Pilar Moreno de Ángel

De Enciclopedia | La Red Cultural del Banco de la República

Después de graduarse como bachiller, Pilar Moreno de Ángel (Medellín, 1926, Bogotá, 2006) fue autodidacta y se formó como historiadora; se caracterizó por ser coleccionista, documentalista y bibliófila, miembro correspondiente de número y honoraria de la Academia Colombiana de Historia, promotora y administradora cultural y empresaria gastronómica.

Biografía

Perteneció a una encumbrada y elitista familia antioqueña. Debido a una quiebra financiera de su padre, don Juvenal Moreno (1890-1968), a consecuencia de la Gran Depresión del año de 1929, la familia se trasladó a Bogotá donde don Juvenal emprendió una serie de negocios de diversa índole, entre los que se destacó la creación, hacía 1961, de la cadena de restaurantes Monte Blanco, uno de los más conocidos y preferidos almorzaderos de la clase media bogotana y de los visitantes que venían a hacer “vueltas” a Bogotá.

Formación autodidacta

Desde niña se aficionó a la lectura, especialmente a los textos sobre historia y arte. Terminó el bachillerato, pero no cursó ninguna carrera universitaria; prefirió viajar por Europa con el fin de visitar museos y bibliotecas. Tuvo, entonces, una formación autodidacta. En 1957 contrajo matrimonio con el abogado Jaime Muñoz Moreno, con quien tuvo una hija, Silvia Muñoz Moreno. Enviudó en 1959 y volvió a casarse, en 1961, con el abogado penalista Jaime Ángel Villegas, y concibieron dos hijos, Carolina y Camilo.

Una vez que cumplió con la crianza de sus hijos y los encaminó en el estudio, hacia 1970 decidió dedicar su tiempo a la investigación histórica. Su primer trabajo de investigación fue una biografía del pintor, grabador y publicista bogotano Alberto Urdaneta Urdaneta (1845-1887), con el que ganó, en 1971, el Tercer Premio del Concurso Nacional de Historia, promovido por el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), lo que le dio derecho a que la obra se le publicara en 1972.

Una vez que terminó la biografía de Urdaneta, se dedicó a la investigación de la correspondencia y documentos del general José María Córdova (1799-l 1829), pesquisa que la llevó a Londres, donde consultó el Public Record Office y descubrió documentos dejados por el cónsul Henderson. Una vez finalizada esta investigación, se publicaron tres volúmenes: de la Correspondencia y documentos del general José María Córdova (1974).

Como reconocimiento a su consagrada labor como investigadora, la Academia Colombiana de Historia la nombró miembro correspondiente. Su disertación de posesión versó sobre el gobierno republicano (1910-1914) del antioqueño Carlos Eugenio Restrepo (1867-1937). A partir de entonces, su actividad intelectual estuvo ligada a la Academia: fue cultora de la historia heroica, eminentemente narrativa, en la que no se profundiza en el análisis y la interpretación, sino en la documentación de fuentes primarias, en lo posible inéditas, y secundarias. Durante treinta años escribió para el Órgano Oficial, el Boletín de Historia y Antigüedades, un total de 26 artículos.

El trabajo sobre Córdova lo culminó con la publicación de la biografía José María Córdova en 1977, con la editorial Kelly (en el marco de la conmemoración del sesquicentenario de la batalla de Ayacucho. Una segunda edición, corregida y aumentada en dos volúmenes, fue adelantada en 1979 por Colcultura, dentro de la colección Historia Viva. La tercera y edición definitiva fue publicada en un solo y voluminoso volumen, por la editorial colombiana Planeta en 1995. El 31 de agosto de 1979 fue nombrada como miembro de número de la Academia Colombiana de Historia, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar una de sua 40 sillas. Tiempo después, en la década del noventa, fue vicepresidente de esa corporación. También fue miembro de número de la Academia de Historia de Bogotá, y correspondiente de la Real Academia de Historia de España.

