José Celestino Mutis
Información
Nombre José Celestino Bruno Mutis y Bosio
Fecha de nacimiento 6/04/1732
Nacionalidad Española
Seudónimo El sabio Mutis
Ocupación Científico y eclesiástico
País de nacimiento España
Ciudad de nacimiento Cadiz
País de fallecimiento Colombia
Ciudad de fallecimiento Bogotá
Fecha de fallecimiento 11/09/1808
Profesionales Artes y filosofía, Medicina. Universidad de Sevilla.
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Científico y eclesiástico español (Cádiz, abril 6 de 1732 - Santafé de Bogotá, septiembre 11 de 1808), fundador de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Futuro "oráculo" del virreinato del Nuevo Reino, no se conocen datos sobre la infancia y adolescencia de José Celestino Bruno Mutis y Bosio, aparte de la fecha de su bautizo, el miércoles 16 de abril de 1732, en Cádiz.

Biografía

Se sabe con certeza que Mutis inició sus estudios de medicina en el Colegio de Cirugía de Cádiz, donde tuvo un primer acercamiento a la medicina y cirugía modernas, apoyadas en la física, la química, la botánica, la anatomía práctica y la enseñanza clínica.

Sin embargo, la escuela de Cádiz no tenía autorización para otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, razón por la cual Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. El 17 de marzo de 1753 obtuvo el título en Artes y Filosofía, requisito indispensable para optar por el de medicina, el cual consiguió el 2 de mayo de 1757.

Durante cuatro años ejerció en el Hospital de Marina de Cádiz, donde se interesó, seguramente a instancias de don Jorge Juan de Santacilia, por la astronomía. El 5 de julio de 1757 se doctoró como médico del Real Proto-Medicato, bajo la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de esa época.

Entre 1757 y julio de 1760 trabajó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid, mientras perfeccionaba sus conocimientos de botánica en el Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes, así como los de astronomía y matemáticas. Al cabo de esos tres años, rechazó una beca de especialización en París y decidió partir para América como médico particular del recién nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada, Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podía consagrarse como científico.

Viaje a América

José Celestino Mutis salió de Cádiz, rumbo a América, el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé de Bogotá el 24 de febrero de 1761. Meses antes, cuando se dirigía de Madrid a Cádiz, inició su Diario de Observaciones, en el cual consignó, hasta 1791, buena parte de sus impresiones.

Mutis conocía ampliamente las obras que se habían escrito sobre el Nuevo Mundo, y muy especialmente las de los autores imbuidos por el interés redescubridor: Antonio de Ulloa, Jorge Juan de Santacilia, Joseph Gumilla, Joseph Cassani y otros. El 13 de marzo de 1762, el joven médico gaditano inició la revolución científica e ideológica del Virreinato de la Nueva Granada, cuando en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio del Rosario, dio a conocer los principios elementales del sistema de Copérnico (que contradecía las teorías de Ptolomeo y de la escolástica), de la ciencia moderna y del método experimental. Esto Je significó a Mutis algunos enfrentamientos con dominicos y agustinos, y en 1774 tuvo que defender ante la Santa Inquisición, la conveniencia de la enseñanza de los principios copernicanos, así como de la física y matemática modernas, inspiradas en Isaac Newton, y de la "filosofía natural". En esencia Mutis cumplió, en muchas de sus actividades intelectuales, un importante papel de multiplicador y orientador, y fue uno de los más destacados estrategas políticos de la Corona española. Desde el momento de su llegada al Virreinato, Mutis se preocupó por formar un herbario y por encontrar la quina. Años después, cuando dirigía la Expedición Botánica, dedicó a algunos comisionados, en especial a fray Diego de García, a determinar en qué sitios se encontraba y qué posibilidades económicas tenía.

Estudió con ahínco las características y virtudes terapéuticas de cuatro variedades de quina, a la cual consideraba una "panacea" universal; y a partir de esas reflexiones escribió su única obra científica acabada: El Arcano de la Quina, publicada por entregas en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá que dirigía Manuel del Socorro Rodríguez. Así mismo, promovió la creación de un estanco de la quina y se involucró de manera decidida en la comercialización de este producto, por lo que alcanzó jugosas ganancias económicas.

