La villa de San Bartolomé de Honda fue el principal puerto de la provincia de Mariquita en la época del virreinato. Nodo comercial, cultural, social y económico de la Nueva Granada, que por su notable importancia no era ajena al ajetreo independista de la época. Por cierto, en esos tiempos se consideró que tomarse a Honda era tomarse la puerta principal del reino o a la garganta del virreinato, como fue nombrada.

Debido a su arraigo español, Honda fue cuna de innumerables personajes que, con su don, elegancia y buenas costumbres, se convirtieron en altos funcionarios de la corona, y sus mujeres, aunque no combatieron cuerpo a cuerpo las luchas de la independencia, sí vivieron la humillación, el dolor y, ante todo, el escarnio público de la época, que las hizo vulnerables.

Miles de mujeres, aún anónimas de esta Villa, se enfrentaron a la realidad de sufrir la separación de su esposo o de sus hijos, quienes en nombre de la libertad ofrendaron materiales para la guerra o pagaron con su propia vida. “Entre las mil cuatrocientas sesenta mujeres heroínas” [1] de la historia de la Independencia, encontramos a una mujer hondana, María Rita Racines de Zízero, quien “Nació en Honda el 15 de mayo de 1781, hija de Juan Antonio Racines de la Colina, natural de Bárcena, España y María Josefa de Zízero y Zízero, natural de Mariquita”. María Rita contrajo nupcias el 18 de marzo de 1782 con Manuel María Martínez de Zaldúa, natural de Mariquita, de cuya unión nacieron Francisco Javier Zaldúa, José María, Bruno José y Juan Eloy, todos servidores de la Independencia [2].

El heroísmo del esposo de María Rita, don Manuel María Martínez de Zaldúa, quien fuese miembro de una de las familias más ilustres de la República, se caracterizó porque desde sus inicios abrazó la causa de la revolución y prestó los servicios de buen militar al lado de Antonio Nariño, con quien hizo campaña en el sur, triunfando en Palacé, Calibio, Juanambú, Buesaco y Tacines, siendo derrotado y herido en la ruta de Pasto, para regresar a Popayán y luego incorporarse en Cartago en las fuerzas del general Serviez, con quien compartió las penurias de Palogordo y las Cañas, de donde volvió enfermo y aniquilado a Santa Fe, donde tuvo que soportar todo tipo de hostilidades por parte de los realistas.

Como escribió José Dolores Monsalve, “De los sufrimientos que hubo de padecer doña Rita Racines de Zaldúa da idea suficiente el hecho de que el doctor Zaldúa, en vista de lo que podía esperar por sus servicios a la patria cuando entraban los reconquistadores, hubo de ocultarse en el convento de San Agustín, en donde murió por consecuencia de las sufridas penalidades, y aunque fue sepultado clandestinamente en la iglesia del convento, el General Morillo tan pronto como lo supo hizo desenterrar el cadáver y aplicar la pena de muerte, fusilándolo con las mismas formalidades con la que se ejecutaba a los vivientes; como era de rigor, la junta de secuestros desempeñó su oficio, y la viuda tuvo por únicos consuelos la orfandad y la miseria. Al nombre de doña Rita Racines de Zaldúa es de justicia unir el de sus hermanas doña Juana y doña Concepción, quienes prestaron tan buenos servicios a la Independencia que se merecieron que se les concediera una pensión de cien pesos mensuales a cada una” [3].

La causa del fallecimiento de Manuel Martínez de Zaldúa es relatada de una manera sorprendente: “Cuando el pacificador hizo su estruendosa y triunfal entrada a Bogotá, el señor Zaldúa presenciaba el desfile en compañía de su esposa e hijos. Y fue tanta la cólera que le dio a Manuel María que sufrió un fulminante ataque y falleció de inmediato delante de su familia” [4].

Como señaló Roberto Velandia, “Los hijos de María Rita y Manuel María participaron activamente en la independencia. José María fue sacerdote patriota, Bruno José, prócer de la Independencia. El teniente Juan Eloy Zaldúa participó en la campaña de 1816 a las órdenes del coronel Antonio Obando y se halló en la acción de guerra que tuvo lugar en dicho año en la Cuchilla del Tambo el día 29 de junio, en que recibió un balazo en la cabeza que le inutilizó absolutamente” [5].

