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De algunas de ellas, se conocen sus nombres y hazañas:
De algunas de ellas, se conocen sus nombres y hazañas:


*Simona Amaya: disfrazada de hombre y mezclándose con el Ejército Libertador, participó en numerosas batallas y fue muerta en combate el 25 de julio de 1819 durante la Batalla del Pantano de Vargas. Solo hasta cuando su cadáver fue recogido del campo de batalla se descubrió su verdadera identidad.
*[[Simona Amaya]]: disfrazada de hombre y mezclándose con el Ejército Libertador, participó en numerosas batallas y fue muerta en combate el 25 de julio de 1819 durante la Batalla del Pantano de Vargas. Solo hasta cuando su cadáver fue recogido del campo de batalla se descubrió su verdadera identidad.


*Concepción Loperena de Fernández: en 1813 prendió fuego a un retrato de Fernando VII y a los escudos reales durante un evento público, para proceder luego a leer y firmar el Acta de la Declaración de la Independencia de Valledupar.
*Concepción Loperena de Fernández: en 1813 prendió fuego a un retrato de Fernando VII y a los escudos reales durante un evento público, para proceder luego a leer y firmar el Acta de la Declaración de la Independencia de Valledupar.

Revisión del 00:12 1 jul 2020

Las Juanas
Datos generales
Nombre Las Juanas
Nacionalidad Colombiana Bandera de Colombia }}
Ocupación amas de casa, costureras, cocineras, enfermeras, soldadas
País de nacimiento Colombia Bandera de Colombia }}


Las Juanas eran las mujeres que seguían a las tropas del ejército independentista en la campaña libertadora a comienzos del siglo XIX. Sus labores incluían servir como mensajeras, enfermeras, costureras, cocineras e incluso desempeñar tareas militares. Generalmente, se trataba de esposas, madres, hijas y hermanas de los soldados, aunque también había voluntarias sin filiación directa con los soldados.

Biografía

Las Juanas eran las mujeres que seguían a las tropas del ejército independentista en la campaña libertadora a comienzos del siglo XIX. Sus labores incluían servir como mensajeras, enfermeras, costureras, cocineras e incluso desempeñar tareas militares. Generalmente, se trataba de esposas, madres, hijas y hermanas de los soldados, aunque también había voluntarias sin filiación directa con los soldados.

Recibieron diferentes denominaciones: en Antioquia las llamaban juanas o catiras, en Santander cholas, en México adelitas, en Ecuador y Perú guaneñas, en Cuba falluelas y en Venezuela guarichas.

Muchas mujeres se vincularon a los procesos de independencia de diversas formas: organizando reuniones y tertulias en sus residencias, actuando como espías, organizando redes de información para los ejércitos patriotas, redactando panfletos y cartas, donando dinero, alimentos, animales de carga y joyas para los ejércitos, brindando refugio a los insurgentes, transportando alimentos, vestuario y pertrechos, reparando armas y uniformes, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los muertos. Algunas veces vestidas de hombre para ser aceptadas en el combate, ejerciendo su condición de mujeres guerreras, en ocasiones desempeñando rangos militares y actuando como estrategas. Como consecuencia, muchas de ellas sufrieron las situaciones más adversas: pobreza, destierro, persecución, escarnio público, reclusión en hogares, cárceles o conventos, confiscación de bienes, propiedades y objetos personales, condenas de muerte, olvido y anonimato.

De algunas de ellas, se conocen sus nombres y hazañas:

