Débora Arango murió el 11 de noviembre del 2005 en su “Casablanca en Envigado, pero sus representaciones de mujeres desnudas, prostitutas, mendigos y políticos corruptos, pintados de forma incorrecta’”13, marcan hitos dentro de la historia colombiana: revolucionando el papel de la mujer en la sociedad, marcando puntos de quiebre en la historia de arte del país, y utilizando sus pinturas como un instrumento de denuncia. Hoy en día, su obra vuelve a ser estudiada “como un documento estético y de la memoria colectiva de los colombianos"14.