejó construido el camino del Padrero, que abrió extensas zonas de baldíos a la colonización y la ganadería de ceba, además de facilitar la conducción de ganado flaco entre la Costa y Antioquia. Esta fue una de las muchas empresas de inversionistas británicos que fracasaron en Colombia en el siglo XIX, debido a problemas políticos, religiosos, económicos y al exceso de optimismo. En la década de 1850 Moore incursionó como urbanizador en Medellín, asociado con otros capitalistas de la ciudad. Desarrolló el nuevo sector de Villanueva, comprando considerables extensiones de tierra al nororiente de la población.
Luego donó terrenos para numerosas calles, un parque y una catedral. Agustín Codazzi elogió ampliamente el mapa geodésico de Antioquia, ' el primero en su género, levantado por Moore a base de penosos recorridos, con el simple auxilio de un grafóínero, un barómetro y dispendiosos cálculos trigonométricos. Este fue la base para realizar el de la Comisión Corográfica. De Antioquia, Moore pasó a Cundinamarca, donde actuó como colonizador y pionero en la siembra y montaje de grandes haciendas cafeteras con plantaciones científicas, en el occidente de ese estado (Chimbe, Sasaima), tal como lo describe Medardo Rivas en su obra Trabajadores de tierra caliente. Este negocio fue emprendido por algunos empresarios como alternativa a la crisis de las exportaciones por la quiebra de la industria del añil en Tocaima y Nilo. Moore se nacionalizó en Colombia, y se casó con Nepomucena Mejía, pariente del prócer antioqueño Liborio Mejía. Tyrell Moore fue, ante todo, un promotor de empresas; su trabajo estuvo orientado casi siempre a sacar el máximo provecho en los sectores económicos fundamentales pero atrasados, como la minería, los caminos y la agricultura de exportación. El trabajo mancomunado de inversionistas antioqueños con empresarios y técnicos extranjeros, dio como resultado una dinámica social y económica de trascendentales repercusiones en la provincia y en el país, tal como lo ilustra el caso de Moore.
LUIS FERNANDO MOLINA
José Celestino Mutis (botánica)
Científico y eclesiástico español (Cádiz, abril 6 de 1732 - Santafé de Bogotá, septiembre 11 de 1808), fundador de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Futuro "oráculo" del virreinato del Nuevo Reino, no se conocen datos sobre la infancia y adolescencia de José Celestino Bruno Mutis y Bosio, aparte de la fecha de su bautizo, el miércoles 16 de abril de 1732, en Cádiz. Se sabe con certeza que Mutis inició sus estudios de medicina en el Colegio de Cirugía de Cádiz, donde tuvo un primer acercamiento a la medicina y cirugía modernas, apoyadas en la física, la química, la botánica, la anatomía práctica y la enseñanza clínica.
Sin embargo, la escuela de Cádiz no tenía autorización para otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, razón por la cual Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. El 17 de marzo de 1753 obtuvo el título en Artes y Filosofía, requisito indispensable para optar por el de medicina, el cual consiguió el 2 de mayo de 1755. Durante cuatro años ejerció en el Hospital de Marina de Cádiz, donde se interesó, seguramente a instancias de don Jorge Juan de Santacilia, por la astronomía. El 5 de julio de 1757 se doctoró como médico del Real Proto-Medicato, bajo la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de esa época. Entre 1757 y julio de 1760 trabajó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid, mientras perfeccionaba sus conocimientos de botánica en el Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes, así como los de astronomía y matemáticas. Al cabo de esos tres años, rechazó una beca de especialización en París y decidió partir para América como médico particular del recién nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada, Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podía consagrarse como científico. José Celestino Mutis salió de Cádiz, rumbo a América, el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé de Bogotá el 24 de febrero de 1761. Meses antes, cuando se dirigía de Madrid a Cádiz, inició su Diario de Observaciones, en el cual consignó, hasta 1791, buena parte de sus impresiones.
