Pobladores del Río Bogotá

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República

Primeros pobladores y la conquista, una mezcla de culturas

Se evidenció que algunos cazadores recolectores en la última etapa del pleistoceno, transitaban por el valle del río Magdalena y subieron al altiplano Cundinamarqués, hallando en él, recursos suficientes de sustento natural, además de la transformación de la vegetación y aspectos climáticos favoreciendo a estos cazadores, quienes residieron en abrigos rocosos de manera semi- permanente pero con el beneficio del aprovechamiento del abundante ecosistema del territorio, consecutivamente se consolidarían en la sedentarización y en el periodo Herrera se fortalecerían de técnicas agrícolas y cerámica, posteriormente en el 500 a. C. y el 800 d. C. llegaría otro nuevo grupo, provenientes de la familia lingüística chibcha, originarios de Costa Rica, coincidiendo con la ocupación de otros grupos muisca, panches, muzos y tapaces.

Los muiscas tuvieron un territorio de 25 mil kilómetros y superaron el millón de habitantes, establecidos en 56 tribus, su principal actividad era la agricultura combinada con la caza y la pesca. Sus cultivos más importantes constituían del maíz, la yuca, los frijoles, los tomates, el tabaco, la arracacha.

En 1537 cuando Gonzalo Jiménez de Quesada arribó a la Sabana, encontró una población muy diversa con una estructura organizacional que abordaba dos principales unidades políticas: el gobernante (zaque) de Tchunza (Tunja) y el gobernante (Zipa) de Bacatá.

Durante la Fundación de Santafé se consolidó la presencia de los europeos y la mayoría de los territorios del Zipa conformaron la Provincia de Santafé de Bogotá, creando un tejido de ciudades con el apartamiento de las poblaciones indígenas locales, siendo la Plaza de Yerbas (hoy sector de las Nieves), el lugar de la fundación de la ciudad también el de las primeras construcciones residenciales para personajes de alta alcurnia y estableciéndose como el centro de partida para el desarrollo de las ciudades, dejando los ríos de San Franscisco y San Agustín de alguna manera aislada de ese pensamiento de distribución siendo estos espacios de los demás habitantes como oportunidad de baño, surtido de agua pero también lamentablemente del arrojo de basuras.

De hecho, el cambio estructural social desvirtuó el apego y significado de los muiscas hacia el agua como eje transversal de su vida, esto se evidenciaba en el Acuerdo 10 de febrero de 1872, sentencias ambiguas que supuestamente eran estrategias a la problemática de salubridad, avalando el desaseo siempre y cuando fuera en horas de la noche:

“Nadie podrá arrojar en las calles, caños, plazas, caminos públicos del distrito, basuras, restos de materiales de construcción, animales muertos, ni en general ninguna clase de inmundicias, excepto en los lugares expresados en este acuerdo, ni nadie podrá satisfacer las necesidades naturales en las calles, sino en los comunes públicos; no obstante, se permite a las personas que no puedan tenerlos en su habitación que, de las once de la noche para adelante hasta las cuatro de la mañana, arrojen en los caños de agua corriente y los ríos o en los comunes, las materias excrementicias”.

A partir de la construcción de iglesias y conventos por parte de las comunidades religiosas españolas se genera una superioridad ideológica transformando al santafereño en un ciudadano dominado por las nuevas órdenes políticas y económicas de control, los rezagos de la conquista presenta una dimensión urbana hispánica, los pobladores del altiplano combinan las creencias muiscas con representantes alegóricas al agua como las sirenas combinadas con imágenes santas de la Virgen de Chiquinquirá o la Virgen del Carmen, también del Mohan con San Isidro haciendo parte de procesiones en el río Tunjuelito a través de cantos y peticiones sobre la abundancia del sembrado, haciendo alegoría a la leyenda del Salto del Tequendama, estableciendo el afianzamiento de la población en el choque de creencias a través del sincretismo de la época.

