Eduardo Santos Montejo
Nombre | Eduardo Santos Montejo |
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Fecha de nacimiento | 28/08/1888 |
Nacionalidad | Colombiano. |
Ocupación | Presidente de la República, Abogado, político y periodista |
Bachillerato | Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario |
Estudios universitarios | Derecho y Ciencias Políticas Universidad Nacional de Colombia. Literatura y Sociología en la Universidad de París |
País de nacimiento | Colombia }} |
Ciudad de nacimiento | Tunja |
Fecha de fallecimiento | 27 de marzo de 1974 |
País de fallecimiento | Colombia |
Ciudad de fallecimiento | Bogotá |
Familia | Francisco Santos Galvis (padre); Leopoldina Montejo Camero (Madre); Juan Manuel Santos ( Tío abuelo presidente de la República); María Antonia Santos Plata (Sobrino nieto, heroína Santandereana, prócer de la Independencia de Colombia) |
Presidente de la República durante el período 1938-1942, historiador, político y periodista, nacido en Bogotá, el 28 de agosto de 1888, muerto en la misma ciudad, el 27 de marzo de 1974. Descendiente de la heroína de la Independencia Antonia Santos, hermana de su abuelo, sus padres fueron Francisco Santos Galvis, un prestigioso abogado santandereano, y la dama boyacense Leopoldina Montejo. En 1900 murió su padre, quien dejó una considerable fortuna que permitió a sus hijos vivir cómodamente, educarse en buenos colegios capitalinos y en universidades europeas. Eduardo Santos Montejo comenzó sus estudios en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario, obtuvo el título en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional en 1908, e hizo especializaciones en Literatura y Sociología en la Universidad de París, años más tarde.
Biografía
En 1909 se inició como escritor y periodista, al lado de Tomás Rueda Vargas, en una publicación que se llamaba la Revista, órgano de difusión política, literaria e histórica. Desde allí, Santos empezó a consolidar su larga carrera ante la opinión pública colombiana, que luego continuaría en las columnas del diario El Tiempo, periódico fundado en 1911 por su futuro cuñado, A1fonso Villegas Restrepo. En 1913 Eduardo Santos compró El Tiempo. Desde ese momento y hasta 1938, se dedicó de lleno al periodismo y no sólo sacó de la quiebra al periódico, sino que llegó a convertirlo en uno de los más importantes de América. En un principio él era el único autor y responsable de toda la edición del periódico; fue una empresa familiar y así se mantuvo, porque Santos no quiso dar participación a nadie en el negocio.
En su condición de periodista, consideraba que lo más importante era la independencia que le ofrecía mantener el periódico alejado de cualquier compromiso que limitara de alguna manera su libertad de pensamiento; el periódico fue el órgano de difusión de sus ideas políticas. Paralelamente a su actividad periodística, Eduardo Santos fue nombrado en 1910 oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, y luego, jefe del Archivo Diplomático Consular. De allí surgió su interés por las cuestiones internacionales.
Luego de la Guerra de los Mil Dias
Terminada la guerra de los Mil Días, el conservador antioqueño Carlos E. Restrepo convocó a los partidos políticos y organizó una junta que llamó "de conciliación". Esa junta se reunió en Medellín en 1904 y terminó por definir las bases para una reconciliación partidista; entre sus consignas decía: Seamos honrados y magnánimos para el sacrificio personal y de partido, a fin de que evitemos el sacrificio de Colombia. Tanto liberales como conservadores veían en esta propuesta la solución al régimen de guerras que había vivido el país, culminando con la más larga y sangrienta de todas, la guerra de los Mil Días (1899-1901).
Santos compartió plenamente los criterios del naciente Partido Republicano que había convocado a la Junta Conciliadora, y desde las columnas de El Tiempo difundió y celebró la convocatoria. Pero el matrimonio partidista sólo duró hasta que el designado Jorge Holguín asumió la presidencia en noviembre de 1921 por declinación voluntaria del presidente Marco Fidel Suárez. Los liberales se apartaron, entonces, del gobierno, y los dirigentes del partido sólo permitieron la participación de Enrique Olaya Herrera como ministro de Relaciones Exteriores. Santos comprendió que esta actitud significaba el fin de la Unión Republicana, y escribió un artículo en El Tiempo planteando la liquidación de aquel partido y el surgimiento de una doctrina netamente liberal.