Mutis conocía ampliamente las obras que se habían escrito sobre el Nuevo Mundo, y muy especialmente las de los autores imbuidos por el interés redescubridor: Antonio de Ulloa, Jorge Juan de Santacilia, Joseph Gumilla, Joseph Cassani y otros. El 13 de marzo de 1762, el joven médico gaditano inició la revolución científica e ideológica del Virreinato de la Nueva Granada, cuando en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio del Rosario, dio a conocer los principios elementales del sistema de Copérnico (que contradecía las teorías de Ptolomeo y de la escolástica), de la ciencia moderna y del método experimental. Esto Je significó a Mutis algunos enfrentamientos con dominicos y agustinos, y en 1774 tuvo que defender ante la Santa Inquisición, la conveniencia de la enseñanza de los principios copernicanos, así como de la física y matemática modernas, inspiradas en Isaac Newton, y de la "filosofía natural". En esencia Mutis cumplió, en muchas de sus actividades intelectuales, un importante papel de multiplicador y orientador, y fue uno de los más destacados estrategas políticos de la Corona española. Desde el momento de su llegada al Virreinato, Mutis se preocupó por formar un herbario y por encontrar la quina. Años después, cuando dirigía la Expedición Botánica, dedicó a algunos comisionados, en especial a fray Diego de García, a determinar en qué sitios se encontraba y qué posibilidades económicas tenía. Estudió con ahínco las características y virtudes terapéuticas de cuatro variedades de quina, a la cual consideraba una "panacea" universal; y a partir de esas reflexiones escribió su única obra científica acabada: El Arcano de la Quina, publicada por entregas en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá que dirigía Manuel del Socorro Rodríguez. Así mismo, promovió la creación de un estanco de la quina y se involucró de manera decidida en la comercialización de este producto, por lo que alcanzó jugosas ganancias económicas. En 1763-1764, Mutis escribió al rey Carlos m solicitándole que creara una Expedición Botánica con el fin de estudiar la fauna y flora americanas, con lo cual España podría derivar grandes ganancias económicas. Miembro de una generación de españoles conscientes de que las colonias americanas no sólo producían oro, plata y metales preciosos, y de que tales elementos habían sido desastrosos para la economía de la metrópoli, Mutis insistió en la cantidad de maderas, tintes, ceras, gomas y, en fin, materias primas que irían en beneficio de la industria y el comercio de la menguada economía española. Las cartas de Mutis al rey de España se conocen históricamente como las "representaciones", y constituyen el plan de acción que el gaditano se trazó para el resto de su vida.
Sin embargo, Mutis tuvo que esperar 20 años para que se le diera curso a la Expedición planteada por él. Durante esos 20 años de espera, el sabio se dedicó a otras labores, especialmente las comerciales y mineras, sin olvidar la medicina, con el fin de allegar fondos suficientes que le permitieran dedicarse de manera definitiva a la investigación científica. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de la Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1777 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata. En suma, Mutis contribuyó a la modernización de la minería en el Virreinato, tanto en los aspectos de producción, con nuevas técnicas de explotación, como en los de industrialización, con novedosas formas de empresas mineras. El 19 de diciembre de 1772, Mutis obtuvo las órdenes sacerdotales; y en 1781, cuando tuvo lugar la revolución de los Comuneros, se hallaba trabajando en sus negocios particulares.
Mantenía constante correspondencia con los principales científicos europeos y españoles, especialmente con Carl von Linneo; y conocía como el que más, las condiciones sociales y económicas del Virreinato; al mismo tiempo, seguía recolectando especies naturales, con especial cuidado de la quina. La revolución de los Comuneros marcó un punto importante en la vida del Virreinato de la Nueva Granada y en la de Mutis, pues a partir de ese hecho, unido a otros que habían sucedido en América (expulsión de los jesuitas en 1767, revolución de las colonias inglesas en América del Norte en 1776 y rebelión de Tupac Amaru en Perú, en 1780-1781) y a algunas circunstancias europeas (desarrollo de la geopolítica a través de las expediciones de Cook y Bouganville, lucha ideológica en torno a América entre España y otras potencias, a consecuencia del desarrollo de las ideas ilustradas, etc.), la metrópoli se había visto en la imperiosa necesidad de acoger los criterios expresados por Antonio de Ulloa en 1772, en su libro Noticias Americanas. Según Ulloa, España tenía la necesidad de particularizar el conocimiento botánico, mineralógico, social y cultural de cada una de sus colonias, con el fin de aumentar los ingresos de la Corona; así mismo, mediante ese redescubrimiento, España podría tener importantes puntos de apoyo para aclarar muchas de las leyendas que sobre el Nuevo Continente se habían creado Europa. El Estado español acató la sugerencia de Ulloa y la concretó con la fundación de Reales Expediciones Botánicas en las diferentes colonias. Estas expediciones fueron la forma particular como España asumió el redescubrimiento de América, y tuvieron como objetivo adelantar un inventario de los recursos naturales, plantear estrategias de explotación y, en la medida de lo posible, reseñar la situación social, económica, geográfica y política de los territorios allende el mar.
