Dominga Palacios
Nombre | Emma Gutiérrez Arango |
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Fecha de nacimiento | 15 de agosto de 1926 |
Nacionalidad | Colombiana }} |
Ocupación | Poeta y gestora cultural |
Primaria | Colegio Sagrado Corazón de Manizales |
Bachillerato | Colegio Sagrado Corazón de Manizales |
País de nacimiento | Colombia }} |
Ciudad de nacimiento | Manizales |
Fecha de fallecimiento | 2003 |
País de fallecimiento | Colombia }} |
Ciudad de fallecimiento | Manizales |
Familia | Octavio Gutiérrez (Padre); María Teresa Arango (Madre); Guillermo Arturo Arcila Gutiérrez y Pablo Daniel Arcila Gutiérrez (hijos) |
Cónyuge | Guillermo Arcila Arango |
Biografía
Emma Gutiérrez Arango nació en Manizales el 15 de agosto de 1926 y falleció en Manizales en 2003. Emma llegó al corazón de una familia amorosa y acomodada. Fue la hija única del matrimonio entre Octavio Gutiérrez y María Teresa Arango, quienes tenían su hacienda cafetera, Sebastopol, en la vereda El Rosario, de Chinchiná, Caldas. Emma estudió su primaria y bachillerato en el Colegio Sagrado Corazón de la ciudad.
Se casó el 23 de enero de 1950 con uno de los primeros psiquiatras de la región, el doctor Guillermo Arcila Arango. Se radicaron en la cosmopolita Buenos Aires, en donde vivieron por 9 años. Dominga, leía, ampliaba su bagaje cultural con propuestas estéticas de vanguardia que revolucionaban el mundo. La pareja frecuentaba círculos intelectuales, poesía, literatura, pintura, música, vivencias y aprendizajes que influyeron de manera determinante su posterior obra poética. De regreso, con todo ese conocimiento adquirido, Dominga encontró la misma Manizales patriarcal y conservadora.
Se instaló en casa con su esposo y su primer hijo Guillermo Arturo, en camino venía Pablo Daniel. Noche a noche la poeta leía cuentos fantásticos a sus hijos y despertaba en ellos el amor por la literatura. La familia paseaba por el relieve circundante de su hacienda y hacían excusiones por las quebradas cercanas donde Dominga se extasiaba con la belleza del paisaje, con los hilos de luz que entretejían la atmósfera de los guaduales y el propio paisaje interior de la poeta.
Llena de inquietudes creativas, fundó en 1963 con la poeta Beatriz Zuluaga y un grupo de intelectuales la "Casa de la Cultura" en el centro de la ciudad, donde organizaban tertulias, conferencias, recitales, exposiciones, obras de teatro, títeres. Aquella casa emblemática en la historia cultural de la región era un lugar de efervescencia artística. Dominga, con su particular cadencia en el andar, elegante pronunciación, fino humor y la ruptura de sus versos, se paseaba vibrante por estos eventos.
Comenta el profesor Carlos-Enrique Ruiz, en la revista Aleph No.43 y en su artículo: “Beatriz y Dominga dos libros de poesía memorables”: “Los años sesenta del siglo pasado han sido motivo de indagación frecuente, por la curiosidad de haber surgido en ellos expresiones intensas en creación y rebeldía. El mundo estuvo en vilo con hippies y nadaístas, con las protestas de los universitarios por las calles, con las músicas de ruptura y la palabra en irreverencia. Nuevas formas de comunicación descompusieron las 'buenas conciencias' y lo 'políticamente correcto'…”. “Quiero aludir a dos libros, editados por la imprenta departamental de Caldas, que fueron un salto adelante en medio de la poesía decadente a la que estábamos tan acostumbrados. "Azul Definitivo" (1965) de Dominga Palacios, con imaginativa disidencia frente al destino y creación fresca, de más recatada sonoridad. Poeta de Manizales que, sin proponérselo, resultó por el propio talento inmersa en aquella corriente renovadora, todavía no reconocida…”. “Dominga Palacios se levanta de su espacio solitario para irrumpir con voz queda en los espíritus ajenos. Tienen humor drástico sus palabras, e ironía, pero con la novedad de irse de los cánones de las obsoletas recitaciones. No pierde el ritmo y entretiene las sombras con la especulación de los sinsabores…”. Termina diciendo: “Dos obras en la soledad de su grandeza por reconocer” [1].
