Emilia Ayarza de Herrera
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Datos generales
Nombre Emilia Ayarza de Herrera
Fecha de nacimiento 1919
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Ocupación Poeta
Formación profesional Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Los Andes
País de nacimiento Colombia Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Bogotá
Fecha de fallecimiento 1966
País de fallecimiento Estados Unidos


Emilia Ayarza de Herrera poeta con una extensa obra literaria y considerada una de las voces más interesantes y particulares de la poesía colombiana.

Biografía

Nació en la ciudad de Bogotá en 1919. Murió a los 47 años en Los Ángeles, California. Fue una poeta con una extensa obra literaria y considerada una de las voces más interesantes y particulares de la poesía colombiana. De una personalidad vigorosa y creativa, imprimió un nuevo sentido de la poesía femenina. En el mundo de la creación literaria, un campo que se revela fuertemente masculino, su trabajo no tuvo el reconocimiento merecido sino hasta después de su muerte. Fue injustamente olvidada por quienes seleccionan los hitos que van construyendo nuestra tradición literaria. La antología de su obra, que comprende desde 1947 hasta 1962, y publicada en 1996, permitió que la sociedad volteara la mirada sobre su prolífico trabajo.

El desconocimiento de una poeta

Poco se sabe de la vida de Emilia Ayarza, pues tanto ella como su obra, estuvieron relegadas en el punto cumbre de su carrera. Se sabe que fue colaboradora de la Revista Mito en la década de 1950. Era reconocida dentro del círculo de poetas bogotanos de mediados del siglo XX. Famosas eran las tertulias y bohemias que realizaba Emilia Ayarza en su casa junto con varios artistas, escritores y poetas. Era amiga de los “cuadernícolas”, como se les llamó a los autores que escribían sus poesías en cuadernos antes de publicarlas en libros (Llano, 2004). Emilia hace parte de la generación pionera de mujeres poetas en Colombia, donde también se destacan Matilde Espinosa (Cauca, 1912); Maruja Vieira (valle del Cauca, 1922) y Mariela del Nilo (Valle del Cauca, 1917), Gloria Cepeda (Cauca, 1930) y Dora Castellanos (Cundinamarca, 1924), entre otras. Es con esta generación que la poesía colombiana de autoras femeninas adquiere otra dimensión (Castro, 2011). Estas poetisas lucharon, a la par de los hombres escritores de su generación, para abrirse espacio y protagonismo en el mundo de la poesía, aunque el reconocimiento a los escritores varones se diera siempre en mayor amplitud. Prueba de eso es que la atención sobre la obra de Emilia Ayarza se produjera de manera póstuma, pues cuando estuvo viva fue desconocida y poco difundida. Las voces de estas mujeres fueron un eco fundacional y consolidaron una tradición para el surgimiento de poetas y poetisas posteriores, como Marga López (1945), Piedad Bonnett (1951) o Renata Durán (1948) (Castro, 2011).

Ayarza viajó por Estados Unidos, Canadá, Europa, África, Centro y Sur América. Tuvo cuatro hijos de su matrimonio con Ángel Herrera, de quien se divorció, razón que la llevó a vivir a México. Los últimos diez años de su vida los vivió ahí, donde fue recibida con emoción, no solo por su poesía, sino también por su socialismo político y sociabilidad cultural. En México se desempeñó como periodista en la Revista Mujer y en el periódico El Excelsior. También tuvo una columna de opinión, hacia 1947, en el periódico colombiano El Tiempo (Llano, 2004). En 1962 ganó en México un premio por su cuento “Juan Mediocre se suena la nariz” (Cuesta y Ocampo, 2013) y dejó una novela inédita: 'Hay un árbol contra el viento'.

La poesía de Emilia Ayarza

La poesía de Emilia Ayarza es vigorosa y desbordada. Con un tono intimista y una gran sinceridad literaria, intenta traducir no solo angustias propias sino también estados generales de incertidumbre y caos, de sueños y esperanza (Cuesta y Ocampo, 2013). Ha llegado a ser reconocida como la poetisa más audaz de su generación. Su lenguaje además es de una agudeza visual que resulta atemporal y casi de vanguardia, superando a muchos poetas de su tiempo.

(…) qué sumatoria de equívocos puede llevar a un país a ignorar a una mujer cuya voz, cuya fuerza de la palabra nos resulta hoy más contemporánea que la de muchos de sus contemporáneos (Cuesta y Ocampo, 2013, p. 243).

La generación de poetas en la que se suscribe a Emilia Ayarza logró desprenderse del conservadurismo literario colombiano de la época, rompiendo con las formas, el lenguaje y las estructuras rígidas. Una generación menos apegada a valores tradicionales, no solo en una cierta forma y valores estéticos dentro de la escritura, sino también en los temas sobre los que se escribía (Gómez, 2018). Lo que sin duda revela el carácter dinámico de la creación literaria, pues esta cambia, se hace histórica y avanza (Martán, 1965).

