Historia

La cuenca del Orinoco ha sido desde siempre escenario de confluencia entre diversos pobladores quienes en medio del control y posterior aprovechamiento del territorio han enfrentado los diferentes momentos que marcaron la historia de la región y del país.

Este territorio ha estado habitado desde miles de años. Inicialmente vivieron en él sociedades cazadoras recolectoras quienes subsistían del aprovechamiento del suelo y los recursos llevando así una vida principalmente nómada. Con la llegada de los primeros exploradores y cronistas esta región empezó a popularizarse por su aparente riqueza en oro y minerales. Posteriormente la llegada de las misiones llevaron a un temprano cambio cultural impuesto ante la necesidad de asentar las poblaciones indígenas en hatos y centros poblados utilizados principalmente para el proyecto ganadero. El hato tradicional, núcleo de la economía y de la organización social, acompañado de la acción misionera, establecieron los patrones de asentamiento de los diferentes grupos poblacionales de la cuenca e integraron zonas de producción ganaderas y agrícolas a la economía nacional. Puntualmente para la llegada del siglo XIX los pueblos que más sobrevivieron a estos cambios fueron los guahibos quienes a pesar de su nomadismo fueron objeto de persecución con la creación de los hatos en el Casanare y en el Vichada, lo cual generó que muchos empezaran a desplazarse hacia el sur del río Meta y las selvas del norte, cambiando en ocasiones su hábitat de sabana por la selva tropical.

En el norte, la baja llanura, estuvo vinculada desde el comienzo de la conformación de la nación colombiana como región productiva y escenario de las contiendas de las guerras de independencia. Con el crecimiento económico de la región, poblada desde la Colonia, la región se vio afectada por la caída demográfica ocasionada por la participación de los llaneros, afrodescendientes e indígenas en ellas y del uso de los recursos de los hatos para la supervivencia de las tropas patriotas y realistas. Las guerras, que en muchos casos tuvieron como objetivo militar a las misiones, dejaron como resultado haciendas abandonadas, ganado cimarrón, y una prolongada crisis económica que, junto al despoblamiento de la región, permitió a muchos de los indígenas sobrevivientes regresar a territorios étnicos donde restablecieron sus comunidades. Por su parte, tras las guerras de independencia, los colonos establecieron sus hatos con el ganado que pastaba en las sabanas [1].

Población indígena

En las últimas décadas, la localización de los grupos indígenas se ha modificado como respuesta a los cambios en los patrones de asentamiento, a la presión poblacional y a la delimitación de los resguardos.

En la actualidad en la Orinoquía, se encuentran centros urbanos localizados a lo largo de ríos y carreteras, muchos de los cuales han surgido como resultado de bonanzas extractivas o del comercio de exportación. El piedemonte ha sido la zona de colonización más significativa; este extenso corredor originado en la cordillera Oriental alberga aproximadamente el 80% de la población de la Orinoquía y gran parte de las ciudades y asentamientos. Su desarrollo ha dependido de la expansión económica, el desarrollo de las vías de comunicación y las sucesivas migraciones provenientes de la región andina durante los últimos sesenta años. En particular, el descubrimiento de yacimientos petrolíferos y el crecimiento de la industria petrolera propiciaron cambios significativos en los sistemas productivos, la economía regional y la vida social de los grupos poblacionales de la cuenca.

Los pueblos indígenas pueden dividirse en tres grandes grupos según las zonas que habitan y el modo de explotación de los recursos que les es característico:

  • A. Grupos de los Andes – U´wa – localizados en las laderas de la cordillera y caracterizados por la explotación de diferentes pisos térmicos para asegurarse el acceso a recursos variados. Esta población se encuentra ubicada principalmente en el piedemonte de Arauca, Casanare y Cundinamarca.
  • B. Grupos de agricultores en los llanos que se ubican principalmente a lo largo de los cursos del agua: estos son los Sikuani, Piaroa, Guahibos (o guayaberos), Achagua, Betoye, Saliva, Hitnu, Cuiba y Chiricoa. Son grupos orientados hacia la pesca y horticultura. Sus ubicaciones varían entre los departamentos de Meta, Casanare, Arauca, Vichada y Guainía.
  • C. En zonas de selva de transición se encuentran los demás grupos que basan su economía en la agricultura de tala y quema, la pesca, la caza y la recolección, estos grupos son los Piapoco, Puinave, Curripaco y se encuentran ubicados principalmente los departamentos de Guainía y Vichada.

Los llaneros y el joropo

Como explicamos anteriormente, la población colona surge como producto del proceso colonizador y misional que llegó al país, corresponde a la raza de mestizos, también catalogados como los criollos, cruce entre sangre europea, raza negra e indígena. A este grupo se relacionan las características culturales que a nivel nacional reconocen al habitante llanero, además de poseer otras cualidades que relacionan la actividad de la ganadería, en la que se dejan ver los dotes del buen jinete, hombres acostumbrados a la libertad que ofrece las extensivas sabanas y las llanuras que acompañan sus tierras [2].

