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En ''Letras de Caldas. El panorama de la cuentística'', artículo publicado en el ''Boletín Cultural y Bibliográfico'', sostiene Adel López Gómez:  
En ''Letras de Caldas. El panorama de la cuentística'', artículo publicado en el ''Boletín Cultural y Bibliográfico'', sostiene Adel López Gómez:  


:::Antonio Cardona Jaramillo, prematuramente muerto el año pasado en Santa Marta, fue también, en los últimos años, un vigoroso cuentista en receso. Sus relatos modelados en greda nativa, pintados con tintes veraces y ásperos zumos; urdidos en trama de recuerdos, son fiel trasunto del mundo lugareño caldense donde Cardona vivió su infancia y su mocedad. Captan la intención trascendente y cordial de quien mira imágenes simples y caras que van a hundirse ya, suplantadas por un mundo nuevo, con otro sentido, otra emoción y otra noción sentimental. Las calles, los sitios, los afueras poblanos, la geografía palpitante donde se mueven esos hombres en cuya acción y pensamiento se desdobla el cuentista, son cosa física y entrañable de un territorio que él ha pisado con sus pies y embellecido con la mente en las recogidas estancias de la ausencia. De allí su vigor lírico y el desempeño formal en todos los relatos de su único libro Cordillera <ref> López Gómez, A. (1966). Letras de Caldas. El panorama de la cuentística. ''Boletín Cultural y Bibliográfico'', 9(8). pp. 1578-1584</ref>
:::Antonio Cardona Jaramillo, prematuramente muerto el año pasado en Santa Marta, fue también, en los últimos años, un vigoroso cuentista en receso. Sus relatos modelados en greda nativa, pintados con tintes veraces y ásperos zumos; urdidos en trama de recuerdos, son fiel trasunto del mundo lugareño caldense donde Cardona vivió su infancia y su mocedad. Captan la intención trascendente y cordial de quien mira imágenes simples y caras que van a hundirse ya, suplantadas por un mundo nuevo, con otro sentido, otra emoción y otra noción sentimental. Las calles, los sitios, los afueras poblanos, la geografía palpitante donde se mueven esos hombres en cuya acción y pensamiento se desdobla el cuentista, son cosa física y entrañable de un territorio que él ha pisado con sus pies y embellecido con la mente en las recogidas estancias de la ausencia. De allí su vigor lírico y el desempeño formal en todos los relatos de su único libro ''Cordillera'' <ref> López Gómez, A. (1966). Letras de Caldas. El panorama de la cuentística. ''Boletín Cultural y Bibliográfico'', 9(8). pp. 1578-1584</ref>.

Revisión del 23:05 26 may 2022

Antonio Cardona Jaramillo
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Datos generales
Nombre Antonio Cardona Jaramillo
Fecha de nacimiento 16 de agosto de 1914
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Seudónimo Antocar
Ocupación Escritor
País de nacimiento Colombia, Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento La Calle de las Palomas, Calarcá, Quindío
Fecha de fallecimiento 1965
País de fallecimiento Colombia, Bandera de Colombia }}
Ciudad de fallecimiento Santa Marta


Biografía

También conocido con el seudónimo de Antocar, Antonio Cardona nació en la Calle de las Palomas, Calarcá, Quindío, el 16 de agosto de 1914 y murió en Santa Marta en 1965.

Estudió en su municipio de origen, pero luego se trasladó a la ciudad de Manizales, en donde estudió en el Instituto Universitario de Manizales. Después viajó a Bogotá y entró en la Escuela Militar, donde permaneció poco tiempo.

En sus primeros años como trabajador, se desempeñó como comerciante y vendedor de víveres. En el sector público se desempeñó como secretario de Educación de Caldas y secretario de la embajada de Colombia en la Santa Sede. En 1953 fue cónsul en Quito, Ecuador. Allí vivió con su esposa Anais y su sobrino Alberto Rodríguez Patiño. También fue director del Teatro Colón de Bogotá.

A pesar de que el cuento era su género preferido, no fue sino hasta 1945 cuando publicó su libro Cordillera. Allí reúne un total de trece cuentos. En este libro, Antocar describe con aguda fidelidad la violencia vivida en la región del Quindío y la luminosidad de su paisaje, para lo cual emplea un lenguaje coloquial, próximo a la condición social de sus personajes. Era un virtuoso del cuento y por eso no extraña que su obra haga parte de tres antologías esenciales para comprender la evolución del cuento en Colombia. Nos referimos a los libros: Los mejores cuentos colombianos (1960), selección hecha por Andrés Holguín y Daniel Arango, donde aparecen autores como Jorge Zalamea, Elisa Mujica, Hernando Téllez y Pedro Gómez Valderrama, entre otros; Ocho cuentistas del antiguo Caldas (1973) es una obra publicada por el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), cuya selección y notas biográficas fueron elaboradas por Adel López Gómez; Cuentos colombianos: antología, también publicada por Colcultura en 1973, presenta una selección y notas de Eduardo Pachón Padilla.

Por otra parte, varios de sus cuentos fueron publicados en prestigiosas revistas de circulación nacional. Recordemos algunos de esos textos: Cuatronarices, Revista Sábado, no. 60 (septiembre, 1944); De luz y de verdor es el Oriente, Revista Sábado, no. 244 (marzo, 1948); En "pueblo nuevo" mataron a Hermógenes Villarraga, Revista de las Indias, Vol. 21, no. 65 (mayo, 1944); Lo que no creyó el muerto, Revista de las Indias, vol. 30, no. 94 (octubre, 1946); Recreo de mariposas, Revista Sábado, no. 215 (agosto, 1947) y Raíz, Revista de América, vol. 3, no. 7 (julio, 1945).

Antonio Cardona colaboró en los periódicos El Tiempo y La Patria. También hizo colaboraciones para la revista El Informador de Santa Marta. El escritor pasó los últimos años de su vida en Santa Marta, ciudad a la que se trasladó por problemas de salud. Con su muerte, quedaron algunas obras inéditas entre las que se destacan El barracón de Quigua, los cuentos Barbasco, Juanito el soñador y una colección de ensayos: El amor, el corazón y los pueblos.

En Letras de Caldas. El panorama de la cuentística, artículo publicado en el Boletín Cultural y Bibliográfico, sostiene Adel López Gómez:

Antonio Cardona Jaramillo, prematuramente muerto el año pasado en Santa Marta, fue también, en los últimos años, un vigoroso cuentista en receso. Sus relatos modelados en greda nativa, pintados con tintes veraces y ásperos zumos; urdidos en trama de recuerdos, son fiel trasunto del mundo lugareño caldense donde Cardona vivió su infancia y su mocedad. Captan la intención trascendente y cordial de quien mira imágenes simples y caras que van a hundirse ya, suplantadas por un mundo nuevo, con otro sentido, otra emoción y otra noción sentimental. Las calles, los sitios, los afueras poblanos, la geografía palpitante donde se mueven esos hombres en cuya acción y pensamiento se desdobla el cuentista, son cosa física y entrañable de un territorio que él ha pisado con sus pies y embellecido con la mente en las recogidas estancias de la ausencia. De allí su vigor lírico y el desempeño formal en todos los relatos de su único libro Cordillera [1].
  1. López Gómez, A. (1966). Letras de Caldas. El panorama de la cuentística. Boletín Cultural y Bibliográfico, 9(8). pp. 1578-1584