“Las capitulaciones de Pasto, el Pacto de Paz”

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República

“LAS CAPITULACIONES DE PASTO, EL PACTO DE PAZ” “Las capitulaciones de Pasto, el pacto de paz”

LYDIA INÉS MUÑOZ CORDERO

“Y bien pudiera ser que la guerra o la peste redujeran de nuevo en aldeas a estas vastas repúblicas, o que una maldición sellara para siempre libros y tumbas y del pasado se prohibiera el recuerdo; nada se habrá perdido, sin embargo, es magnífico el vino, pero el agua es mejor, embriaga de manera más mística, no me revela al otro que se agazapa en mí, me revela a mí mismo”.

William Ospina

El primer armisticio, después de Boyacá: 1820

Dado el examen técnico de las coordenadas de la cada vez más violenta guerra de Independencia, luego del golpe militar a los realistas en Boyacá en agosto de 1819, el proyecto republicano cobró un avance y fuerza notoria y a su vez, se resquebrajaba la moral de la resistencia española.

En razón de la búsqueda común de la regularización de la guerra, los dos bandos en contienda deciden suscribir un tratado de armisticio en Trujillo, Perú, el día 26 de noviembre en 1820 los generales Pablo Morillo, Comandante del ejército español y Simón Bolívar, comandante del ejército patriota. El Armisticio se suscribe entre dos naciones: España y Colombia.

En síntesis, el contenido del Tratado de Armisticio de 1820, en su posterior reglamentación en 1821 hace énfasis en los siguientes aspectos:

1. Obediencia: “El armisticio y regularización de la guerra serán obedecidos y ejecutados en esta parte del sur…[1] tal cual el acuerdo.

2. Prevención: En aras del respeto al hombre y a la humanidad: se marca “la línea divisoria de los ejércitos el río Mayo sin que entretanto las tropas de Pasto puedan extender sus posiciones sobre la ribera derecha del río Juanambú…”[2].

3. Entrega de Armas o Desarme total de las guerrillas “y las que fueren de tropa de línea, se retirarán al cuartel general de Pasto o Quito…”[3].


Firma de Pablo Morillo


Firma de Simón Bolívar


4. Control De Hostilidades (Quito, Perú) todo acto de agresión será considerado una “violación” del armisticio celebrado entre los gobiernos de España y Colombia…”[4]. El tratamiento de los “prisioneros de guerra”, será “conforme al derecho de gentes y de la guerra”[5].

5. Se admita Canje de prisioneros según condiciones futuras[6].

6. El Perdón O Indulto. Se da lugar “por Colombia(a) la amnistía concedida por el armisticio y por la regularización de la guerra a personas que estuvieren presas, detenidas o fugitivas por consecuencia de revolución de la Provincia de Cuenca, de algunos pueblos de la de los Pastos y de Quito y a las que lo estén por opinión y en favor de la república…”[7].

7. Se insiste y prescribe el Canje de prisioneros “correspondientes” a los ejércitos de Colombia que se hallen bajo el distrito de la Presidencia de Quito…”. Se aclara que la República no tiene prisioneros del ejército español para el canje. Lo cual se produciría “cuando los tenga”[8].

8. Apertura. Si otras provincias reclamasen el armisticio, sería concedido.

9. Comunicación y Obediencia. Ejecución con carácter de inviolable. La reglamentación del tratado del Armisticio fue firmado en Quito el 21 de febrero de 1821 con vigencia de seis meses. Morillo y Bolívar se abrazaron en Santa Ana lo cual significaba tregua de paz en Venezuela y Nueva Granada. Sucre seguiría alerta en el Trapiche (hoy Bolívar en el Cauca).

Después de tantos años de cruda confrontación, la celebración y práctica del Armisticio, suscrito en 1820 y reafirmado en 1821, sienta las bases filosóficas de la regularización de la guerra, en aras de los derechos de gentes, de los civiles y ahora ciudadanos, a través del desarme, indulto, control de hostilidades, prescripción de canje de prisioneros y otros beneficios. Pero todo el proyecto político dependía del respeto y obediencia a este mandato, fruto del diálogo y del acuerdo. El río Mayo sería considerado la línea divisoria o límite entre los ejércitos contendores, quedando la ribera derecha para la ubicación de las tropas realistas de Pasto. En esta ciudad o en Quito, se establecerán las llamadas “tropa de línea”, estamento militar, donde recaía la responsabilidad de las acciones y defensas.

No obstante el acuerdo inicial, en territorio sureño, el 2 de febrero de 1821, se libraría el Combate de Jenoy, que representó una terrible baja para el ejército republicano por la derrota propinada por los realistas pastusos.

Batalla de Bomboná o Cariaco

“Como la luna estaba en su lleno y vi que el enemigo estaba sobre la cresta de la altura que defendían luchas dos compañías*, y su ayudante que se hallaba en ellos, me avisó que subiese a dar ánimo a la tropa que iba desmayando…”.

Basilio García

Yacuanquer 11 de Abril de 1822

A inicios de 1822, el obispo de Popayán Salvado Jiménez de Enciso, envía una carta al capitán General del Reino, describiendo la posición de los patusos para la defensa del territorio sur. Menciona especialmente a los indígenas combatientes, al decir de ellos:

[…] se prestaran a la defensa como siempre del modo que ellos acostumbran a hacer la guerra por defender con tesón su terreno, y es en mi dictamen todo y el mejor partido que se puede sacar de ellos, pues que el pastuso no se apresta a salir a pelear fuera de aquí, y en estos puntos son muy útiles, pues que tiran bien y para las guerrillas sueltas están muy diestros[9].

El religioso involucrado de lleno en la guerra, analiza la actitud política y sociológica de los pastusos de quienes resalta su constancia en la lucha y defensa de su territorio, la disposición para hacerlo in situ a través del sistema de guerrillas. Es la mirada desde el poder, y la manipulación o control de las circunstancias que con ellos se puede obtener.

Para 1822, existía ya la Republica de Colombia sin incluir aún parte del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y provincias del sur que aún permanecían en la posición realista. Es el momento coyuntural cuando se concibe la Campaña Libertadora del sur, al frente de la cual estará Simón Bolívar presidente de la República de Colombia y su primer comandante. Desde su inicio se disponía de dos plante o cartas para entrar en acción Plan A): La primera consistía en viajar por mar a Guayaquil y la costa y proceder a la toma de la capital realista que era Quito; Plan B) Viajar por tierra y avanzar hacia Quito, rodeando y bordeando la zona de Pasto y el sur para evitar enfrentamientos directos.

En 1822, en cumplimiento del Plan B de la Campaña Libertadora en territorio sur. El 2 de abril de aquel año, se lo encuentra en el Peñol y en receso de la dura marcha emprendida días antes desde Popayán, Bolívar decide acampar en el Cerro Gordo, allí instala un Hospital para enfermos, bajo el mando del coronel Laurencio Silva. Con los soldados colombianos habían marchado a la par y desde el norte, las voluntarias, mujeres patriotas que venían acompañando a sus hombres y defendiendo la causa común: la Independencia de España, después de más de 300 años de coloniaje.