La primera Real Expedición Botánica se creó en el Perú y Chile (1777-1788), y fue dirigida por Hipólito Ruiz; más adelante se llevó a cabo la de México (1785-1804), encargada a los científicos Sesse y Moziño; la de Filipinas (1789) se encomendó a Juan Cuéllar; y la de Guantánamo, Cuba (1796), fue recomendada a Manuel Goldó. Como características principales de estas expediciones se puede mencionar que todas ellas fueron planeadas desde España, salieron de la Península y retornaron allí luego de haber cumplido su misión, todas publicaron sus resultados e incluyeron personal criollo. Ahora bien, en el Nuevo Reino de Granada, una vez apaciguada la rebelión de los Comuneros de 1781, quedaron al descubierto una serie de problemas que enfrentaba el Virreinato, a los que había que darles alguna solución; entre ellos estaban el constante hostigamiento de los ingleses a las costas del Atlántico y el Pacífico, los frecuentes levantamientos de los indígenas del Darién y la Guajira, el permanente "desorden" social de las sabanas de Cartagena y de los pueblos del Chocó, y la falta de control político y militar sobre extensas regiones del virreinato, además de las consecuencias de la revolución, que había que evaluar. Era, pues, necesario para las autoridades virreinales y la Corona, establecer un mecanismo de información que pudiera pasar desapercibido, y qué mejor "pantalla" que la de una expedición científica. Así, la Expedición Botánica nació no sólo con fines científicos, sino también de evaluación e información social, política y económica. En 1782, el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora visitó a Mutis, quien había cumplido un importante papel de persuasión de los Comuneros de Ibagué, y había servido de intermediario, una vez reprimida la revuelta, entre las masas y la autoridad en el Real de Minas del Sapo. Caballero y Góngora conocía los trabajos y planteamientos que el gaditano tenía sobre el redescubrimiento, reconocimiento e inventario del Nuevo Reino, y creía que Mutis era la persona indicada para dirigir esta urgente empresa. De esta manera, el 1 de abril de 1783 se dio inicio a la Real Expedición Botánica, que en orden cronológico fue la segunda de esas empresas creada por la Corona en América. Su primera sede fue la Mesa de Juan Díaz, y luego de la creación oficial, por real cédula del 23 de noviembre de 1783, fue trasladada a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la Expedición, pues se encontraba situada entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil, estaba localizada en la vía que enlazaba a la capital con el principalísimo puerto de Honda, lo que favorecía las labores comerciales, y también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
Allí estuvo funcionando la Expedición hasta 1791, cuando el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé de Bogotá. A diferencia de sus similares, la Expedición de la Nueva Granada fue la única que no fue planeada desde España, ni salió ni regresó allí; sus resultados, luego de 33 años de trabajos, sólo se conocen parcialmente, pues sólo a partir de 1953 se inició la publicación de la Flora Neogranadina; además, la Botánica de la Nueva Granada fue, quizás, la que mayor trascendencia tuvo en el destino político de la región en la que actuó. Mutis dirigió la Real Expedición por espacio de veinticinco años; la exploración cubrió unos 8000 kilómetros, utilizó como eje longitudinal el río Magdalena y alcanzó a cubrir la gran diversidad de climas y regiones del país. Al comenzar a regir los destinos de la Expedición, el sabio gaditano contaba con 51 años, edad avanzada para los promedios demográficos de la época, aspiraba a realizar una Enciclopedia de la América Meridional, y conocía, como nadie, los problemas del Virreinato. Aunque alejado de los centros científicos europeos, mantenía con éstos correspondencia regular, lo que le permitió formar una bien dotada biblioteca particular, actualizada y especializada, en los temas que le preocupaban. Sin embargo, el ambiente cultural del Virreinato no era el más propicio, Mutis no contaba con interlocutores suficientemente serios científicamente y, por otra parte, tampoco se preocupó por conocer los resultados alcanzados por las otras Reales Expediciones, con lo cual, seguramente, se hubiera evitado innecesarias repeticiones y habría logrado actualizar y ampliar su capacidad crítica. Estos factores influyeron en los resultados de la Expedición, afectando, por ejemplo, la organización y sistematización de los herbarios y de las 5393 láminas que representaban un total de 2696 especies y 26 variedades distintas, y que fueron pacientemente dibujadas por los pintores adscritos a la Expedición, a los cuales Mutis imprimió una rigurosa disciplina. Adicionalmente, su infinidad de labores como consejero virreinal, quizás el más docto de los que existieron en las colonias españolas en América, así como sus intereses comerciales, alejaban a Mutis constantemente de la investigación.
