Fabio Enrique Parra Pinto
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Datos generales
Nombre Fabio Enrique Parra Pinto
Fecha de nacimiento 22 de noviembre de 1959
Ocupación Ciclista profesional
País de nacimiento Colombia Bandera de Colombia }}
Ciudad de nacimiento Sogamoso, (Boyacá)
Familia Humberto Parra (padre)


Fabio Enrique Parra Pinto es un exciclista profesional nacido el 22 de noviembre de 1959 en Sogamoso, Boyacá. Fue campeón de la Vuelta de la Juventud en 1979. Ese mismo año debutó en la Vuelta a Colombia, que correría un total de doce veces y ganaría en 1981 y 1992, y en el Clásico RCN que ganó en 1987. En ocho oportunidades corrió el Tour de Francia, donde alcanzó el tercer puesto en 1988, convirtiéndose en el primer latinoamericano que subió al podio de la carrera más importante del mundo.

Biografía

Inicios en el ciclismo

Fabio Parra es hijo de otro ciclista, Humberto Parra, un aficionado que disputó varias competencias hasta que se retiró casi a los 30 años para dedicarse, entre otras cosas, a empujar la carrera de su talentoso hijo. Según el libro La gran historia de la Vuelta a Colombia, 1951-2011, Humberto le regaló una bicicleta a Fabio cuando el chico tenía 12 años, y se dedicó a entrenarlo “con una constancia admirable, para que pudiera superar lo que él había logrado”.

Parra empezó a competir durante la adolescencia, en la Clásica Nacional de Turismeros, una competencia para aficionados, y en la Vuelta de la Juventud, donde logró un segundo lugar en la edición de 1978. Al año siguiente ganó esta carrera y debutó en la Vuelta a Colombia y en el Clásico RCN. En 1980 se inició en el ciclismo internacional, con un segundo puesto en la Vuelta a Costa Rica.

Ese mismo año debió retirarse parcialmente de las carreteras, pues le diagnosticaron el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno poco común en el cual el sistema inmunitario ataca los nervios del paciente. Por fortuna, Parra se recuperó y volvió a pedalear.

Demostró su talento como escalador desde temprano. En 1981 ganó por primera vez la Vuelta a Colombia, y fue segundo en el Clásico RCN. Este año, atacando en las cuestas más empinadas, coincidió con otro ciclista joven que iba a ser leyenda en las próximas carreras dentro y fuera de Colombia: Lucho Herrera. Ninguno de los dos fue convocado en el equipo que debutó en el Tour de Francia en 1983, pero sí viajarían dos años después con el equipo Pilas Varta-Café de Colombia. Parra es uno de los pocos ciclistas que ganó todas las competencias del calendario nacional en su país, incluida la Vuelta a Colombia y el Clásico RCN.

En 1982 fue segundo en el Giro della Valsesia, en Italia. Y en 1984 corrió en la prueba de ciclismo de ruta durante los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles, Estados Unidos.

Europa

Fabio Parra corrió ocho veces el Tour de Francia, entre 1985 y 1992, con resultados que lo ubicaron entre el puesto 13 y el 3, este último en 1988. Corrió en siete oportunidades la Vuelta a España y siempre terminó entre los primeros ocho puestos; en 1989 alcanzó el segundo lugar.

Quizás el momento más recordado en la carrera de Parra fue el famoso “uno dos”, que realizó junto a Lucho Herrera, su compañero de generación, durante la duodécima etapa del Tour de Francia del año 1985. Alfredo Castro, conocido como El pulmón de América, y Julio Arrastía Bricca, La Biblia, dos grandes narradores del ciclismo colombiano, contaron juntos esa épica. Castro describe a Lucho como “el monstruo de las montañas europeas, el hombre que clava banderas colombianas en lo alto”. Arrastía, por su lado, recurre a las metáforas: “Se cayó la estantería, los matamos a todos. Primero Parra, segundo Herrera”. Ese día Lucho, que llevaba la camiseta de pepas rojas como el líder de la montaña, confirmó y amplió su ventaja; mientras Fabio buscaba una anhelada victoria parcial. “Mi ambición era ganarme una etapa y lo conseguí. La carrera fue bien planificada. Es una victoria conseguida en equipo. Sin embargo, creo que esto apenas comienza, y en los Pirineos ya veremos”, le dijo al periódico El Espectador (García, 2018).

Aquella no fue cualquier etapa. Fabio Parra estaba debutando en el Tour, la competencia ciclista más importante del mundo. Ese día tuvieron que recorrer 269 kilómetros con varios puertos de montaña. Bernard Hinault, el líder de la clasificación general, el hombre que ganaría cinco veces esta prueba, tuvo que retorcerse sobre la bicicleta para aguantar el paso de los escaladores colombianos en las rampas más difíciles.

Fabio Parra fue uno de los primeros colombianos, junto a Cochise Rodríguez, José Patrocinio Jiménez, Édgar “Condorito” Corredor y Lucho Herrera, entre otros, que fue contratado por un equipo extranjero. En 1988 el equipo español Kelme lo reclutó para liderar sus filas, aunque desde hacía un tiempo venía escuchando ofertas de otros equipos europeos, entre ellos el Peugeot. El objetivo principal era ganar con él alguna gran vuelta, pero eso nunca ocurrió. Sin embargo, Parra fue uno de los ciclistas colombianos más ganadores de su tiempo.

Los corredores que lograron el primer y segundo lugar del Tour de Francia en 1988, Pedro Delgado y Steven Rooks, revelarían en el futuro que ambos corrieron ese año asistidos por distintas sustancias dopantes. Sin embargo, ninguno de los dos fue desposeído de sus logros. Por eso Fabio Parra, que fue tercero detrás de ellos, nunca recibió un justo reconocimiento como ganador legítimo de la gran vuelta francesa. En una entrevista concedida al periodista Mauricio Silva para El Tiempo, recordó este episodio amargo de su carrera deportiva:

Y pues sí: le queda a uno el sinsabor, porque la preparación se había hecho muy bien y uno no entendía cómo es que ellos iban tan rápido. Claro, ahora uno entiende el porqué de las cosas. Me queda eso sí la satisfacción de decir: “¡Oiga, de pronto en las mismas condiciones habría tenido la oportunidad de ganar el Tour de ese año!”. Así de sencillo (Silva, 2018).

Parra cerró su carrera profesional con un triunfo en la Vuelta a Colombia de 1992. Después de las bicicletas optó por invertir más tiempo en su otra pasión: la cría de perros de raza. Cada tanto asiste a certámenes donde también gana premios como criador; ahora trotando sin afán junto a mansos ejemplares de pedigrí.