Al frente en el Tambo Pintado estarían parapetados los realistas de la División Española con el coronel Basilio García, en posición alerta. El Peñol, sería un paso decisivo en la Campaña del Sur, que emprendiera el proyecto patriota, como dijera el propio Bolívar, al recordar la acción del Páramo de Pisba: “… contra toda esperanza”[10]. En el Cerro Gordo, quedarían el Hospital y las voluntarias. Bolívar instruye al coronel Laurencio Silva: “Todas las mujeres que vienen en el ejército deberán asistir a los enfermos y lavar su ropa, y en caso de no cumplir estas mujeres con este encargo, no les dará Usted, ración alguna y por ningún caso deberá Usted permitir que permanezcan en éste punto (…)”[11]. Advierte a la vez cuál deber ser la conducta de los soldados respecto a los bienes privados de la gente del lugar. Y dicta una instrucción final, que si en el enfrentamiento con los realistas, ocurriese que el ejército libertador, fuese derrotado, se debía asumir “la contramarcha” hacia el paso del Juanambú y Mercaderes.

Días más tarde, el 7 de abril, en el alto o loma de Cariaco, voz quechua que significa “río macho” o “río varón*”, se enfrentaran en la última batalla en territorio nacional, las fuerzas republicanas (2000 hombres) con Bolívar al mando y la división española y milicias pastusas (en número de 1585 efectivos) bajo la dirección del coronel Modesto Basilio García.

De parte de la División de Vanguardia colombiana entrarían en acción los Batallones: Vargas, Bogotá, Rifles, Vencedor de Boyacá, Cazadores, Montados, Guías, Lanceros.

De la División española o realista de Pasto: intervendrían las Compañías Aragón, Cataluña, Milicias de Pasto, Artillería y operando en Juanambú, los Cazadores de Cadiz, en Jenoy el Escuadrón Invencible y en Pasto las Milicias de Túquerres.

El Boletín del Ejército Libertador emitido desde el cuartel general en Bomboná el 8 de abril de 1822, da cuenta como iniciaron las acciones de choque entre los contendores el día anterior: “… bajo las órdenes inmediatas del señor coronel Barreto, que se adelantó con un piquete de guías hasta medio tiro de fusil del centro de las posiciones enemigas, que cubrían las alturas de Cariaco; pudo en efecto este intrepidísimo coronel reconocer en cuanto fue posible, el flanco derecho del enemigo, que aunque estaba apoyado al gran volcán de Pasto, parecía ofrecer un acceso aunque extremadamente dificultoso…”[12].

Luego el Teniente coronel Bartolomé Salom del bando patriota sostiene como resultado del combate: “Nosotros quedamos dueños del campo de batalla, de sus piezas de artillería, de todos sus despojos, de algunos prisioneros, y de la mayor parte de los heridos, pero sin la noche todo este cuerpo debió haber quedado en nuestro poder: pues el mismo comandante García no pudo retirarse sino á la cabeza de sesenta hombres en las tinieblas…”[13].


Foto 1. Vista panorámica de la Hacienda San Antonio de Bomboná. Consacá Nariño.

Fuente: Archivo personal Doctor Javier Díaz del Castillo


Foto 2. Hacienda San Antonio de Bomboná,

sirvió de cuartel general del ejército patriota en abril de 1822.

Fuente: Archivo particular Doctor Javier Díaz del Castillo

El parte del bando realista al Capitán General Juan de la Cruz Mourgen sobre la acción del 7 de abril de 1822, en testimonio/relato del Coronel Basilio García:

“Yo he manifestado a Vuestra Excelencia las muchas atenciones que me habían impedido dar el parte de la acción del 7 sobre la quebrada de Cariaco; y desembarazado algún tanto, no quiero demorarlo más. Esta acción fue y puede ser la más memorable que se haya dado en América, por la obstinación y constancia de uno y otro ejército. La fuerza enemiga, aunque pasaba de 2.000 hombres, no se batió la poca caballería por no permitirlo el terreno, ni un corto cuerpo de infantería: per ola que se batió componía mucho más número que la de mi mando, agregándose que de línea solo tenía entre Aragón y Cataluña 450 hombres disponibles, que con ellos cubrí los puntos de defensa, mezclando compañías de Pasto. No bien había hecho esta operación, cuando el enemigo, que había salido de la hacienda de Bomboná, e iba formando en el llano que hace frente a sus corrales, emprendió su marcha en dos columnas para atacarme como a las dos de la tarde. Una de ellas de 600 hombres se dirigió por la loma de la izquierda, donde en su cima tenía yo cuatro compañías, al mando del teniente coronel don Ramón Castilla que acabado de llegar no tuvo tiempo de reconocer las avenidas, ni yo por las mismas razones lo había hecho, aunque informado de los prácticos que era poco andable: en lo que fui engañado, pues hasta la caballería subió.

Desde que pusieron a tiro de fusil del punto principal que yo defendía se rompió un fuego para una y otra pate con tal viveza e igualdad, que no cesó en más de dos horas, rompiéndolo al mismo tiempo dos cañones violentos que tenía ocultos, y el enemigo no había visto, los que causaron el destrozo más sangriento, que los sensibles desmayaban ver los cadáveres unos sobre otros. Fue tenaz el enemigo para tomar esta primera posición, y así pagó su atrevimiento, que desengañado volvió atrás dejando el campo cubierto de muertos a donde bajaron parte de mis tropas, y recogieron los fusiles y municiones con una bandera y los demás despojos: trayéndose los heridos que pudieron verificarlo. Desde el momento que principió este fuero horroroso, no pude ver la columna que se había dirigido por la izquierda por el denso del humo y serenidad de la tarde; pero disipándose un momento que cesó, advertí que no se veían los nuestros ni el enemigo: seguramente creía que habían sido reclusados, y en efecto lo verificaron al cerro del volcán, dejando descubierto mi flanco derecho. Inmediatamente hice salir dos compañías de Aragón que cubrir la espalda de mí línea y de servir de refuerzo a las cuatro que antes había puesto en la loma, pero en balde, no se reunió ni un soldado de aquellas: y habiéndose encontrado éstas el enemigo, principió de nuevo el fuego por las dos líneas con más ardor que la vez primera, porque se animó el enemigo de mi frente al ver que su columna se ponía por nuestra espalda, y que una compañía de Pasto abandonó su posición por falta de municiones. No desmayó la demás tropa, pues sostuvo el fuego hasta muy oscuro, viendo que a las oraciones estaba empeñada más y más la acción, que las dos compañías iban rechazadas, y no podía dar más refuerzos, aumentando el enemigo el fuego y su gritería que era contestada con el cañón, y nunca volvió a avanzar donde la primera vez. Como la luna estaba en su lleno y vi que el enemigo estaba sobre la cresta de la altura que defendían dichas dos compañías, y mi ayudante que se hallaba con ellas, me avisó que subiese a dar ánimo a la tropa que iba desmayando: lo verifiqué, y al llegar donde hacían fuego los nuestros, que encontré con el enemigo que había avanzado: me hallé entre él y su fuego, que al profesar todos un mismo idioma, a la noche y al haber algunas matas, debo la suerte de no haber caído en sus manos. Ya no pude volver al punto principal que había dejado encargado el jefe de Estado Mayor don Pantaléon Herro, con orden de defenderlo hasta la bayoneta, ni tenía por dónde retirarse este Jefe, por no permitir el terreno otro paso que el que ya ocupaba el enemigo. Cesado ya todo el fuero a las 8 de la noche y viendo que no volvía como había ofrecido, me hizo buscar, y no encontrándome, ni tampoco a los enemigos, que sin duda replegaron a su retaguardia cundo concluyeron de subir la loma se retiró con todo orden a las dos de la mañana salvando toda su tropa, y al ser de día se unieron donde yo estaba con los pocos que habían salido[14].