Elecciones de 1930 y gobierno de Olaya Herrera
En 1930, después de 44 años de hegemonía conservadora, el partido conservador se presentó dividido a las elecciones presidenciales del período 1930-1934. Esta coyuntura posibilitó a los liberales lanzar una candidatura unida en la figura de Enrique Olaya Herrera, quien había colaborado con los gobiernos conservadores anteriores. En 1929 Santos fue nombrado director de la campaña electoral de Olaya Herrera, quien llevaba ocho años como delegado colombiano en Washington. Nadie mejor que Olaya (funcionario permanente de los gobiernos conservadores) para ejercer un gobierno de transición, que no provocara demasiados recelos entre éstos. Elegido por mayoría absoluta en las elecciones de febrero de 1930, Olaya organizó un gobierno de concertación nacional y dio participación en su gabinete al partido conservador. Sin embargo, con el retorno de Laureano Gómez a la dirección del partido conservador, los miembros de este partido decidieron retirarse del gobierno y ubicarse en una aguerrida posición.
Bajo el gobierno de Olaya, Santos ocupó varios puestos públicos: canciller de la República, delegado de Colombia a la Asamblea de la Sociedad de Naciones, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante todos los gobiernos de Europa, consejero municipal de Bogotá y gobernador de Santander. Fue también diputado a la Asamblea de Cundinamarca, representante a la Cámara y dos veces presidente del Senado. El mejor desempeño de la gestión administrativa de Santos estuvo representado en la manera de presionar y persuadir a la opinión internacional de naciones en favor de Colombia, cuando se presentó el conflicto con el Perú, en septiembre de 1932. En cumplimiento de su tarea como ministro plenipotenciario y enviado extraordinario ante los gobiernos de Europa, Santos buscó y obtuvo asesoría de expertos internacionalistas, y creó simpatías por la causa colombiana en los círculos intelectuales de Europa y América.
Escribió un memorial que presentó en Ginebra ante la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, en el que resumía la historia completa del suceso y exponía exhaustivamente los fundamentos del derecho de Colombia sobre Leticia; igualmente, analizaba el tratado de límites y libre navegación colombo-peruano suscrito desde 1922. En mayo de 1933 se firmó un tratado con el Perú, que puso fin a las hostilidades entre los dos países. Pero la gestión de Santos no terminó allí, por disposiciones de la Asamblea, se reunió en Río de Janeiro la conferencia que suscribió el protocolo del 24 de mayo de 1934; este documento consagró la vía jurídica como único medio de dirimir los conflictos internacionales. El gobierno de Olaya dio paso al gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), quien con su programa Revolución en Marcha, emprendió una serie de reformas para adecuar el Estado a las nuevas circunstancias económicas y sociales.
Gobierno de López Pumarejo y la Revolución en Marcha
La política de este gobierno marcó la fisonomía del liberalismo en contraste con los gobiernos conservadores anteriores, muy plegados a los sistemas tradicionales. Esta situación permitió al liberalismo captar la simpatía de los movimientos inconformes: intelectual, agrario y sindical, a través de la reglamentación de las instituciones con modificaciones constitucionales y legales; así, se adelantó la reforma constitucional de 1936, las reformas al sistema tributario, al sistema agrario, a la Universidad, a la rama judicial y en el sistema laboral. La oposición tachó las reformas emprendidas por López de socialistas y bolcheviques; los liberales, a su vez, hicieron uso de la jerga socializante, prestada del discurso socialista europeo, para expresar lo que no era más que liberalismo modernizante; y las masas sin información política cerraron filas alrededor del "socialismo liberal", que se presentaba como expresión de sus intereses.
Pero las reformas no sólo alarmaron a los conservadores, también los liberales empezaron a presionar desde el Congreso para disminuir la marcha de la "revolución" planteada por López. Mientras tanto, y gracias a su actividad periodística y pública, Santos había adquirido una dimensión partidista suficientemente amplia en el contexto nacional, que lo colocaba en los primeros lugares entre los miembros de su colectividad y en condiciones de suceder en el gobierno a López Pumarejo. Esta oportunidad se presentó ante la muerte inesperada de Olaya Herrera en Roma, quien era el virtual sucesor de López. Santos fue elegido presidente de la República para el período de 1938 a 1942. Las expectativas con respecto a su gobierno eran grandes, tanto dentro como fuera del liberalismo. Los lopistas esperaban que Santos defendiera, al menos, lo ya logrado por la Revolución en Marcha, y los conservadores, incluidos algunos liberales, esperaban que el tradicionalismo y la moderación del ex republicano frenara el proceso iniciado por López.
