Armenia tiene uno de los museos más bellos de Colombia, un homenaje a los antiguos pobladores de la región, quienes crearon un arte universal tanto en su orfebrería como en su cerámica. Un museo que puede recorrerse una y otra vez, porque cuando se aprende a mirar en los objetos los secretos de la vida del pasado se descubre que su disfrute es inagotable.

La entrada es gratuita, ¡no se pierda este museo!

Interior del Museo del oro quimbaya

Historia del Museo

En julio de 1986, el Banco de la República puso al servicio de los quindianos su Museo del Oro Quimbaya. El edificio, diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona y construido por la firma Fajardo Molina, está localizado al norte de la ciudad de Armenia, en el cruce de la Avenida Bolívar con la Avenida 19 de Enero.

A mediados de 1997, el Banco inició un proceso de renovación museográfica de la colección arqueológica del Museo; este proceso debía culminar en 1999 con la reapertura de sus salas de oro y cerámica, concebidas bajo una nueva museografía más rica en piezas, apoyos y diseño, pero la tragedia sufrida por la ciudad obligó al Banco a establecer un compás de espera, ya que el edificio del Museo se convirtió en sede del despacho del alcalde de Armenia y de las oficinas de la sucursal del Banco mismo, por el estado en que quedaron sus edificaciones.

En 2003 el equipo científico y técnico del Museo del Oro y las diferentes áreas relacionadas desarrollaron el proceso de diseño, producción y montaje de las nuevas salas de oro y cerámica que culminó con su reinauguración el 5 de diciembre de 2003.En 2006 se conmemoraron 20 años de actividad cultural del Museo en el Quindío. El edificio fue declarado en junio Bien de Interés Cultural de la Nación, dentro del conjunto de los nueve edificios de Rogelio Salmona seleccionados por el Ministerio de Cultura como patrimonio de los colombianos. Entre octubre y diciembre, la colección arqueológica fue ampliada, las vitrinas renovadas y el montaje actualizado.

El Museo, además, exhibe su colección arqueológica con una museografía de última generación, precedida por un guion riguroso que incluye los resultados de la investigación científica más reciente, con el propósito de integrar belleza, conocimiento y respeto, y ponerlos al servicio del legado prehispánico que la región tiene el orgullo de poseer y que da cuenta de ocupaciones que se remontan 10.000 años al pasado. El Museo trabaja permanentemente en la renovación de la concepción pedagógica de sus actividades, no sólo con escolares, sino con usuarios y otros visitantes, pues busca consolidarse como un espacio de encuentro propicio, abierto a la belleza, el aprendizaje y la diversidad, entre el público y la cultura y el arte.

El Museo ha sido objeto de los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Arquitectura Bienal 1986-1987; Medalla al Mérito Artístico y Cultural del departamento del Quindío 1988; Premio a la Mejor Labor de Promoción de Lectura Fundalectura 1996, y declaratoria como Bien de Interés Cultural de la Nación, dentro del conjunto de nueve edificios del arquitecto Rogelio Salmona 2006.

Milenios de historia en el Cauca Medio

Los quimbayas eran uno de los grupos que habitaban el Cauca medio a la llegada de los conquistadores españoles. Por tradición todos los objetos arqueológicos encontrados en la región han sido denominados con el nombre Quimbaya y se ha identificado a los quimbayas como sus artífices, a pesar de que muchos de ellos fueron producidos por otra gente y en distintas épocas.

La región del Cauca medio, en los actuales departamentos de Quindío, Risaralda y Caldas, fue habitada a lo largo de milenios por sociedades con diferentes formas de vida y cultura. Grupos de cazadores y recolectores la poblaron hace unos 10.000 años con modos de vida que mantuvieron por varios milenios. Hacia el 500 a.C. sus habitantes practicaban la agricultura y cerca del 100 d.C. trabajaban el oro; alrededor del año 800 estas sociedades sufrieron cambios profundos. La Conquista española en el siglo XVI produjo una disminución considerable de la población y grandes transformaciones sociales y culturales.

El Museo del Oro Quimbaya en la ciudad de Armenia cuenta esta larga historia de un pasado que está presente en nuestros hombres y mujeres, costumbres, lenguaje, conocimientos y valores. Es una historia en permanente cambio y elaboración.

Hace 20.000 años

¿Quiénes fueron los primeros americanos y colombianos?

Hace unos 20.000 años, grupos de cazadores provenientes de Asia llegaron por primera vez a Norteamérica. Eran los tiempos de la última glaciación, cuando amplias áreas del planeta estaban cubiertas de hielo y el nivel de los mares era más bajo que el actual, el clima era más frío y seco y deambulaban grandes animales por el territorio. Estos antiguos pobladores se internaron lentamente en el continente en búsqueda de su sustento. Cerca de 15.000 años atrás llegaron los primeros pobladores a Suramérica. Existen vestigios de grupos que cazaban venados y mamíferos pequeños, y ocasionalmente grandes animales como mastodontes y caballos americanos; también recolectaban frutos y plantas silvestres. Habitaban por temporadas bajo grandes rocas o en sitios abiertos, cerca de fuentes de agua y de alimentos. Organizados en bandas, se desplazaban durante el año por un amplio territorio siguiendo los recorridos de los animales y según las variaciones estacionales de los recursos naturales.

Hace 10.000 años

Los cazadores y recolectores en los bosques de la Cordillera Central

Hace unos 10.000 años los glaciares retrocedieron, la temperatura y humedad del planeta subieron, los grandes mamíferos se extinguieron y la vegetación adquirió su configuración actual. Grupos de cazadores y recolectores poblaron la Cordillera Central y el suroccidente colombiano hacia esta época. Vivían de la explotación del bosque mediante la recolección, la cacería y la pesca. Consumían nueces y brotes de palmas, la nuez del nogal, frutas, tubérculos y granos. El medio les proveyó también de materiales para hacer instrumentos y objetos de su vida cotidiana. Los cazadores y recolectores comenzaron desde tiempos muy antiguos a influir en el desarrollo de plantas, y con el paso del tiempo empezaron a cultivar. La población creció, los asentamientos se hicieron más grandes y permanentes y las sociedades se transformaron.

El Cauca Medio, una región rica y diversa

La región del Cauca medio se ha caracterizado por su enorme riqueza de recursos y una gran diversidad ecológica, cualidades que fueron aprovechadas por las sociedades que la habitaron. Sobresalen la exuberancia y variedad de flora y fauna, la riqueza mineral, la fertilidad de los suelos y la abundancia de ríos.

El relieve es montañoso con pendientes escarpadas, colinas redondeadas y algunas tierras planas, y está cortado por numerosos valles y corrientes de agua. Las variaciones de altitud, desde los 500 hasta los 5.400 metros sobre el nivel del mar, proveen una amplia variedad de climas, desde el cálido hasta las nieves perpetuas, que sumada a las diferencias en las lluvias y los vientos, generan múltiples ecosistemas.

El paisaje del Cauca medio tiene una larga historia de transformaciones por eventos geológicos, cambios en el clima e intervenciones humanas. Aún se pueden observar en el paisaje las huellas dejadas por las sociedades del pasado.

Hace 2.500 años

Las primeras sociedades agrícolas y orfebres

Preparación del oro

Las primeras sociedades agrícolas y orfebres del Cauca Medio fueron semejantes en su forma de vida y pensamiento a otras dispersas sobre un amplio territorio en el centro de los Andes colombianos. Habitaron entre el 500 a.C. y el 600 de nuestra era, época denominada por los arqueólogos como Período Temprano.

Estas poblaciones cultivaban la tierra y extraían oro y sal que utilizaban en el intercambio. Se dispersaron desde el piso cálido al frío, sobre planicies naturales o en terrazas construidas en las laderas, cerca a ríos, quebradas y humedales. Cazaban, pescaban y recogían frutos silvestres, insectos y moluscos.

Estas fueron sociedades jerarquizadas, quizás organizadas en cacicazgos, en las cuales los jefes cumplían funciones políticas y religiosas. Jefes, orfebres y tal vez otros artesanos tenían oficios especializados. Los orfebres elaboraron los objetos de calidad excepcional conocidos como orfebrería Quimbaya.

¿Por qué las piezas de orfebrería quimbaya son rosadas y brillantes?

Los orfebres de estas sociedades elaboraron adornos corporales, objetos para el consumo de las hojas de coca, instrumentos musicales y herramientas. La mayoría de las piezas fueron fabricadas para uso de los jefes y luego enterradas con ellos. Estos objetos reforzaban su prestigio y les daban poderes para propiciar la fertilidad y el equilibrio. Las formas más frecuentes en las piezas eran las de figuras femeninas, calabazas, calabazos y totumas, que eran símbolos de reproducción, fertilidad y vida. Las superficies brillantes y rosadas de la tumbaga, aleación de oro y cobre, tenían tal vez significados relacionados con estas mismas ideas. Para algunos indígenas colombianos el oro es un elemento masculino, y el cobre, femenino; en la tumbaga se unen ambos principios. Creen también que los objetos brillantes están cargados de poderes espirituales y sagrados.

Los orfebres ocuparon una posición destacada en la sociedad. Sus conocimientos tecnológicos y el poder de transformación de los metales pudieron ser fuente de prestigio y estimación especial. En muchas culturas se los consideró "Señores del fuego", de condición superior y ascendencia divina.

Una visión en espiral sobre la vida y la muerte

Estas sociedades incineraron a sus muertos y depositaron sus cenizas en urnas de cerámica que enterraron dentro de fosas irregulares y poco profundas, ubicadas en el área de las viviendas o en sus cercanías. Dentro de las urnas se han encontrado los restos de uno o varios individuos, y a veces también de animales. A su alrededor colocaron vasijas de cerámica doméstica, y en ocasiones, objetos de orfebrería. La calidad de la urna y de la ofrenda dependía del rango y otras características del muerto. La costumbre de incinerar el cadáver tiene en varias culturas el significado de trasladar el muerto a un estado inicial para que nazca de nuevo. Las urnas cinerarias con forma de mujeres embarazadas, usadas por estos grupos, sugieren esta visión en espiral de la vida y la muerte.

Los entierros de los jefes

Los jefes y otros personajes de alto rango fueron enterrados en tumbas especiales con algunos de sus bienes. El conocido "Tesoro de los quimbayas", un hallazgo con cerca de 200 objetos de orfebrería y un número desconocido de cerámicas, estaba compuesto por los ajuares funerarios de varios líderes sepultados en dos tumbas en el sitio de La Soledad, en Quimbaya, Quindío. Parte del "Tesoro" fue comprado en 1891 por el Gobierno colombiano para ser expuesto en Madrid en la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento. Desafortunadamente para el patrimonio cultural del país, fue obsequiado luego a la Corona española. Hoy se exhibe en el Museo de América de Madrid. Según una fecha de radio carbono, los objetos de orfebrería del “Tesoro” fueron elaborados hacia el 250 d.C. En 1987 fue descubierto otro gran ajuar con 16 objetos excepcionales de orfebrería Quimbaya en Puerto Nare, en la región del Magdalena medio antioqueño. La mayoría de estos objetos se conservan en la colección del Museo del Oro del Banco de la República y varios de ellos están expuestos en este museo.

Mensajes escritos en el cuerpo

Estas sociedades representaron figuras humanas en cerámica, metal y piedra, y en ellas sus costumbres relacionadas con el cuerpo. La pintura corporal, los adornos, el peinado, las deformaciones intencionales de las extremidades y el limado de los dientes, fueron medios usados por estos grupos para transformar su cuerpo y expresar mensajes. En las sociedades humanas las prácticas corporales suelen comunicar ideas acerca de la identidad étnica, el grupo familiar, el sexo, la edad, el rango social, el oficio y otras características del individuo.

Metalurgia y Orfebrería

¿Cómo fabricaron los orfebres estos objetos?

En la América prehispánica los objetos metálicos fueron símbolos relacionados con la religión, el poder y la sociedad. El color, el brillo, el sonido y el olor eran las propiedades más valoradas del metal. Los artífices de la orfebrería Quimbaya fueron maestros en el manejo de las aleaciones de oro y cobre para conseguir diferentes colores y dominaron las técnicas de pulimento con el fin de lograr superficies brillantes.

La fundición a la cera perdida

La fundición a la cera perdida fue el proceso básico utilizado por estos orfebres en la fabricación de la mayoría de sus piezas. Las cuentas de collar en forma de rostro humano fueron elaboradas con esta técnica:

1. El orfebre tallaba el diseño de la cuenta en una matriz de arcilla y carbón vegetal molido.

2. Encima colocaba una lámina delgada de cera de abejas que recortaba con la forma de la pieza; tallaba y aplicaba los detalles externos.

3. Le añadía un embudo de cera por el que vertería luego el metal.

4. Recubría todo el modelo con una capa o molde de arcilla.

5. Una vez seco el molde, lo calentaba para extraer la cera de su interior.

6. Derretía el metal dentro de un crisol o recipiente refractario de cerámica o carbón, colocado entre las brasas en una hornilla de cerámica.

7. Vertía el metal líquido en el molde caliente.

8. Una vez frío el molde, lo rompía para extraer la pieza. El modelo de cera aparecía transformado en metal.

9. Cortaba el embudo y pulía la superficie con arena fina, piedras lisas u otros materiales.

Los recipientes de metal fueron hechos con núcleo

Estos orfebres fueron maestros en la elaboración de piezas huecas mediante la técnica de la fundición a la cera perdida con núcleo. En la fabricación de los recipientes para guardar la cal siguieron este proceso:

1. El orfebre modelaba el núcleo con la forma de la pieza en una mezcla de arcilla y carbón vegetal molido.

2. Lo cubría con una capa de cera a la cual adicionaba un embudo.

3. Colocaba varios soportes para mantener el núcleo en posición durante la fundición.

4. Recubría el núcleo con una cubierta o molde de arcilla.

5. Vertía el metal en el molde previamente calentado y retirada la cera.

6. Rompía el molde y extraía los soportes y el material del núcleo. Los orificios de los soportes los reparaba con tapones o remaches del mismo metal que disimulaba puliéndolos.

Los orfebres fabricaron también piezas martilladas

Los orfebres de estos grupos dominaron también el martillado y el repujado. Estas técnicas requieren de una gran destreza artesanal y un profundo conocimiento del comportamiento de los metales.

1. En la elaboración de una pieza martillada el orfebre tomaba un botón o un lingote de metal; lo colocaba sobre un yunque de piedra y lo golpeaba con un martillo hasta conseguir una lámina.

2. El metal se torna duro y quebradizo con el martillado. Para recobrar su ductilidad y poder continuar con el proceso, efectuaba el "recocido" o calentamiento de la lámina al rojo vivo.

3. Sumergía la lámina en agua para enfriarla y la martillaba de nuevo.

4. Cuando hacía un casco, martillaba la lámina alternadamente sobre una horma cóncava de madera y otra convexa, hasta conseguir la forma semiesférica del adorno. Periódicamente efectuaba el “recocido”.

5. Realizaba la decoración repujada con la pieza apoyada sobre una superficie blanda como resina, brea o una bolsa rellena de arena. Dibujaba el diseño y luego lo repujaba usando diferentes tipos de herramientas, alternando el trabajo sobre las caras interna y externa.

El trabajo de los alfareros

Los grupos agricultores del Cauca medio utilizaron la arcilla para hacer objetos destinados a diferentes usos en la vida cotidiana y ritual. Las piezas de cerámica de este museo reflejan un amplio conocimiento y dominio de la alfarería así como una gran creatividad y sentido estético. Las formas y técnicas de los objetos sufrieron cambios con el tiempo y presentaron variaciones locales dentro de la región. El alfarero comenzaba su labor con la extracción de la arcilla en la fuente de materia prima. La amasaba para hacerla más homogénea y la limpiaba de impurezas. A veces le agregaba arena u otros materiales con el fin de darle mejor consistencia y evitar roturas en la cocción. Elaboraba la pieza por enrollado, modelado, con moldes o mediante una combinación de varias técnicas, y la decoraba con incisiones, impresiones, pintura o adornos modelados. Con frecuencia pulía la superficie con piedras lisas. Una vez seca la pieza, la cocinaba en una fogata mientras mantenía control sobre el tiempo y la temperatura de cocción.

Arqueología

¿Y para qué cuidar el patrimonio arqueológico?

El patrimonio arqueológico está integrado por los bienes muebles e inmuebles pertenecientes a culturas de períodos pasados, así como por los restos humanos y orgánicos relacionados con esas culturas. Este patrimonio es propiedad de las comunidades y de toda la Nación y está protegido por la Constitución y las leyes. El patrimonio arqueológico es un legado del pasado que nos permite conocer nuestros orígenes, construir identidad y reconocernos como grupo. La Arqueología trabaja para recuperar, investigar, conservar y divulgar este patrimonio.

Una ciencia en busca de los orígenes

La arqueología estudia la cultura material y las huellas de los grupos humanos del pasado con el fin de conocer sus formas de vida y pensamiento, y la manera como éstas cambiaron en el tiempo. La cultura material la conforman los objetos, construcciones y demás manifestaciones tangibles elaborados por la gente para satisfacer sus necesidades individuales y colectivas. Para conocer sobre las sociedades del pasado el arqueólogo investiga los objetos en su contexto; es decir, en su relación con los demás restos y huellas a su alrededor y con el lugar en donde los encuentra. Esta relación le permite inferir sobre las actividades allí realizadas. En el Cauca medio la guaquería, o saqueo indiscriminado de las tumbas, ha extraído de su contexto un gran número de objetos del pasado y ha ocasionado así la pérdida irreparable de información valiosa sobre la vida y cultura de sus creadores.

El estudio de los metales antiguos

La arqueometalurgia es una especialización de la arqueología que estudia los objetos metálicos de sociedades del pasado con el propósito de conocer acerca de las materias primas y las técnicas utilizadas en su elaboración y sobre las actividades en las cuales fueron usados. En estas investigaciones se realizan análisis sofisticados con tecnologías complejas como el microscopio metalográfico, que produce imágenes ampliadas de la estructura interna de las piezas.

Los inicios de la arqueología en el Cauca Medio

Las primeras investigaciones arqueológicas en la región del Cauca medio fueron realizadas por el arqueólogo Luis Duque Gómez (1916 - 2000) entre 1941 y 1943. Duque y otros colegas fueron comisionados entonces por el Instituto Etnológico Nacional, hoy Instituto Colombiano de Antropología e Historia, para “buscar a los Quimbayas”. Durante su misión estudiaron colecciones de objetos prehispánicos, recogieron datos sobre yacimientos arqueológicos y realizaron exploraciones y excavaciones en un sitio de vivienda en Supía, en cementerios de Riosucio, Armenia y Montenegro, y en basureros y otros rastros de pobladores antiguos en La Tebaida.

Muchos de los objetos o huellas del pasado se encuentran hoy en el subsuelo como resultado de la formación natural del suelo y de actividades humanas. Los arqueólogos excavan con minuciosidad y técnicas especiales que les permiten recuperar los objetos y la información sobre su contexto. En el laboratorio, el arqueólogo limpia, marca, analiza y clasifica los objetos y demás evidencias que recuperó en la excavación. A partir del estudio de ellas y del contexto reconstruye las actividades realizadas en el sitio o sector y aspectos de la vida en el pasado. El trabajo del arqueólogo está regido todo el tiempo por preguntas de investigación, métodos y teorías científicas.

Relaciones culturales entre el suroccidente y el norte de Colombia

Los arqueólogos tienen evidencias de que en el suroccidente de Colombia, entre el 500 a.C. y el 1.000 d.C., varias sociedades mantenían contactos, intercambiaban bienes de prestigio y compartían algunos símbolos. En el valle medio del río Cauca son visibles las huellas de estos contactos. Cada una de estas sociedades creó sus propios y particulares estilos en el trabajo del oro, la cerámica y la piedra; a la vez estos estilos participaban de rasgos comunes de carácter regional.