Tres poemas: El Testamento, A Cali ha llegado la muerte y Diario de una mosca

Su poema A Cali ha llegado la muerte es un intenso relato de la tragedia ocurrida el siete de agosto de 1956, cuando siete camiones militares que iban del Puerto de Buenaventura hasta Bogotá, cargados con dinamita, explotaron en Cali. Ayarza con su poema deja un documento para la historia de nuestro país. Su poesía no fue puramente enfocada en temas amatorios y se decanta por otros, que dan idea de cómo la autora rechaza la pura intuición lírica, para buscar, en la cultura, la inspiración natural. Lo que le brinda una proyección más amplia y la perpetuidad de su obra (Rodríguez, 1959).

Si bien Ayarza en este poema no tiene un propósito político evidente, sí denota una postura frente a la violencia en nuestro país (Torres, 2010). De manera similar lo hace en El Testamento donde le relata a su hijo la Colombia que le deja como herencia:

Has de saber que el hambre –hijo mío-
es la primera letra de Colombia
(Ayarza citada por Cobo Borda, 1999, p. 84).

El Testamento incorpora con vigorosa fuerza un carácter de panfleto, de denuncia. Es un legado y una súplica al mismo tiempo (Cobo Borda, 1999). Su poema adquiere una voz que se sostiene entre la rabia, la indignación y el sarcasmo, mientras hace un balance de la herencia que le deja a su hijo:

Porque los hombres de talento
los que tuvieron al país entre las manos
-como un pañuelo de percal inglés-
jugaron en masa a la gallina ciega
y cruzaron altivos la frontera
mientras una hemorragia de muertes se escapaba
por las rotas arterias de la patria.
(Ayarza citada por Cobo Borda, 1999, p. 84).

De otro lado, Diario de una mosca, que en su estilo recoge más rasgos de la prosa, se propone registrar el contradictorio mundo de las grandes ciudades. Una poética de la ciudad moderna. Fue pensado inicialmente como un compendio de obras periodísticas con textos marcados por el humor y el comentario irónico. Con su imaginación independiente y creadora, y bajo la figura de una mosca, va relatando desde los espacios más íntimos como la alcoba de unos recién casados, hasta el tedioso mundo de las oficinas estatales (Silvera, 1998).

Las columnas de Emilia Ayarza en el periódico El Tiempo

Durante los años cuarenta, se destaca la postura feminista de Emilia Ayarza en su columna en el periódico El Tiempo. En esta enfocó su discurso sobre el trabajo de las mujeres por fuera del hogar. Expuso en sus columnas la capacidad de las mujeres para desempeñar cualquier actividad, transmitiendo a otras mujeres la idoneidad del trabajo femenino (Pinzón, 2011). Criticaba de esta forma las restricciones impuestas a las mujeres para desarrollarse profesionalmente. Ayarza creía no solo en la necesidad de la igualdad entre hombres y mujeres, sino el derecho de las mismas a adquirir independencia, y esta precisamente a partir del trabajo por fuera del hogar (Cuesta y Ocampo, 2013). Su discurso podría leerse como liberal, en la medida en que entendía que para la reivindicación de los derechos de las mujeres, tanto civiles como políticos, era importante pensar en términos de igualdad e independencia (Pinzón, 2011). Emilia Ayarza planteaba que las mujeres modernas debían trabajar, estudiar, instruirse, saberse mujeres conscientes y valerosas; un argumento feminista y vanguardista para su tiempo:

La mujer feminista está plenamente convencida de la superioridad, de la igualdad, de las necesidades de luchar en paridad con el hombre. La otra, la antifeminista, cree lo contrario. Ella está convencida de que salirse de los lindes de la aguja y el bolillo, es perder la tan mentada feminidad (Ayarza en Pinzón, 2011, p. 119).

Cronología

  • 1945 : Se publica su libro de poesía: Sólo el canto.
  • 1947 : Tiene una columna de opinión en el periódico El Tiempo.
  • 1956 : Vive en México.
  • 1959 : La sombra y el camino. Libro de poesía.
  • 1964 : Escribe Diario de una mosca.
  • 1987 : Póstumo: su poema El Testamento.
  • 1996 : Se publica antología de 1947 a 1962, que incita a su reconocimiento.

Véase también

Bibliografía

  • Cobo Borda, J. (1999). La poesía de un país en liquidación. Boletín Cultural y Bibliográfico, 36, (50-51): 83-107.
  • Cuesta, G., y Ocampo, A. (2013). Poesía colombiana del Siglo XX escrita por Mujeres. Tomo 1. Bogotá, Colombia: Editorial Kimpres.
  • Gómez, H. (2018). La poesía como una casa de puertas abiertas. Boletín Cultural y Bibliográfico, 52(94): 84.
  • Martán, H. (1965). Panorama de la nueva poesía colombiana. Boletín cultural y Bibliográfico, 8(2): 271-276.
  • Pinzón, S. (2011). Escritoras de prensa durante los años cuarenta. ¿Un despertar que quedó oculto? Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de Colombia.
  • Rodríguez, A. (1959). El mundo del Libro. Reseña: Voces al mundo por Emilia Ayarza. Boletín cultural y Bibliográfico, 2(12): 445-464
  • Silvera, A. (1998). Una poética de la ciudad moderna. Boletín Cultural y Bibliográfico, 35(48):105-106.

Créditos

1. Diciembre de 2019. Investigación y texto Natalia Cobo para Banrepcultural