Después de la Batalla de Bomboná, cumplida el 7 de abril de 1822, cada bando en la contienda se asignaba la victoria. Si bien, reconocían el valor del contrincante, la retórica de los republicanos desdibujaba a su vez la verdad de los hechos al sostener: “El enemigo en número de dos mil hombres”[15]. En realidad fueron 1585 combatientes del partido realista. Otra inexactitud: “La pérdida del enemigo, según su propia confesión, pasa de doscientos cincuenta hombres entre muertos y heridos, prisioneros y dispersos, no debiendo estrañarse esta desproporción porque combatiendo perfectamente a cubierto no era casi posible hacerle estrago por nuestra parte…”[16]. Afirmación que se contraria con los hechos, los realistas solo tuvieron 20 víctimas y 60 heridos. Al respecto éstas cifras siempre representarán una aproximación a la realidad.

Desde su ángulo el teniente coronel realista Modesto Basilio García, informa que “y porque se ha palpado el campo de batalla, es efectiva su pérdida a mil hombres, pues las tropas que han pasado por dicho campo han visto siete montones de cadáveres formidables que se reunieron al quemar”[17], lo cual se desvirtúa con la cifra de 174 muertos, sumando los heridos a 551 entre graves, leves y lisiados.

La Batalla de Bomboná o de Cariaco continuó a través de una pugna de poderes, amenazas, intimidaciones en el mismo teatro de operaciones hasta que el proceso se resolvió por el diálogo, el acuerdo es decir por la vía diplomática y no tanto por el peso de las armas. Por supuesto que intervendrán factores externos e internos en la decisión final. En las filas realistas se observará dispersión y el empeño en defender otros puntos hacia el sur.


Foto 3. Pasto antiguo. Ayer. Hoy carrera 24 con calle 18

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

En comunicación suscrita por el coronel García, le dice a Bolívar: “Remito con el conductor la bandera del Bogotá que la suerte de la guerra puso en mis manos, habiendo quedado el asta en los puntos de defensa y el abanderado muerto en el campo del honor[18].

La victoria técnica en Bomboná del ejército patriota, le imprimió una seguridad tal a Bolívar que éste quería pasar a Pasto, al día siguiente. Pero el asunto no era tan fácil. A escasos tres días de la batalla, o sea el 10 de abril se convocaría en Pasto a un Cabildo Abierto para consultar si se permitía o nó el paso de Bolívar por la ciudad. Así se entra en la disyuntiva: ¿La paz o la guerra?. Se toma la segunda vía, sin dilación alguna.

El consenso fue contundente, al negar de tajo tal privilegio o concesión: “… por unanimidad de pareceres se negó a Bolívar el permiso de pasar por Pasto o sus alrededores”[19]. Antes bien se dijo que “debía continuarse la guerra y resistir a todo trance a su injusto invasor”[20].

De éste hecho se derivarán conclusiones importantes, primero, el Cabildo Abierto seguía siendo un instrumento democrático desde la colonia y como instancia horizontal se acude a él para buscar la opinión general y tomar decisiones trascendentales aún en plena contienda de independencia. Pasto sigue en pie de guerra, no hay lugar a concesiones, no admite la victoria de su contendor. Recuérdese que el propio coronel García repetía a Bolívar que su división se retiraría del campo de batalla, pero sin ser vencido. O sea que seguía la primera línea realista en los puntos de defensa: en el río Juanambú al norte del territorio, en el puente de Tayndala en el río Guáitara y en el Peñol. A Bolívar no le fue nada fácil tratar con los pastusos para entrar victorioso a la ciudad.

Por ese entonces, Don Basilio García estudia las coordenadas políticas que no le eran favorables. Carece de suficientes tropas, las compañías de Aragón y los Andes habían marchado hacia Quito. Sin contar con armamento ni municiones, bastimentos, provisiones, alimentos, su ropa o capisayos para las milicias dado que ya el propio Cabildo pastuso le negaba esos auxilios.

Por su lado Bolívar también “juega bajo la ley del azar”. Hace cuenta del contexto de factores adversos en los que se desenvuelve. Está en territorio enemigo en estado de alerta permanente. Debe velar y confiar la salud de sus hombres heridos a los propios realistas. Por ello emprende la contramarcha el 26 de abril hacia el norte en medio de las hostilidades de los realistas, pero firme en la convicción de rearmarse y tornar al campo de operaciones.

Las capitulaciones de 1822 y las consecuencias sociopolíticas

Firma de Simón Bolívar


Después de Bomboná, surge una gran crisis entre los contingentes realistas. Don Basilio García -dice Sergio Elías Ortiz- intentó reagruparse, pero encontró resistencias a excepción “del Escuadrón Invencible”[21] que estaba al mando del coronel Estanislao Merchancano. Así logra “rearmarse” y acude al Cabildo para atender su empeño. Recuérdese que había un ejército de línea formal integrado por españoles, limeños, cuencanos, quiteños y otro contingente informal formado por los milicianos pastusos denominado desde 1814, como “Primer Batallón de Milicias de Pasto”, integrado por 6 compañías (entre 32 y 70 hombres cada una) y el Segundo Batallón de Milicias de Pasto, compuesto por 6 compañías (de 45 y 60 hombres cada una) de carácter voluntario, indígenas y paisanos, mestizos, artesanos. Estos, no usaban “uniforme” ni formaban “filas” o compañías se agrupaban por oficios o familias. Además se contaba con las dos compañías fijas del Patía.

Después de la enorme pérdida de efectivos republicanos en Bomboná, enterado que Pasto seguía con “mil” hombres para su defensa”, Bolívar pensó “ir por Buenaventura a Guayaquil”[22], pero luego “decidió una nueva marcha hacia Pasto, no sin antes dirigir un ultimátum al jefe español en términos de quién tenía la razón pero también la fuerza: “Es por última vez, le dijo, que dirijo a vuestra Señoría palabras de paz. Muchos pasos he dado para evitar a Vuestra Señoría a esa guarnición y al desgraciado pueblo de Pasto todos los horrores de la guerra…”[23]. E insta para que “esa guarnición y el pueblo de Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y agradable, o que se preparen a vencer o morir”[24].

Increpaba Bolívar a García, los crímenes de los realistas contra los patriotas y el “derecho para tratar el pueblo de Pasto como prisionero de guerra”[25]. Que el gobierno español no tenía ya representación en Pasto y Quito “ni armas, ni tropas, a excepción de 300 españoles… Pues todo lo demás no era sino paisanaje indisciplinado y de ningún modo aguerrido…”[26].

En esta contienda no participó el teniente coronel Don Agustín Agualongo, porque se encontraba en las filas realistas en Quito y participaría en la Batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822.

A partir del triunfo patriota de orden técnico en Bomboná, la resistencia pastusa se resquebrajó y todo aquello que había tomado notable ventaja. No obstante la gente se pronunciaría en Cabildo Abierto, el 24 de Mayo de 1822, que no cederían ante la derrota. Pero la victoria republicana definitiva en la Batalla de Pichincha en Quito y otros factores de hecho, influenciarían favorablemente para adoptar la vía de la propuesta de las Capitulaciones, intermediada por un verdadero proceso de paz, donde se ponía a prueba el carácter del pueblo pastuso.

