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Primera Dama de la Nación, esposa del varias veces presidente Rafael Núñez, nacida en Cartagena en 1835, muerta en la misma ciudad, el 19 de octubre de 1924. Hija de Manuel Román y Picón y Rafaela Polanco y Ripoll, sus hermanos fueron: Henrique, Ricardo, Rafaela, Antonio y Eduardo. Desde los 12 años la acompañó Manuela Hurtado y Juanita Pernett fue su amanuense. La vida de Soledad Román hubiera transcurrido como la de cualquier muchacha acaudalada de su tiempo, de no ser por su polémico matrimonio con el doctor Rafael Núñez Moledo. En un país donde los enlaces civiles, avalados por leyes radicales, carecían de reconocimiento público, ellos se atrevieron a desafiar la sociedad de su época.
Primera Dama de la Nación, esposa del varias veces presidente Rafael Núñez, nacida en Cartagena en 1832, muerta en la misma ciudad, el 19 de octubre de 1924. Hija de Manuel Román y Picón y Rafaela Polanco y Ripoll, sus hermanos fueron: Henrique, Ricardo, Rafaela, Antonio y Eduardo. Desde los 12 años la acompañó Manuela Hurtado y Juanita Pernett fue su amanuense. La vida de Soledad Román hubiera transcurrido como la de cualquier muchacha acaudalada de su tiempo, de no ser por su polémico matrimonio con el doctor Rafael Núñez Moledo. En un país donde los enlaces civiles, avalados por leyes radicales, carecían de reconocimiento público, ellos se atrevieron a desafiar la sociedad de su época.




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Poco tiempo después de la muerte de Núñez, acaecida el 18 de septiembre de 1894, el Congreso discutió un proyecto de ley a la memoria del estadista, que incluía una pensión vitalicia para su viuda. Doña Soledad envió una carta a los miembros de la corporación, en la cual renunciaba a cualquier recompensa pecuniaria; posición que mantuvo inquebrantable aun cuando atravesó momentos de verdadera pobreza Cuando la guerra de 1899, por ejemplo, había dado a interés $20.000, que era todo su capital, y le fue devuelto cuando el cambio subió al 15 000 por ciento, según su relato. A pesar de su precaria situación económica, doña Soledad siempre se las arregló para cumplir con los compromisos que su posición le exigía. Murió treinta años después que su esposo, en El Cabrero, hacienda de su propiedad, a los 84 años de edad.
Poco tiempo después de la muerte de Núñez, acaecida el 18 de septiembre de 1894, el Congreso discutió un proyecto de ley a la memoria del estadista, que incluía una pensión vitalicia para su viuda. Doña Soledad envió una carta a los miembros de la corporación, en la cual renunciaba a cualquier recompensa pecuniaria; posición que mantuvo inquebrantable aun cuando atravesó momentos de verdadera pobreza Cuando la guerra de 1899, por ejemplo, había dado a interés $20.000, que era todo su capital, y le fue devuelto cuando el cambio subió al 15 000 por ciento, según su relato. A pesar de su precaria situación económica, doña Soledad siempre se las arregló para cumplir con los compromisos que su posición le exigía. Murió treinta años después que su esposo, en El Cabrero, hacienda de su propiedad.


=Parientes=
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Revisión del 19:03 6 sep 2017


Soledad Román de Núñez
Información
Nombre Soledad Román de Núñez
Fecha de nacimiento 1835
Nacionalidad Colombiano
Seudónimo Cocobolas
Ocupación Comerciante, Primera Dama
País de nacimiento La Gran Colombia actual República de Colombia
Ciudad de nacimiento Cartagena
País de fallecimiento República de Colombia
Ciudad de fallecimiento Cartagena
Fecha de fallecimiento 19/10/1924
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Biografía

Primera Dama de la Nación, esposa del varias veces presidente Rafael Núñez, nacida en Cartagena en 1832, muerta en la misma ciudad, el 19 de octubre de 1924. Hija de Manuel Román y Picón y Rafaela Polanco y Ripoll, sus hermanos fueron: Henrique, Ricardo, Rafaela, Antonio y Eduardo. Desde los 12 años la acompañó Manuela Hurtado y Juanita Pernett fue su amanuense. La vida de Soledad Román hubiera transcurrido como la de cualquier muchacha acaudalada de su tiempo, de no ser por su polémico matrimonio con el doctor Rafael Núñez Moledo. En un país donde los enlaces civiles, avalados por leyes radicales, carecían de reconocimiento público, ellos se atrevieron a desafiar la sociedad de su época.


Rafael Núñez había contraído matrimonio católico con la señorita Dolores Gallego, cuñada del ex presidente José de Obaldía, el 25 de febrero de 1851, en la población de David, provincia de Celuinqui (Panamá). Con ella tuvo dos hijos y un doloroso fracaso matrimonial. Los esposos Núñez-Gallego obtuvieron el divorcio vincular por sentencia de la Corte Superior del Estado de Panamá, el 25 de abril de 1872. Por su parte, Soledad mantuvo durante cinco años un compromiso matrimonial con el señor Pedro Macía, el cual rompió en 1857. A finales de 1874, cuando Núñez regresó de su estadía en París, la pareja inició relaciones, a pesar de la oposición de la madre de Soledad.