Inicialmente, la Expedición contó sólo con tres personas: Mutis como director, Eloy Valenzuela como adjunto, y el dibujante Antonio García. A la muerte de Mutis, en 1808, la nómina había crecido ostensiblemente, pues tenía 35 personas entre el director, comisionados, agregados, pintores y dibujantes. Durante los veinticinco años que Mutis estuvo al frente de la primera empresa científica del país, pasaron por sus recintos importantes personalidades de la ciencia, la política y la cultura de la naciente república: fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas, Sinforoso Mutis, Francisco Javier Matís, entre otros. A través de las comisiones y tareas asignadas por la Expedición, muchos de ellos lograron tener acceso a un importante caudal de información que, sumado a las ideas promovidas por Mutis, les sirvió para evaluar y plantear críticamente las diferencias existentes entre la metrópoli y sus colonias, y el manejo que aquella había hecho de éstas. También pudieron calibrar sus posibilidades políticas y económicas reales de asumir la dirección del Virreinato, conscientes de que el descontento de los habitantes era grande. Durante el tiempo que la Expedición estuvo a cargo de Mutis, se intentaron comercializar especies y productos como el aceite de María, el bálsamo de Tolú, la cera de abejas y la canela de los andaquíes, el guaco, la ipecacuana, el guayacán, algunas gomas y resinas y otros; muchos de éstos, en especial las hierbas medicinales, fueron sustentados por rigurosos estudios sobre la farmacopea y los usos populares. También se descubrieron yacimientos de neme y de petróleo en Cumaral (Meta), producto pensado, en principio, como brea para los barcos. Luego del traslado de la Expedición a Santafé de Bogotá, de los confusos hechos de la retirada de Pedro Fermín de Vargas del Virreinato en 1791, y del llamado "motín de los pasquines" de 1794, del que Mutis fue indirectamente inspirador, y en el que participaron muchos de sus más allegados colaboradores, el gaditano cambió la posición de avanzada que siempre lo caracterizó, y trató por todos los medios de evitar cualquier tipo de "contaminación" de sus más inmediatos subalternos.
Sus esfuerzos fueron infructuosos, pues la mayoría de sus colaboradores ya pertenecían a diferentes tertulias o núcleos masónicos, se habían impregnado de las "ideas nuevas", y terminaron jugando papeles de diversa importancia en el proceso de la primera independencia. Por último, es importante resaltar la contribución de Mutis al desarrollo del estudio de la medicina, pues él incorporó el estudio de la anatemía a través de la disección, y colaboró, entre 1802 y 1804, en la redacción y organización del plan de estudios de la recién fundada facultad del Rosario. Así mismo, apoyó e impulsó las Sociedades de Amigos del país y la astronomía; gracias a él, se construyó un moderno observatorio. Mutis murió a los 76 años de edad, víctima de apoplejía [Ver tomo I, Historia "La Expedición Botánica", pp. 177-192; y tomo 5, Cultura, pp. 17-18, 85-87, 99-10l y l43-144].
Paul Rivet (antropología)
Reconocido antropólogo y etnólogo francés quien sugirió que el hombre sudamericano provenía de Australia y de la Melanesia. Nació en Wasigny, Ardennes, Francia, en el año 1876 y murió en París en 1958. Fue educado como médico, se especializó en antropología de América y sus trabajos se centraron sobre todo en los indígenas americanos, especialmente, en los que vivieron en los Andes y el Ecuador. Estuvo en una expedición científica, la Segunda Misión Geodésica Francesa, que llegó al Ecuador en 1901. Una vez finalizada la misión decidió quedarse en Sudamérica durante 6 años. Estudió a los habitantes de los valles interandinos y recaudó información que a su regreso a París, cuando fue asistente en el Museo Nacional de Historia Natural, clasificó.
