=Qué es=

El suelo puede entenderse como una categoría de análisis de diferentes ciencias. Es así que desde lo geológico está asociado a la corteza terrestre, en lo urbano se asocia a las áreas donde se desarrolla la actividad en una ciudad y su consiguiente planeación, desde la arquitectura y la ingeniería como el espacio para desarrollar un proyecto (construcción), y en lo rural como el espacio socioeconómico donde se desarrollan las actividades productivas. Rebollo et.al (2005) hacen una descripción de cómo este concepto de interioriza desde estas dimensiones. Sin embargo, en este artículo nos focalizamos en la primera.

El suelo se puede describir como una “[…] combinación de materia mineral y orgánica, agua y aire: la porción de regolito que sustenta el crecimiento de las plantas” (Tarbuck & Lutgens, 2005: 187). En la formación del suelo intervienen la roca madre (lecho rocoso), el tiempo, el clima, la fauna y flora y la topografía, siendo su proceso el siguiente. Empieza con la fragmentación de las rocas, a causa de los cambios de temperatura y humedad especialmente. Una vez fragmentada, la roca es atacada por procesos de disolución química, ocasionada por el agua que penetra en las fisuras y luego por los ácidos provenientes de la descomposición de bacterias, hongos, líquenes, musgos e insectos que logran colonizar estos medios. Después, cuando la descomposición avanza y la capa de restos orgánicos es más espesa, la vegetación superior logra instalarse, generando un mayor aporte superficial de materias orgánicas y una mayor alteración en profundidad, gracias al papel mecánico de las raíces y a sus secreciones ácidas. A medida que este proceso continúa, el suelo va adquiriendo una estructura interna y una organización particular de sus elementos minerales y orgánicos. Así, éstos se organizan de arriba abajo en una serie de capas u horizontes más o menos definidos, cuyo conjunto constituye el perfil del suelo. En un perfil evolucionado, el suelo va variando de orgánico a mineral desde el horizonte superficial, donde recibe los aportes de la descomposición de las hojas y otros órganos de las plantas, hasta el inferior, donde se encuentra la roca madre sobre la que se desarrolló el suelo. Los suelos jóvenes presentan perfiles poco evolucionados, es decir, con pocos horizontes o incluso sin ellos; en cambio, los evolucionados tienen un perfil bien diferenciado, con varios horizontes y subhorizontes.

A nivel internacional se ha clasificado el suelo en las siguientes categorías: alfisoles, andisoles, aridosoles, entisoles, gelisoles, histosoles, inceptisoles, molisoles, oxisoles, espodosoles, ultisoles, vertisoles. Esta clasificación es particularmente útil para los procesos de planeación, no sólo por los componentes ambientales sino también para la focalización de las actividades agrícolas.

Finalmente los mayores riesgos asociados a los suelos están vinculados con los procesos de erosión y sedimentación. El primero aludo al desgaste de la corteza por fenómenos naturales o por las acciones antropocéntricas que influencian el impacto de los primeros; y la sedimentación es el proceso de transporte de rocas y/o materiales orgánicos son trasladados en diferentes lugares y se asientan en el suelo.

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Enlaces externos

.Rebollo, M; Prieto, T; Brero, V. (2005). Aproximación a la historia y epistemología del concepto de suelo: implicaciones didácticas, Enseñanza en la ciencias, pp. 1-5. Disponible: http://ddd.uab.cat/pub/edlc/edlc_a2005nEXTRA/edlc_a2005nEXTRAp75aprhis.pdf
Tarbuck, E; Lutgens, F. (2005). Ciencias de la tierra. Una introducción a la geología física, Madrid: Pearson Educación S.A. Disponible: http://www.xeologosdelmundu.org/wp-content/uploads/2016/03/TARBUCK-y-LUTGENS-Ciencias-de-la-Tierra-8va-ed.-1.pdf

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