Batalla del Llano de Carrillo (18 de octubre de 1813)

El 28 de febrero de 1813, el coronel Simón Bolívar liberó a las poblaciones del Valle de Cúcuta de la ocupación española al mando del coronel Ramón Correa, en lo que se conoció como la Batalla de Cúcuta. Sin embargo, ocho meses después, el 18 de octubre del mismo año, sobrevino la derrota del ejército patriota en la fatídica batalla del Llano de Carrillo, en la que las huestes libertadoras perdieron el control de este territorio a manos de Bartolomé Lizón, capitán de Cazadores del Regimiento de Puerto Rico. Esta derrota dejó ver otra cara de las guerras de independencia: la del horror, la barbarie y la muerte.

Antes de partir hacia Venezuela, el 14 de mayo de 1813, en desarrollo de lo que se conocería como la Campaña Admirable, Bolívar había dejado al mando del ejército patriota en el valle de Cúcuta al joven militar (21 años de edad), sargento mayor del quinto batallón de línea, Francisco de Paula Santander, oriundo de esta región pues había nacido en Villa del Rosario. Santander mantuvo el control del valle de Cúcuta y sus alrededores a pesar de las dificultades presentadas con los integrantes del ejército patriota. El ejército al mando de Santander estaba conformado por tan solo 260 soldados reclutados principalmente entre los habitantes de las poblaciones del valle de Cúcuta, muchos de los cuales eran infantes, y 30 soldados de caballería, algunos de soldados desertaron por falta de sueldo o alimentos, como lo expone Santander en carta enviada a Bolívar desde La Grita: “desde el día 22 no se socorren los soldados de la compañía de que son los desertores y muchos días se ha comido sin sal, el ganado escasea, y el arroz no se ha visto en muchos ranchos”[1]

En los últimos días de septiembre y primeros de octubre el ejército patriota libró varias batallas, en las poblaciones cercanas a Cúcuta y Villa del Rosario como San Faustino, Limoncito, Táriba y Capacho, La Grita, Bailadores, que dejaban entrever la superioridad numérica y militar de los destacamentos realistas que venían de Venezuela desde el Lago de Maracaibo. El día 14 de octubre, Santander recibió informes de la presencia de tropas realistas por todos los flancos: una división atacaba por los Quemados, la otra se observó bajando el cerro de Las Cruces para tomar San Antonio, otra venía por el camino de Lavatera, y una cuarta por el camino del Salado. Para salvar su ejército, decidió salir de Villa del Rosario donde estaban acuartelados y moverlo hacia el Llano de Carrillo, distante dos leguas en el camino que conducía a Pamplona, por considerarlo “un lugar estratégicamente mejor ubicado” [2]. Sin embargo, los cálculos militares de Santander estaban equivocados pues Lizón, con un destacamento de más de 1300 hombres, ocupó sin mayores tropiezos las poblaciones de Cúcuta y el Rosario, emprendiendo el ataque que le permitió derrotar definitivamente a Santander en el Llano de Carrillo, con el apoyo de las guerrillas de Aniceto Matute e Idelfonso Casas que atacaron sorpresivamente por la retaguardia, cerrándoles el paso y haciendo huir al comandante Santander con unos pocos oficiales hacia Pamplona.

Años después en sus escritos autobiográficos, así narra Santander los hechos:

Mientras que Bolívar llevaba a cabo con audacia inimitable su gloriosa empresa de arrojar a Monteverde de Caracas, yo quedé encargado de la seguridad del valle de Cúcuta, y después de varios encuentros con los enemigos en San Faustino, Capacho y Zulia, en que fueron derrotados, lo fui a mi turno en el llano de Carrillo. No me acusa mi conciencia de haber dejado de llenar mi deber en aquella desgracia. Yo pedí un juicio militar, que se me negó por el gobierno; pedí mi licencia absoluta, y también se me negó[3]

  1. (Cartas 3).
  2. (Cartas 9)
  3. (Santander 113)