La Expedición Botánica

En 1763-1764, Mutis escribió al rey Carlos III solicitándole que creara una Expedición Botánica con el fin de estudiar la fauna y flora americanas, con lo cual España podría derivar grandes ganancias económicas.

Miembro de una generación de españoles conscientes de que las colonias americanas no sólo producían oro, plata y metales preciosos, y de que tales elementos habían sido desastrosos para la economía de la metrópoli, Mutis insistió en la cantidad de maderas, tintes, ceras, gomas y, en fin, materias primas que irían en beneficio de la industria y el comercio de la menguada economía española. Las cartas de Mutis al rey de España se conocen históricamente como las "representaciones", y constituyen el plan de acción que el gaditano se trazó para el resto de su vida.

Sin embargo, Mutis tuvo que esperar 20 años para que se le diera curso a la Expedición planteada por él. Durante esos 20 años de espera, el sabio se dedicó a otras labores, especialmente las comerciales y mineras, sin olvidar la medicina, con el fin de allegar fondos suficientes que le permitieran dedicarse de manera definitiva a la investigación científica.

Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de la Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1777 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata. En suma, Mutis contribuyó a la modernización de la minería en el Virreinato, tanto en los aspectos de producción, con nuevas técnicas de explotación, como en los de industrialización, con novedosas formas de empresas mineras. El 19 de diciembre de 1772, Mutis obtuvo las órdenes sacerdotales; y en 1781, cuando tuvo lugar la revolución de los Comuneros, se hallaba trabajando en sus negocios particulares.

Mantenía constante correspondencia con los principales científicos europeos y españoles, especialmente con Carl von Linneo; y conocía como el que más, las condiciones sociales y económicas del Virreinato; al mismo tiempo, seguía recolectando especies naturales, con especial cuidado de la quina. La revolución de los Comuneros marcó un punto importante en la vida del Virreinato de la Nueva Granada y en la de Mutis, pues a partir de ese hecho, unido a otros que habían sucedido en América (expulsión de los jesuitas en 1767, revolución de las colonias inglesas en América del Norte en 1776 y rebelión de Tupac Amaru en Perú, en 1780-1781) y a algunas circunstancias europeas (desarrollo de la geopolítica a través de las expediciones de Cook y Bouganville, lucha ideológica en torno a América entre España y otras potencias, a consecuencia del desarrollo de las ideas ilustradas, etc.), la metrópoli se había visto en la imperiosa necesidad de acoger los criterios expresados por Antonio de Ulloa en 1772, en su libro Noticias Americanas. Según Ulloa, España tenía la necesidad de particularizar el conocimiento botánico, mineralógico, social y cultural de cada una de sus colonias, con el fin de aumentar los ingresos de la Corona; así mismo, mediante ese redescubrimiento, España podría tener importantes puntos de apoyo para aclarar muchas de las leyendas que sobre el Nuevo Continente se habían creado Europa.

El Estado español acató la sugerencia de Ulloa y la concretó con la fundación de Reales Expediciones Botánicas en las diferentes colonias. Estas expediciones fueron la forma particular como España asumió el redescubrimiento de América, y tuvieron como objetivo adelantar un inventario de los recursos naturales, plantear estrategias de explotación y, en la medida de lo posible, reseñar la situación social, económica, geográfica y política de los territorios allende el mar.

La primera Real Expedición Botánica se creó en el Perú y Chile (1777-1788), y fue dirigida por Hipólito Ruiz; más adelante se llevó a cabo la de México (1785-1804), encargada a los científicos Sesse y Moziño; la de Filipinas (1789) se encomendó a Juan Cuéllar; y la de Guantánamo, Cuba (1796), fue recomendada a Manuel Goldó. Como características principales de estas expediciones se puede mencionar que todas ellas fueron planeadas desde España, salieron de la Península y retornaron allí luego de haber cumplido su misión, todas publicaron sus resultados e incluyeron personal criollo.

Ahora bien, en el Nuevo Reino de Granada, una vez apaciguada la rebelión de los Comuneros de 1781, quedaron al descubierto una serie de problemas que enfrentaba el Virreinato, a los que había que darles alguna solución; entre ellos estaban el constante hostigamiento de los ingleses a las costas del Atlántico y el Pacífico, los frecuentes levantamientos de los indígenas del Darién y la Guajira, el permanente "desorden" social de las sabanas de Cartagena y de los pueblos del Chocó, y la falta de control político y militar sobre extensas regiones del virreinato, además de las consecuencias de la revolución, que había que evaluar. Era, pues, necesario para las autoridades virreinales y la Corona, establecer un mecanismo de información que pudiera pasar desapercibido, y qué mejor "pantalla" que la de una expedición científica.