El 15 de abril de 1822, Bolívar escribe en el estilo propio del “vencedor” cuya imagen era solo eso, una escasa sombra de la derrota militar: “Después de un triunfo muy glorioso tomando este campo de Cariaco, hemos cumplido con un deber sagrado tomando el más vivo interés por nuestros heridos, que estaban perdidos por estas engreñadas breñas, lo que nos ha detenido por el momento”[27].


Foto 4. Pasto antiguo. Barrio de Taminango. Siglo XX.

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

La retórica se explaya al hablar de “de esta gloriosa jornada”[28], que en 1822 constituyó un hito para el proyecto político de la República de Colombia ya instaurada desde 1819, pero sin Pasto ni el territorio sur hasta esa fecha. Lo cuál acarrearía el que la guerra se prolongara durante muchos años más.

En el lenguaje del enemigo se impugna y se torna ofensivo y depredador, por ello trata al pueblo y a la posición política de los pastusos, como ignorante y fanática, sin tener en cuenta que se trataba del ejercicio del derecho al disenso en el marco geopolítico: “hubiera tenido que luchar contra el mortífero clima del Patía contra los desiertos y montañas escarpadas de Pasto, y contra la ignorancia más torpe y el fanatismo más exaltado”[29].

Pasto era el nudo gordiano que se debía desatar. Dice el parte oficial al respecto:

“[…] Así el enemigo nos verá muy pronto, y los defensores de Pasto, tendrán que rendirse ó capitular porque siendo nuestras fuerzas tan superiores…"[30]:

La Batalla de Bomboná, atrajo consecuencias de distinto orden,

  • Las bajas notables de los combatientes que sobrepasó el numero de 200 muertos en el capo de honor, además de los heridos, lisiados y dispersos, provocó una disminución de la población afectando a las familias y as los contingentes de combate de los cuales eran miembros.
  • Se facilitó el paso hacia la capitulación de Pasto, mediante el estudio de las propuestas de Simón Bolívar.
  • Dado el carácter “técnico” del triunfo patriota, la Batalla de Bomboná o Cariaco, fue polémica, generó controversias por el tipo de operaciones del mismo comandante. De ahí que en el Boletín se informan o prometen justificaciones:

“[…] Oportunamente publicaremos las comunicaciones en que Su Excelencia el Libertador dá cuenta de sus operaciones y de los motivos poderosos que le impidieron sacar todo el fruto debido de la batalla de Cariaco, y de los que se obligaron a cambiar de plan”[31].

La imagen de siete torres de cadáveres apilados en el campo de batalla destinados al fuego unos y otros a las caídas del agua, retrata casi simbólicamente el espectro de la guerra y la inconsistencia o paradoja de las “victorias menores”. La gran pérdida de efectivos patriotas, oficiales y soldados, el número de heridos graves y lesionados en campaña, fueron los indicadores de la sangrienta Batalla de Bomboná, que costó tantas bajas al ejército republicano más que al ejército “español” como llamaban así a los realistas.

Los procesos hacia la Capitulación de Pasto: 1822

Es en ese proceso o compás de espera cuando se abre paso a jugar la última carta a favor de la paz, consistente en la propuesta de Capitulación por parte de Bolívar a través de un texto lacónico, que decía así sobre los derechos a contemplar en caso de que Pasto, acepte:

“Primero: indemnizados de todo cargo y responsabilidad aquellos contra los cuales tenemos ultrajes que reclamar.

Segundo: las tropas que querrían volver al territorio español serán remitidas con su bagajes y propiedades donde quiera que gusten ir.

Tercero: el pueblo de Pasto será tratado como el más favorecido de la República, y no pondremos ni guarnición siquiera si entrega sus armas y se restituye a una vida pasiva.

Cuarto: el pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la capital de la República en todos los derechos respectivos.

Quinto: los españoles, sean militares o civiles, si quieren jurar fidelidad al gobierno de Colombia, serán colombianos, conservándoles sus empleos y propiedades.

Estas generosas ofertas son las mismas que el gobierno de Colombia ha hecho a sus enemigos desde la feliz transformación del gobierno español, y es bien sabido que las ha cumplido religiosamente”[32].

Después de las discusiones y de evaluar la situación sociopolítica del momento, se atendió las debidas consultas en el mismo Cabildo de Pasto, ante los integrantes del Consejo de Oficiales entre los que se hallaba el propio Estanislao Merchancano. Se cometió un error craso, no se buscó el consenso entre la población de milicianos realistas y combatientes llanos. Esta circunstancia irregular fue caldo de cultivo de la disidencia política que se formó a partir de entonces.


Foto 5. Pasto antiguo. Siglo XX.

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

Significado y trascendencia

Capitulación de Pasto: 6 de Junio de 1822

Después de las discusiones, se elaboraron las contrapropuestas y el texto final de la capitulación de Pasto: Los señores tenientes coroneles don Pantaleón del Fierro y don Miguel Retamal comisionados por el señor Comandante jeneral de la segunda división española del sur, Coronel don Basilio García presentó los siguientes artículos de capitulación á S.E. el Libertador presidente de Colombia que nombró para concluir este convenio á los señores coronel José Gabriel Pérez y teniente coronel Vicente Gonzales.

1. Pacto de Paz

Se examinan ahora artículo por artículo de las Capitulaciones de Pasto suscritas en Berruecos el 6 de Junio de 1822, entre el ejército español comandado por el teniente coronel Basilio García y Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia, comandante de las fuerzas republicanas. Su dimensión como Pacto de Paz, desborda los siglos.

1. Artículo: “No será perseguido ningún individuo del mando del señor Comandante jeneral de la segunda división española del ejército del sur: tampoco lo serán los últimamente pasados del ejército de Colombia, inclusas las tropas y vecinos de las provincias del mando de señor Comandante jeneral cuyo territorio es desde Tulcán hasta Popayán y costas de Barbacoas: los individuos del clero secular y regular quedarán también exentos de todo cargo y responsabilidad”[33].

Su significado es profundo, se anuncia el indulto o perdón al enemigo, al levantado en armas, al de la opinión política opuesta. Se incluyen a militares y civiles y clero secular y regular. Se habla allí de la jurisdicción del Comandante General del Ejército de Colombia que incluye “el territorio (es) desde Tulcán hasta Popayán y costas de Barbacoas”.

Artículo 2: “Los oficiales y soldados españoles y los del país no podrán ser obligados a tomar partido en Colombia contra su voluntad, no siendo los primeros invitados y amonestados”[34].

Este artículo adquiere una connotación básica en relación al ejercicio de un derecho fundamental, el del libre albedrío según la conciencia individual. Se aclara que el derecho protege solamente el de los militares realistas ya sean estos “españoles y pastusos”.

Este importante derecho fue propuesto por los pastusos y aceptado cabalmente.

Artículo 3. “El pueblo de Pasto será tratado como el más favorecido de la República, y no pondremos ni guarnición siquiera si entrega sus armas y se restituye a una vida pasiva”[35].

Este artículo más que un derecho, se traduce como una lisonja o gancho para atraer la rendición del pueblo pastuso. Es una promesa de carácter político que no se iba a cumplir, porque la misma cae de su peso. De la noche a la mañana no se va a tratar al enemigo con tantos privilegios y con la demagogia que ni siquiera va a dejar guarnición militar si se desarma la población.

