Científico y sacerdote colombiano nacido en Antioquia en 1900, que con sus investigaciones alcanzó renombre mundial. Provino de una familia tradicional paisa, no tan numerosa como las que solía haber en esa época, de arraigados valores religiosos y de un espíritu inmenso por la búsqueda del conocimiento.

No en vano, su padre, el doctor Joaquín Antonio Uribe fue un gran exponente de las ciencias naturales y a su memoria se dedicó el Jardín Botánico de Medellín. Gracias a esto, Lorenzo Uribe tuvo un ambiente perfecto para desarrollas los pilares de su vida, el sacerdocio y la vocación científica. Desde muy joven entró al noviciado de la Compañía de Jesús y siguió el curso normal de educación de los novicios hasta culminar con los estudios de filosofía. Se ordenó como sacerdote el 28 de agosto de 1930 y obtuvo, luego, la licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad de Friburgo y el doctorado en Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Cuando volvió a Colombia se dedicó por un tiempo a la enseñanza de la filosofía y de la biología. Mientras tanto iba enriqueciendo su colección de plantas. En 1952 se vinculó a la Universidad Nacional en donde fue profesor y director del Instituto de Ciencias Naturales, durante seis años, luego de los cuales siguió siendo profesor e investigador hasta que murió en 1981.

Por todo ello recibió varias distinciones, entre ellas ser miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas y Naturales, de la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de Madrid, de la Real Academia Hispano-americana de Cádiz, así como de otras academias españolas.

También, fue nombrado por la Universidad Nacional de Colombia como profesor honorario y por la Universidad Pontificie Javeriana como profesor emérito. Cuando se le confirió el primer título en la Facultad de Ciencias se le hizo un homenaje: a la planta número 200.000 del Herbario Nacional, al que tanto había contribuido, se le selló con su nombre.

Sus primeras obras fueron libros de texto, pero luego publicó un gran número de investigaciones sobre la sistemática vegetal en revistas científicas especializadas y en los libros que escribió: “Flora de Antioquia”, publicado en 1940, “Pasifloráceas y Begoniáceas de la Expedición Botánica del Nuevo Reino”, publicado en 1956 y “Catálogo ilustrado de las plantas de Cundinamarca”, publicado en 1972.

Su obra más importante fue la colaboración que hizo para la gran edición de “La flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada”, realizada con el auspicio de los gobiernos de Colombia y España. Además de su colaboración en varios de los volúmenes fue autor de los volúmenes XXX y XXXI sobre las Melastomatáceas. Este último fue obra póstuma suya. Además, fue colaborador asiduo de la Revista Javeriana.

Fue un hombre de profunda fe que logró conjugar su creencia en Cristo con su espíritu científico. Nunca omitió la celebración de la eucaristía. Llevaba notas de en dónde y por qué celebraba cada eucaristía y en cada aniversario escribía una reflexión sobre sy relación con Dios como esta: “ Mi Dios y mi todo. Gracias. Soy todo tuyo. Su última misa fue el 31 de julio de 1980, año en el que falleció. Vicente Andrade, “Dos Científicos dos hombres”, publicado en la Revista Javeriana, Tomo XCV, No. 471