Diferencia entre revisiones de «Ojo de agua»

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Revisión actual - 14:27 16 sep 2024

El ojo de agua es una acepción que sirve para definir la fuente natural de la cual brota el agua subterránea, ya sea porque el agua de la lluvia, de quebradas, entre otros, se filtra de la superficie terrestre o porque existen cauces subterráneos, los que posteriormente vuelven a surgir a través de los ojos de agua, estos elementos conforman lo que se conoce como zona de recarga hídrica o sitios por donde el agua destila, y que podría entenderse como la puerta de entrada del manto acuífero. Los ojos de agua también son llamados manantiales, nacederos, manás, vertederos, resumideros, fuentes y pantanos [1].

Características

La filtración del agua está supeditada a varios elementos que contemplan características tanto cualitativas como cuantitativas, es decir, el componente principal debe ser el agua, pero en el proceso intervienen otros elementos, como rocas, arena, arcilla, etc., los cuales tienen diferentes medidas de absorción, y por lo tanto, el agua no siempre filtra de la misma manera a través de ellos, además de influir la cantidad que haya de cada uno.

Las pequeñas gotas de agua se abren camino entre los diferentes componentes terrestres, para luego permear el subsuelo y, en la mayoría de las veces, surgir a la superficie y seguir un nuevo camino si las rocas se lo permiten. De esta forma, se pueden categorizar las rocas de acuerdo a su permeabilidad, entendida como la cantidad de líquido que puede pasar entre ellos sin que afecte la composición de su estructura, a saber:

  • Rocas Permeables, que están compuestas por arenas, gravas, guijones, areniscas, calizas, conglomerados, etc.
  • Rocas Semipermeables, los linos arenosos, las tierras arcillosas, la turba no descompuesta.
  • Rocas Impermeables, como las tierras arcillosas, pesadas, la turba completamente descompuesta, las rocas sedimentarias cristalinas y las cementadas sin grietas [2].

En todo este proceso hay un factor que es el más relevante de todos y se trata del ciclo hidrológico o ciclo del agua, sin el cual no podría llevarse a cabo ninguna de estas interacciones.

La conservación del ciclo hidrológico en su conjunto debe ser preocupación de todos, ya que si modificamos o alteramos cualquiera de sus etapas, estamos rompiendo el equilibrio natural y nos veremos abocados a problemas de máxima gravedad para la obtención de tan indispensable recurso natural renovable [3].

El ciclo del agua es el proceso que permite el intercambio de agua entre la atmósfera, la hidrosfera y el suelo. Sus principales hitos son la Evapotranspiración, conformada por la evaporación del agua en la superficie terrestre que sube a la atmósfera, y de la transpiración generada por los seres vivos; la Condensación, es el proceso que surge después de que el vapor sube, se condensa y se transforma en líquido; la Precipitación, es la convergencia de los procesos de evapotranspiración y condensación, en la cual el agua cae a la tierra en forma de lluvia; la Infiltración, posterior a la lluvia el agua empieza su filtración en la tierra, alimentando la capa subterránea y volviéndose parte de formaciones como los acuíferos; y la Escorrentía, es la forma en que fluyen las aguas sobre la superficie terrestre, luego de que ya no es posible la filtración del agua, terminando mayormente en los ríos. Por lo tanto, el ciclo hidrológico es un proceso iterativo, es decir, que se repite de forma consecutiva y no se agota nunca [4].

De acuerdo al origen del cual se producen hay distintos tipos de agua, por ejemplo, están las aguas de infiltración que tienen que ver con la penetración del agua; también están las aguas de condensación que por lo general corren superficialmente; las aguas fósiles que se refieren a las aguas que quedaron represadas después de un evento geológico como los movimientos tectónicos; y por último, las aguas magmáticas o termales relacionadas con la actividad volcánica. Y de acuerdo a su yacimiento podrían dividirse en tres grupos principales, las aguas suspendidas, mucho más cercanas a la superficie; las aguas freáticas, presentes en el subsuelo y que forman los manantiales; y las aguas artesianas, atrapadas en medio de dos capas de rocas [5].

Los manantiales son las formas naturales como las aguas subterráneas salen a la superficie, y por lo general, pueden ser encontradas en las depresiones terrestres como los valles o en los desniveles bruscos de la superficie como los barrancos. “El flujo del agua subterránea en un manantial puede ser tranquilo en forma de hilos separados, corriendo sobre un substrato impermeable o fluyendo continuamente sobre rocas porosas y agrietadas o también puede brotar en forma de un surtidor.” [6]. De esta forma, que las aguas subterráneas puedan salir a la superficie también depende de los materiales de los cuales esta conformada esta última, ya sean rocas, arena, limo o arcilla, partículas desde las más grandes a las más pequeñas respectivamente, lo que podría favorecer el flujo del agua o el estancamiento de la misma.

En los ojos de agua o manantiales inciden, por un lado, las aguas superficiales y freáticas, con un curso descendiente, ya que el agua se filtra por zonas mucho más elevadas y surge por las zonas más bajas o deprimidas, en estos manantiales su intensidad es variable debido a que dependen de la cantidad de lluvias; y por otro lado, las aguas artesianas, con un curso ascendente, porque sus aguas suben a la superficie según la cantidad de fluido disponible, estos manantiales son más estables ya que por lo general se presenta una acumulación del agua [7].

Ejemplos

Los ojos de aguas o manantiales se pueden ubicar en selvas, cordilleras, nevados, páramos, zonas cercanas a los complejos volcánicos, como es el caso de los mahares o aguas termales. Distintos cuerpos lagunares cuyas aguas superficiales son alimentadas por corrientes subterráneas pueden también considerarse como ojos de agua. Algunos ejemplos pueden encontrarse en México, como “el Borbollon” en Morelos, que da origen al río Yautepec o “los Ahuehuetes” en Puebla, ubicado en medio de enormes árboles de ahuehuete. Otro ejemplo, puede encontrarse en Colombia, posiblemente siendo uno de los más importantes del país, el ojo de agua donde nace el río Cauca, del cual hace una descripción el geógrafo Hno. Tomas Alfredo, a saber:

Dentro de esa alargada depresión, que hemos llamado La Josefita tiene su origen el Cauca, formado por delgado hilo líquido que brota entre piedras cubiertas por las raíces de un añoso y corpulento árbol, conocido por los naturales con el nombre de “mandur” [8].

Importancia

Los ojos de agua son importantes por razones tanto ambientales, como económicas y socio-culturales, es decir, en estos manantiales se acumula el agua y surgen los ríos que alimentan la fauna y flora más inmediata, así como también procede parte del agua que abastece campos y ciudades, posibilitando procesos como la agricultura o la ganadería.

Además, los ojos de agua entre algunas poblaciones humanas que han crecido a su alrededor, especialmente indígenas, se consideran una fuente de conocimiento que les permite ampliar su consciencia acerca de los procesos naturales y de cómo estos inciden en sus vidas, no sólo física, sino espiritualmente, anclada a su cosmogonía ancestral, que considera al agua como la fuente primaria de vida y sin la cual todo acaba.

El agua de muchas formas y colores, con sus virtudes y energías circula por toda la cosmografía indígena, desde el inframundo subterráneo que sustenta la tierra, aflorando en su periferia (el nevado, el páramo, las lagunas, los ojos de aguas, viajando por los ríos en las partes intermedias y bajas), “hasta llegar al mundo de arriba en forma de nubes, moldeando el arco, produciendo truenos y rayos y, a través de la lluvia, regresando a su estado de reposo en el inframundo.”[9]

Véase también

Referencias

  1. Conservación de nacimientos de aguas. (1996). Recuperado de https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-296565
  2. SaninasHidalgo.net La geología y el ojo de agua. Recuperado de https://www.sabinashidalgo.net/medio-fisico/347-la-geology-el-ojo-de-agua
  3. Henao, J. (2003). Introducción al manejo de cuencas hidrográficas. Bogotá, Colombia: Universidad Santo Tomas
  4. Iagua.es. Ciclo del Agua. Recuperado de https://www.iagua.es/noticias/ciclo-agua
  5. SaninasHidalgo.net La geología y el ojo de agua. Recuperado de https://www.sabinashidalgo.net/medio-fisico/347-la-geology-el-ojo-de-agua
  6. SaninasHidalgo.net La geología y el ojo de agua. Recuperado de https://www.sabinashidalgo.net/medio-fisico/347-la-geology-el-ojo-de-agua
  7. SaninasHidalgo.net La geología y el ojo de agua. Recuperado de https://www.sabinashidalgo.net/medio-fisico/347-la-geology-el-ojo-de-agua
  8. Hno. Tomas Alfredo. (1963). Las fuentes del Cauca y el Valle de Paletará. Bogotá: Articulo del Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, numero 79-80, volumen XXI
  9. Portela, H. (2001) El agua en la cosmovisión indígena andina en Barona, G., Gnecco, C. (2001) Historia, geografía y cultura del Cauca: Territorios posibles. Tomo I. Popayán, Colombia: Universidad del Cauca

Créditos

1. Abril de 2022. Investigación y texto Federico Paz para el Proyecto: Río: territorios posibles Banrepcultural


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