Carmen Montilla Tinoco

Carmen Montilla Tinoco

Datos generales

Nombre	Carmen Montilla Tinoco
Fecha de nacimiento	13 de agosto de 1936
Nacionalidad	Venezolana }}
Ocupación	Artista
Estudios universitarios	Escuela de artes plásticas de Caracas (Venezuela). Academia de Bellas Artes de Buenos Aires (Argentina).
País de nacimiento	Venezuela, }}
Ciudad de nacimiento	Capacho, Táchira
Fecha de fallecimiento	21 de octubre de 2004
País de fallecimiento	Cuba
Ciudad de fallecimiento	La Habana
Cónyuge	Pedro Rafael Tinoco Jiménez

Carmen Montilla Tinoco, artista nacida en 1936 en Capacho, estado de Táchira. Aunque su relación con la pintura comenzó empíricamente, en 1961 se formalizó a través de sus estudios realizados en la Escuela de Artes plásticas de Caracas (Venezuela) y en la Academia de Bellas Artes de Buenos Aires (Argentina). Entre 1963 y 1990 expuso en múltiples galerías europeas y latinoamericanas, y desde 1994 vivió en La Habana (Cuba) donde contribuyó a la recuperación del centro histórico, particularmente en la restauración de una edificación de finales del siglo XVIII que empleó como su taller, y en donde murió el 21 de octubre del 2004.

Biografía

Carmen Montilla Tinoco fue una artista venezolana, nació el 13 de agosto de 1936 en la ciudad de Capacho, ubicada en el estado de Táchira, al oeste del país en la región de Los Andes. Durante su periodo de estudios en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas fue alumna del artista abstracto Luis Guevara Moreno (1926-2010) quien fue integrante del proyecto artístico “Taller libre de arte”, que le abrió un espacio al arte moderno en Venezuela y de Humberto Jaimes Sánchez (1930-2003) reconocido pintor y grabador venezolano. Durante la estancia en Argentina continuó sus estudios con el artista geométrico y escultor Leopoldo Torres Agüero (1924-1995), con el pintor surrealista de origen español Juan Battle Planas (1911-1966), y con la artista plástica Raquel Forner (1902-1988) cuyas obras se enmarcan en el surgimiento del arte de vanguardia argentino. Viviendo en ese país también incursionó en el teatro.

Su primera exposición fue en 1961 en el “Salón de jóvenes latinoamericanos” donde se presentaban obras de artistas extranjeros menores de 30 años que vivían en Buenos Aires. En 1969 obtuvo el tercer premio del Instituto Venezolano de Periodismo y en 1975 ganó el Grand Prix Michel Angel, en Cannes (Francia) siendo una pintora poco conocida en la escena del arte latinoamericano, ya que enviaba sus obras y catálogos marcados solamente con su apellido pues sostenía que “los hombres son susceptibles a las mujeres y las mujeres son envidiosas de los hombres”. Respecto a la definición de su obra, Montilla Tinoco la concebía como una figuración fantástica y “una especie de caos interno, donde te vas sumergiendo y sumergiendo, y van saliendo en imágenes todos los pensamientos”.

A la par de su carrera como artista, contrajo matrimonio con el abogado, banquero y político venezolano Pedro Rafael Tinoco Jiménez, quien murió en 1993. Después de este suceso se trasladó a la Habana (Cuba) , donde instaló su estudio en una casa colonial ubicada en la Plaza de San Francisco de Asís en la calle de Los Oficios, hasta su muerte el 21 de octubre de 2004. La casa se convirtió en la Galería Carmen Montilla, asociada a la Dirección del patrimonio Cultural de la Oficina del historiador de la Habana, y actualmente se exponen en la primera planta pinturas de la artista junto a obras de otros pintores venezolanos que donaron sus piezas; en los demás espacios de la casa se encuentran pinturas y esculturas de varios artistas extranjeros y cubanos. Sobre su muerte, expresó el historiador cubano Eusebio Leal: “Carmen deja en nosotros su intensa alegría de vivir, su espíritu creador y su voluntad incansable en pro del arte y la cultura. Su morada en La Habana Vieja, será el mejor monumento al amor que ella le profesó a la Isla y su gente, así como a su indeclinable lealtad a la obra de la Revolución Cubana”.

Obra artística

La artista aseguraba que “trataba de pintar aquello que está detrás de la belleza o fealdad de los hombres”. La máscara es una figura recurrente en su obra que representaba “la sensación de muerte que cada uno lleva dentro de sí, uno más, otro menos, la soledad, la pena del alma, la invisible máscara del disimulo debajo de la cara”. Consideraba su obra como meditativa gracias a la influencia de sus intereses literarios y a sus análisis del contraste de sentimientos como la agresividad y el amor, o, el dolor y el placer; aunque la definía como poco popular, aseguraba que para adentrarse en sus creaciones se requería un interés por el alma, la vida y la muerte. Estas intenciones pueden percibirse en la pieza que elaboró sobre Simón Bolivar, en donde el libertador es representado en su lecho de muerte .

Respecto a sus ritmos de trabajo, en una entrevista con la periodista y fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Sofía ímber Barú (1924-2017) explicó que su rutina comenzaba “un cuarto para las siete, trato de tener una gran disciplina en mi trabajo, y en todo el sentido de mi vida. Yo trabajo, cuando estoy preparando una exposición, comienzo por trabajar ocho horas, últimamente trabajo cinco o trabajo todos los días menos los sábados y domingos.” Sobre su técnica explicaba que el uso de colores no dependía de recetas previas sino de sus deseos de pintar. En cuanto a las ideas de las piezas, no comenzaba con una intención determinada, pintaba una variedad de figuras que posterior e inesperadamente se relacionaban en el lienzo, y además eran interpretadas y absorbidas de distintas maneras por los espectadores a partir de sus propias experiencias y emociones lo cual funcionaba como “un laberinto que o se acepta o se trata de llegar hasta el fondo”.

Además de sus pinturas, Carmen Montilla elaboró una serie de dibujos impresos en colaboración con el Grupo Artístico Telarte, junto al artista y especialista en impresión Tomás Díaz, con quien fundó en 1982 un taller de dibujantes, cuya única condición era no emplear más de cinco colores por los gastos que conllevaba la reproducción de las piezas impresas. En este taller participaron reconocidos artistas venezolanos como Armando Pérez (1936) y Alexandra Poleo (1957). En términos técnicos, sus piezas fueron descritas por el escritor venezolano Juan Liscano como una propuesta de abstracción que llega al figurativismo; respecto a la ejecución de dichas obras, predomina la composición circular que evoca figuras fantasmagóricas y esqueléticas que exteriorizan la sinceridad de la artista, quien mezcla elementos oníricos con espejismos de su propia imaginación.