La causa realista son los fines, ideales o proyectos basados en la defensa de la Monarquía española en sus colonias durante el proceso de emancipación. Con la invasión napoleónica a la península Ibérica en 1808 y las posteriores abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII se debilitaron los cimientos de control de la Monarquía española en los territorios coloniales. El proceso de ruptura del nexo colonial fue una transformación sustancial que removió las estructuras políticas, económicas y sociales de lo que eran sus dominios en América. La crisis del orden establecido se manifestó con una voracidad que convulsionó los contextos locales, provinciales e internacionales y condujo a la formación de naciones que en procura de alcanzar los ideales de la modernidad buscaron fundamentarse como repúblicas independientes y sobre ellas edificar una nueva institucionalidad. Sin embargo, la persistencia o agudización de problemas de carácter económico y social limitaron su concreción efectiva como naciones. A pesar de estos proyectos independentistas, dentro de los territorios americanos existió una férrea defensa a la monarquía y un rechazo a la imposición de nuevos gobiernos que desconocieran la autoridad real y a sus funcionarios, y que además retaban el poder e influencia de la Iglesia Católica. Algunos sectores de la sociedad que antiguamente habían sido excluidos por la élite colonial permanecieron fieles al rey porque consideraban ventajosa su protección y apoyo a través de leyes que les permitían gozar de ciertos derechos y prebendas.

La sociedad colonial estaba organizada en una rígida estructura: los criollos ocupaban el lugar privilegiado, restringiendo y segregando a los mestizos, indígenas y esclavos, tanto de beneficios como de participación política. Sin embargo, en el siglo XVIII la monarquía borbónica de España concedió una serie de mandatos en los que se otorgaban prerrogativas a estos sectores, medidas que se fundamentaron en la desconstrucción del poderío criollo, limitando sus fueros, dejando los altos cargos para los peninsulares y ejerciendo una mayor presencia militar en las colonias. Desde el punto de vista social, se incrementaron las tensiones entre los distintos sectores, la élite criolla se vio desplazada de varios espacios de dominio por los funcionarios peninsulares, y así mismo los mestizos obtuvieron mejoras en su condición y ofrecieron respaldo a la monarquía. El desencadenamiento de la guerra suscitó un conflicto social de mayor gravedad, en tanto que la conducción de la emancipación por parte de los criollos suponía integrarse a una nación dominada por un sector que los había relegado por siglos. Como señala Timothy Anna, “la unión y la consolidación de los vínculos personales con el concepto de Imperio como una sola familia bajo el Rey Padre, que era como con frecuencia se le llamaba en la propaganda de los leales (…) era como un eco que se oía a través de enormes distancias del Imperio y cuyos estribillos se repetían en todas partes”[1]

La provincia de Pasto representa un ejemplo palpable de esta fidelidad con la causa realista, en tanto que desconoció el proceso emancipador y lo combatió desde 1810 hasta su sometimiento definitivo, en 1823.

El papel de la Iglesia durante la Independencia estuvo dividido entre el apoyo a la emancipación y la defensa del bando realista. El poder y trascendencia del clero entre la población fue de amplia magnitud durante el período colonial e incidió en el pensamiento y prácticas sociales. En dicho contexto, la Independencia representaba contradecir el derecho divino de los reyes, romper con los dogmas del catolicismo y desafiar el proyecto divino de Dios en la tierra. Desde el púlpito se defendió a la monarquía y se intentó influenciar a los habitantes de la región.

Véase también

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Referencias

  1. (1) ANNA, TIMOTHY, (1986). España y la Independencia de América, México D.F., México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 32.

Bibliografía

  • ANNA, TIMOTHY, (1986). España y la Independencia de América, México D.F., México, Fondo de Cultura Económica, 1986.

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Créditos

  • Isabel Cortez Lagos y Jenny Marina Guerrero Tejada Centro Cultural de Pasto, 2020.