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Durante el periodo colonial, por disposición de la Corona Española, se tejió una red de caminos en el territorio americano, siguiendo los parámetros de los caminos romanos presentes en la península ibérica. Estos tramos pretendían mejorar el tiempo de intercambio de mercancías entre los pueblos y las condiciones de transporte de pasajeros y carga.

Los caminos reales descubren el contenido patrimonial de un fenómeno asociado a la movilidad y a los intercambios humanos generados a lo largo de la historia, de allí la importancia de conocerlos, valorarlos y recuperarlos porque son piezas fundamentales de nuestra memoria e hilos conductores con el futuro.

Honda un epicentro de la geografía colombiana. A orillas de su principal río y en medio de dos cordilleras, hizo posible el asentamiento de una sociedad que avivó el tránsito de viajeros en una travesía de arrieros y cargueros. Así se desarrolló la economía de una tierra descubierta, colonizada y con ansias de libertad. Su voluminoso comercio y ubicación estratégica para el tránsito hacia el interior del este territorio, le dio el nombre de Puerto de Bodegas, la Garganta del Nuevo Reino de Granada; este fue el principal puerto aduanero de embarque y desembarque de mercancías y donde se estableció la Real Hacienda para contrarrestar el ejercicio del contrabando por el Río Grande de la Magdalena y por los caminos reales.

Desde la Real Hacienda se procuró establecer un circuito comercial minero, agrícola y esclavista fiscalizado entre Santa Cruz de Mompox, Honda, Mariquita, Ibagué y el Chocó, y consolidar el buen funcionamiento y control del puerto y de las vías de acceso a los caminos reales y en definitiva de la comunicación del reino hacia el norte con Cartagena de Indias, Mompox y el océano Atlántico, hacia el centro con Santa Fe y Tunja y hacia el sur con Popayán, Quito y Lima.

La dinámica actividad mercantil en Honda tuvo sus efectos en la construcción y desarrollo del espacio urbano que se vio reflejada en el crecimiento del territorio y en la apertura de vías como la Calle Real o la Calle de las Trampas, que cumplió la función de comunicar desde el puerto, a orillas del Magdalena, con San Sebastián de Mariquita, tierra proveedora de quina y minerales como sal, oro y plata de las minas de Malpaso y Santa Ana de las Lajas. Todo esto hizo posible un comercio lícito vigilado por el Virreinato.

Por la Calle de las Trampas se sintió la administración principal de alcabalas, y el monopolio del tabaco en la zona centro y norte de la provincia de Mariquita. La miel y el aguardiente fueron también productos que incrementaron las fuentes de ingresos fiscales en su producción, venta, compra y consumo a raíz del pago obligatorio de impuestos a la corona según las reformas de Gutiérrez de Piñeres.

Las empedradas curvas de Las Trampas fueron testigo del tránsito de parte importante del comercio que llegó a los embarcaderos de los puertos de Honda, y que era escoltado por rondas de vigilancia en el río y por tierra para la seguridad del transporte de pasajeros y de productos. La navegación a bordo de los champanes y sus incansables y fuertes remeros, los bogas, hizo posible el embarque y desembarque de mercancías y de personalidades de distintas latitudes en estos puertos.

Los escritos e ilustraciones a mano alzada en las cartas, libros, crónicas de viaje del sabio José Celestino Mutis, el hallazgo de las cuatro clases de quina y el envío del oro y la plata ya fundidos en lingotes y monedas, dan testimonio del movimiento portuario en este punto de la geografía; así como también los diarios de viaje y memorias de Von Lengerke y el Barón Alexander von Humboldt, entre otros ilustres visitantes de estas tierras ribereñas.

En la actualidad, la Calle de las Trampas pervive como patrimonio y memoria de los hondanos; da cuenta del pasado en este presente y se proyecta en el futuro de propios y turistas como ese camino mágico y andaluz, empedrado y zigzagueante en el que desembocan la Cuesta Zaldúa, el Callejón de San José, el Callejón de la Broma, la Cuesta de Mr. Owen, la Cuesta de San Francisco, hasta estrellarse casi con la plaza de mercado, en una suerte de ventana del tiempo y del espacio.

Véase también

Proyecto:Bicentenario

Bibliografía

  • GUZMÁN, ÁNGELA INÉS, La Ciudad del Río, Honda, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, 2002, pp. 87, 90 y 92.
  • MORENO DE ÁNGEL, PILAR; MELO, JORGE ORLANDO, directores del proyecto; USECHE LOSADA, SANTIAGO, editor académico, Caminos Reales de Colombia, Bogotá, Fondo Fen Colombia, 1995.

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