Así, creaba sus obras a partir de la recolección crítica e intuitiva de los detritos de las prácticas culturales de la sociedad de consumo que recién empezaba a manifestar su capacidad devastadora a inicios de la década del ochenta. Barney introdujo una mirada que solo hoy empieza a estar presente en las reflexiones contemporáneas, la relación de las ciudades con el medio ambiente, su relación íntima y perjudicial. A modo de etnógrafa, empezó a reconocer y recorrer el espacio como una recolectora de información, sin una dirección fija, tan solo como un testigo de un acontecer cotidiano y sus diarios eran una colección de basura y restos de la huella humana en el espacio: