Financiación de la independencia
Las razones que desencadenaron el movimiento independentista se forjaron durante varios años a partir de complejos procesos de transformación política, social e intelectual, tales como la Revolución de los Comuneros, la Declaración de los Derechos del Hombre, la toma de España por parte de Napoleón y los altos impuestos que cobraba la Corona. Sin embargo, faltaba quizá uno de los más importantes e imprescindibles: el capital para lograrlo.
La exposición Financiación de la Independencia, muestra los métodos, formas e inventivas utilizadas por los patriotas para financiar las contiendas independentistas y una vez expulsados los españoles del nuestro territorio, lograr el reconocimiento de Colombia como república independiente ante las potencias europeas y afianzar las nuevas instituciones republicanas.
En esta página usted podrá encontrar una serie de documentos originales, títulos valores y otros papeles de las colecciones Numismática y Bibliográfica del Banco de la República, y del Fondo Haberes Militares del Archivo Histórico de la Casa de Moneda, que vieron la luz por primera vez como parte de la exposición. Con ellos se ilustran, de manera excepcional, las diversas formas en que se lograron financiar los pormenores de las guerras y enfrentamientos que llevaron a la Nueva Granada a la Independencia definitiva de la Corona Española.
¿Ideología o Economía?
La Revolución de los Comuneros de finales del siglo XVIII, más que una protesta ideológica y política, fue una rebelión contra las excesivas cargas de impuestos que cobraba La Corona Española, para financiar sus guerras en Europa. La población de la Nueva Granada venía en aumento, en respuesta de una dinámica actividad económica: en 1810 contaba ya con 1.400.000 habitantes, de los cuales muchos debían pagar altos tributos.
Aunque en esta época, tanto el virreinato de la Nueva Granada, como el resto de las colonias españolas en América, tenían los mismos impuestos y la misma moneda, éstas sólo se diferenciaban por la marca de la casa de moneda que las fabricaba: en algunas regiones circulaban también los “castellanos” de oro no acuñado, que equivalían a dos pesos plata.
La imaginación no tenía límites cuando se trataba de encontrar recursos para financiar el romántico y anhelado sueño de lograr la independencia, traducido en innumerables confrontaciones individuales y grupales, sin importar la razón o las consecuencias que estas formas de financiación podrían tener. Se ofrecía lo que fuere en depósito para conseguir recursos, como en el caso en que Luis López Méndez ofrece la propia ciudad de Cartagena como garantía de créditos. También hubo expropiación de bienes, recepción de herencias, contratación de créditos internos y externos y emisión de unos pocos billetes y variadas monedas de diversos metales y denominaciones elaboradas con este fin.
La emisión: el método más funcional
La manera más ágil y eficiente de conseguir medios de financiación, aunque económicamente el método que acarrea peores consecuencias, fue la emisión de billetes y monedas de cobre. Las monedas patriotas que se empezaron a acuñar, no tenían el valor intrínseco de las españolas, acuñadas en oro y plata, situación que generó confusión entre la población. Esta forma de conseguir recursos para financiar las guerras fue la que más utilizaron las autoridades reconocidas en su momento.
Las casas de moneda, por ser las fábricas de acuñación por excelencia, eran las joyas de la Corona Española, ya que contenían los recursos para financiar las diversas empresas en las que se embarcaba el Virreinato: eran los “bancos” del momento, de donde se sacaban los recursos, y además, donde se almacenaban las grandes cantidades de oro y plata destinadas a la fabricación de monedas que luego eran enviadas a la Corona. El control sobre ellas era muy estricto y durante las revueltas independentistas, fueron constante objetivo militar de los ejércitos libertadores.
Luego de la Batalla de Boyacá, el Libertador tomó posesión de las casas de moneda de Bogotá y Popayán: el 18 de agosto de 1819, ordenó a Luis E. Anzola, Director General de Rentas, que comunicara a la Casa de Moneda de Bogotá la orden de acuñar una moneda con el busto de la india, a semejanza de la mandada a acuñar por Nariño entre 1813 y 1816 y que se mantuvieran abiertas y en funcionamiento.
A partir de la acuñación y circulación de la moneda con la figura de una indígena en representación de la anhelada Libertad, el mensaje de cambio circula por todo el territorio, y por primera vez, la moneda se consolida como un símbolo de unión de los territorios liberados, siendo la India la mensajera de esperanza para los pueblos que estaban por liberar. De igual forma, se da inicio a la búsqueda y al establecimiento de un nuevo orden monetario.
Moneda de cobre, 2 reales, Cartagena, 1811-1814
Entre 1811 y 1814 el Estado de Cartagena, bajo el mando de los patriotas, mandó acuñar monedas de cobre con una india en el anverso sentada al pie de una palma de coco. Estas piezas se consideran las primeras monedas republicanas de Colombia, acuñadas en denominaciones de ½ y 2 reales.
Moneda de cobre, 8 reales, Popayán, 1813
La Casa de Moneda de Popayán continuó con la acuñación de monedas españolas de oro, plata y cobre, en denominaciones de 1 y 8 escudos, y de ½, 1, 2 y 8 reales, las cuales reflejan su posición realista frente a las revueltas del período independentista.
Moneda de plata, Libertad Americana, 1 real, Bogotá, 1813
En la Casa de Moneda de Santafé se acuñaron monedas en plata con la efigie de la libertad, representada por una india, y la leyenda Libertad Americana en el anverso. Las primeras acuñaciones de este diseño fueron ordenadas por Antonio Nariño en 1813 para financiar la campaña del sur; también fueron acuñadas entre 1814 y 1816. Se les conoce como monedas de La China.
Moneda de cobre, resello realista, 2 reales, Cartagena, 800
Pablo Morillo arribó a Cartagena el 20 de agosto de 1815 y, tras un sitio de más de tres meses, reconquistó la ciudad para la Corona española. Algunas monedas acuñadas entre 1811 y 1814 en Cartagena fueron utilizadas como cospeles de 2 reales resellados con diseños realistas y fechas “fantásticas”, tales como 888, 800, 777 y 111.
Moneda de cobre, ¼ de real, Santa Marta, 1813
Además del rompimiento del orden monetario español instaurado por los criollos, los españoles hicieron lo propio en Santa Marta por mandato del entonces jefe político superior, Francisco Montalvo, y acuñaron en 1813 monedas de cobre de 2 reales con el nombre de Fernando VII en el anverso.
Moneda de plata, 2 reales, Santa Marta, 1820
En 1820, los realistas de Santa Marta ordenaron otra acuñación de monedas de emergencia, esta vez de ¼ de real de cobre y de 2 reales de plata baja, de mejor factura que las acuñadas en 1813.
Moneda Chip-chipi de plata, resello de la india, 2 reales, Bogotá/Cartagena, 1819
Después de la Batalla de Boyacá, bajo decreto del 21 de noviembre de 1819, el Libertador mandó a reacuñar la moneda realista conocida como la Caraqueña de mala ley, con la efigie de la india, a semejanza de la acuñada por orden de Nariño entre 1813 y 1816. Los ejemplares que conservan rastros de la acuñación original realista y de la acuñación de la india se conocen como Chipi-chipi.
Moneda Caraqueña de plata, 2 reales, Caracas, 1817
Durante la Independencia era común que los patriotas colombianos y venezolanos acuñaran monedas a semejanza de las macuquinas españolas de Lima y Potosí, pero de más baja ley, de tal manera que se aceptara su uso en las distintas provincias. Las acuñaciones más abundantes de estas monedas se realizaron en Caracas entre 1811 y 1817, y se conocen como Caraqueñas de baja ley. En marzo de 1819, Francisco de Paula Santander escribió a Bolívar sobre la acuñación de moneda para financiar las tropas, fabricada por plateros sobre el molde de las Caraqueñas. Para su elaboración se tomó la plata existente en las iglesias, que sumaban 10.000 pesos. Su circulación debía limitarse a la región del Casanare.
Moneda de plata, Libertad Americana, 2 reales, Bogotá, 1819
Al término de las guerras de Independencia se comenzó de nuevo la acuñación de monedas con la figura de la india y con la leyenda Libertad Americana, las cuales tenían el diseño ordenado por Nariño años atrás, y se acuñaron en 1819 y 1820. En 1820 se inició la acuñación de monedas de la india, pero con la leyenda República de Colombia. Estas acuñaciones se hicieron hasta 1821.
Moneda de plata, República de Colombia, 8 reales, Cundinamarca, 1821
Al terminar las guerras de Independencia se evidenció la circulación de monedas de diversas calidades. En 1821 el Congreso de Cúcuta determinó volver al sistema español del peso de plata de ocho reales y prohibió la circulación de metálico con valor inferior al de dicha legislación. Sin embargo, la falta de fondos impidió el cumplimiento de la disposición y el mismo gobierno siguió acuñando por varios años monedas de bajo contenido de plata, siempre con la fecha de 1821.
En 1826 se ordenó nuevamente la amortización y la reacuñación de la Macuquina al 0,666 ½, pero tampoco se hizo, pues esta moneda era de gran aceptación en las transacciones comerciales con las Antillas.
