A partir de 1932, la joven artista se convirtió en discípula de dos reconocidas figuras del arte antioqueño Eladio Vélez y más adelante en 1935 de Pedro Nel Gómez. Cada uno a su manera, colaboró en la definición de sus valores plásticos y en la consolidación de su estilo pictórico: Vélez, fue fundamental en su consideración del dibujo como la esencia de toda representación, mientras que Gómez lo fue en su valoración de temas humanistas3 y en el desarrollo de una estilo más expresionista.