Estudio Sociología en la Universidad Nacional de Colombia, donde fue discípulo de Camilo Torres de quien aprendió el país posible, de Orlando Fals Borda, el país real y de Eduardo Umaña Luna, la ética, tres maestros quienes influyeron en su vida y con quienes sostuvo una estrecha amistad. Entre 1972 y 1975 se vinculó a la Universidad de Antioquia como profesor, donde conoció al filósofo Estanislao Zuleta y participo en sus tertulias. Entre 1975 y 1977 fue alumno de l’ École Pratique de Hautes Études de París, donde no siguió el rigor académico impuesto por el método cartesiano para a cambio relatar las voces de la gente con quien hablaba, a quien escuchaba y a quienes sentía, logrando con su fina pluma y su mirada aguda y minuciosa dar un análisis profundo y un relato fiel de las problemáticas del movimientos campesinos, de las comunidades étnicas afectadas por la violencia del país. Escribí, dijo Molano, “buscando los adentros de la gente en sus afueras, en sus padecimientos, su valor, sus ilusiones. Borraba más que escribía, hurgaba, rebuscaba el acorde de las sensaciones que vivía la gente con las que yo mismo llevaba cargadas en un morral. Un río crecido, una noche oscura, un jadeo, el terror de oír armas en las sombras eran caminos por donde entraba la vida que se jugaba en las selvas y por donde llegaba su soplo a mis letras. Creo que sólo ahí, en el acecho, en el peligro, en el miedo aparecía el reclamo de justicia que yo buscaba para contarlo“. Discurso en la entrega del premio Simón Bolívar 2017.

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Alfredo Molano. Archivo particular. Cortesía de la familia Molano