Por su parte, Francisco Javier Zaldúa, a quien con gran esfuerzo, como recuerda Ignacio Arizmendi Posada, “la madre lo envía al Colegio de San Bartolomé en busca de ayuda para estudiar y el joven aspirante se encuentra con el padre Estévez, quien no dudó en encargarse de Zaldúa para sus estudios” [6]. Siendo Francisco Javier un joven muy adelantado y disciplinado, logró ocupar la presidencia de la República de Colombia en 1882.

Francisco Javier Zaldúa, hijo de María Rita Racines, fallece siendo presidente y se le atribuye su pésima salud a los avatares de la política: “Obstinado, Zaldúa no se plegó a la maquiavélica maniobra del Congreso. Sabía que lo destruían, que lo mataban, que ambicionaban su dejación del mando. Y con un valor espartano que lo enaltece y dignifica al liberalismo, exclamó: No me separo, ni renuncio, ni me muero”. Pero pudo más la muerte que aquella increíble decisión y falleció en el Palacio Presidencial el 21 de diciembre de 1882; el único presidente que ha muerto en el ejercicio del mando y en el augusto recinto de los mandatarios de Colombia. Una centuria ha transcurrido desde aquel dramático acaecer. [7].

Todas esas situaciones, que no solamente las vivió y sufrió María Rita Racines de Zízero, sino muchas mujeres más de la época, se ven reflejadas en este párrafo: “Lo que hay verdaderamente grande en ellas es la maravillosa persistencia de una obra infinitamente arriesgada y difícil, el intrépido sentimiento que dominó el peligro, el sobreponerse a los obstáculos y al dominio del tiempo. Todas se distinguieron con ardor notabilísimo por su desinterés, enérgicas y apasionadas hicieron con su conducta que las teorías y las palabras, se transformaran en hechos” [8].

Honda, según lo afirma el historiador Roberto Velandia Rodríguez, “No tuvo mujeres mártires como Mariquita y Lérida, pero si una mujer prócer, doña María Rita Racines de Cícero”, a quien bien se merece enaltecer en el bicentenario de la Independencia.

Referencias

  1. GÓMEZ, NELLY SOL, Mujeres y la libertad: historia, arte y heroínas en la independencia, Tunja, Búhos Editores Ltda., p.211, 243
  2. HERNÁNDEZ Y LESMES, ALFONSO, “Apuntamientos sobre genealogías de Antioquia”, en Repertorio histórico, Órgano de la Academia Antioqueña de Historia, Medellín, Imprenta Oficial, Año VII, Nos. 5 a 7, julio de 1925, pp.171-172
  3. MONSALVE, JOSÉ DOLORES, Mujeres de la Independencia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1926, p.239
  4. ARIZMENDI POSADA, IGNACIO, (1983) Gobernantes Colombianos, 1819-1983. De Bolívar a Belisario, Bogotá, Italgraf, 1983, p.117
  5. VELANDIA, ROBERTO, (1989) La Villa de San Bartolomé de Honda. Bogotá, Ediciones Kelly, Tomo II, p.357
  6. ARIZMENDI POSADA, IGNACIO, op. cit. (1983), p.117
  7. GÓMEZ LATORRE, ARMANDO, “Zaldúa el presidente Mártir”, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, 1982, p.15
  8. GÓMEZ, NELLY SOL, op. cit. (2011), p.211

Bibliografía

  • ARIZMENDI POSADA, IGNACIO, (1983) Gobernantes Colombianos, 1819-1983. De Bolívar a Belisario, Bogotá, Italgraf, 1983, pp.117 a 120.
  • GÓMEZ, NELLY SOL, Mujeres y la libertad: historia, arte y heroínas en la independencia, Tunja, Búhos Editores Ltda., 2011.
  • GÓMEZ LATORRE, ARMANDO, “Zaldúa el presidente Mártir”, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, 1982, p.15.
  • MONSALVE, JOSÉ DOLORES, Mujeres de la Independencia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1926.
  • VELANDIA, ROBERTO, (1989) La Villa de San Bartolomé de Honda. Bogotá, Ediciones Kelly, Tomo II.

Véase también

Proyecto:Bicentenario

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Créditos

Centro Cultural del Banco de la República de Honda, 2020.