  • Simona Amaya: disfrazada de hombre y mezclándose con el Ejército Libertador, participó en numerosas batallas y fue muerta en combate el 25 de julio de 1819 durante la Batalla del Pantano de Vargas. Solo hasta cuando su cadáver fue recogido del campo de batalla se descubrió su verdadera identidad.
  • Concepción Loperena de Fernández: en 1813 prendió fuego a un retrato de Fernando VII y a los escudos reales durante un evento público, para proceder luego a leer y firmar el Acta de la Declaración de la Independencia de Valledupar.
  • Juana Escobar: luchó en las primeras líneas de batalla y, además, servía como espía. Fue capturada por los españoles y al negarse a traicionar a los patriotas, el coronel José María Barreiro la condenó a muerte.
  • María Josefa Canelones: a pesar de estar en embarazo, se camufló en la tropa hasta que dio a luz en uno de los páramos.
  • Matilde Anaray: una pequeña de 13 años que logró recoger 36 bultos de ropa para el Ejército Libertador.
  • Casilda Zafra: quien le regaló a Bolívar el caballo Palomo.
  • Juana Bejar: fue la primera mujer en convertirse en Sargento Mayor de la Caballería del ejército libertador.
  • Estefanía Parra: la niña de 9 años que se convirtió en la guía de los patriotas para que sorprendieran a los españoles en el puente de Boyacá.
  • Angélica: una joven tunjana que durante las guerras de independencia abandonó a su familia para involucrarse en las luchas de la independencia. Emprendió una travesía por el Casanare y allí ayudó a defender a un pueblo de indios de fuerzas realistas.
  • Evangelista Tamayo: tuvo rango de capitana y luchó junto con Simón Bolívar en Boyacá en 1819.

Nicolasa Jurado, Gertrudis Espalza e Inés Jiménez: acompañaron al general Antonio José de Sucre en Pichincha con nombres y ropas masculinos.

  • Rosaura Rivera, Antonia Moreno, Anselma Leyton, María del Rosario Devia, Luisa Trilleras, Mercedes Loaiza, Biviana Talero, María Josefa Esguerra, Candelaria Forero, María de los Ángeles Ávila, Salomé Buitrago, Genoveva Sarmiento, Inés Osuna, Ignacia Medina, Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, Mercedes Abrego y Marta Tello: durante el Régimen del Terror de Pablo Morillo, fueron acusadas de esconder rebeldes, apoyar fugas de presos patriotas y auxiliar ejércitos. Todas fueron fusiladas en diferentes regiones del país entre 1816 y 1819.

Sin embargo, la mayoría permanecieron en el anonimato y sus acciones poco o nada figuran en la historiografía nacional. En las pinturas de José María Espinosa, abanderado de Antonio Nariño durante la Campaña del Sur, se distinguen personajes femeninos por lo menos en tres de las ocho batallas que inmortalizó en cuadros al óleo.

No siempre las juanas fueron bien recibidas por los líderes de los ejércitos, pues estos habían expresado rotundamente su oposición a que las mujeres viajaran acompañando las tropas. En 1813, mientras se dirigía con sus tropas hacia la Campaña del Sur, Antonio Nariño prohibió que continuaran su marcha en la retaguardia del ejército que él comandaba. Sin embargo, se vio obligado a ceder en su posición cuando las mujeres consiguieron cruzar con el río Magdalena con las provisiones y los niños y alcanzaron al ejército en Purificación, a pesar de que este les llevaba dos días de ventaja en el camino[1].

Posteriormente, ya en la campaña de 1819, el subjefe del Estado Mayor, coronel Antonio Morales, expidió la orden perentoria 126, con este precepto, “No marchará en la división mujer alguna, bajo la pena de cincuenta palos a la que se encuentre. Si algún oficial contraviniera esta orden, será notificado con severidad, y castigado severamente el sargento, cabo o soldado que no la cumpla”. Sin embargo, no fue posible persuadirlas de que no se alistaran. Había que auxiliar heridos, sepultar muertos, apoyar a la tropa. Las llamaron “Juanas” y fueron a la guerra como conspiradoras, voluntarias o guerreras[2].

Véase también

Referencias

  1. Cueto Vanegas, D. (2011). De chasquis, gulungas y guarichas: avatares femeninos en la guerra de Independencia (1810-1819). XVI Premio Santillana de experiencias educativas 2010. Bogotá: Editorial Santillana.
  2. Las Juanas de la independencia http://libertadoras.elespectador.com/index.php/las-juanas-de-la-independencia/

Bibliografía

  • Cueto Vanegas, D. (2011). "De chasquis, gulungas y guarichas: avatares femeninos en la guerra de Independencia (1810-1819)". XVI Premio Santillana de experiencias educativas 2010. Bogotá: Editorial Santillana.
  • Forero, Paulo E. (1972). "Las heroínas olvidadas de la independencia". Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1972.

Créditos

1. Diciembre de 2019. Investigación y texto Olga Cruz para Banrepcultural