Nunca se cumplió, y desde el inicio de la República, Pasto fue sede de gobiernos militares para contrarrestar cualquier brote de rebeldía. Aún después en la época de la república, o sea en 1827 se le impone una jefatura militar previo proceso de confiscación de armas entre los ciudadanos.

Artículo 4. “El pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la capital de la República en todos los derechos respectivos”[36].

Esta oferta de Bolívar, se conlleva implícita la mayor lisonja porque no puede existir paralelismos en el campo administrativo, ni lo admitía jurídicamente el nuevo sistema republicano. Pero es allí donde se aprecia que Bolívar advirtió la prevalencia de Pasto y más que nada la aspiración íntima del pueblo con el Cabildo al frente que desde el inicio de la guerra expusieron su utopía más entrañable cuál era la de convertirse en sede y capital de gobierno.

Artículo 5: “Los individuos de las guerrillas de Patía, y los que estén dentro de la línea del ejército de la República de Colombia dependientes del Señor Comandante jeneral de la segunda división española del ejército del sur. A los que no se les podrán acusar las fallas que hayan cometido aunque sean de la mayor responsabilidad. Por último Sergio Elías Ortiz el presidente como vencedor dotado de una alma grande, como lo está, usará para los prisioneros de guerra, y para con los vecinos del pueblo de Pasto y su jurisdicción, de la beneficencia de la que es capaz”[37].

En esta contrapropuesta del lado realista, se interpela o condiciona la Capitulación, con un criterio básico incluyente, porque el derecho del indulto y del perdón, cobijaría también a los guerrilleros patianos.

Reclamándose a la vez del derecho de gentes, como protocolo prioritario en el tratamiento de “prisioneros de guerra, y para con los vecinos del pueblo de Pasto y su jurisdicción”[38].

Artículo 6. “Que así como se garantizan las personas y bienes de la tropa veterana y vecinos de Pasto, éstos y todos los que existen en él, no podrán ser destinados en ningún tiempo á cuerpos vivos, sino que mantendrán como hasta aquí en clase de urbanos, sin que jamás puedan salir de su territorio: que á los emigrados se les de su pasaporte para retirarse al seno de sus familias; y que atendiendo á la pobreza de Pasto y á las grandes erogaciones que ha sufrido durante la guerra, sea exenta de toda pensión”[39].

Esta proposición de los realistas atiende el ejercer el derecho al libre albedrío para conservar sus convicciones ideológicas políticas. Se contempla también el derecho a emigrar del país en las mejores condiciones.

Artículo 7. “Que no haya la más mínima alteración en cuanto á la sagrada religión Católica, Apostólica y Romana, y ató inveterado de sus costumbres”[40].

De esta manera se afirma el criterio religioso básico e inquebrantable de los pastusos de aquel entonces. De parte de la República de Colombia, se compromete hacer respetar y nunca alterar “la sagrada relijión de Jesús”[41].

Artículo 8. “Quedando sujeto á la república de Colombia el territorio del mando del señor comandante jeneral de la segunda división española del ejército del sur espresado en el artículo 1, las propiedades de los vecinos de Pasto, y de todo el territorio, serán garantizados, sino que se les conservará ilesas”[42].

Esa parte del acuerdo de Paz es muy importante, porque se ofrece el garante sobre bienes y las propiedades privadas de los pastusos en todo su territorio. La garantía proviene ahora del poder republicano.

Artículo 9. “Que en caso de que Su Excelencia el Libertador presidente tenga á bien ir á Pasto, espera que la trate con aquella consideración propia de su carácter humano, atendiendo á la miseria en que se halla”[43].

Han transcurrido trece largos años de guerra desde 1809, Pasto y el territorio sur han sido desolados. La ciudad ha perdido un tercio de sus habitantes y la infraestructura como la propia economía han sufrido deterioro y atrasos irreparables en algunos aspectos y factores. De ahí que en la propuesta que presenta el bando realista hace hincapié en que el propio presidente ahora de la República de Colombia, tenga en cuenta “la miseria en que se encuentra”[44].

Al ser concedida la petición, se promete: “Su excelencia ofrece tratar a la ciudad de Pasto con la más grande benignidad, y no le exigirá el más leve sacrificio para el servicio del ejército libertador”[45], se agrega un elemento de tolerancia: reconocer la oposición política y el libre albedrío del considerado hasta ahora como contendor y enemigo, para no obligarlo a servir en causa contraria. Y que además no se exigirá a la ciudad “sacrificio alguno” o sería retribuida cualquier erogación.

Artículo 10. “Que respecto á que Su Excelencia el Libertador se ha servido prometer a Pasto, que gozará de las mismas prerrogativas que la capital de la República, se concederá el establecimiento de la Casa de la Moneda conforme lo está actualmente”[46].

Esta era la solicitud del lado realista, pero se contesta de parte de los republicanos, que se carece de la competencia legal para establecer la Casa de la Moneda en Pasto, dado que ello es atribución del congreso de la República. No obstante se debe iniciar el proceso de “solicitud de la gracia” ante el ente legislativo.

Artículo 11. “Que la persona del Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán, y las de los demás eclesiásticos forasteros, sean tratados con las mismas prerrogativas que se ofrecen a todos los vecinos de Pasto respetando sus altas dignidades”[47].

Es concedido el petitorio, sin ambaje alguno. El texto es aprobado definitivamente y recibe las rúbricas de los comandantes respectivos, tanto de Simón Bolívar, presidente de Colombia y comandante del ejército libertador y de Don Modesto Basilio García, comandante de la división española: “Cuartel Jeneral libertador en Pasto a 8 de junio de 1822 y desde el cuartel jeneral divisionario de Pasto a junio de 1822… Basilio García”[48].

Con la Capitulación de Pasto y el compromiso de la República de atender y proteger los derechos de gentes del pueblo pastuso, se cerraba un ciclo trágico de la guerra emancipatoria.

Su contenido a la letra y en el marco del jure, del respeto y la protección de las personas. Es así como se resaltan sus logros: Increpaba Bolívar a García, los crímenes de los realistas, con los patriotas y el “derecho para tratar el pueblo de Pasto como prisionero de guerra…”. Que el gobierno español no tenía ya representación en Pasto y Quito “ni armas, ni caso tropas, a excepción de 300 españoles …. Pues todo lo demás no era sino paisanaje indisciplinado y de ningún modo aguerrido…”[49].


Foto 6. Pasto antiguo. Siglo XX.

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

Prometió la presencia de más de cuatro mil hombres provenientes del norte. Bolívar ofrece propuesta de la capitulación con carácter de ultimátum, en síntesis, se declara así:

  1. Principio de Indemnización equivalía a ofrecer Indultos a los enemigos.
  2. Principio del Retorno. Las Tropas españolas podrían volver a su territorio, sin obstáculo alguno.
  3. Principio de Respeto. Promesa del buen trato al Pueblo de Pasto, como “el más favorecido de la República”[50].
  4. Principio de Equidad y Democracia. “El Pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la capital de la República en todos los derechos respectivos”[51].
  5. Los españoles que juren “fidelidad” al nuevo sistema “serán colombianos, conservándoles sus empleos y propiedades”[52]. Se adquiría así una nueva identidad civil, la de ser ciudadanos colombianos.

El triunfo de Pichincha 24 de mayo de 1822 y el desequilibrio de las fuerzas existentes de lado realista impulsan la decisión de Don Basilio García de aceptar la propuesta de Bolívar y proceder a Capitular, luego de la consulta al Cabildo y al Consejo de oficiales, pero se olvidó – grasso error – de consultar al pueblo, a los milicianos que eran combatientes.