Pectorales y cuentas de collar antropomorfas y antropozoomorfas esquematizadas de oro fueron producidas en todo el suroccidente y se encuentran con frecuencia en el valle medio del río Cauca. Lo mismo ocurre con las alcarrazas con doble vertedera de cerámica.

Entre el 0 y el 1000 d.C. también se registraron contactos entre el centro y norte de Colombia y la baja Centroamérica. Con estos grupos, que habitaron los territorios de lo que hoy son Panamá y Costa Rica, se compartieron técnicas y estilos de metalurgia como la fundición, el uso de tumbaga, las representaciones de figuras humanas realistas, representaciones de animales de cola levantada y pectorales en espirales divergentes.

Un nuevo periodo en la historia regional

Hace 1.200 años

Cambios culturales y un nuevo período de la historia regional

Las evidencias arqueológicas indican que hacia el siglo IX d.C. la cultura material y algunas prácticas culturales de los pobladores del Cauca medio se transformaron. Estas transformaciones reflejan procesos de cambio en las sociedades que han llevado a los arqueólogos a definir un “Período Tardío” en la historia prehispánica regional. La gran cantidad de sitios, tumbas y objetos de este período evidencia un incremento de la población y un desarrollo de la economía, mientras la enorme variedad en la cerámica y formas de enterramiento sugiere un proceso de diversificación cultural y diferenciación social. Este período se prolonga hasta el siglo XVI, cuando los grupos de entonces sufrieron el impacto devastador de la Conquista española. Gracias a su fuerte resistencia, algunos de sus descendientes lograron sobrevivir hasta nuestros días.

Los poblados y sus casas

Los pobladores de este período, como sus antecesores, habitaron valles, laderas y cimas de montañas, cerca de fuentes de agua y recursos de fauna y flora. Prefirieron el piso térmico templado en donde el clima y la topografía son suaves y las tierras fértiles; allí modificaron el paisaje con la construcción de explanadas y obras agrícolas. Ubicaron sus viviendas cercanas unas de otras formando aldeas, así como algunas dispersas. Los cultivos estaban cerca de las casas y a veces ocupaban grandes extensiones a lo largo de los valles. En el siglo XVI los conquistadores hallaron en algunas regiones casas pequeñas para una sola familia, y en otras, construcciones grandes donde habitaban numerosas personas emparentadas. Las viviendas de los jefes eran de mayor tamaño y tenían frente a su entrada un espacio fortificado con guaduas. Los pobladores de entonces encontraban en los guaduales materiales para construir sus acueductos, puentes, casas y fortificaciones. Con la guadua manufacturaron también armas y objetos de la vida cotidiana. Esta es una planta resistente, flexible, liviana y versátil que ha sido aprovechada por el hombre con enorme creatividad desde tiempos antiguos en la región.

Las casas de los muertos

Durante el Período Tardío los muertos fueron enterrados en cementerios o en sitios aislados ubicados en cimas de colinas, planicies naturales o áreas de vivienda. Las formas de las tumbas y de los entierros eran muy diversas y estaban tal vez relacionadas con el grupo social, clan familiar, rango o edad del muerto.


La mayoría de las tumbas eran de pozo y cámara lateral. Antes de rellenar el pozo, la entrada a la cámara era tapada con estacas de madera o lajas de piedra. El cadáver lo depositaban en la cámara, a veces sobre esteras o troncos de madera, o con la cabeza y los pies apoyados sobre piedras. A su alrededor le colocaban ofrendas de comida, vasijas y otros objetos de cerámica, artefactos de piedra y ocasionalmente adornos de metal. La tumba y estos objetos proveían al muerto de una casa y bienes para su existencia después de la muerte.

Jorge Robledo en el entierro de un cacique

Cuando morían, los jefes tenían el privilegio de ser objeto de un ritual funerario muy elaborado. El conquistador Jorge Robledo presenció hacia el año de 1540, el entierro de un cacique de los alrededores de Anserma que su escribano consignó en un relato detallado:

“La manera que tienen en el enterrarse, cuando se muere algún Señor, es en el campo, en parte escondida.... primero le ponen entre dos fuegos, en una barbacoa a manera de parrilla, a desainar [desengrasar]... y después de muy seco, le envijan [pintan el cuerpo de rojo con bija]... y pónenle su chaquira en las piernas y brazos y todas las joyas que él estando vivo se ponía en sus fiestas, y envuélvenle en muchas mantas de algodón que para tal efecto tienen hechas y guardadas de mucho tiempo... y después le llevan a la sepultura que tienen hecha, y allí matan dos indios de los que a él le servían y pónenle uno a los pies y el otro a la cabeza. La sepultura es muy honda e dentro tiene hecha una gran bóveda que se cierra con unos palos que no se pudren... [allí] ponen sus armas e sillas en que se solía sentar y tazas con que solía beber e vasijas llenas de vino y platos llenos de los manjares que él solía comer, y dicen que lo hacen para que coma de noche, y así escuchan encima de la sepultura muchos días para ver si lo oirán”.

Relación del viaje del Capitán Jorge Robledo a las provincias de Anserma y Quimbaya. Pedro Sarmiento, 1540.

Guerra y canibalismo

Estos grupos sostuvieron guerras por expansión territorial, competencia por recursos y disputas de poder. La guerra era a la vez un ritual al cual los guerreros iban cubiertos de adornos y pinturas y en el que tocaban trompetas y tambores. El canibalismo tenía un carácter ceremonial relacionado con la apropiación del espíritu o la dominación y venganza del enemigo. Algunos grupos, para infundir terror, exhibían cabezas-trofeo hincadas en cañas alrededor de la casa del cacique. La guerra y estas costumbres se intensificaron con la invasión europea.

La vida cotidiana

Los pobladores de este período practicaban diversas actividades. Cultivaban en los valles y las laderas, donde para evitar las avalanchas de tierra y la erosión construyeron canales en el sentido de la pendiente y sembraron en eras perpendiculares a ésta. Del maíz, su principal cultivo, producían distintas variedades y recolectaban dos cosechas al año en los climas templados y cálidos. Después de varios años, cambiaban de lugar sus sementeras para dejar recuperar el suelo. Extrajeron sal de fuentes de agua salobre y oro de las arenas de los ríos. Fabricaron textiles de algodón y tejidos en otras fibras vegetales. Parte de la producción de estas actividades la dedicaron al intercambio con grupos vecinos y lejanos.

Las "piedras" para moler el maíz

“Las indias muelen el maíz en una piedra algo concavada, con otra redonda que en las manos traen, a fuerza de brazos... E así se hace una manera de pasta o masa, de la cual hacen un bollo... y envuélvenlo en una hoja de la misma caña del maíz u otra semejante, y cuécenlo... y si no los quieren cocer asan esos bollos en las brasas... y tórnanse como pan blanco”.

Sumario de la natural historia de las Indias. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, 1526

Las arepas, bollos y demás preparaciones prehispánicas del maíz continúan siendo fundamentales en la cultura culinaria de la región y el país.

La sociedad

Estos grupos estaban organizados en cacicazgos, unidades políticas conformadas por varias comunidades lideradas cada una por un jefe que estaban bajo el mando de un cacique principal. Agrupaban probablemente varias decenas de miles de habitantes. Eran sociedades con diferencias de rango y producción económica de excedentes. Algunos individuos estaban especializados en determinados oficios. Los jefes cumplieron funciones de liderazgo político, militar y religioso. Probablemente se encargaron de establecer alianzas entre comunidades, controlar el intercambio, dirigir las obras comunitarias y mantener el orden social. En el siglo XVI los españoles los vieron conducir la guerra y presidir algunos rituales en sus casas. También vieron que eran respetados y temidos, y que tenían privilegios que los distinguían del resto de la población: eran transportados en andas o hamacas, vestían mantas de algodón pintadas, tenían varias esposas y usaban numerosos adornos de orfebrería.

