Pedro Mendinueta

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Pedro Mendinueta
Información
Nombre Pedro Mendinueta y Múzquiz
Fecha de nacimiento 7/06/1736
Nacionalidad Española
Ocupación Virrey de la Nueva Granada
País de nacimiento España
Ciudad de nacimiento Elizondo, Navarra
País de fallecimiento España
Ciudad de fallecimiento Madrid
Fecha de fallecimiento 1825
Profesionales Político y militar
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Biografía

Virrey de la Nueva Granada, nacido el 7 de junio de 1736, muerto en 1825. Teniente general de los Reales Ejércitos, caballero de la Orden de Santiago y Gran Cruz de Carlos III, Pedro Mendinueta y Múzquiz comenzó su carrera militar como cadete del regimiento de infantería en 1756. Vino a América por primera vez en 1763, a organizar los cuerpos de milicias en Cuba y Puerto Rico. Regresó en 1782 y se incorporó al ejército de La Habana en 1783. En 1784 pasó a Nueva España a organizar los cuerpos de milicias provinciales y urbanos, y en 1789 volvió a España. Nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada, el 1 de enero de 1796, sucedió a José de Ezpeleta, de quien recibió el mando en Cartagena, el 2 de enero de 1797; entró en Santafé el 18 de marzo de 1797 y gobernó hasta 1803, cuando fue sucedido por el virrey Antonio Amar y Borbón. Fue estimado por ser trabajador, ilustrado y amable. Proveyó de agua a la capital del Virreinato en su parte occidental, tomándola del río del Arzobispo, hasta el barrio de San Victorino. Mejoró y consolidó la vía de salida de las exportaciones de Tunja, Vélez y otras ciudades del norte; este camino protegía de los riesgos que se corrían a lo largo del Magdalena, desde la boca de su afluente, el Carare, hasta Honda. Mendinueta apoyó las investigaciones en el Virreinato. En julio de 1801 fueron recibidos por el virrey, con gran interés y aprecio, los naturalistas barón Alexander von Humboldt, alemán, y Aimé Bonpland, francés, quienes venían con permiso de la Corona a estudiar la naturaleza y geografía americanas, y con el propósito de confrontar, en los Andes, un mapa de América del Sur desde el Amazonas hacia el norte.

Esta preocupación era notoria en Mendinueta, quien en su "Relación del estado del Nuevo Reino de Granada" insistió, en repetidas ocasiones, en la necesidad de elaborar un mapa exacto del Virreinato, sin el cual muchas de las obras a emprender no eran posibles por el desconocimiento del territorio. José Celestino Mutis pidió al virrey Mendinueta ayuda económica para la construcción del Observatorio Astronómico, dirigida por el arquitecto fray Domingo de Petrés, quien emprendió la obra en 1802 y la concluyó en agosto de 1803. Mendinueta consiguió que la Corte enviara instrumentos para el Observatorio, los cuales fueron montados y administrados por Francisco José de Caldas y empleados en provecho de sus investigaciones. A1 iniciar su gobierno, Mendinueta encontró el ambiente más tranquilo, y comentó en su relación de mando: Los ánimos quedaron disgustados de resultas de las actuaciones y de los procedimientos contra algunos sujetos; se refería al virrey Ezpeleta, de un lado, y a Antonio Nariño y sus amigos, condenados por los acontecimientos políticos de 1794, del otro. El virrey Mendinueta tendría que vérselas con este asunto más tarde, cuando Nariño regresó causando zozobra y dificultades al virrey. Este lo tuvo preso y finalmente lo excarceló, con el pago de una fianza, debido a los serios quebrantos de salud que Nariño padecía. Mendinueta se preocupó por la medicina, nombró catedrático al doctor Miguel de Isla, quien dictaba la teoría de anatomía y, a la vez, disectaba cadáveres en el Hospital San Juan de Dios, incorporando esta práctica a la enseñanza de la medicina, lo que representó una novedad para la educación. Dentro de esta línea de pensamiento, el virrey encargó a José Celestino Mutis un plan para reorganizar la Facultad de Medicina; esta tarea rindió sus frutos en 1804, cuando el plan fue adoptado por el gobierno colonial. La relación del estado del Nuevo Reino de Granada de Mendinueta bien podría servir como material etnográfico; su descripción del reino muestra una visión optimista del país y aprecio por él. En ella critica el retrato de la población hecho por el arzobispo virrey Caballero y Góngora en 1789: Pintura ideal, pero horrorosa, de un monstruo que no existe. A juzgar por ella, se creería ser este un país absolutamente despoblado, sin agricultura ni industria, sin comercio ni comunicación, sin muchas poblaciones regulares en su formación, y de competente vecindario [...] que abunda de gentes míseras, de holgazanes y de facinerosos; que esos hombres, retraídos en las breñas y espesuras, son muchos y un objeto temible para los traficantes, para los pueblos y aun para el gobierno; y en una palabra, se tendrá por una verdadera desgracia la suerte de venir a gobernar este monstruo indomable que a todo lo bueno se resiste. Semejantes descripciones apenas convendrán a los rudos hotentotes o a los bárbaros del Senegal.