Su paso por prestigiosas instituciones del país

Entre 1975 y 1979 asumió la dirección de la Biblioteca Nacional de Colombia, declarada monumento nacional en 1975. Desde su fundación en 1777 hasta el presente, la Biblioteca ha tenido 80 directores, Moreno de Ángel fue la número 63, convirtiéndose en la segunda mujer en ocupar la dirección. La primera fue María Isabel de la Vega, en 1953, 49 en la lista de directores. Durante su gestión, Moreno de Ángel se empeñó por la reorganización de los 400.000 volúmenes que conformaban el fondo bibliográfico, por la remodelación del edificio (diseñado en 1933 por el arquitecto Alberto Wills Ferro, y puesto al servicio en 1938), y la modernización de algunos de sus servicios. Consiguió la donación de los 30.000 volúmenes de la biblioteca personal de Germán Arciniegas Angueyra (1900-1999) y de su esposa Gabriela, que entró a la Biblioteca como Fondo Arciniegas.

Entre 1981 y 1986 volvió a ser funcionaria pública, pues fue nombrada directora del entonces Archivo Nacional de Colombia, hoy Archivo General de la Nación Jorge Palacios Preciado. Fue la primera y última directora mujer de esa institución. Desde su fundación, en 1869, el cargo fue ocupado por hombres, comenzando por el escritor costumbrista José María Vergara y Vergara (1831-1872). La principal lucha como directora fue buscar que el Archivo consiguiera una sede propia, lo que se concretó durante la siguiente administración, del doctor Jorge Clemente Palacios Preciado (1940-2003), bajo la presidencia de Virgilio Barco Vargas (1921-1997). El 22 de noviembre de 1989 se creó, por la Ley 80, el Archivo General de la Nación. Tanto cuando fue directora de la Biblioteca como del Archivo Nacional, Pilar continuó al frente del negocio familiar y de sus investigaciones históricas. Su actividad era tan sorprendente que los funcionarios la llamaban “doña Pilos”.

Su biografía sobre el “hombre de las leyes”

Luego de explorar algunas posibilidades de investigación, se dedicó con rigor, a partir de 1977-1978, a escribir la biografía de Francisco de Paula Santander Omaña (1792-1840). Hasta ese momento nadie se había atrevido a biografiar a profundidad al reconocido “hombre de las leyes”. En los años veinte del siglo pasado, el pedagogo y ensayista Tomás Rueda Vargas (1879-1943) había sentenciado que “una biografía de Santander era una tarea que ninguno se había atrevido a escribir”. Años después, hacía 1985, el padre de la Nueva Historia, o si se quiere el pionero de la profesionalización de la historia en Colombia, Jaime Jaramillo Uribe (1917-2015), reclamaba que “en un país santanderista, como era Colombia, faltaba una buena biografía de Santander”.

Sin embargo, tanto antes como después de estas afirmaciones ya había una cantidad de publicaciones relevantes en torno a Santander. Entre estas, existían 24 volúmenes de El Archivo de Santander (1913-1932), 12 más de Cartas y Mensajes de Santander (1953-1956) y 7 de Correspondencia dirigida al general Santander compilados por el doctor en filosofía y letras Roberto Cortázar (Pacho, 1884 – Bogotá, 1969), quien también publicó un libro sobre el Pensamiento político de Santander. También, el historiador venezolano Vicente Lecuna Salbouch (1870 – 1954) compiló tres volúmenes de Cartas de Santander (1942) y Eduardo Acevedo Latorre Zipaquirá (1907–1981) escribió tres trabajos de interpretación: Colaboradores de Santander en la organización de la República (1942). Por su parte, Manuel José Forero Contreras (1902-1990), editó Santander en sus escritos (1944) y Laureano García Ortiz (1865–1965) Algunos escritos sobre el general Santander (1944). Por último, el mismo Santander había escrito Apuntamientos para las memorias sobre Colombia y la Nueva Granada (Bogotá, 1837).

Cuando Moreno de Ángel inició su investigación, el trabajo sobre el “hombre de las leyes” más importante era y sigue siendo el del historiador norteamericano David Bushnell (1923-2010), El régimen de Santander en la Gran Colombia (Primera edición en inglés 1954, primera edición en castellano Bogotá: Ediciones Tercer Mundo y Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, 1966), libro que es fruto de su tesis doctoral para la Universidad de Harvard.

