Para hablar de los oficios tradicionales de las comunidades del departamento del Chocó que habitan las orillas del río Atrato, es importante aclarar la situación laboral en un primer momento. En 2015, la tasa global de participación en el Chocó era de 48,7%, la tasa de ocupación, de 43,3%, y la tasa de desempleo, de 11,0% (dane, 2016a), y se evidencia que el acceso al mercado laboral era más limitado para mujeres y jóvenes en el departamento. En efecto, mientras la tasa de desempleo de hombres era de 6,6%, la femenina era de 17,1%, y la de jóvenes de 21,7% en datos citados de la Unidad de Manejo y Análisis de Información Colombia, 2017.

En cuanto a la ocupación de las mujeres chocoanas, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud realizada por Profamilia en 2015, la mayoría de las mujeres en el departamento no estaba empleada, y las que trabajaban lo hacían principalmente en ventas y servicios (50,9%) o en la agricultura (21,4%); y el porcentaje de mujeres chocoanas en empleos profesionales o técnicos era tan solo de 12,4% (Ministerio de Salud y Protección Social y Profamilia, 2015a, p. 180). Se evidencia así que los empleos profesionales o técnicos siguen siendo prácticamente inaccesibles para las mujeres chocoanas. El cuidado del hogar es encomendado exclusivamente a las mujeres, quienes se hacen cargo de las tareas domésticas, el cuidado de familiares y la crianza de hijos e hijas. Las mujeres que se desempeñan en oficios varios hablaron de trabajos como empleadas independientes, secretarias y vendedoras ambulantes, entre otros.

Una vez conocidas las cifras acerca de la empleabilidad en el Chocó, se hace necesario conocer los oficios tradicionales, a los cuales la población negra se dedica para ganar dinero, ayudar a su familia, preservar su cultura y ocupar su tiempo. Todos estos oficios otorgan identidad dentro de las comunidades étnicas como prácticas simbólicas, pertenecientes a su ancestralidad y se perpetúan por la educación oral aunque el proceso sea informal. Un oficio tradicional reconocido en esta región es el de las parteras, quienes realizan un trabajo de acompañamiento pre y postparto y concretamente en la recepción del bebé. La partera realiza ritos, y métodos que vinculan elementos de la naturaleza y creencias del más allá, que les permiten realizar el parto; sin embargo, éste se encuentra en peligro de extinción porque las comadronas que enseñan las prácticas, son de edad avanzada.

Otro oficio tradicional para mencionar es el relacionado con la realización de artesanías, también de enseñanza de generación a generación, a través de la práctica y la observación. Para este oficio los(as) artesanos(as) deben conocer materiales de la naturaleza, su uso adecuado; algunos de ellos son las semillas, el barro, la madera y las fibras extraídas de las plantas. Entre las fibras tradicionales se cuentan la iraca, el bejuco, o la alia para realizar canastos, esterillas, abanicos p.ej; materiales que son cortados en luna llena para que no los invadan los gusanos y duren más. Con la madera la etnia embera realiza las canoas, los tambores, el pilón, bastones de mando para el alguacil y médico tradicional, se tallan rostros de animales y burriquetes; los jaibanás (maestros espirituales) son quienes más utilizan los elementos en madera.

Por su parte la cacería realizada por la cultura embera también se considera un oficio tradicional con herramientas como la flecha y la jaula, con la cual se aprecian aves pequeñas y grandes tales como el pavón, paju y el águila; con la bodoquera cazan monos y utilizan la lanza para animales grandes tales como, el zaíno, la guartinaja y el armadillo. En cuanto a la pesca, es considerado un oficio tradicional catalogado de arte ancestral, en el cual los padres enseñan a sus hijos como cortar la vara de pesca, pulir y el tipo de carnada utilizada para la misma.

Junto a estos oficios tradicionales se cuenta también con la cocina, para la cual la etnia embera utiliza materiales de la naturaleza para realizar todos los utensilios a saber, el palote, el molinillo, el colador, las tenazas, el cucharón o la cuchara. Es decir, tanto actividades de importante implicación de actividad, de traslado en el territorio o en agua, como actividades más relacionadas con el lugar de residencia y estancia familiar, se consideran oficios tradicionales, por ello la confección de vestuario tradicional, hace parte de los oficios que se realizan con materiales naturales y que se enseñan de generación a generación, igualmente. Atuendos muy importantes en las celebraciones tradicionales, se lucen garras de tigre, picos de tucán, plumas de loro, colmillos de tigre o de guartinajo para los hombres p. ej. y las mujeres usan blusas hasta el ombligo, bisutería con semillas y chaquiras.

Es conocida la región del Pacífico por sus danzas y su música, por ello los oficios tradicionales también incluyen a los bailarines y a los músicos. En conmemoración de la fiesta de San Pacho como se le conoce a la celebración a San Francisco de Asís, fiesta que cubre los días comprendidos entre el 21 de septiembre y el 5 de octubre[1]. La fiesta reúne costumbres africanas, españolas e indígenas, y se conoce como fiestas de organización comunitaria y resistencia cultural. Esta celebración incluye organización por barrios, desfile folclórico, degustación de platos típicos, muestras de artesanía, presentación de comparsas, verbenas populares, exposición de instrumentos típicos de actividades económicas propias de oficios tradicionales y la celebración de la Santa Misa con las autoridades de la región.

La música negra por su parte, en Colombia tiene origen africano por el cual la Antífona, una serie de preguntas con una melodía que normalmente hace un solista y una respuesta de un coro, también se encuentran las coplas hispánicas y danzas de galanteo. Esa herencia tiene piezas dancísticas emblemáticas como el currulao y la juga. Y la tradición musical utiliza piezas de origen africano como instrumentos de percusión tales como, la marimba, el bombo, y el cununo utilizados en las celebraciones. Y, la tradición o literatura oral como fuente de producción oral popular es el principal documento histórico al que se puede acceder en esta región del país. Es fuente de comunicación directa y se refiere a diferentes manifestaciones culturales, a los actos cotidianos de la vida y de la muerte. La magia de las palabras de la cultura del Pacífico se decanta en cuentos, poemas, coplas, décimas, cantos, parábolas, mitos y leyendas que brotan de las aguas de los ríos y del rumoroso mar Pacífico. Todas estas formas de arte verbal tienen connotaciones mágico-religiosas, filosóficas y festivas. Así pues, la oralidad en la costa del Pacífico es una herencia mágica y ancestral transmitida sobre todo por las mujeres.

A la vez, los lugares son mecanismos de legitimación de estilos y culturas musicales. La música es una herramienta de reconocimiento y legitimación de lugares, territorios y saberes locales y con ella, “los cuerpos sonoros” no son solamente una forma de habitar y “usar” los espacios. Como señala Arturo Escobar, es posible encontrar una multiplicidad de formas de política cultural en el lugar donde exista una construcción social del espacio. Es decir, en tanto que la educación musical fortalece o cuestiona los valores éticos y estéticos de un grupo social, consolida a la vez normas y recursos para habitar los lugares. Y el territorio también es un espacio vivido socialmente; como señala Odile Hoffman es ante todo un espacio de identidad y de condición de existencia. Esta legitimación privilegia unas formas de ser como sujetos y unos códigos de comportamiento para habitar y darle sentido a los contextos musicales. Las músicas han interactuado y han dado valor a la vida social del pueblo, provenientes de formas y estéticas sonoras. La música usa y des-usa los espacios. Más allá de invadirlos, los dota de sentido, desencadena hábitos, comportamientos, formas de ser y de sentirse en el mundo. Así, la educación musical es una herramienta para “recolonizar los espacios”, convertirlos en lugares y ejercer estrategias de reafirmación y resistencia.

Véase también

Referencias

  1. Para más información recomendamos visitar la colección de fotografías de Steve Cagan sobre el Chocó https://www.banrepcultural.org/coleccion-bibliografica/especiales/fotografias-del-choco-de-steve-cagan

Bibliografía

  • Arango, A. M. (2013). La recuperación del territorio perdido: educación musical, adoctrinamiento y resistencia en Quibdó (Chocó-Colombia). Boletín OPCA, 05, 62-68.
  • Boisvert-Chastenay, I. (2019) Derechos Humanos de las Mujeres Chocoanas. Una Cuestión de Estado. Corporación Humanas - Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género. Bogotá, Colombia. Ediciones Antropos Ltda.
  • Ministerio de Educación Nacional. (2015) Zõrarã e ena bema jemene ne ka Juegos infantiles y artes tradicionales del pueblo ẽbẽra katío del alto Sinú. Serie Río de Letras. Bogotá. Territorios Narrados PNLE.

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Créditos

1. Abril de 2022. Investigación y texto Laura Rodríguez para el Proyecto: Río: territorios posibles Banrepcultural