Daniela Maldonado Salamanca

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Daniela Maldonado Salamanca
Datos generales
Nombre Daniela Maldonado Salamanca
Fecha de nacimiento 05 de mayo de 1987
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Seudónimo Lulú
Ocupación Educadora comunitaria, artivista
Bachillerato Colegio Jorge Eliécer Gaitán en Ibagué
País de nacimiento Colombia, Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Ibagué, Tolima
Familia Leonor Salamanca (madre), Luciana Castellanos Maldonado (hija), Blanca Restrepo (abuela)


Lideresa comunitaria y activista social del sector poblacional trans de la ciudad de Bogotá. Fundadora y directora de la Red Comunitaria Trans en el barrio Santa Fe de esta ciudad.

Biografía

Daniela nació en Ibagué en un contexto humilde. Su mamá era la cabeza de la familia y no conoció a su padre biológico. Ella califica el contexto social de su infancia como un entorno machista y carente de oportunidades.

A la edad de 4 años, la mamá se une con otro hombre; entonces, el apellido Maldonado lo recibe de su padrastro. Sin embargo, con él tenía una mala relación. Daniela experimentó, en la infancia y la adolescencia situaciones de discriminación debidas al contexto de machismo y violencia. Siempre la vestían y trataban como un niño, pero ella tenía un carácter muy femenino. En la adolescencia terminó viviendo en la casa de su abuela materna.

Al cumplir 16 años decide dejar su casa y la ciudad de Ibagué y se traslada a Bogotá por consejo de una amiga del colegio. Ella suponía que podía trabajar, pero la realidad que encuentra en Bogotá es la de la falta de oportunidades laborales y de vivienda, por lo cual se debe dedicar a la prostitución.

Conoce el Barrio Santa Fe, -zona de alto impacto para el ejercicio de la prostitución-. En este momento ella no tenía claridad sobre su identidad de género y tampoco tenía planeado realizar un tránsito; estaba muy influenciada por la imagen negativa y la discriminación hacia las personas transgénero que había visto en su entorno familiar y social en Ibagué. Las travestis eran vistas como algo muy bajo.

Sin embargo, empieza a aprender a maquillarse y vestirse con ropas femeninas: treparse, como se dice en el argot popular de este sector poblacional. En ocasiones estuvo a punto de habitar la calle y estaba inmersa en un ambiente de carencia, violencia y precariedad. Luego, consigue una habitación con una compañera que atendía un bar en la zona.

De allí pasó a trabajar durante un año en películas pornográficas; eso mejoró un poco su situación económica, pero también coincidió con un alto consumo de alcohol y drogas. Cuando no la volvieron a contratar más en esta actividad, vuelve a ejercer la prostitución y comienza a realizarse modificaciones corporales para construir un cuerpo femenino. Pero todavía estos tratamientos los hacía de forma clandestina y sin el control médico adecuado.

El tránsito

Así es como se nombra la construcción de la identidad en el género de las personas trans. En el caso de Daniela es un paso de hombre a mujer. “Es casi como si muriera esa persona que uno creía que era, como si uno la enterrara y dejara nacer a otra, pero esa vida muere con la familia, con los sueños de antes, con las expectativas de los que te rodean, y entonces te alejas de ellos y de tu entorno social; es como un desplazamiento forzado”[1]

La mayoría de personas en Colombia viven este proceso de forma clandestina, con muchas dudas e inseguridades y con riesgos para la salud. Por esta razón, una de las banderas del trabajo de esta lideresa es el acceso a servicios de salud y protección para la construcción de la identidad en condiciones dignas.

“Así, muchas mujeres transgénero, sin apoyo y sin recursos, dan el paso hacia su tránsito, lo que implica, dice la misma Daniela, un gran riesgo para la salud. En su caso, primero fue el suministro quincenal de hormonas –las cuales le vendían sin fórmula médica en la farmacia– para reducir el crecimiento del vello en la cara y feminizar sus rasgos; luego fue la introducción de silicona industrial en los glúteos, las piernas y las caderas, con médicos y clínicas sin avales de salubridad”.[2]

Al principio del proceso sentía que no tenía elementos suficientes y pesaba bastante en ella el estigma y la discriminación hacia las travestis y transgeneristas. Pero una vez comienza su transformación, descubre su identidad.

En la actualidad, vive con su hija Luciana y se dedica a la realización de proyectos sociales y artísticos.

Trabajo social de base

En el año 2008 conoce otro lado del barrio Santa Fe: las organizaciones sociales que realizan trabajo con personas consumidoras de sustancias psicoactivas, habitantes de calle y en ejercicio de prostitución.

En una de estas organizaciones, la Fundación Procrear, logra integrarse a un proyecto llamado Zona Trans. Esto despierta un interés por temas sociales.

Ese mismo año en el mes de diciembre se ve envuelta en una fuerte riña callejera motivada por alguien que la acusaba de robo. Un grupo de hombres le dan una golpiza y estuvo hospitalizada por dos meses. Al sobrevivir a este nuevo hecho de violencia decide que la vida de la calle no es su lugar. Y se motiva aún más a involucrarse en trabajos de organizaciones sociales, aunque las oportunidades eran escasas.

  1. El difícil camino de una mujer transgénero para convertirse https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15887099
  2. idem