Con este bagaje previo de investigaciones y publicaciones, Moreno de Ángel, que nunca fue seguidora de la historia que promovió Jaramillo Uribe, asumió la difícil tarea de crear una biografía nueva, siempre con disciplina y perseverancia. Aprovechó su condición de directora de la Biblioteca y del Archivo para consultar y escudriñar, con toda libertad, durante ocho años, distintas fuentes. Otros archivos que examinó fueron el de la Catedral de Bogotá, el del Colegio Real Mayor y Seminario Conciliar de San Bartolomé. Leyó todo lo que pudo sobre Santander, prueba de ello son las veintiún páginas de bibliografía de obras impresas. Logró conseguir, mediante compra, y acumular una importante cantidad de documentos que hicieron parte de su colección particular. Al igual que cuando investigó la biografía de Córdova, recorrió, junto con su esposo y sus hijos, los pueblos, las iglesias y los escenarios de las batallas en donde estuvo Santander.

Por la misma época que “Pilarica”, como cariñosamente la llamaba su gran amiga Teresa Morales de Gómez Agudelo, el abogado e historiador Horacio Rodríguez Plata ( 1915- 1987) adelantaba algunos estudios sobre el “Hombre de las Leyes”: publicó Santander en el exilio: proceso, prisión, destierro 1828-1832 (1976) y Escritos sobre el general Santander (1980), y dejó un libro inédito, La educación bajo los gobiernos de Francisco de Paula Santander. Aprovechando su cercanía, ambos eran miembros de número de la Academia, y cultores de una historia académica y documentalista. Por lo anterior, publicaron conjuntamente Francisco de Paula Santander, su iconografía (1984), que fue el abrebocas a la primera edición de Santander (1989). Obra que para el 2020 contaba con seis ediciones.

Esta, su tercera biografía, consta de 45 capítulos en los que narra, a detalle, el periplo vital de Francisco de Paula Santander: su infancia, sus estudios en el colegio de San Bartolomé, su dedicación al ideal patriótico (que lo impulsó a cooperar en la organización del ejercito libertador) y su pasión por la lógica y el orden que se convirtieron en la base sobre la cual construyó las leyes de la república, suministrando un completo perfil del militar, jurista, estadista, hombre de mundo, promotor de la educación y la cultura. Es una biografía comprensiva y bien documentada del “Hombre de las Leyes”. No es un estudio definitivo, pero sí un valioso aporte: es un punto de partida, una referencia obligada dado su valor informativo.

En general, y como se ha señalado antes en torno al trabajo de Pilar, el libro denota una historia académica y documentalista excepcional Pero, en ocasiones, esa voluminosa cantidad de documentos originales impide un resultado óptimo por la falta de curaduría a partir de una crítica y análisis concienzudo. Es así como la lectura de la biografía, con frecuencia, es interrumpida por la transcripción de documentos que en ocasiones ocupan varias páginas, lo que es común en la historiografía que por años se practicó en la Academia Colombiana de Historia, pero el problema no radica en transcribir documentos, sino que no se interpreta y analiza lo que se transcribe. La autora deja esa labor al lector y no es rigurosa con la citación.

Por otro lado, la imagen que presenta Moreno de Ángel de Santander es bastante positiva, trata por todos los medios de rebatir los infundios esparcidos contra su biografiado, de librarlo de las acusaciones y problemas que enfrentó durante su vida pública. Muchos de los documentos que transcribió fueron panegíricos alusivos al “Hombre de las leyes”. No le atribuye errores de visión macro política o de manejo administrativo, sino faltas de carácter más personal: su rencor hacía Antonio Nariño, aun después de la muerte del Precursor, o el espíritu fríamente calculador con que contrajo un matrimonio tardío, tras varias relaciones amorosas: la más notoria fue con Nicolasa Ibáñez, con Sixta Pontón Piedrahíta Vargas, a fin de que lo cuidara de sus achaques.

Cabe mencionar que en el mismo año de la primera edición de Santander, vio la luz pública la novela El general en su laberinto (1989) de Gabriel García Márquez (1927-2014), un intento de nuestro premio Nobel por humanizar la figura del Libertador y de algunos de los héroes de la Independencia, incluido “El hombre de las Leyes”, lo que despertó una agria controversia publica, entre algunos miembros de la Academia Colombiana de Historia y la mayoría de los cultores de la nueva historia, en torno a la humanización de los héroes y la conveniencia o no de interpretar el trasegar de los mismos.