Periodo presidencial "El gobierno de la pausa"
Al gobierno de Santos se le define como el gobierno de la pausa, porque efectivamente frenó el proceso y permitió que se consolidaran las aceleradas conquistas revolucionarias. Básicamente un moderado en asuntos económicos, Santos representaba un giro hacia la derecha, después del reformismo activo de Alfonso López. En el campo internacional, la diplomacia colombiana se vertió aún más hacia los Estados Unidos, y Colombia fue considerado el país modelo de cooperación con Norteamérica. En el campo económico, el papel del Estado en la economía del país se vio reforzado en este período, debido a las consecuencias económicas generadas por la segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico afectaba directamente a las exportaciones e importaciones colombianas, y había generado una crisis en el comercio exterior, que obviamente tuvo repercusiones sobre la economía interna del país; el primer resultado fue la caída de los precios del café, que de no mediar el gobierno hubiera sido más espectacular.
El mecanismo estatal fue la firma del Pacto Internacional Americano de Cuotas en 1940, y la creación del Fondo Nacional del Café. En general, la crisis del agro puso de manifiesto que el Estado debía incrementar sus inversiones en el sector agrícola, a fin de contribuir a remediar la crisis. La intervención pública en la industria, aunque no se incrementó notablemente durante el mandato de Santos, sí tuvo alguna significación, ya que antes de 1940 era inexistente. En este período se crearon el Instituto de Fomento Industrial (IFI) y el Banco Central Hipotecario (BCH); no obstante, la inversión pública en la industria no evolucionó sustancialmente, como lo hizo en la agricultura y otros sectores. La incidencia del Estado debe verse, en cambio, en los subsidios concedidos, los gravámenes y aranceles fijados y los cupos y permisos de exportación.
Algunas políticas impuestas
Según Ignacio Arizmendi Posada, algunas de las realizaciones de esta administración fueron: La unificación de la deuda interna, la reanudación del pago de intereses por la externa, la adopción de un préstamo de una entidad bancaria norteamericana, la devaluación del peso, la fundación del Instituto de Crédito Territorial (ICT, hoy INURBE), el establecimiento del descanso dominical y festivo remunerado, la creación de comités de conciliación y arbitramento para los conflictos obrero-patronales, la organización del Ministerio del Trabajo, la creación del Instituto de Fomento Industrial, la erección del Instituto de Fomento Municipal, el impulso a la educación pública, un notable incremento de las obras públicas, la fundación de la Radiodifusora Nacional, la creación de la Escuela de Policía General Santander.
Además, el primer plan de fomento manufacturero, el proyecto de la Flota Mercante Gran Colombiana, y el fortalecimiento del Banco Cafetero y de la Caja Agraria mediante la recapitalización. En cuanto al acercamiento entre Colombia y Estados Unidos, éste se había iniciado, después del incidente de Panamá, bajo el gobierno de Marco Fidel Suárez (1918-1921), quien había proclamado su doctrina de la "Estrella Polar", de acuerdo con la cual Colombia debía mirar siempre al norte, a los Estados Unidos. Suárez entendía perfectamente el papel que estaba asumiendo Norteamérica en el concierto mundial. Posteriormente, con Olaya Herrera las relaciones se estrecharon aún más, produciéndose la relación más cercana que jamás había existido entre los dos países.
Santos reactivó la relación, que se había relajado bajo el mandato de López, y vinculó al país al contexto de la "guerra fría" en favor de los norteamericanos. Esta decisión política fue seguida por los sucesivos gobiernos liberales y conservadores, que se identificaban en el reconocimiento de la indudable hegemonía norteamericana. Por otra parte, Santos elevó a la categoría de embajadas las representaciones nacionales en Argentina, Ecuador, Estados Unidos, Chile, México y Venezuela; recibió la visita, de significativa cortesía, del mandatario peruano Manuel Prado; firmó con la Santa Sede una convención acerca de algunos puntos concordatarios y firmó con el gobierno venezolano un tratado de amistad y límites. Después de finalizado su mandato, Eduardo Santos continuó actuando en la vida política del país: fue director del partido liberal y colaborador del segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo.
