El pueblo ticuna es conocido tradicionalmente como “los hijos de Yoi e Ipi” y como “gente de tierra firme”. Constituye uno de los pueblos más numerosos de la cuenca amazónica y está situado en territorios de Colombia, Brasil y Perú, entre los ríos Napo y Negro. Como señala Carlos Zárate Botía, “El territorio ticuna de fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII estaba ubicado en la parte norte del rio Amazonas”[1]. Por su parte, los omaguas, “fueron uno de los mayores grupos precolombinos de la Amazonia”[2], que “iniciaron una serie de migraciones desde el Amazonas central de Brasil entre los siglos IX y XVI. Se presume que llegaron a las zonas que hoy ocupan en territorio peruano 200 o 300 años antes de los españoles. Al comienzo se asentaron en las zonas inundables de la cuenca baja del rio Ucayali, desde donde se expandieron hacia otras planicies de los ríos inundables[3].

Como indica Zárate, existe mucha evidencia que soporta los planteamientos de la exclusividad adaptativa de los ticuna al ecosistema de “tierra firme”, y de sus vecinos omagua a las riberas de los ríos, islas y en general, al ecosistema de várzea[4]. Esta distinción ecológica entre los ambientes de várzea y de tierra firme, determinó también sus habilidades adaptativas al medio, su forma de extraer recursos (pesca o caza), su densidad poblacional e incluso su estructura social. Diversas crónicas de las expediciones misioneras y militares de los siglos XVI y XVII relatan no solo estas características sino también dan cuenta de una tradicional enemistad entre estos dos pueblos, previa a la llegada de los europeos. Sin embargo, esta enemistad no era obstáculo para que mantuvieran relaciones comerciales.

La llegada de los europeos originó cambios sustanciales en la organización social de todos los pueblos indígenas y también determinó cambios en sus asentamientos, pues a los conflictos territoriales interétnicos se sumaron los conflictos territoriales de los imperios español y portugués. Mientras el imperio español iniciaba su proceso de colonización desde el oeste, entrando al territorio amazónico por los Andes, el imperio portugués avanzaba desde la desembocadura del rio Amazonas al este del continente americano. Los españoles fueron los primeros en llegar a los asentamientos ticuna y omagua en el siglo XVI con las expediciones de Orellana y Ursúa-Aguirre. Sin embargo, “esta presencia fue esporádica y no logró consolidar un dominio territorial que fuera indiscutible por parte de España”[5]. Esto debido a que la estrategia colonizadora portuguesa era más agresiva, ya que combinaba recursos militares, comerciales y religiosos, y contaba con un apoyo más decidido por parte de la corona portuguesa, en contraste con la estrategia colonizadora española, que se basaba principalmente en una ocupación con fines evangelizadores y sin gran apoyo por parte de la corona española, que estaba más preocupada por hacer presencia en la región de los Andes.

Concretamente, a territorio omagua en la región de Maynas llegó el padre jesuita Samuel Fritz en 1637, en nombre de la corona española, alterando “el estatus de vecindad-enemistad de estos dos grupos que habitaban lo que hoy se conoce como trapecio amazónico, así como el de las demás naciones indígenas, ribereñas y de tierra firme de la región” [6]. Esto debido a que la actividad misional incluía la fundación de aldeas que básicamente trasladaban a la población habitante en várzeas a las tierras altas, generando una intromisión en territorio ticuna. De otra parte, como señala Zárate, “entre los años 1700 y 1710, los portugueses comenzaron a disputar decididamente el terreno ganado por los misioneros españoles, ocasionando el desmantelamiento del total de las misiones, reducciones y aldeas atendidas por el padre Fritz durante las dos décadas anteriores”[7]. Los omaguas, habitantes de las islas y las riberas de los ríos, fueron los más afectados, tanto por la ofensiva portuguesa como por las enfermedades y la esclavitud, disminuyendo sustancialmente su población. También fueron los más afectados en su estructura social debido a la homogenización cultural de la cual fueron objeto en las reducciones religiosas[8]. Los ticuna, por su parte, que desde la llegada de los españoles desarrollaron una estrategia de movilización hacia la selva profunda, lograron mantener su población y el control de los territorios de tierra firme. Refiriéndose a las estrategias de supervivencia del pueblo ticuna, Zárate indica que “entre estas estrategias podemos encontrar una actitud de franca rebeldía y rechazo a la política reduccional, una deliberada política de ocultamiento y de evasión de todo contacto, la alianza con anteriores enemigos como los omaguas; una participación muy modesta dentro de las reducciones, o una colaboración parcial y en ocasiones solo formal con los misioneros”[9]. Finalmente, tanto omaguas como ticunas tuvieron que desarrollar diferentes estrategias adaptativas, tanto al medio como a la coyuntura del momento.

Hoy en día, el pueblo ticuna se mantiene como uno de los más fuertes, estables y numerosos de la cuenca amazónica, mientras que la mayor parte del pueblo omagua prácticamente desapareció. Con referencia a los omaguas, Cabrero señala que “si bien en los siglos XIX y XX parece que vayan a desaparecer, a finales de éste y principios del siglo XXI procesos de etnogénesis hacen renacer cierta identidad cultural común para el reclamo de derechos colectivos”[10].

Bibliografía

  • CABRERO Y MIRET, FERRAN, (2015). “Omaguas, cataclismo amazónico”, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Antropología Social y Cultural. Tesis. Recuperado de https://ddd.uab.cat/re, el 27 de marzo de 2019.

MINISTERIO DE CULTURA, PERÚ, Base de datos de Pueblos Indígenas u Originarios, BDPI. Ver, https://www.bdpi.cultura.gob.pe/pe, recuperado el 27 de marzo de 2019.

ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, (1998). “Movilidad y permanencia ticuna en la frontera amazónica colonial del siglo XVIII” en SOCIÉTÉ DES AMÉRICANISTES, Journal de la societé des américanistes, Vol. 84, No. 1, pp.73-98. Recuperado de, https://www.persee.fr

  1. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, “Movilidad y permanencia ticuna en la frontera amazónica colonial del siglo XVIII” en SOCIÉTÉ DES AMÉRICANISTES, Journal de la societé des américanistes, Vol. 84, No. 1, 1998, p.75. Recuperado de, https://www.persee.fr.
  2. CABRERO Y MIRET, FERRAN, “Omaguas, cataclismo amazónico”, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Antropología Social y Cultural. Tesis, 2015, p. 1. Recuperado de https://ddd.uab.cat/re, el 27 de marzo de 2019.
  3. Ver: https://www.bdpi.cultura.gob.pe/p, recuperado el 27 de marzo de 2019.
  4. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, op. cit. (1998), p.76.
  5. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, op. cit. (1998), p.79.
  6. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, op. cit. (1998), p. 80.
  7. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, op. cit. (1998), p. 86.
  8. CABRERO Y MIRET, FERRAN, op. cit. (2015), p.1.
  9. ZÁRATE BOTÍA, CARLOS, op. cit. (1998), p. 86.
  10. CABRERO Y MIRET, FERRAN, op. cit. (2015), p.1.