El silencio y el olvido le tocan sobremanera a María Josefa Canelones, de quien sabemos casi nada, pero era dueña de una contundencia biográfica tan sorpresiva que ilumina la esperanza de la patria hacia el futuro. La milagrosa acción de María Josefa puede resumirse en que ella fue la “madre heroína del niño que nació en el Páramo de Pisba cuando el ejército libertador transmontó el paso de los Andes, el 2 de julio de 1819” (1). El general Daniel Florencio O’Leary manifestó una especial admiración por ese increíble acontecimiento de dar a luz en un escenario tan agreste y la valentía previa de la mujer nacida en Tame por avanzar con las tropas por las heladas cumbres, al haber sido “María Josefa una de las tantas ‘Juanas voluntarias’ que continúan la marcha por la campaña libertadora, convencida de que apoyar la independencia garantizaría la libertad de ese hijo que llevaba a cuestas” (2). Según la tradición oral, aquel hijo de la libertad fue llamado “Patricio del Páramo” (3). El general, testigo de primer orden del hecho, reseñó el alumbramiento:

“Durante la marcha de este día [2 de julio], me llamó la atención un grupo de soldados que se habían detenido cerca del sitio donde me había sentido muy extenuado de fatiga y viéndolos afanados pregunté a uno de ellos qué ocurría, contestome que la mujer de un soldado del Batallón Rifles estaba con los dolores de parto, que por ello hacían un corrillo para hacerle calor al recién nacido. A la mañana siguiente vi a la misma mujer con el niño a la espalda subiendo muy valiente, aparentemente con la mejor salud, marchando a la retaguardia del Batallón. Después del parto había andado dos leguas por uno de los peores caminos de aquel escabroso terreno” (4).

Esta madre de la esperanza ejemplifica aquella distinguida participación de los campesinos y de la fuerza popular en la campaña libertadora, que siempre fue destacada por patriotas y realistas. Los campesinos llevaban alimentos, ropa, caballos y entregaban hasta a sus propios hijos para luchar en contra del ejército realista. Numerosos campesinos se integraron al ejército patriota en la campaña, supliendo las bajas del paso de los Andes (5).

Como una estrella alumbra el prodigio de la maternidad de una valiente que no quiso que la guerra hiciera tambalear la unión de su familia. El amor que lanzó a esta mujer a ser compañera de su esposo, entregando su propio bienestar y el del pequeño libertador que estaba naciendo sobre los Andes, y la fuerza de voluntad de sus decisiones tomadas en favor de la independencia, hacen que esta sea una participación especial en el nacimiento de la libertad y de la patria.