En el balance de la situación política de los contendores, se reconoce que el ejército republicano cuenta a su favor con el triunfo de Pichincha en Quito, al mando del mariscal Sucre y el ejército español se ve afectado por la derrota, se le baja la moral, tiene prisioneros en Quito, entre estos, estaban el coronel Agustín Agualongo y Benito Boves.

En el Consejo de realistas en Pasto, estaba el coronel Estanislao Merchancano, jefe del Escuadrón Invencible quien también estuvo de acuerdo con la capitulación, recuérdese que Agualongo estaba por aquel entonces detenido en Quito, después se le concedería un pase en calidad de “paysano”.

Los términos generales de la Capitulación o contraparte que propone Pasto son del siguiente tenor:

“que ninguno de los habitantes de Pasto pueda ser destinado a cuerpos vivos; que la ciudad sea exenta de toda pensión (contribución de guerra); “que no haya la más mínima alteración en cuanto a la sagrada religión, católica, apostólica y romana, y a lo inveterado de sus costumbres”, que se garanticen las propiedades de los vecinos de la ciudad; que se conceda el establecimiento de casa/moneda, tal como ahora se halla; que la persona del último obispo, como la de los sacerdotes sea respetada y, por último que el territorio del Patía sea tratado como se promete a Pasto”[53].

Las propuestas de la Capitulación de Bolívar, se resumen en los siguientes aspectos sociopolíticos:

  1. Indulto es decir perdón y negar el espacio a la venganza.
  2. Permitir el regreso de los españoles a su territorio, respetándoles sus derechos.
  3. Equidad en el tratamiento a Pasto, sin militarizarlos, previa Entrega de Armas y condición de asumir vida Pasiva.

(Análisis en la promesa hay más lisonja que intención real).

  1. Promesa a Pasto de ser tratado igual y con “privilegios” igual que el de la Capital de la República”[54].

La lisonja e ironía atiende el juego político o sofisma que aparenta reconocer al “otro”, sus aspiraciones de honor para “desarmarlas”, precisamente.


Foto 7. Pasto antiguo. Siglo XX.

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

En lo planteado por Basilio García, se hizo énfasis en:

  1. Respeto al pueblo de Pasto, para que no sirva en ejército alguno.
  2. Indulto y Justicia a Pasto para que no pague ninguna contribución de guerra debido a su pobreza consecuencia de lidiar con11 años de guerra.
  3. Respeto a la Religión y a las costumbres.
  4. Respeto a la propiedad de los vecinos.
  5. Se establezca la Casa de la Moneda en Pasto, para atender la economía local.
  6. Respeto al clero.
  7. Equidad. Igual trato al pueblo del Patía. Se atiende y defiende al pueblo que ha compartido su lucha.

A su vez los coroneles Pantaleón Hierro y don Miguel Retamal, en comisión del coronel Don Basilio García comandante general de Segunda División española del sur son los encargados de llevar el Documento con los Artículos de Capitulación que después de la aprobación correspondiente constituirá el Documento Marco del fin de la guerra de independencia en el sur, el mismo que se suscribirá en Berruecos, el día 6 de junio de 1822.

Las Capitulaciones de Pasto que se firman en 1822, son diferentes en grado al Armisticio que se suscribe entre los gobiernos de España y Colombia en Trujillo en 1820 y que luego se afirmaría en 1821. Pero no menos importantes porque ellas representaban como el cierre al proceso de paz, que ya venía en curso, dado que eran las provincias del sur las que entraban en razón y así se facilitaría desarrollar la pacificación en el sur del continente.

Estas Capitulaciones de 1822, que hablan de indulto o perdón, de desarme, de respeto al libre albedrio, de respeto a las costumbres y a la religión, de poderse trasladar al territorio de origen, de equidad y trato justo, bajo los criterios de obediencia y cumplimiento del Acuerdo fruto de la concertación, no tuvieron en cuenta la ruta completa, es decir descuidaron la existencia de la disidencia pastusa, en quién recayó la parte vulnerable del acuerdo, el hilo suelto de la capitulación de Pasto.

EL LEVANTAMIENTO DE BOVES Y AGUALONGO, LA NAVIDAD NEGRA

En la Batalla de Pichincha librada el 24 de mayo de 1822, con el triunfo de las fuerzas patriotas al mando de Antonio José de Sucre, quedaron muchos prisioneros realistas en “el cuartel situado en la cima del Panecillo, en Quito. Entre ellos, una noche escaparon Benito Boves y Juan Muñoz, se reunieron en Pasto con Agualongo, Merchancano y otros pronto enarbolaron el estandarte del Rey, en franco desconocimiento de la capitulación suscrita días antes”[55]. De Agualongo se dice que intervino en Pichincha y luego de quedar prisionero, obtendría un pase o licencia de “paisano” pudiendo así salir de Quito[56].

En la facción rebelde de finales de octubre de 1822, con Boves, Agualongo y Merchancano, entra Eusebio Mejía “Alías Calzón” quién era originario de Cumbal, de un carácter muy violento. Los primeros pasos que da el levantamiento social que incursiona en el escenario político de su época, con la ruptura de las Capitulaciones de Pasto, es el de avanzar a la provincia de los Pastos para conseguir adeptos y recursos.


Foto 8. Pasto antiguo. Sector de los Dos Puentes

Autor: Horst Martí, alemán (a. 1940-1960)

Fuente: Colección Museo Etnográfico- Dresde. Alemania

Es en Noviembre de aquel año, cuando el comando de Eusebio Mejía “Alías Calzón”[57], comete tropelías en el vecindario de Ipiales y en la redada toma prisionera a Antonia Josefina Obando, apellidada “la Ninfa” porque cuando había pasado Bolívar en junio por la ciudad, los ipialeños le habían ofrecido una recepción y homenaje en el cual habría intervenido Antonia, disfrazada de ninfa grecoromana. Por su filiación patriota, es fusilada en Ipiales frente a la Capilla de la Virgen de la Escalera, el 10 de noviembre de 1822, convirtiéndose así en heroína y mártir de la libertad en el altar de la patria.

Ante la ruptura de las Capitulaciones el surgimiento de la reacción realista rebelde en Pasto, quién primero actúa es el Mariscal Antonio José de Sucre, intendente de Quito, cuyo propósito inmediato fue el sometimiento de los insurrectos.

En el contexto político en Pasto, es de confrontación, pugna y división a finales de Octubre de 1822, por cuanto solo es una facción de la población la que se enmarca en la disidencia, porque el Cabildo, la élite social, el clero y la mayoría de los moradores estaban en franco desacuerdo con la ruptura de las Capitulaciones o acuerdo de paz, suscrito hacía meses atrás dado que ello significaba como al efecto ocurrió, no solamente faltar a la palabra empeñada, fruto del consenso, sino regresar al escenario dramático de la guerra.

¿Cuál fue el objetivo de los levantados de Octubre en 1822?. Se dice que su acción se encaminó “contra los malvados usurpadores de los derechos del muy amado Fernando Séptimo y enemigos jurados de la religión”[58]. O sea que la dinámica realista estaba dirigida a la recuperación del fuero monárquico en un contexto geopolítico adverso.