Su obra más importante y famosa fue Ethnographie ancienne de l’Équateur (Etnografía del Ecuador), la cual se demoró elaborando desde 1912 hasta1922 y la que realizó junto con el entonces director del Museo Nacional de Historia Natural, René Vernaus. Cuatro años después de la publicación de la obra, contribuyó en la consolidación del Instituto de Etnología en París, que fue de gran importancia para el entrenamiento de los nuevos etnólogos.
También escribió otros libros como Les australiens et les malayopolynésiens en Amérique (Los australianos y malayo-polinesios en América), que fue publicado en 1925, Les océaniens (Los indígenas de Oceanía, publicado en 1932, los Origines de l’homme américain (Orígenes del hombre americano), publicada en 1943, Métallurgie précolombienne (Metalurgia precolombina) de 1946 y Bibliographie des langues aymara et kicua (Bibliografía de las lenguas aymara y kicua), del año 1951.
Además de su actividad como investigador, dictó clases de antropología en el Museo de Historia Natural de París, se desempeñó como secretario general de la Sociedad de Americanistas de París, fundó su Journal y desde 1902 fue coeditor de la revista L’Anthropologie. También fundó un gran museo de antropología, el Musèe de l´Homme o Museo del Hombre, en París. En 1928 fue nombrado como director del Museo del Hombre. Vivió en Ecuador desde 1901 hasta 1951.
La teoría que elaboró Rivet dice que el origen del hombre americano está en el Asia y que hubo migraciones de hombres desde Australia y la Melanesia hacia América hace 6.000 años. Rivet explica que la variedad de tipos indígenas de América se debe a que fue poblada por cuatro grupos de tipos raciales diferentes: los Mongoles y esquimales, llegados por el estrecho de Bering, un grupo procedente de la Polinesia en el Pacífico, que atravesó el océano y originó numerosas tribus de Centro y Sudamérica, un tercer grupo que llego también por vía marítima desde la Melanesia y un cuarto grupo que provino de Australia. Fundamenta su teoría en las grandes semejanzas que tienen numerosas tribus que viven desde California hasta el Brazil con habitantes malayo-polinésicos, en cuanto a su fisonomía, costumbres y lengua. En su libro los Orígenes del Hombre Americano expone las evidencias lingüísticas y antropológicas que encontró para probar su tesis de la migración. Esta teoría es una de las más consistentes y aceptadas.
En 1942 Rivet llegó a Colombia, en donde vivió durante la Segunda Guerra Mundial y fundó el Instituto y Museo de Antropología. Luego, en el año de 1945, volvió a París a trabajar en el museo que creó, a dictar cursos y a proseguir con sus investigaciones sobre Sudamérica. Sus aportes sobre las lenguas aymará y quechua son muy valiosos.
Rivet tuvo fuertes vínculos con América y especialmente con Ecuador, tierra de la cuencana Mercedes Andrade con quien vivió en pareja en París hasta su muerte en 1958.
Bibliografía
- BEJARANO, JESUS ANTONIO (Compilador). El siglo XIX en Colombia visto por historiadores norteamericanos. Bogotá, La Carreta, 1977.
PIZZANO DE ORTIZ, SOPHY. "Don Juan Bernardo Elbers, fundador de la navegación por vapor en el río Magdalena". Boletín de Historia y Antigüedades, Volumen XXIX (Bogotá, 1942).
- Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
GÓMEZ BARRIENTOS,ESTANISLAO. "Extranjeros beneméritos de Antioquia: Sr. Tyrell Moore". Repertorio histórico, año 6, N- 9 (Medellín, 1924). LATORRE MENDOZA, LUIS. Historia e historias de Medellín. Medellín, Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, 1972.
- Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías.
Documentos relacionado en la Biblioteca Virtual
- Consulte el texto "Extranjeros en Medellín", escrito por Rodrigo de J. García Estrada para el Boletín Cultural y Bibliográfico, Número 44, en donde se da cuenta de las empresas de Moore en Medellín.
- Lea el texto "Historia Económica de Colombia", en donde se refieren algunas de las empresas de Moore que ayudaron a la ruptura con el pasado colonial.
- Documentos relacionados en la Biblioteca Virtual
- Consulte el libro "José Celestino Mutis: el sabio de la vacuna"
- Consulte la exhibición virtual "Historia Natural y política", con ensayos, imágenes y bibliografía sobre la Expedición Botánica
- "Rivet, Paul", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 99. © 1993-1998 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.