El 11 de noviembre de 1811 nació en Cartagena la independencia absoluta de España. La revolución terminó con el antiguo régimen, lo cual condujo a un nuevo pensamiento liberal que concibió una república soberana, libertades individuales, y a un ciudadano con derechos y obligaciones. Cartagena, bastión imperial en el Caribe, sufrió muchos años de hambre, muerte, asedios y ruina, desplomándose toda su grandeza.

Reconquistada la ciudad por el general Pablo Morillo a comienzos de 1815, y con el ánimo de atraer la fidelidad de la población hacia el rey, éste ofreció perdones e indultos. Una vez que Morillo partió hacia el continente, algunos patriotas retomaron la población con gran desconfianza hacia los criollos. En adelante, sus acciones fueron crueles y caracterizadas por una represión y un saldo sangriento, conocida como la "Época del terror". Los que se salvaron porque no lograron huir o fueron condenados a prisión y no a la pena capital, formaron el núcleo revolucionario, comandado por Bolívar, que lograría la libertad y crearía a Colombia.

"La destrucción de Cartagena fue para los patriotas que hicieron la revolución el fin de su mundo: el sacrificio de sus vidas y bienes, el destierro y para muchos :::la muerte en tierras extrañas, las prisiones y, por último, la pobreza o la miseria de sus familias. Los que siguieron fieles al rey también sufrieron los rigores :::de la revolución, muchos se expatriaron, sufrieron la incautación de sus bienes, la discriminación social por desafectos a la revolución y, los que se quedaron, como toda la población, soportaron o murieron en el terrible sitio"[1].

El capitán general y comandante de la Nueva Granada -el Virreinato había sido suprimido-, don Francisco de Motalbo y Ambulodi, solicitó la lista de los revolucionarios al asesor general del Virreinato y auditor de guerra, don Anselmo Bierna y Mazo -aún en Santa Marta-, clasificando en nueve clases a los comprometidos en la revolución, entre las cuales aparece la conspiración, los que fomentaron la revolución a través de escritos o acciones, los que se adhirieron a los rebeldes, los que a pesar de ser empleados civiles y de Real Hacienda servían al enemigo, entre otras causas.

En la lista de prisioneros aparecieron los siguientes individuos: Manuel Del Castillo, Martín Amador, Pantaleón Germán Ribón, José María Portocarrero, Santiago Stuard, Agustín Betancur, Don Manuel Anguiano, Doctor Don José Ayos, Rafael Monasterio, Andrés López, Salvador Marimón. Posteriormente se añadió al proceso a los samarios José María García de Toledo y Miguel Díaz Granados.

Se juzgó a los acusados por la justicia militar. A todos se les encasilló en el delito de traición, que los hacía acreedores a la pena de muerte por ahorcamiento y confiscación de bienes. “El proceso había durado cuarenta y dos días desde que Montalvo declaró abierta la causa el 9 de enero de 1816, hasta que se dictó sentencia el 20 de febrero. De ese momento en adelante los hechos se precipitaron. La sentencia de ahorcamiento les fue conmutada a los condenados por la menos infamante de fusilamiento, el cual se llevó a cabo el 24 de febrero”[2].

Véase también

Proyecto:Bicentenario

Referencias

  1. SOURDIS NÁJERA, ADELAIDA, “El Consejo de guerra de Los Mártires de Cartagena en 1816”, en CALVO, HAROLDO; MEISEL, ADOLFO (eds.), Cartagena de Indias en la Independencia. Cartagena, Banco de la República, 2011, p. 301.
  2. SOURDIS NÁJERA, ADELAIDA, op. cit. (2011), p. 330.

Bibliografía

  • SOURDIS NÁJERA, ADELAIDA, “El Consejo de guerra de Los Mártires de Cartagena en 1816”, en CALVO, HAROLDO; MEISEL, ADOLFO (eds.), Cartagena de Indias en la Independencia. Cartagena, Banco de la República, 2011, pp.297-335.