Invitada al encuentro de poetas
Dada la potencia de su voz, fue invitada al primer Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Rayo 1974, convocado por la poeta Águeda Pizarro, junto a Gilma de los Ríos, Beatriz Zuluaga, Carmelina Soto, Ana Milena Puerta. Allí se reunieron en torno a la poesía y el arte, celebraron su reconocimiento de mujeres poetas. Ella, brilló -acompañada por el fuego creativo de su fantástico dragón “Solferino”, en la mesa principal, en el templo de colores geométricos y octogonales rayos.
En 1989 regresa al Museo Rayo con su poemario “Tiempo de Chicharras”, que publica Ediciones Embalaje.
Años después, en el mismo encuentro, consolidado como el más importante del país, en el marco de un homenaje que hice a su obra en 2017 con el título “Anticrítica, Poesía Respirante de Dominga Palacios”, fue reconocida por la poeta Águeda Pizarro con la dignidad de “Almadre”, título asignado a grandes poetas colombianas y que comparte con las maestras caldenses Maruja Vieira, Dorian Hoyos y Beatriz Zuluaga.
En 1995 la Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía de Manizales, hito cultural y literario en la ciudad, le publica su libro de poemas “Del Lado Cinco de mi Corazón”, donde el prologuista Omar Morales Benítez resalta en algunos apartes: “Así, en este libro, sentimiento y lenguaje se corresponden, se integran, son cuerpo y alma. Pero ese lenguaje noble no hace concesiones al facilismo fonético, a las imágenes falsamente literarias, a las meras expectativas emocionales. De ahí, que se denote con claridad y certeza su lucidez mental y crítica, a través de la cual intenta ir más allá de la tradición histórica. Ella es su poema y su poema es ella. Procediendo en consecuencia, no se deja seducir por las modas literarias. Dominga asume el reto de la creación, con la conciencia de quién es y por saberlo trasciende en su poesía con voz propia. Por lo tanto, su obra tiene singularidad, entendiendo esta afirmación como la resultante de la misma insularidad en que eligió situarse para transgredir el contenido y el continente del lenguaje, y mostrar a un ser humano que se debate entre la soledad, la rutina y el dolor. Sin embargo, su poesía no es estridente, aunque la haya escrito entre ese torbellino de las violencias de todo orden que ha padecido el cuerpo de la patria que, dolorosamente, no dejan de ser cargas de profundidad frente al poema, que tozudamente, sigue germinando por entre las grietas de los escombros de la conformidad colectiva”.
Del poemario “Claro Oscuro”, tenemos noticias por la publicación de una separata de poesía que el Instituto Caldense de Cultura – Poesía Caldense Actual - publicara en 1996. Su turno fue el número 13.
Algunos de sus poemas hacen parte de la Antología de Poesía Colombiana del Siglo XX escrita por Mujeres[2], tomo 1, 2013, donde se resalta del prólogo de Javier Arango Ferrer del libro Azul Definitivo: “Dominga Palacios pertenece a las vanguardias que desde la primera postguerra cambian de nombre con los mismos fenómenos. Surrealismo, Existencialismo, Nadaísmo, son variaciones de una misma incertidumbre. En ella no caben las trampas de este mundo en fuga que busca entelequias intelectuales, la razón del hombre en el arte. Fiel reflejo de la ciudad que le dio nacimiento, Dominga Palacios lleva en densos aluviones sus futuras ciudadelas”
En 2015, en el “Diccionario de Autores Caldenses[3]” compilado por el historiador y escritor Fabio Vélez Correa, se puede leer: “Su obra literaria merece una crítica seria, porque es una creadora original y valiosa, pero esa crítica no se ha escrito”, Eddy Torres en “Poesía de autores colombianos” (1975). Y “En la poesía de Dominga Palacios emerge la sinceridad, la desnudez de la conciencia de mujer, que tiene la capacidad de tejer metáforas e imágenes de corte universal…” “… se sitúa en la misma línea de sus compañeras de vocación, (mujeres artistas) que adoptan una batalla solitaria frente a la posible discriminación”, señala Roberto Vélez Correa.