Billete de 1 real, Cartagena, Gutiérrez de Piñeres, 1813
Para apoyar la independencia de Cartagena se emitieron por primera vez en nuestro territorio, en 1813, billetes de 1 real, impresos en papel común y firmados por Gutiérrez de Piñeres. Estos papeles pronto fueron falsificados, desvalorizados y sacados de circulación.
Billete de la Gran Colombia, 5 pesos, Bogotá, 1821-1830
Estas pruebas de billetes, impresas en Nueva York por Peter Maverick, con fecha 182- y con la presencia de ese escudo, posiblemente indiquen que en los inicios de la Gran Colombia se pensó en recurrir al papel moneda como medio de financiación.
Préstamos internos
Durante la primera época de las revueltas independentistas la mayoría de los préstamos internos y externos eran públicos, pero se conocían como de carácter privado: es decir, que si bien el destinatario era el gobierno transitorio, los recursos provenían de particulares. En el caso de los préstamos internos, inicialmente eran voluntarios, pero ante el aumento de los gastos y la extensión de la guerra, pasaron a ser forzosos, como lo prueban los documentos que presentamos.
Los criollos adinerados y algunos españoles establecidos en la Nueva Granada, aportaron recursos de manera voluntaria, a manera de préstamo, para apoyar los inicios de la causa independentista. Originalmente los préstamos provenían de hacendados, a los que el gobierno entregaba un vale como evidencia para cobro del dinero en un futuro, con reconocimiento de intereses. La iglesia no estuvo exenta, y también apoyó a los insurgentes entregando cuantiosas sumas de dinero para financiar los ejércitos patriotas.
Préstamos externos en la Pre-Independencia
Hacia 1816 Simón Bolívar negoció desde Haití algunos préstamos externos para iniciar las primeras invasiones para liberar a Venezuela del dominio español, con los que equipó de uniformes, fusiles y municiones a los soldados, y adquirió las siete embarcaciones de la conocida “Expedición de los Cayos”.
Posteriormente, los primeros agentes venezolanos enviados por el Libertador a las potencias europeas, Luis López Méndez y José María del Real, tenían como misión solicitar más recursos para continuar con la guerra y lograr el reconocimiento de la nueva república. En su viaje al Viejo Continente, lograron conseguir en 1817 varios préstamos de casas inglesas privadas, entre la cuales estaban William Hall Campbell, George Robertson, Michael Scott, Pete Edwards y William Graham Junior & Sons.
Logrados los objetivos económicos y financieros, se dotaron los ejércitos y se pagaron servicios especiales a la causa. Parte de las cuotas de los préstamos se pagaron en especie, entre los que se contaron cabezas de ganado, bultos de cacao, porciones de tierra y haciendas, entre otros.
Luego de la expulsión definitiva de los españoles de la Nueva Granada, se dio comienzo a la conformación y formalización de la nueva República de Colombia, y se programaron una serie de desembolsos. Sin embargo, los gastos propios del naciente proyecto de libertad, que incluía pagos para mantener la nueva estructura del estado, dificultaban el cumplimiento de las obligaciones crediticias, lo que ocasionó hasta la prisión de algunos agentes colombianos.
Primer préstamo como nación independiente: "El empréstito de Zea"
El Congreso de Angostura decretó la unión de Colombia, Venezuela y Ecuador conformando la Gran Colombia, y nombró en 1819 al vicepresidente Francisco Antonio Zea como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario, tanto para tramitar nuevos créditos en Europa a nombre del gobierno, como para lograr el reconocimiento de Colombia como nación independiente.
Los primeros préstamos externos antes de la Independencia fueron tramitados por emisarios para financiar los gastos de la guerra, pero que no representaban a una nación reconocida formalmente. Los pagos de estas obligaciones se incumplieron lo que llevó al deterioro la confianza en la naciente república. Zea debía demostrar que Colombia era una nación próspera, con potencial comercial y económico suficiente para atraer a las naciones europeas y para cubrir las obligaciones.
Después de arduas negociaciones en Europa, Francisco Antonio Zea logró, en marzo de 1822, el primer préstamo externo para Colombia como nación independiente, ampliamente conocido como el Empréstito de Zea, firmado en París, con la firma de prestamistas ingleses Herring, Graham & Powles.