Explosión demográfica, paseo de olla y efectos del conflicto armado

Luego de tener épocas de estancamiento hasta 1800, se da una reserva de aumento a mediados del siglo, posteriormente con una expansión del territorio frente al aumento de pobladores a través de estos 100 años el cual, demandó nuevas estrategias de soporte para sus nuevos pobladores, hospitales y nuevas redes de canalización dadas las complicaciones de salubridad del hacinamiento a falta de expansión territorial habitable.

Se desarrollarían las fuentes de trabajo, siendo la capital un lugar que ofrecía en el comercio, una oportunidad laboral, esta situación generó una expansión hacia el norte y nuevos caseríos del barrio Chapinero.

Las actividades campestres fueron popularizándose sobre todo a principios de 1900, desarrollando eventos de reunión en torno al río, llevando la gallina, los alimentos, cocinar, comer y bañarse en el riachuelo, una actividad generalmente hecha los domingos homenajeando el día libre, fue trasladándose a lugares diseñados como el Parque Nacional o el Parque de la Florida, los asistentes aseguran que en su época podían ver los míticos animales del río como el pez capitán y el cangrejo de la sabana.

Se multiplicaron y diversificaron los medios de comunicación y el transporte aéreo enlazó a Bogotá con los demás países, llegando etapas de globalización temprana.

Entre los años 1960 y 1970, a partir del conflicto armado en diferentes regiones, el desplazamiento forzado fue una tendencia a través de los años encontrando en el interior oportunidades de empleo e industria, campesinos y propietarios de fincas encontraron a través del río Bogotá oportunidades de progreso, a diferencia del censo de 1951 que mostraba una población de 700.000, 1973 presentaba un aumento de 2.500.000 habitantes.

Las industrias de la ganadería, la agricultura y de la nueva llamada agricultura moderna como la floricultura encontraron nuevas opciones de comercialización, encontrando en el sistema hídrico su fuente de subsistencia, volviendo a los principios muiscas del agua como base de sistema de supervivencia, estas actividades generaron una nueva base laboral donde campesinos aledaños encontraron una diversificación de sus labores pero también las nuevas técnicas agrícolas combinados con actividades artesanales de tratados de curtiembres y minería comenzaron a afectar las cauces principales del río además de la percepción de erosión en las tierras.

Con el endurecimiento de la violencia, el desplazamiento se alojó en las periferias de la ciudad como las localidades de Ciudad Bolívar y Usme, además, de las zonas aledañas como el municipio de Soacha, esta especialmente era un punto medio de lo urbano y rural, zonas tempranas a las rutas de entrada de la ciudad y de menores costos de subsistencia, las construcciones de invasión alrededor de la cuenca media fueron más populares alrededor de comienzos del año 2000, dados las condiciones de vertederos que permitían a la población en condición extrema de pobreza un lugar de asentamiento, generando complicaciones de salubridad para el habitante y el río mismo.

Actualmente la cuenca media cuenta con más de 8.5 millones de habitantes a su alrededor, la mayoría habitantes de Bogotá, siendo un crecimiento de población urbana y con un 25% restante de población rural, en municipios cercanos al nacimiento del río hay un decrecimiento de población sobre todo en el área rural como Cachipay, Quipile, Anolaima, mientras la capital cada vez aumenta el número de habitantes, viendo las consecuencias en el aprovisionamiento que el río tiene que dar, enfrentando nuevos desafíos donde los proyectos tecnológicos en torno al tratamiento de aguas al cual se ven abocados, las industrias beneficiadas deben adaptarse a mejores prácticas de su uso y la población existente pueda entablar una relación de sana co-existencia.

Véase también

Bibliografía

  • Ángel, C. I., & Recamán, C. I. (2015). Agua Fuentes en Bogotá. Bogotá: Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Bogotá: Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

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Créditos

1. Abril de 2022. Investigación y texto Laura Rodríguez para el Proyecto: Río: territorios posibles Banrepcultural


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