Por aquel tiempo Bolívar que se encontraba en Quito da la orden funesta a Sucre: ¡Tomar a sangre y fuego a Pasto!. El Mariscal Sucre avanzó hacia el sur con un ejército de 2000 hombres, distribuidos en los Batallones de Rifles, escuadrones de Bogotá, Vargas, Guías, Cazadores y los Dragones. Después, llegarían los batallones de la Guardia, Vargas, Bogotá y Milicias de Quito, con 1000 efectivos más.

El primer encuentro se libra el 24 de noviembre de 1822, en el Puente de Tayndala – Yacuanquer – donde la fuerte defensa realista obligaría al repliegue del poderoso ejército republicano, que fue a quedarse en Túquerres.

Un mes después, por mensaje de un espía tuquerreño, se dió aviso a Sucre, que el paso de Tayndala en Yacuanquer, estaba casi libre, porque la mayoría del destacamento realista había partido hasta Pasto para celebrar la Navidad y que solamente habían quedado 60 guardias. Así, fue como se emprendió la partida del ejército al mando de Sucre, con dirección a Pasto, desde tempranas horas del día 23 de diciembre de 1822.

En el Puente de Tayndala, las escaramuzas libradas con el débil regimiento realista, permitieron el avance de los republicanos hacia la ciudad en plan de asalto más que de combate.

Esta última referencia trata del abandono de los destacamentos de los puntos en el Peñol y Yacuanquer, por las fiestas de Pascua, descuido y error de los pastusos que les costó demasiado caro.

Como lo hiciera en 1814 Antonio Nariño, ahora Sucre prevenía a Pasto, que si no “rindiesen las armas, amenazándolos, que de no hacerlo, entraría a fuego y sangre, reduciendo a la Ciudad a escombros: pero ellos más obstinados contestaron que no entraría sino sobre sus cadáveres”[59].

La defensa pastusa con milicias en infantería estaban distribuidas en el alto de Caracha y en la Plazuela de Santiago, pero los enemigos atacaron en esta última con la táctica de la tenaza envolvente, con las tres compañías del Batallón de los Rifles y el Vargas.

Un testimonio de lo ocurrido el 24 de diciembre de 1822, expone los pormenores de lo que pasó a la historia, como el drama de la Navidad Negra en Pasto o “La Noche de los Rifles” como quedó en el imaginario de los pastusos sobrevivientes:

… Qué a las 12 del día 24 de diciembre se rompió el fuego en Panchindo, el que se concluyó a las 2 ½ de la tarde en la Plazuela de Santiago. Que los Pastusos pasaron duro: que su valor fue admirable a sus Enemigos: que la victoria coronó a éstos, porque la causa que defendía Pasto era infame.

Que los Pastusos abandonaron los puntos principales y ventajosos del Guáitara[60]; que los mismos oficiales de la República confiesan que eran invencibles por las cortaduras y parapetos formados con inteligencia…”[61].

El testimonio continua:

“Que al cabo de 2 horas de combates, y de unos prodigios de valor, los pastusos cedieron el campo al enemigo, dejando en él como 200 muertos; que los restantes derrotados se esparcieron por los montes, dejando la Ciudad, entregada al saqueo y desguello, en el que fueron víctimas de furor los ancianos, los enfermos, y los inocentes en número de más de 200”[62].

Fueron 26 horas de asalto y allanamiento de las viviendas de moradores desarmados, se violentaron a: “niñas de 10 años para arriba, viudas, casadas y todo género de mujeres”[63]. Luego el Comandante dió orden para la salida a los campos y haciendas, donde la soldadesca abusó de las indígenas, los esposos habían huido al monte, el robo y aniquilación de las cosechas fue su lema.

Decían los mayordomos que en las haciendas de las Monjas Conceptas, el “bochinche” como así llamaban a los soldados republicanos, y las “voluntarias” “no dejaron ni las tusas”. Ello sumado al robo de todo tipo de ganado.

La Navidad Negra del 24 de diciembre de 1824, o “Noche de los Rifles”, queda retratada para la historia:

… la Ciudad desierta, las calles teñidas con la sangre fresca de sus moradores, las familias enlutadas; que para decirlo de una vez, Pasto no ofrece otra cosa, que un basto cementerio en donde reina la melancolía, y en donde la muerte auxiliada de la hambre, de la peste, y de todas las plagas, sentada sobre su trono, pasea su nota homicida sobre el montón de ruinas y de escombros a que la mano del hombre la ha reducido[64].

De la escena del combate, emprendieron la huida y retirada, Benito Boves, quién “tomó el camino a Mocoa, amparado por la noche”[65]. De él nunca se volvería a saber, sino que terminaría sus días en España. Sobre Agualongo quién también se retiró de Pasto, lo más probable es el que haya viajado con Merchancano hacia el Tablón de Gómez, según se corrobora por la documentación de la época. (Ver facsímil No. 1).

Facsímil No. 1

Registro de la entrada de Sucre a Pasto: “a fuego y sangre” el 24 de Diciembre de 1822

Fuente: ARCHIVO CENTRAL DEL CAUCA, Sig. 6870 (Ind – CII – 69) f. 97

Correspondencia de Miguel Puentes

Patía, 29 de Diciembre de 1822

Miguel Puentes, escribe desde el pueblo de El Patía, el 29 de diciembre de 1822:

Con esta fecha comunico a Vuestra Señoría, que el General Sucre ha entrado a la Ciudad de Pasto a fuego, y sangre, que solamente se han escapado Merchancano, y Agualongo con 300 hombres al Tablón de los Gómes[66].

De ahí que en esa tensión sociopolítica tan grave, se pide desde el Patía: “Este Pueblo tranquilo como Vuestra Señoria lo sabe, pide”, una “garantía, porque los que vienen persiguiendo a los derrotados puede ser que algún Esquadrón de Caballería al pasarse hasta esta… nos vengan a perjudicar”[67], podían dejar en riesgo y perjudicar a los moradores patianos que eran “ynocentes”.

En plan de huida de Agualongo y Merchancano, marchan con un ejército de 300 efectivos, quienes en el Tablón de Gómez quedan a buen resguardo.

El ciclo de represión que seguiría contra los pastusos, los días posteriores al 24 de diciembre de 1822, fue en extremo violento donde se conculcaron todos los derechos humanos de los nuevos ciudadanos y ciudadanas, sin contemplar que no todo el pueblo pastuso se había rebelado contra las capitulaciones, sino se trataba solamente de una facción.

El último día del año, Bolívar escribiría: “(…) la infame Pasto ha vuelto a entrar bajo las leyes tutelares de Colombia”[68]. Pero ello aparecía como una violencia del poder unilateral, desconociendo el derecho de gentes y las mismas proclamas de las capitulaciones suscritas, también por los republicanos, en el pasado mes de Junio en Berruecos. Al considerar que el levantamiento rebelde no había sido de todo el pueblo pastuso sino de una disidencia. En la ceguedad omnímoda del poder, se dirimieron acciones de facto para someter a un pueblo inocente, primero por las armas y represión extrema, luego por las leyes, pero ésto último conformaría el escenario social aparente, porque la guerra en Pasto y en el sur, tomaría otros motivos para prolongarse en el tiempo y transformarse a lo largo de cinco años en forma abierta o agazapada, provocando que numerosos milicianos pastusos y cientos de víctimas inocentes sean sacrificados, heridos o prisioneros en aras de las retaliaciones, venganzas e infames violencias.