Matrimonio y escandalo

En cambio, su tío Antonio Martínez de la Cuadra la animó a contraer matrimonio con el estadista. Soledad, que creía estar enferma del corazón, viajó a París acompañada de sus hermanos Antonio y Eduardo, para consultar al famoso cardiólogo Bullau, y contraer nupcias. Al mismo tiempo, Núñez, que a la sazón era el presidente del Estado de Bolívar, viajó a Nueva York en visita oficial. Allí le otorgó poder a Eduardo Román, su futuro cuñado, para que lo representara ante el cónsul colombiano en París, José Triana, donde se celebró el matrimonio, el 14 de julio de 1877. El enlace se llevó a cabo según la ley colombiana y el Código Civil del Estado de Bolívar, a cuya jurisdicción se hallaban sometidos los contrayentes.


Una vez realizada la ceremonia, Soledad le envió un cable a su esposo; este contestó: Felicidad! Trátese como una Lady. Posteriormente, después de visitar al doctor Bullau, le envió otro cable que decía: Dr. Bullau dice corazón excelente. Núñez contestó: Que era excelente, lo sabía. Que estuviera enfermo, lo dudaba. El matrimonio causó un escándalo de grandes proporciones, especialmente entre los enemigos de Núñez, hasta el punto que cuando el presidente Julián Trujillo lo nombró ministro en Washington, su designación fue rechazada por el Senado, acusándolo de inmoralidad en su vida privada. Soledad se convirtió en el plato favorito de la prensa, especialmente del periódico bogotano El Posta, que no perdía oportunidad para injuriarla.


Pero en 1889, cuando Rafael Núñez era presidente de la República, llegó el momento que le depararía la más íntima satisfacción -según sus propias palabras cuando el 23 de febrero de 1889 las santas manos de monseñor Biffi bendijeron en el seno de nuestra santa religión aquel lazo que había ya apretado un sincero impulso en mi corazón, y que nunca pudieron aflojar ni la maledicencia ni la calumnia. Habían transcurrido escasos 25 días después de la muerte de la primera esposa de Núñez. Las tarjetas de invitación al matrimonio decían: Rafael Núñez saluda a usted atentamente y tiene el honor de participarle que hoy, ante el altar de San Pedro Claver, elevará a la categoría de sacramento el matrimonio que tiene contraído con doña Soledad Román.

Pensamiento e importancia

Soledad fue una mujer de carácter, tenía una gran influencia sobre su marido y en algunas ocasiones fue ella quien tomó decisiones que le correspondían a él. Según Daniel Lemaitre, Soledad cuenta cómo en cierta ocasión del año 1885, en que el Dr. Núñez se encontraba en cama afectado por una fuerte gripa, recibió una llamada de monseñor Paúl abogando por un señor Sáenz que se encontraba en capilla para ser fusilado por haberse pasado al enemigo en combate, ella, que se había hecho pasar por el presidente, concedió el salvoconducto al señor Sáenz con la condición que abandonara el país por un tiempo. Enterado Núñez de lo que había hecho su esposa solo dijo: "Ah, Soledad...! Soledad...! y me daba palmadas en el hombro".


En épocas de enfrentamiento liberal-conservador, Soledad abogaba por igual a favor de sus amigos, ya fueran liberales o conservadores. En 1887 fueron acuñadas y puestas en circulación unas monedas de 50 centavos con la efigie de Soledad Román; este hecho se convirtió en un escándalo y los periódicos no perdieron la oportunidad para desatarse en improperios contra los esposos Núñez-Román. La opinión pública las denominó "Cocobolas", por alusión a "Cocobolo" y "Prestán", famosos antisociales ajusticiados por aquella época en Panamá. Ante el rechazo con que reaccionó la comunidad, el gobierno las retiró de circulación. En 1888, Núñez ejerció funciones presidenciales durante seis meses, al cabo de los cuales encargó del poder a Carlos Holguín. Posteriormente la pareja viajó a Cartagena y no volvió nunca más a la capital, aun cuando Núñez fue elegido nuevamente en 1892.


Poco tiempo después de la muerte de Núñez, acaecida el 18 de septiembre de 1894, el Congreso discutió un proyecto de ley a la memoria del estadista, que incluía una pensión vitalicia para su viuda. Doña Soledad envió una carta a los miembros de la corporación, en la cual renunciaba a cualquier recompensa pecuniaria; posición que mantuvo inquebrantable aun cuando atravesó momentos de verdadera pobreza Cuando la guerra de 1899, por ejemplo, había dado a interés $20.000, que era todo su capital, y le fue devuelto cuando el cambio subió al 15 000 por ciento, según su relato. A pesar de su precaria situación económica, doña Soledad siempre se las arregló para cumplir con los compromisos que su posición le exigía. Murió treinta años después que su esposo, en El Cabrero, hacienda de su propiedad.

Parientes

Padre: Manuel Román Picón.

Madre: Rafaela Polanco y Ripoll.

Esposo: Rafael Nuñéz (Presidente de la República).

Bibliografía

  • Galvis, S. (1993). "Soledad Román de Núñez. Los afanes del Concordato". Credencial Historia, N- 41 (mayo 1993).
  • Lemaitre, D. Soledad Román de Núñez. (1988). Recuerdos. Cartagena, Mogollón, 1927. Reed.: Cartagena: Magaly París.
  • Liévano Aguirre, I. (1985). Rafael Núñez. Bogotá: El Ancora Editores.
  • Llinas, J,P. (1986). Soledad Román. Bogotá: Tercer Mundo.
  • Pérez Sarmiento, G. (1918). "La viuda de Núñez". Cromos, Vol. v, N- 120 (Bogotá, junio 29 de 1918).
  • Rivas, Raimundo. "Sobre el matrimonio de Núñez". Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. XXXIII, N- 386 (diciembre 1946), pp. 882-891.

Enlaces externos

[1] Soledad Román de Nuñez. Revista Semana.