El valor de la obligación fue de dos millones de libras esterlinas, y estaba respaldada por las rentas de las importaciones y exportaciones, los derechos provenientes de la minería, la explotación de las salinas y el tabaco. Con este dinero se lograrían poner al día las deudas anteriores y el resto se destinaría a las actividades mineras y agropecuarias en Colombia. Las condiciones de pago eran con intereses al 0,5% mensual, pagaderos semestralmente, cuyo primer pago se realizaría en noviembre de 1822.
A raíz de este importante hecho financiero, Inglaterra nombró al coronel John Potter Hamilton como primer cónsul comercial ante la República de Colombia con el fin de estudiar la viabilidad de firmar un tratado de comercio entre las dos naciones y establecer oficialmente relaciones comerciales. El coronel llegó a Bogotá en 1824 y escribió sus impresiones en un interesante libro titulado: Viajes por el interior de las provincias de Colombia.
La misión Hurtado y el préstamo de 1824
Hacia 1823 era evidente la necesidad de encontrar recursos para continuar con la construcción de la nueva república. La mayor parte del presupuesto se destinaba a la guerra y al mantenimiento de los ejércitos que salvaguardaban la independencia, más aún cuando existían rumores de una reconquista por parte de España. De igual forma, debían pagarse, entre otras expensas, los haberes militares prometidos a quienes lucharon y contribuyeron con la causa, saldar las deudas activas a extranjeros establecidas por la Comisión de Liquidación, sufragar los gastos del nuevo cuerpo diplomático y mantener los cargos del creciente poder ejecutivo.
Ante esta situación fiscal era necesario conseguir nuevos recursos en el exterior: el vicepresidente Francisco de Paula Santander, con autorización del Congreso, comisionó a los señores Manuel Antonio Arrubla y Francisco Montoya, como agentes del gobierno colombiano, para que tramitaran en Europa recursos hasta por treinta millones de pesos, y a su vez nombró como ministro plenipotenciario a don Manuel José Hurtado para que supervisara y vigilara la consecución de los nuevos recursos, al menos en las condiciones que Francisco Antonio Zea había logrado con los prestamistas ingleses meses atrás.
En 1824 se logró el objetivo y se contrató con la casa prestamista inglesa B. A. Goldschmidt & Co. un crédito de alto valor, 4.4750.000 libras esterlinas, a un interés del 6% anual, pagaderos semestralmente. Realmente la nueva nación recibió una cifra menor a la mencionada por cuanto se descontaron las comisiones de los agentes, se pagaron deudas y obligaciones pendientes, se hizo el descuento inicial del préstamo (15%) y se dedujeron por anticipado otros intereses. Estos recursos, enviados a Colombia en barras de oro, fueron utilizados en su mayor parte para cubrir parcialmente las necesidades del gobierno, pagar deudas con terceros y reactivar las actividades agrícola y minera.
Otras fuentes de financiación
Los simpatizantes de la naciente república no estuvieron exentos de aportar económicamente a la campaña independista. Como ya vimos, los préstamos internos fueron inicialmente la fuente principal de financiación del movimiento independentista, los cuales provenían prioritariamente de las arcas de ricos hacendados y de la iglesia. Sin embargo, estos recursos se agotaron.
Fue entonces cuando los aportes se empezaron a dar en especie: víveres, ropa, caballos, ganado y diversos elementos de campaña con destino a las tropas. En este momento se crearon impuestos que debían ser pagados por todos, conocidos con el nombre de “capitación”, pues incluso mestizos, jornaleros e indios, debían pagarlos.
Para quienes tenían su primer empleo, existía la obligación de entregar la mitad de su salario durante los seis primeros meses y, en momentos de angustia financiera extrema, se llegó incluso hasta la expropiación de los bienes de cualquier ciudadano y a adelantar el testamento de futuras muertes en favor del estado.
De igual forma se legalizó el secuestro de bienes de españoles y de extranjeros, cuyos incentivos eran el pago de altas comisiones o premios a los “secuestradores”. Entre estos bienes se contaban fincas, joyas, ganado y muebles, entre otros. La figura del secuestro significaba un contrato de arrendamiento con el estado, que tenía la posibilidad de disponer de ellos cuando quisiera.
==¿Cuánto tiempo tardó la recuperación económica del país por los gastos de la Independencia?
Desde el punto de vista económico, es difícil saber cuáles fueron los costos y beneficios de la independencia. En muchos casos se habla de que la recuperación económica de la guerra tardó casi hasta finales del siglo XIX, e incluso hasta comienzos del XX. En otros casos, se sabe que hasta 1873 se volvieron a refinanciar las deudas acumuladas y contraídas durante el periodo de guerra, emancipación y creación de la nueva república.