Son exageraciones hijas de un celo desmedido, que ciega la vista y confunde la pequeña parte con el grande todo. Mendinueta se preocupó por la reorganización de las jurisdicciones episcopales; propuso la erección de los obispados de Antioquia, Vélez y los Llanos, aunque dada la lentitud de los trámites dentro del sistema burocrático español, fue poco lo que pudo hacer. Se preocupó también por la reducción de indios infieles y reorganizó la Gobernación de los Llanos, haciendo notar que desde el extrañamiento de los miembros de la Compañía de Jesús, en 1767, en aquellos territorios y misiones se notan pocos o ningunos adelantamientos en ellas. Trató de mejorar lo referente al suministro de medicinas a los pobres; reorganizó el hospital San Juan de Dios, de Santafé de Bogotá; dictó providencias para proveerlo de médico y para que un regidor visitara mensualmente el hospital y realizara las visitas médicas, concurriendo también a otras horas extraordinarias, a ver cómo se cumple con las obligaciones del instituto respecto a los pobres; de acuerdo con los informes que el regidor debía rendir al Cabildo, y éste al virrey, se podrían tomar otras medidas. Se interesó, igualmente, por los demás hospitales del reino, recomendando que los pobres sean bien asistidos y las rentas manejadas con exactitud y pureza, y aconsejando visitas en todas las provincias. Fue clara su preocupación por la pobreza de las gentes y por el mal estado en que se hallaba la economía del país a causa de las dos guerras recientes.

La salud pública estuvo en primera línea durante su gobierno; fundó el Lazareto en Bogotá y en 1801 tomó medidas sanitarias para evitar la propagación de una nueva epidemia de viruela; estas medidas rindieron sus frutos, pues la epidemia resultó ser de las más benignas entre las muchas que asolaron al país. Sus planes de buen gobierno fueron muchos, Mendinueta fue un hombre rico en ideas, de espíritu ilustrado y de avanzada; sin embargo, algunos planes se quedaron en el papel por ser aquellos tiempos apurados para el erario público, pues las recientes guerras con el Imperio Británico y con Francia, además de bloquear los mares, impidiendo tanto el comercio de exportación como el de importación, hecho que por sí mismo deterioró la economía, habían fomentado el contrabando y, en consecuencia, disminuido los ingresos estatales por el rubro de impuestos. Aunque Mendinueta y su antecesor, el virrey Ezpeleta, cumpliendo con su deber, se aplicaron a la persecución del contrabando, no lograron mucho en este aspecto; ya no era posible mantenerse aislado del entorno mundial. Al terminar su gobierno, Mendinueta fue nombrado inspector general de milicias, miembro del Supremo Consejo de la Guerra y consejero de Estado en 1807. Durante la invasión francesa fue llevado prisionero, y en 1814, nombrado decano del Supremo Consejo de la Guerra. Se jubiló en 1822 [Ver tomo I, Historia, pp, 159-160].

Bibliografía

  • MENDINUETA y MÚZQUIZ, PEDRO. "Relación del estado del Nuevo Reino de Granada. Año de 1803". En: GERMÁN COLMENARES (Comp.). Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada, tomo m. Bogotá, Banco Popular, 1989. RESTREPO SÁENZ, JOSÉ MARÍA.
  • Biografías de mandatarios y ministros de la Real Audiencia (1671 a 1819). Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1952.

Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías