Oficios tradicionales en el río Bogotá

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República

El legado artesanal alrededor de la cuenca es un punto de reflexión sobre el testimonio del desarrollo cultural, económico y social; oficios de antaño, pasados de generación en generación como la marroquinería, la pesca artesanal o el mismo cultivo han mutado frente a la misma transformación del río, siendo ahora, muchas de ellas parte de estrategias más industriales y enfocado al consumo de masas; sorprendentemente resisten oficios nobles al tiempo que desafían los procesos globalizadores.

El tejer como símbolo femenino de la laguna

La tejeduría hace parte de esos saberes generacionales más representativos de los municipios cundinamarqueses, desde épocas de la pre-conquista donde los Muiscas se desenvolvían en esta actividad textil realizada por mujeres, evidenciando la leyenda que refiere (Tavera De Téllez &Urbina, 1994) citando a Chaves Mendoza sobre la creación de la mujer a partir de un junco, esa planta originaria del borde de la laguna, proporcionadora de los principios textileros indígenas.

La laguna como dadora

Este legado femenino ancestral se muestra en pueblos como Fúquene que goza de una variedad de técnicas en tejido, destacándose la cestería de fibras naturales del mítico junco o la inea, con una fase de adecuación de materiales para su posterior elaboración con tiras que se entrelazan en técnicas como la trenza o la cruz, creando productos como las esteras, canastos o esterillas, siendo su laguna, el eje transversal del desarrollo artesanal del oficio, dado la contribución de las materias primas que habitan en ella.

Un pueblo resistente a la desaparición del oficio

Apulo, uno de los pueblos que es bordeado por el río Bogotá ha facilitado el suministro del chusque a lo largo de estos años, una especie de caña que se da para la actividad artesanal, contribuyendo a la elaboración del producto estrella del municipio: el canasto, el cual, no precisa de adecuaciones previas para su proceso, más bien, se enfoca en la habilidad de los artesanos de darle forma y entretejerla, sorteando los cortes que puede ocasionar, ya que sus bordes son altamente filosos; aunque es un saber de tradición familiar, cuyos integrantes tienen conocimientos en algún grado del oficio, a parte de esta, no hay diversificación alguna de la industria, además de las bajas ventas y la dificultad a día de hoy de tener que invertir en transportes para encontrar la fibra vegetal en lugares más retirados, convirtiéndolo en poco rentable para el pueblo, instando a crear estrategias de reactivación económica y diversificación.

La comunidad Muisca en defensa de su identidad

En la actualidad, la comunidad Muisca de Suba ha buscado iniciativas de reparación identitaria a través del oficio del tejido, haciendo un llamado a la reflexión frente a los términos socio-históricos que han desterrado parte de sus territorios y dinámicas culturales, explicando su legando artesanal, evidenciando una tradición del oficio pero con el aspecto diferenciador de otros grupos de tejedores relacionados al arraigo simbólico de la cultura muisca, trasladando la elaboración de la pieza a estamentos espirituales que llevan al elemento del agua como ese escenario de origen:

«Igualmente Blanca Nieves comenta mostrando el orificio central de la ruana “nosotros somos de territorio de mujer, territorio de laguna. Y esto es una laguna “este es el vientre de mujer, el territorio de laguna de donde venimos y nosotros estaríamos acá”. Así mismo mostrado el redeedor dice: “Estaríamos representando todo el vientre, todo lo que es el vientre de la mujer, el territorio de laguna de donde venimos, y que somos comunidad y estamos ahí con todo lo nuestro. Con nuestra agua, nuestra gente, nuestro oro, nuestra semilla, todo lo que tiene que ver… Todos los que estamos acá somos los muiscas…”.» [1] [2]

Lavanderas

A comienzos de las primeras décadas del siglo XX la labor de las lavanderas fue crucial en los nuevos oficios donde mujeres de la clase obrera contribuían económicamente al sustento de su núcleo familiar.

Esta actividad se daba al lado de vertientes del río, desafiando las altas temperaturas de la capital, comenzando jornadas a bajas temperaturas, cargando pesados volúmenes de ropa y enfrentando usar químicos peligrosos como la lejía o la consecuencia de la resequedad por el constante uso del jabón pero el mayor impacto se vería en las molestias de sus articulaciones por los movimientos repetitivos y las permanencias ante la inclemencia del clima.

Serían testigos de sus reuniones de trabajo ríos como el San Cristóbal, Arzobispo, San Agustín o San Francisco, instando al afluente como ese refugio donde encontraban un espacio de diálogo frente a sus luchas y alegrías, creando una hermandad y simbolizando un colectivo empático a las necesidades de las mujeres trabajadoras; el espacio público comenzó a transformarse dado las constantes preocupaciones ambientales, higiénicas y laborales, llevando a utilizar zonas de líneas de lavadoras de cemento, relocalizando el oficio ya no frente a una roca sino al cemento, a la vez, la clase media a mediados del siglo 20 comenzó esa transición del ritual del lavado a un estado de lo privado, viendo el aumento de compra de lavadoras y transformando la responsabilidad de la limpieza de la ropa como algo propio del hogar.

En la actualidad persisten 32 lavadores comunitarios construidos en el año de 1936 en el periodo de Jorge Eliécer Gaitán en calidad de alcalde de la ciudad, donde, al ver el esfuerzo que tenían que realizar las lavanderas en la quebrada de San Juanito decidió crear los lavaderos de la fábrica de Loza, en la localidad de Santa Fé, los usuarios están debidamente carnetizados y es manejado por la Junta de Acción Comunal, aunque cada vez más son las personas que cuenta con lavadoras digitales en sus domicilios estas tradiciones siguen persistiendo por las mismas personas que han sido testigo del gran aporte y beneficio económico.

Véase también

Referencias

  1. Blanca Nieves, miembro del Concejo de Mujeres del Cabildo explicando la cosmogonía detrás de la ruana de ritual de ceremonia
  2. Cabiativa, M. A., & Rodriguez N. P. (2010). Tejiendo Identidad: El Tejido como herramienta en la recuperación de la identidad de la comunidad indígena muisca de Suba, Bogotá. Corporación Universitaria Minuto de Dios

Bibliografía

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Créditos

1. Abril de 2022. Investigación y texto Laura Rodríguez para el Proyecto: Río: territorios posibles Banrepcultural


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