Así, la Expedición Botánica nació no sólo con fines científicos, sino también de evaluación e información social, política y económica. En 1782, el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora visitó a Mutis, quien había cumplido un importante papel de persuasión de los Comuneros de Ibagué, y había servido de intermediario, una vez reprimida la revuelta, entre las masas y la autoridad en el Real de Minas del Sapo. Caballero y Góngora conocía los trabajos y planteamientos que el gaditano tenía sobre el redescubrimiento, reconocimiento e inventario del Nuevo Reino, y creía que Mutis era la persona indicada para dirigir esta urgente empresa. De esta manera, el 1 de abril de 1783 se dio inicio a la Real Expedición Botánica, que en orden cronológico fue la segunda de esas empresas creada por la Corona en América. Su primera sede fue la Mesa de Juan Díaz, y luego de la creación oficial, por real cédula del 23 de noviembre de 1783, fue trasladada a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la Expedición, pues se encontraba situada entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil, estaba localizada en la vía que enlazaba a la capital con el principalísimo puerto de Honda, lo que favorecía las labores comerciales, y también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.

Allí estuvo funcionando la Expedición hasta 1791, cuando el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé de Bogotá. A diferencia de sus similares, la Expedición de la Nueva Granada fue la única que no fue planeada desde España, ni salió ni regresó allí; sus resultados, luego de 33 años de trabajos, sólo se conocen parcialmente, pues sólo a partir de 1953 se inició la publicación de la Flora Neogranadina; además, la Botánica de la Nueva Granada fue, quizás, la que mayor trascendencia tuvo en el destino político de la región en la que actuó. Mutis dirigió la Real Expedición por espacio de veinticinco años; la exploración cubrió unos 8000 kilómetros, utilizó como eje longitudinal el río Magdalena y alcanzó a cubrir la gran diversidad de climas y regiones del país. Al comenzar a regir los destinos de la Expedición, el sabio gaditano contaba con 51 años, edad avanzada para los promedios demográficos de la época, aspiraba a realizar una Enciclopedia de la América Meridional, y conocía, como nadie, los problemas del Virreinato.

Aunque alejado de los centros científicos europeos, mantenía con éstos correspondencia regular, lo que le permitió formar una bien dotada biblioteca particular, actualizada y especializada, en los temas que le preocupaban. Sin embargo, el ambiente cultural del Virreinato no era el más propicio, Mutis no contaba con interlocutores suficientemente serios científicamente y, por otra parte, tampoco se preocupó por conocer los resultados alcanzados por las otras Reales Expediciones, con lo cual, seguramente, se hubiera evitado innecesarias repeticiones y habría logrado actualizar y ampliar su capacidad crítica. Estos factores influyeron en los resultados de la Expedición, afectando, por ejemplo, la organización y sistematización de los herbarios y de las 5393 láminas que representaban un total de 2696 especies y 26 variedades distintas, y que fueron pacientemente dibujadas por los pintores adscritos a la Expedición, a los cuales Mutis imprimió una rigurosa disciplina. Adicionalmente, su infinidad de labores como consejero virreinal, quizás el más docto de los que existieron en las colonias españolas en América, así como sus intereses comerciales, alejaban a Mutis constantemente de la investigación.

Inicialmente, la Expedición contó sólo con tres personas: Mutis como director, Eloy Valenzuela como adjunto, y el dibujante Antonio García. A la muerte de Mutis, en 1808, la nómina había crecido ostensiblemente, pues tenía 35 personas entre el director, comisionados, agregados, pintores y dibujantes. Durante los veinticinco años que Mutis estuvo al frente de la primera empresa científica del país, pasaron por sus recintos importantes personalidades de la ciencia, la política y la cultura de la naciente república: fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas, Sinforoso Mutis, Francisco Javier Matís, entre otros.