Asuntos internacionales
Por el manejo que Santos dio a los asuntos internacionales, se le consideraba uno de los mayores internacionalistas del mundo de la posguerra. En 1944 fue nombrado vicepresidente de la United Nations Relief and Rehabilitation Administration, organismo creado por iniciativa de los Estados Unidos, con participación de los países aliados, para procurar la salvaguardia y la restauración económica de los territorios liberados de las tropas alemanas; este organismo actuó hasta 1949. El resultado de su gestión, enfocada hacia la defensa de los países americanos, se cristalizó en lo que se llamó el Acta de Chapultepec, presentada por el gobierno colombiano a la Conferencia de Chapultepec celebrada por 19 estados americanos en 1945, documento que dio origen al Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro. El tratado estipulaba: Todo atentado contra la integridad soberana o a la independencia de un Estado americano, será considerado como un acto de agresión contra los demás Estados que la firman.
Otras actividades de Eduardo Santos estuvieron enfocadas hacia el campo académico e intelectual. La Academia Colombiana de Historia lo incorporó como miembro de número en 1942, ocupó la presidencia de esta entidad en cuatro períodos diferentes, y en 1962 fue nombrado presidente honorario. Patrocinó la edición de numerosos libros, estimuló el Instituto Superior de Historia, la biblioteca y la librería, y fue el primer animador de la Historia extensa de Colombia. Otorgó a favor de la Academia su pensión de ex presidente de la República. Recibió títulos Honoris causa de la Universidad de Rochester (Nueva York) y de la Universidad de Cartagena.
Después del gobierno
Después del triunfo político de los conservadores en 1946, Eduardo Santos optó por mantenerse alejado del país y desde el exterior miraba con amargura lo que estaba sucediendo. En el gobierno de Mariano Ospina Pérez (1946-1950), empezó a desatarse una violencia que habría de tomar proporciones alarmantes después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948. En 1955, bajo la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla el periódico El Tiempo fue clausurado por orden del gobierno, a causa de una crítica que Santos formuló contra él y que se negó a rectificar. El periódico fue reabierto en junio de 1957. El ex presidente Santos alternó su lugar de residencia entre Europa, Estados Unidos y Colombia. A finales de 1959 regresó a Bogotá con el propósito de radicarse definitivamente, pero la enfermedad de su esposa Lorencita Villegas hizo crisis, y debieron trasladarse nuevamente a Nueva York, donde ella murió, tres meses después, en marzo de 1960.
Muerta su esposa, Santos regresó al país y dedicó parte de su tiempo a continuar las obras sociales que ella había iniciado años atrás: el Hospital Infantil Lorencita Villegas, el Hospital Santa Clara, que había fundado para los tuberculosos, Agua de Dios, donde vivían los leprosos, el hospital Clarita Santos en Santa Rosa de Cabal, y el pabellón del mismo nombre en el Hospital San Vicente de Paúl de Medellín. La continuación de las obras de su esposa, el trabajo en el periódico y en la Academia de Historia, ocuparon los últimos años de la vida de Eduardo Santos [Ver tomo 2, Historia pp. 521-526; y torno 5, Cultura, pp. 206-207].
Bibliografia
- Arango S, E (ENARS). (1969). Breves apuntes sobre la presidencia del doctor Eduardo Santos. Bogotá: Bremen.
- Bushnell, D. (1984). Eduardo Santos u la política de! Buen Vecino. 1938-1942. Bogotá: El Ancora.
- Charria Tobar, R. (1939). La república de Santos. Bogotá: Editorial Santafé.
- López Michelsen, A. (1980). Esbozos y atisbos. Bogotá: Canal Ramírez-Antares, pp. ~776.
- Santos, E. (1981). Obras selectas. Editoriales del diario "El Tiempo", 1913-19i0. Compilación y presentación, Jorge Mario Eastman. Colección Pensadores Políticos Colombianos, tomo XIII. Medellín, Bedout.
- Villegas Gutierrez, J. (1984). Santos y López de Mesa: sesenta años de Historia nacional. Medellín: Universidad de Antioquia.
Enlaces externos
[1] Lea el texto "Ministros bajo la presidencia de Eduardo Santos", recopilados por Andrés González Díaz.
[2] Vea la fotografía "Recepción de Cónsules por el Canciller Eduardo Santos", tomada por Gumercindo Cuellar Jiménez.
[3] Conozca la reseña biográfica de Eduardo Santos, escrita por el historiador Eduardo Posada Carbó.
[4] Lea el artículo "La Gran Pausa de Eduardo Santos", escrito por Eugenio Gómez Martínez.
[5] Consulte el artículo "La autobiografía en Colombia" de Vicente Pérez Silva.
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