Rosalbina de Greñas

Rosalbina de Greñas

Datos generales

Nombre	Rosalbina de Greñas
Fecha de nacimiento	1870
Nacionalidad	Colombiana }}
Ocupación	Pintora
País de nacimiento	Colombia, }}
Ciudad de nacimiento	Desconocida
Fecha de fallecimiento	Desconocida
País de fallecimiento	Colombia, }}
Familia	Joseph Gooding III (Padre); Elvira Cala (Madre); Eva Gooding Cala (Hermana); Paulina Gooding Cala (Hermana); María Luisa Gooding (Hermana); Valentina Gooding (Hermana); Luis Ernesto Greñas Gooding (Hijo); Paulina Greñas Gooding (Hija)
Cónyuge	Alfredo Greñas Greñas

Rosalbina de Greñas cuyo nombre antes de contraer matrimonio era Rosalbina Gooding Cala, fue una pintora colombiana de finales del siglo XIX, esposa del dibujante de la edad de oro de la caricatura Alfredo Greñas Greñas (1857-1949). Lastimosamente solo se registra una obra suya, titulada “Retrato de señora”, fue elaborado en 1905 en óleo sobre tela y actualmente pertenece a la Colección de Arte del Banco de la República, se exhibe en en el Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU) en la Exposición Permanente de la Colección de Arte titulada Rupturas y Continuidades.

Biografía

Rosalbina de Greñas nació en Colombia en 1870, fue hija de Joseph Gooding III (Octubre 20 de 1803-1883), un migrante norteamericano nacido en Dighton, Massachusetts (E.E.U.U) que tuvo varios hijos con distintas mujeres, entre ellas con la señora Pastora Ariza “oriunda de Vélez o de Puente Nacional (Santander)”, de cuya unión nació María Luisa Gooding Ariza (1847), y posteriormente entabló una relación con Elvira Cala de la ciudad de Bogotá, madre de las hermanas mayores de Rosalbina: Eva Gooding Cala (quién luego se conocería como Eva Gooding de Cárdenas) y Paulina Gooding, quienes en 1886 después de la Guerra Civil de 1885, fundaron uno de los colegios para niñas y señoritas más prestigiosos de la capital, el Colegio Pestalozziano, que incluía una sección para varones y en el cual se educaron importantes generaciones de tradición liberal, como Alfonso López Pumarejo futuro presidente del país.

Contrajo matrimonio con el periodista y caricaturista Alfredo Greñas Greñas, hijo de Eloy Greñas y Nepomucena Greñas, nacido en 1857 en la ciudad de Bucaramanga, quien pese a la tradición conservadora de su familia se alistó en las filas de las tropas liberales radicales durante la guerra civil que inició en 1876 y perteneció al batallón “Alcanfores”, conformado por estudiantes que se vincularon voluntariamente al conflicto; al terminar la guerra aprendió tipografía pero encontró que los medios gráficos para imprimir ilustraciones eran bastante limitados, así que en 1881 se convirtió en aprendiz de dibujo y grabado sobre madera (Xilografía) en la Escuela de Grabado que dirigía Antonio Rodríguez.

Aunque no se conoce la fecha en que se formalizó esta unión en Bogotá, Rosalbina y Alfredo tuvieron a su primer hijo Luis Ernesto Greñas Gooding el 25 de junio de 1890, y a su hija Paulina Greñas Gooding el 30 de Julio de 1892. Durante la misma época Alfredo se encargó de dirigir las publicaciones satíricas que atacaban al gobierno de Rafael Nuñez y sus ministros encargados de la presidencia, entre las cuales se destacaban El Precursor (1889), El Loco (1890), El Zancudo (1890), La Catástrofe (1890), El Cóndor (1890), El Dengue (1890), El Demócrata (1891), El Mago (1891) y El Barbero (1892), esta última cuando se acercaba al quinto ejemplar fue censurada por contener una caricatura de Carlos Holguín, lo cual le valió el destierro a Greñas Greñas bajo la Ley 61 de 1888 conocida como Ley K (o Ley de los caballos), que incrementada con el Decreto 151 del 17 de febrero de 1888 le confería al gobierno “la facultad de prevenir y reprimir los abusos de la prensa […] mientras no se expida la ley de imprenta […] y no habiéndola expedido el Cuerpo Legislativo, el Gobierno no puede dejar de cumplir con este deber claro y terminante”; así que el caricaturista se vio obligado a permanecer en la Penitenciaria Central de Bogotá (actual Museo Nacional), sobre lo cual apuntó el Diario de Cundinamarca: “Contra Greñas se habían ya estrellado, en otras ocasiones con la prisión y las multas, las iras del gobierno, y no era posible que aquella dictatorial faena no fuese coronada con unos ratos de ostracismo. No sabemos a qué eternidades de ausencia y de amargura - para el proscrito y para la esposa y para los hijos desamparados- ascenderá en los cálculos magnánimos del magnánimo señor Caro, que no hace mucho aseguraba que no tenía odios en el corazón”.