La recuperación económica luego de la guerra era tan importante como el fortalecimiento de las instituciones políticas y la creación de una nueva constitución. Los nuevos gobernantes tenían el gran reto y desafío de hacer sentir a la población, que la causa de la independencia valía la pena y que traería bienestar, al menos a mediano y a largo plazo.
Costos
- Población disminuida por pérdidas humanas durante la guerra. Se calcula que la población disminuyó en algo más de 160.000 habitantes
- Las fincas y tierras destruidas y abandonadas fueron entregadas como parte del aporte financiero para la guerra, secuestradas y expropiadas si eran de extranjeros
- Disminución de ganado y de la tracción animal. Muchos nacionales entregaron comida, ganado, mulas y caballos para el sostenimiento de las tropas
- Vías de comunicación deterioradas
- El comercio y la explotación minera frenada por falta de maquinaria y de mano de obra, que servía en la guerra
- No había dinero para invertir en actividades productivas pues los recursos se canalizaban hacia los aportes voluntarios o forzosos para el ejército libertador
Beneficios
- Los ingresos que se generaban en la colonia eran para el desarrollo y beneficio de la nueva república, y no para la Corona
- Apertura al comercio con otros países. Las nuevas leyes permitieron negociar directamente con otros países y concretar acuerdos comerciales
- Importación de productos más baratos al eliminar la intermediación de España
- Autorización para que extranjeros invirtieran en el país, como mecanismo para atraer capital y reactivar la economía
- Mayor libertad a los indígenas y a los negros para llevar a cabo sus actividades económicas: se eliminaron los impuestos al trabajo de estas razas y se proclamó la abolición de la esclavitud
- Menores gastos militares luego de la guerra emancipadora, lo que permitió fortalecer las instituciones
- Creación de bancos como fuente importante para el financiamiento de las actividades productivas
La independencia de Cartagena
Fundada por Pedro de Heredia en 1533, desde sus inicios Cartagena de Indias se posicionó como puerto estratégico para la defensa de las posesiones españolas en América del Sur, para el comercio exterior y como caja fuerte del oro en tránsito camino a España. Siempre estuvo amenazada por corsarios y piratas en búsqueda de grandes tesoros y botines, entre los que sobresalieron Sir Francis Drake, el Barón de Pointis y el Almirante Edward Vernon, quien fracasó en su poderoso intento de toma de la ciudad en 1741.
Cartagena, fue la ciudad de la América Española que más recursos exigía, los que eran invertidos en la construcción de fortificaciones, armamento, hospitales y pagos a las tropas. Gran parte de estos recursos, llegaban a Cartagena, como “situados”, que eran sumas de dinero provenientes de la Caja Real de Santafé, que a su vez, recaudaba el pago de los impuestos coloniales provenientes de las distintas regiones del Nuevo Reino.
Durante la independencia, la primera Junta de Gobierno de Cartagena, leal al rey Fernando VII, se estableció en el 22 de mayo de 1810, reconociendo la autoridad del Consejo de Regencia. Días después, el presidente de esta Junta fue depuesto por conspirar contra España y ser partidario de las ideas de Napoleón. Sin embargo, y a pesar de la obediencia de la Junta al Consejo de Regencia, había posturas políticas encontradas en su interior.
Los hermanos Gutiérrez de Piñeres, influyentes políticos y hombres de negocios cartageneros, lideraron el movimiento contra los defensores de la sujeción al rey: se agruparon en el barrio Getsemaní el 11 de noviembre de 1811, estimularon al pueblo y parte de las tropas a presionar a la Junta de Gobierno, que debía pronunciarse sobre la propuesta de Germán Gutiérrez de Piñeres de declarar la independencia absoluta de la Corona Española, que además exigía la conformación de tres ramas del poder público, la ocupación de cargos públicos y militares por parte de los criollos y la abolición de la Inquisición.
Durante el período independentista, así como sucedió en otras regiones del país, la falta de recursos para financiar las revueltas patriotas obligó a Cartagena a solicitar préstamos internos a sus comerciantes y a las comunidades religiosas, y a emitir los primeros billetes y las primeras monedas independientes que se conocen.
Fuentes
Exposción Financiación de la Independencia
- Con el objetivo principal de exhibir sus colecciones patrimoniales contextualizadas dentro del marco de nuestra historia, la Subgerencia Cultural del Banco de la República y, en particular, la Unidad de Artes y Otras colecciones presentan la exposición Financiación de la Independencia.
Museo Casa de Moneda - Noviembre 16 de 2011 a 31 de julio de 2013 Curador: Carlos Alberto Delgado Legarda
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