A través de las comisiones y tareas asignadas por la Expedición, muchos de ellos lograron tener acceso a un importante caudal de información que, sumado a las ideas promovidas por Mutis, les sirvió para evaluar y plantear críticamente las diferencias existentes entre la metrópoli y sus colonias, y el manejo que aquella había hecho de éstas. También pudieron calibrar sus posibilidades políticas y económicas reales de asumir la dirección del Virreinato, conscientes de que el descontento de los habitantes era grande. Durante el tiempo que la Expedición estuvo a cargo de Mutis, se intentaron comercializar especies y productos como el aceite de María, el bálsamo de Tolú, la cera de abejas y la canela de los andaquíes, el guaco, la ipecacuana, el guayacán, algunas gomas y resinas y otros; muchos de éstos, en especial las hierbas medicinales, fueron sustentados por rigurosos estudios sobre la farmacopea y los usos populares. También se descubrieron yacimientos de neme y de petróleo en Cumaral (Meta), producto pensado, en principio, como brea para los barcos. Luego del traslado de la Expedición a Santafé de Bogotá, de los confusos hechos de la retirada de Pedro Fermín de Vargas del Virreinato en 1791, y del llamado "motín de los pasquines" de 1794, del que Mutis fue indirectamente inspirador, y en el que participaron muchos de sus más allegados colaboradores, el gaditano cambió la posición de avanzada que siempre lo caracterizó, y trató por todos los medios de evitar cualquier tipo de "contaminación" de sus más inmediatos subalternos.

Sus esfuerzos fueron infructuosos, pues la mayoría de sus colaboradores ya pertenecían a diferentes tertulias o núcleos masónicos, se habían impregnado de las "ideas nuevas", y terminaron jugando papeles de diversa importancia en el proceso de la primera independencia.

Por último, es importante resaltar la contribución de Mutis al desarrollo del estudio de la medicina, pues él incorporó el estudio de la anatomía a través de la disección, y colaboró, entre 1802 y 1804, en la redacción y organización del plan de estudios de la recién fundada facultad del Rosario. Así mismo, apoyó e impulsó las Sociedades de Amigos del país y la astronomía; gracias a él, se construyó un moderno observatorio.

Mutis murió a los 76 años de edad, víctima de apoplejía. [1]

Cronología

  • 1732 Nace en Cadiz.
  • 1757 Obtiene el título de doctor en medicina.
  • 1760 Viaja al Nuevo Reino de Granada (Colombia) como médico del virrey Pedro Messía de la Cerda.
  • 1762 dio clases de matemáticas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
  • 1763 Expone a Carlos III su plan para realizar una Historia Natural de América.
  • 1774 Defensa de la enseñanza de principios copernicanos ante la Santa Inquisición.
  • 1772 descubrió el árbol de la quina en el monte de Tena y se ordenó sacerdote.
  • 1783 Inició la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.
  • 1808 Falleció en Bogotá.

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Bibliografía

  • DUQUE GOMEZ, LUIS. "La tumba del sabio Mutis". Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, Volumen ix, N 38 (marzo 1957).
  • GONZALES SUARES, FEDERICO. Memoria histórica sobre Mutis y la Expedición Botánica de Bogotá. Quito, Imprenta del Clero, 1905.
  • GREDILLA, FEDERICO A. Biografía de José Celestino Mutis. Madrid, Establecimiento Tipográfico de Fortanet, 1911. Reed.: Complemento a la Historia Extensa de Colombia. Bogotá, Academia Colombiana de Historia-Plaza y Janés, 1982.
  • LLINÁS, JUAN PABLO. Mutis: El hombre y sus sueños. Bogotá, Tercer Mundo, 1982. MENDOZA, DIEGO. Expedición Botánica de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1909.
  • PEREZ ARBELAEZ, ENRIQUE. José Celestino Mutis y la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Antares, Tercer Mundo, 1967.
  • RESTREPO, GABRIEL. "Mutis, el Oráculo de este reino". En: José Celestino Mutis, 17321982. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1983.
  • RESTREPO, GABRIEL. "José Celestino Mutis y la difusión de la Ilustración en el Nuevo Reino". Ciencia, Tecnología y Desarrollo, Volumen m, N-s 3-4 (1982).

Referencias

  1. Esta biografía fue tomada de la Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, tomo de biografías. [Ver tomo I, Historia "La Expedición Botánica", pp. 177-192; y tomo 5, Cultura, pp. 17-18, 85-87, 99-10l y l43-144].