Hombres-jaguar y hombres-lagartija

Entre diversas sociedades indígenas americanas existe la creencia de que el chamán, o especialista religioso, puede transformarse en ave u otro animal y así viajar al mundo sobrenatural. Los seres espirituales de ese mundo le informan la cura para las enfermedades, le enseñan cantos y le conceden animales de cacería.

En los pectorales, los orfebres del Período Tardío repujaron figuras humanas y de hombre-animal con rasgos de felino, reptil y batracio que probablemente representaban a los jefes como líderes políticos y como chamanes o dirigentes religiosos. Según los conquistadores españoles, algunos caciques del siglo XVI usaban un taparrabos largo que semejaba una cola, pinturas en la cara y el cuerpo, y uñas largas como garras, para transformar su aspecto en el de algún animal.

Hace 500 años

¿Quiénes habitaban el Cauca Medio en el siglo XVI?

A su llegada a la región del Cauca medio hacia 1540, los conquistadores españoles encontraron una población numerosa con diferencias locales en costumbres y lengua. De acuerdo con estas diferencias y su mirada europea, clasificaron a los grupos en "Provincias" que llamaron con nombres tomados de las lenguas nativas: Caramanta, Cartama, Zopía, Quinchía, Irra, Anserma, Chanco, Arma, Paucura, Pozo, Picara, Carrapa, Quimbaya y Quindo. Varios de estos nombres permanecen aún intactos o con pequeñas variaciones en la geografía de la región.

La conquista española y lo que sucedió después

La Conquista española condujo a la desaparición física y cultural de la mayoría de los grupos que habitaban el Cauca medio en el siglo XVI. Las guerras, enfermedades y maltratos diezmaron rápidamente la población, mientras el régimen de encomiendas, la evangelización y la reubicación de los “pueblos” desintegraron su organización y transformaron su cultura. Pocos años después de la Conquista, los indígenas organizaron rebeliones para recuperar su autonomía y territorio, las cuales ocasionaron con frecuencia represalias contra los caciques y un trato más severo para la población. Los grupos sobrevivientes se replegaron a las montañas o huyeron hacia las selvas del occidente. Los colonos llegados de Antioquia a mediados del siglo XIX , encontraron descendientes de estos grupos. La colonización antioqueña, el auge del cultivo del café, el crecimiento de las ciudades y otros procesos recientes generaron mestizaje, nuevos desplazamientos y cambios en las poblaciones. Estos eventos, sumados a la historia milenaria anterior, constituyen los fundamentos de la sociedad actual y su cultura.

Hoy en día

Los grupos indígenas actuales

Varias comunidades indígenas habitan el territorio del Cauca medio en la actualidad. Grupos Embera, llegados luego de la Conquista, se encuentran asentados sobre la Cordillera Occidental. Otras comunidades, probablemente descendientes de los pueblos encontrados por los españoles, habitan en los municipios de Riosucio y Supía, al occidente de Risaralda. Los Embera están organizados en comunidades que son lideradas por un cabildo y dueñas de las tierras en donde habitan. Hasta hace poco su economía se basaba en la agricultura de maíz, la caza y la pesca, pero la disminución de tierras y de recursos ha menguado la importancia de estas actividades. Hoy cultivan principalmente plátano, trabajan como jornaleros y venden productos en las tiendas de los alrededores. El chamán de los Embera es conocido como jaibaná. Él establece contacto con los espíritus para averiguar las causas de las enfermedades y su tratamiento, atraer la pesca y animales de cacería, propiciar buenas cosechas y conocer el futuro. También preside ceremonias como la de inauguración de las viviendas, los entierros, la iniciación de los jóvenes y las fiestas de la cosecha.

El Museo del Oro Quimbaya del Banco de la República en Armenia es un aporte al desarrollo de una región que por su belleza natural y por la amabilidad e industria de sus gentes se ha convertido en un polo de atractivo turístico tanto nacional como internacional.

En el Museo reflexionamos sobre nuestra diversidad cultural pasada y actual, que mostramos con orgullo al visitante y que nos sirve para plantear cómo deseamos construir nuestro futuro y el de quienes vivirán en este territorio en los siglos por venir.