Obra universal
Dominga supo trenzar en sus versos hebras de pensamiento e imaginación, de atmósferas propias de quebrados paisajes, de bahareque, de guadua y en su lenguaje tejió existencialismos citadinos y de ultramar; en Madagascar, Ceylán o la vereda El Rosario. Vivió universal nuestro paisaje. Navegó por el espíritu de diferentes tiempos. Tuvo claro el ejercicio de sus libertades en las distintas facetas de su vida. Ejerció el derecho cultural a ser sujeta de voz y de palabra, en aquellas épocas en que las mujeres poco se atrevían a nombrarse y a vivir con tanta afirmación. Leyendo juiciosamente su obra se pueden notar influencias del modernismo, la generación del 27, el surrealismo, también de las teorías psicoanalíticas del momento que revolucionaban el mundo y a las que tenía acceso de primera mano. Se leen en sus poemas ecos de Clarise Lispector, de Virginia Woolf, quien en la publicación de su ensayo “Una habitación propia”, en 1929, propuso una teoría femenina en la que las escritoras deben buscar su propia voz y cuestionar las estructuras imperantes de un orden simbólico patriarcal.
Existe un respirar en sus poemas, un ritmo que permite pronunciar las palabras, para asirnos a las luces o a las sombras de su pensar y su sentir, apenas nombrándolas. Una sugerencia en la forma nos abre un portal por el que el ser, el poema y la voz de la poeta respiran en un solo acto presente. Y es por el respirar que entramos a su mundo poético, por ese acto vital de inhalar y exhalar, de dejarnos ser en los compases de tiempo que duran sus versos, metáforas e imágenes que van de la ensoñación al advenimiento.
En su momento, Dominga se reveló telúrica desde el centro de su ser, emancipándose, y así, su pensamiento y su escritura. Sus palabras anudaron collares para lucir en un paisaje en claroscuro exuberante de bellezas incomprendidas.
LIBROS PUBLICADOS
Azul Definitivo, publicado por la Imprenta Departamental de Caldas. 1965
Tiempo de Chicharras, publicado por Ediciones Embalaje. Museo Rayo, Roldanillo, Valle. 1989
Del Lado cinco de mi corazón, Ediciones Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía, Manizales, Caldas. 1995
Claro Oscuro, separata Poesía Caldense Actual #13, publicada por la Secretaría de Cultura del Departamento. 1996
REFERENCIAS:
- Revista Aleph 43. Escrito por Carlos Enrique Ruiz. [Para Cronopios, 10.VI.07]
- Poesía Colombiana del siglo XX escrita por Mujeres. Tomo 1. Apidama Ediciones. Estudios y selección por Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano. Abril de 2013
- Diccionario de Autores Caldenses. Una apuesta por la identidad. Fabio Vélez Correa. Noviembre de 2014
Materiales disponibles en la colección bibliográfica:
- Azul definitivo / Dominga Palacios - Número topográfico Co861.6 P15a
- Del lado cinco de mi corazón / Dominga Palacios – Número topográfico Co861.6 P15d
- ↑ Escrito por Carlos Enrique Ruiz. Revista Aleph 43. [Para Cronopios, 10.VI.07]
- ↑ Poesía Colombiana del siglo XX escrita por Mujeres. Tomo 1. Apidama Ediciones. Abril de 2013. Estudios y selección por Guiomar Cuesta y Alfredo Ocampo.
- ↑ Diccionario de Autores Caldenses. Una apuesta por la identidad. Fabio Vélez Correa. Noviembre de 2014.
Texto escrito por Juana Maria Echeverri Escobar para el proyecto Mujeres escritoras centenarias del Gran Caldas en el marco del centenario del Banco de la República.