Anselmo Pineda y Antonio de la Torre y Miranda, aporte biográfico de Moreno de Ángel

Su interés por el género de la biografía la llevó a investigar y publicar dos biografías más. En 1981, Anselmo Pineda y en 1993 Antonio de la Torre y Miranda Viajero y poblador.

La primera es un justo homenaje al más importante coleccionista de documentos y bibliófilo del siglo XIX. José Anselmo Pineda Gómez (1805–1880) fue militar y burócrata, estuvo involucrado en la conspiración septembrina de 1828, fue seguidor y acompañó al general Córdova en la insurrección de 1829, participó en la Guerra de los Supremos (1839-1841) y en la Guerra Civil de 1854, siempre a favor de las fuerzas constitucionales. El fondo, que lleva su nombre, hace parte de los 25 fondos (donaciones) de la Biblioteca Nacional, es el más rico y variado: según el catálogo de 1935, consta de 1010 volúmenes que contienen folletos, hojas sueltas, panfletos, publicaciones monográficas y seriadas que abarcan desde 1774 hasta bien avanzado el siglo XIX. Sin lugar a duda, “doña Pilos” debió consultarlo asiduamente durante sus investigaciones sobre Urdaneta, Córdova y Santander.

La segunda, se sale de los intereses tradicionales de Moreno de Ángel, pues el personaje biografiado fue un español, natural de Palencia, oficial de la armada que llegó a Cartagena de Indias el julio de 1772 y, durante 14 años, recorrió la Costa Atlántica. Esto, por mandato expreso del gobernador Juan de Torrezar Díaz Pimienta, dedicado a reducir en poblaciones específicas a los indígenas, negros, mulatos y zambos, que vivían dispersos en la provincia de Cartagena, internados en los montes, con una supuesta falta de religión, policía y racionalidad.

Producción intelectual y coleccionismo

Su producción intelectual queda completa con los siguientes textos: Caminos Reales de Colombia (1995), en colaboración con Jorge Orlando Melo González; Santafé de Bogotá, 1863-1864, Othon de Bourgoing (2000) y El Daguerrotipo en Colombia (2000). Este último es fruto de más de 35 años de recopilar y coleccionar 44 daguerrotipos, 8 ambrotipos, 4 ferrotipos, 819 tarjetas de visitas, colección de notabilidades y tarjetas de visita y 1187 fotografías que logró recopilar en 25 álbumes, que datan de la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. El libro de doña Pilar relata gráficamente buena parte de la historia de la fotografía en Colombia, con particular énfasis en la elite.

En 2003 fue nombrada Miembro Honoraria de la Academia Colombiana de Historia, como reconocimiento a su intensa labor por la historia colombiana. En el 2004 fue nombrada miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Su discurso de posesión versó sobre Cristóbal Colón; fue su última presentación en público. Un 85% de su biblioteca de 12.000 volúmenes fue donada a la Biblioteca Luis Ángel Arango y a la Universidad EAFIT de Medellín.

Créditos

Pilar Moreno de Ángel

Autor: José Eduardo Rueda Enciso*

  • José Eduardo Rueda Enciso, antropólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia (1984), magíster en Historia Andina de la Universidad del Valle (1991). Docente de las universidades Nacional, de los Andes, Distrital. Colaborador del Boletín Cultural y Bibliográfico, Credencial Historia, Lecturas Dominicales de El Tiempo y de varias revistas especializadas en antropología e historia. Investigador por contrato de la Fundación para la Promoción de la Investigación y la Tecnología, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, y ganador de la beca Francisco de Paula Santander. Profesor titular de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Autor de los libros: El trópico desmitificado. Hombre y naturaleza bajo el Iluminismo (Universidad Industrial de Santander, 2015); Juan Friede, 1901-1990: vida y obras de un caballero en el trópico (Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2009); y, en coautoría con Elías Gómez Contreras, La república liberal decimonónica en Cundinamarca, 1849-1886. Aspectos políticos y administrativos (ESAP, 2010).