El Parque Arqueológico San Agustín y la Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta, han inspirado a Lydia Azout para investigar sobre el misticismo de la ancestralidad y la espiritualidad. De igual manera, han sido estos espacios y varios que ha visitado a lo largo de su vida en Perú, México, Indonesia y Camboya, los que le han favorecido en la creatividad y la curiosidad al momento de elaborar sus obras[1]. Asimismo, el permanente contacto con la naturaleza le permite evocar la importancia que tenía la espacialidad y los ecosistemas naturales para las culturas prehispánicas, quienes utilizaron el cosmos y la ritualidad para proteger y respetar su entorno. Lo anterior estipula el toque mágico, energético, ancestral y terrenal de su obra.

  1. Enormes esculturas de Lydia Azout… Op. cit.