Otra característica de la población llanera es el joropo. Esta música nace gracias a la llegada de los misioneros jesuitas quienes llegaron por el Orinoco por su desembocadura con el Atlántico, trayendo consigo el arpa (también llevada a Paraguay por ellos) y algunos elementos de la tradición musical española como es el zapateo. Los capachos por su lado son indígenas (venezolanos) y en conjunto con el arpa y el zapateo conformaron esta música tradicional del llano, el joropo, que cuenta las historias de sus pobladores.

Exponentes musicales del joropo

En la actualidad uno de los exponentes nacionales más importantes de la cultura llanera y la música tradicional de la región es el grupo Cimarrón y su último trabajo discográfico es precisamente un homenaje a la región titulado “Orinoco”. Una de sus canciones Orinoco Suite se refiere así a la región:

“Pajarillo, pajarillo
Cantar de la tierra mía
Llanura del Orinoco
Sabana recia y bravía
En tus senderos me críe
Entre aguacero y sequía
Vengo cantando una copla
Prendida en el alma mía
Como el polvo del camino
Que crucé en mi travesía
Mi copla sabe a corral
A caballo y vaquería
Pajarillo, pajarillo
Cantar de la tierra mía
Orinoco, de viento y sol
Orinoco, luz de arrebol
Orinoco, de agua y verdor
Orinoco, magia y canción”
(Orinoco Suite - Grupo Cimarrón)

Por su parte Orlando “el Cholo” Valderrama es reconocido internacionalmente por representar el joropo y la cultura llanera y transmitir en sus letras y melodías el sentir de la región. A continuación unas estrofas de su trabajo musical:

“Ay soy el joropo del llano sabanero cien por ciento,
orgullo para una raza y fiel expresión de un pueblo,
que lo tienen olvidado los casicazgos del centro,
que solo ven por riqueza y de su cultura ni esto,
triste es ver al campesino, que se muere analfabeto
por eso es que yo les pido a los cantadores recios,
formar una sola fuerza teniendo por lanza al verso,
y allá en la misma sabana, conformar un movimiento,
por Venezuela y Colombia, para encausar su progreso,
que haga una ley el Apure, y el Casanare un decreto,
que lo firme el Orinoco, que el Arauca ponga el sello,
pa´ que el sueño de Bolívar, deje de ser solo un sueño.”
(Soy el joropo del llano - Orlando “el Cholo” Valderrama)

Riesgos para la población

Como se explicó al comienzo, la región de la cuenca del Orinoco ha sido constantemente escenario de conflicto entre diferentes actores y testigo de la supervivencia, cambio y adaptación de la población de acuerdo a las diferentes situaciones históricas en ella presentadas. Por ejemplo muchas comunidades lograron sobrevivir a la colonización de los años setentas, sin embargo vivieron diferentes retos en su pervivencia al vivir la llegada de los auges extractivos, explotaciones del subsuelo y las colonizaciones ganaderas y coqueras. Adicionalmente, la explotación petrolera, que inició en la década de los cincuentas, generó procesos de ocupación promovidos por la apertura de trochas y el ingreso de nuevos pobladores al llano. Situación generada principalmente en el piedemonte, generando cambios sociales y movilizaciones de los pueblos indígenas en el territorio. En Arauca y Orocué por ejemplo, el pueblo u´wa y saliva respectivamente, vivieron un fuerte choque cultural con la llegada de las petroleras. (Silva, 2007/22) Actualmente factores como la explotación minera (mayoritariamente ilegal), la deforestación, extracción petrolera y la fuerte presencia de actores armados son algunos de los factores que amenazan la permanencia de los pobladores de la cuenca del Orinoco en sus territorios.

Bibliografía

1. Fajardo, D., Urbina, F. (1998) Colombia Orinoco. Bogotá: FEN Colombia. Tomado de: https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll10/id/2801

2. Población de la región Orinoquía(marzo 27, 2020), Región Orinoquía. https://regionorinoquia.com/poblacion-de-la-region-orinoquia/

3. Silva, L. (2007) Caracterización de los grupos humanos rurales de la cuenca hidrográfica del Orinoco. Bogotá. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. p. 16, 21-22

Referencias a colecciones del Banco

Referencias a artículos del Banco

  • El llano festivo [1]
  • Joropo: identidad llanera, (la epopeya cultural de las comunidades del Orinoco) [2]
  • Puerto Carreño a orillas del Orinoco [3]



  1. Silva, L. (2007). Caracterización de los grupos humanos rurales de la cuenca hidrográfica del Orinoco. Bogotá. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. p. 16, 21-22
  2. Población de la región Orinoquia (marzo 27, 2020), Región Orinoquia. https://regionorinoquia.com/poblacion-de-la-region-orinoquia/