FUENTES DOCUMENTALES:

  • Archivo Central del Cauca, Signaturas 6870 (Ind – CII – 69), folio 97.
  • Gaceta de Colombia No. 37, Bogotá, domingo 20 de junio de 1822.

BIBLIOGRAFÍA

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  • CHAMORRO CHAMORRO, Doramaría. El sur colombiano entre el pensamiento pastuso y la retórica libertaria: 1821-1831. En: Manual Historia de Pasto, tomo X. Academia Nariñense de Historia. Alcaldía de Pasto, Pasto, 2009.
  • DÁVILA TORRES, César. Agualongo. un antagonista del libertador Bolívar. En: Museo Histórico. Órgano del Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Quito, No. 58, Quito, 1983.
  • DÍAZ DEL CASTILLO ZARAMA, Emiliano. ¿Por qué fueron realistas los pastusos?. Biblioteca del Centenario. Departamento de Nariño. 1904 – 2004, No. 8. Gobernación de Nariño. Pasto, 2005.
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  • ORTIZ, Sergio Elías. Agustín Agualongo y su tiempo. Biblioteca Banco Popular, Vol. 61, Bogotá, 1974.
  • PUEYO VASCO, Fabio y GUTIÉRREZ CELY, Eugenio. Bolívar día a día. Vol. II. (1820-1828). Procultura. S.A.,Bogotá, 1983.
  1. ORTIZ, Sergio Elías. Agustín Agualongo y su tiempo. Biblioteca Banco Popular, Vol. 61, Bogotá, 1974, p. 428.
  2. Ibíd. p. 420.
  3. Ibíd. p. 420.
  4. Ibíd. p. 420.
  5. Ibíd. p. 421.
  6. Ibíd. p. 421.
  7. Ibíd. p. 421.
  8. Ibíd. p. 421.
  9. CERÓN SOLARTE, Benhúr. Sociedad y espacio geográfico en la guerra de Independencia de Pasto, 1809-1824. En: Manual Historia de Pasto, tomo 10. Academia Nariñense de Historia, Alcaldía de Pasto, 2009, p. 112. s.n. Cita: (Gutiérrez, 2007:196).
  10. IBAÑEZ, Mayor General Roberto. Campaña del Sur, 1822. Bomboná – Pichincha. Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 2020, p. 118.
  11. PUEYO VASCO, Fabio y GUTIÉRREZ CELY, Eugenio. Bolívar día a día. Vol. II. (1820-1828). Procultura. S.A.,Bogotá, 1983.
  12. CHAMORRO CHAMORRO, Doramaría. El sur colombiano entre el pensamiento pastuso y la retórica libertaria: 1821-1831. En: Manual Historia de Pasto, tomo X. Academia Nariñense de Historia. Alcaldía de Pasto, Pasto, 2009, p. 231.
  13. Ibíd. p. 233.
  14. IBAÑEZ, Mayor General Roberto. Ob.cit. p. 216, 217 y 218. Carta/parte de la acción de Cariaco suscrita por el teniente coronel Basilio García, en Yacuanquer, el día 11 de abril de 1822.
  15. Ibíd. p. 231.
  16. Ibíd. p. 233. Informe que lo suscribe el republicano Bartolomé Salom. Cuartel General en Bomboná, 8 de Abril de 1822. El general Roberto Ibáñez concluye sobre la batalla de Bomboná: “las bajas republicanas alcanzaron el 40% de sus efectivos y las realistas no llegaron al 10% (2020:132.
  17. Ibíd. p. 221, Tercer parte de Don Basilio García en Molinayaco, 26 de Abril de 1822.
  18. IBAÑEZ, Mayor General Roberto. Ob.cit. p. 223.
  19. Ibíd.
  20. ORTIZ, Sergio Elías. Agustín Agualongo y su tiempo. Biblioteca Banco Popular, Vol. 61, Bogotá, 1974, p. 454.
  21. Ibíd. p. 428
  22. Ibíd. p. 350.
  23. Ibíd. p. 351. Mayo de 1822.
  24. Ibíd. p. 351.
  25. Ibíd. p. 351.
  26. Ibíd. p. 351.
  27. Ibíd p. 299. Día 15 de Abril de 1822. Al día siguiente deja 300 heridos en la hacienda de San Antonio de Bomboná.
  28. Ibíd. p. 299.
  29. Ibíd. p. 230. s.n.
  30. Ibíd. p. 230.
  31. Ibíd. p. 230.
  32. ORTIZ, Sergio Elías. Ob.cit. p. 465, 466.
  33. CHAMORRO CHAMORRO, Doramaría. Ob.cit. p. 234, 235.
  34. Ibíd. p. 235.
  35. ORTIZ, Sergio Elías. Ob.cit. p. 466. Este derecho lo plantea Bolívar desde el inicio de las negociaciones.
  36. Ibíd. p. 466.
  37. CHAMORRO CHAMORRO, Doramaría. Ob.cit. p. 235.
  38. Ibíd. p. 235.
  39. Ibíd. p. 235.
  40. Ibíd. p. 235.
  41. Ibíd. p. 236.
  42. Ibíd. p. 236.
  43. Ibíd. p. 236.
  44. Ibíd. p. 236.
  45. Ibíd. p. 236.
  46. Ibíd. p. 236.
  47. Ibíd. p. 236.
  48. Ibíd. p. 236. Gaceta de Colombia No. 37. Bogotá, domingo 30 de Junio de 1822.
  49. ORTIZ, Sergio Elías. p. 351
  50. Ibíd. p. 352
  51. Ibíd. p. 352
  52. Ibíd. p. 352
  53. Ibíd. p. 355 y 356
  54. CHAMORRO CHAMORRO, Doramaría. Ob.cit. p. 236. Cita Gaceta de Colombia No. 37. Bogotá, domingo 30 de …………… de 1822, p. 12.

  55. DÁVILA TORRES, César. Agualongo. un antagonista del libertador Bolívar. En: Museo Histórico. Órgano del Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Quito, No. 58, Quito, 1983, p. 244.
  56. GRANDA, Osvaldo. Ob.cit. p. 58.
  57. Este miliciano realista, tristemente célebre, al parecer muere asesinado en Pupiales en 1824.
  58. DÁVILA TORRES, César. Ob.cit. p. 244.
  59. Ibíd. p. 519.
  60. * Se refiere a los puntos de defensa realista de El Peñol y del Puente de Tayndala, localizados a orillas del Río Guáitara.
  61. DÍAZ DEL CASTILLO ZARAMA, Emiliano. ¿Por qué fueron realistas los pastusos?. Biblioteca del Centenario. Departamento de Nariño. 1904 – 2004, No. 8. Gobernación de Nariño. Pasto, 2005, p. 518.
  62. Ibíd p. 519.
  63. Ibíd. p. 519.
  64. Ibíd. p. 520.
  65. Ibíd. p. 520.
  66. Archivo Central del Cauca, Signaturas 6870 (Ind – CII – 69), folio 97, según Carta de Miguel Puentes, desde el Patía., Patía, Diciembre 29 de 1822.
  67. Ibíd. f.97. Carta Suscrita por Miguel Puentes, desde el Patía el 29 de Diciembre de 1822.
  68. DÁVILA TORRES, César. Ob.cit. p. 245.

*Se refiere a las dos compañías del Batallón Aragón.

  • Significa: “Agua fuerte” (Muñoz, Lydia, 2000).